Represión para la izquierda, impunidad para la derecha
El pasado 13 de septiembre diversas organizaciones independentistas de izquierda convocaron en Girona una manifestación unitaria contra la presencia de los monarcas en la ciudad. Al final de la manifestación se quemaron fotografías del rey y la reina. Una vez identificados los autores fueron llamados a declarar a la Audiencia Nacional. A raíz de este hecho se ha desatado una oleada de repudio hacia la monarquía (con nuevas manifestaciones y quemas de fotografías) y contra el evidente doble rasero de la "justicia" que no duda en atacar cualquier expresión de la izquierda mientras da total impunidad a la derecha y los fascistas.
Doble rasero de la justicia burguesa
Es evidente que hay un pacto tácito entre las instituciones del Estado, los medios de comunicación y los políticos "responsables" en no hacer ningún comentario desfavorable a la monarquía y al monarca. En este pacto, que incluye también a la socialdemocracia, CiU y PNV, todos entran en una especie de competencia para ver quien tiene una actitud más servil y sumisa. Todos se arrodillan con veneración ante una institución medieval, cara y antidemocrática por definición.
Hay también un esfuerzo permanente para convencernos de que las instituciones del Estado, el ejército, la justicia, la monarquía, etc. son democráticas, imparciales e independientes. Sin embargo cada vez está más claro que eso no es así. En el caso del ejército solo hace falta recordar el último episodio de "pronunciamiento" de Mena Aguado. Con la monarquía pasa lo mismo, los últimos casos de ataques a la libertad de prensa y de expresión ponen al descubierto su rango especial, intocable. Pero en el caso de la justicia, que es la que ha salido en defensa de la corona, queda claro que utiliza un doble criterio a la hora de encausar y sentenciar. Cuando la justicia actúa contra cualquier expresión de la izquierda sus veredictos son siempre duros y desproporcionados. Mientras, la derecha y los fascistas disfrutan de total impunidad.
En este mismo periódico nos hemos hecho eco de los últimos atropellos a derechos democráticos elementales y a persecuciones descaradas a opciones de izquierda. Veamos algunos casos del último año: Cándido y Morala dirigentes de la Corriente Sindical de Izquierdas (CSI) estuvieron recientemente en prisión por defender un modelo de sindicalismo combativo. La excusa legal no merece ni la pena ser comentada. Este último año se han ilegalizado manifestaciones del Sindicato de Estudiantes, una en Alcorcón y otra en Barcelona. La revista El Jueves fue secuestrada por orden del juez Del Olmo porque la imagen de los príncipes en portada le pareció "infamante e injuriante". La ley de partidos fue aprobada exclusivamente para ilegalizar las formaciones abertzales. Aplicando esta ley Jarrai-Haika-Segi fueron declaradas organizaciones terroristas y se cerró Egunkaria. De esta oleada contra los derechos democráticos elementales no se libra ni la Guardia Civil. Unos 3.000 miembros se manifestaron en Madrid para exigir la democratización del cuerpo: se abrieron expedientes a miembros que pertenecen a la AUGC y se hizo oídos sordos a las peticiones.
Mientras pasa esto, la derecha y los fascistas gozan de total impunidad. Después de la tragedia del Prestige y de las mentiras de Acebes y del gobierno Aznar ante el atentado terrorista más grave del Estado español no parece que la justicia les vaya a pedir explicaciones y menos castigar por sus crímenes. Lo mismo sucede con las agresiones fascistas, nunca acaban en castigo (o el castigo es ridículamente leve), a veces al contrario: se convierte al verdugo en víctima como pasó en Vitoria/Gasteiz con las agresiones a la Fundación Federico Engels. Hasta el imperialismo puede permitirse pasear aviones por suelo europeo con ciudadanos secuestrados con destino a Guantánamo sin que la justicia y el gobierno hagan ningún comentario. También gozan de total impunidad los medios de comunicación de derechas, especialmente la radio de los curas, la COPE, o Telemadrid que dedican espacios íntegros a fomentar el odio nacional contra Catalunya i Euskal Herria con mentiras que darían risa si no fuera un hecho tan grave, mientras añaden que el presidente del gobierno es terrorista o alguna barbaridad por el estilo sin que pase absolutamente nada.
Hay una larga lista de agravios comparativos pero ya que hablamos del rey, nos preguntamos ¿por qué no se encausa a Ricardo Sáenz de Ynestrillas, líder de la ultraderecha y miembro de la AVT o a Federico Jiménez Losantos cuando injurian a la monarquía? El primero dijo: "El Rey, ese subnormal genético (...), ha permitido todo lo que está ocurriendo, como el asesinato -que él sancionó con su firma de borracho- de 80.000 niños al año aún en el seno de sus madres, la eutanasia pasiva y la legalización de los matrimonios homosexuales". Mientras Losantos remató refiriéndose al Estatut y al monarca: "Este Golpe de Estado cuenta también, como el de entonces (el de 1923), con el respaldo del Rey, (...)".
Y sin embargo jóvenes independentistas de izquierda son encausados por quemar unas fotos de los monarcas...el criterio judicial es un criterio político. Los hechos lo han puesto en evidencia.El papel de la monarquía
Incluso el rey ha tenido que salir en defensa de su propio negocio declarando que la monarquía "ha proporcionado el más largo período de estabilidad y prosperidad en democracia vividos por España que sustenta nuestra Constitución".
No es así.
La más que relativa estabilidad social que ha vivido el Estado español desde la "transición" tuvo otras causas --muchas de ellas de carácter internacional-- más profundas. La más importante de todas ha sido la complicidad de los dirigentes políticos y sindicales socialdemócratas que de hecho han gestionado el capitalismo en beneficio de los ricos, diciendo amén a todas las medidas reaccionarias que la patronal, la iglesia y la derecha les han propuesto.
La monarquía es un eslabón más de la antidemocrática sociedad capitalista. Resurgió de las cenizas del franquismo investida de la autoridad que le dieron los dirigentes de las principales organizaciones políticas y sindicales de la izquierda y será utilizada en el futuro por la burguesía como "una institución neutral", que se pondrá por encima de la sociedad cuando la lucha de clases sea más franca, con el objetivo de "restablecer el orden". Esa es su función y no otra. A la monarquía habrá que echarla abajo con todo el resto de instituciones burguesas putrefactas que sostienen este sistema capitalista decadente luchando por la única sociedad realmente democrática: la sociedad socialista.
Carlos Rosich
No hay comentarios.:
Publicar un comentario