Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
sábado, octubre 13, 2007
Cronología de la gran Revolución Socialista en Rusia.
Ha dicho el periodista norteamericano Albert Rhys Williams -quien llegó a Rusia a mediados de 1917 y fue testigo del hundimiento del viejo régimen y de la Gran victoria de la Gran Revolución Socialista de Octubre- que Herbert Wells escribió, “que la revolución rusa es el suceso más importante desde el surgimiento del Islam”.
Para otro hombre destacado de la época, el profesor Walsh, católico de Washington; la Revolución de Octubre es el acontecimiento de mayor alcance ocurrido desde la caída del Imperio Romano. Mientras que para un eminente publicista contemporáneo, historiador inglés Harold Laski es “lo más notable desde el nacimiento de Cristo”.
En 1917 el pueblo sencillo, ya no pasivo como antes, ocupó el centro de la escena. Al derrocar a los gobernantes y sus lacayos, el pueblo de la vasta Eurasia puso en acción, a lo largo de inmensas extensiones, desde el mar Báltico hasta el Pacífico, sus aptitudes y energías tanto tiempo latentes.
Precisamente su capacidad para llevar a cabo la gran misión que le había prefijado la historia es lo que Lenin juzgaba la prenda del futuro de Rusia y de la revolución. Esta suprema convicción se erigía en el profundo conocimiento de la vida del pueblo y en la fe ilimitada en él.
En vísperas del nuevo año de 1917, el jefe de la policía secreta de Moscú, que estaba encargado de luchar contra los revolucionarios y de estudiar los ánimos del pueblo informaba: “La irritación y el descontento de las masas es tan grande, que han dejado de reparar en las expresiones dirigidas tanto al Gobierno, como al Poder Supremo”.
La Noche Vieja la familia imperial la pasó sola. Se ha conservado el testimonio del médico de la Corte Botkin: “En aquella noche, que por lo general brillaba con las numerosas luces encendidas encendidas, el palacio permaneció en tinieblas y sumido en el abatimiento. Poco después de que dieran las doce y empezara el Año Nuevo, fui adonde El para felicitarlo, como siempre los hacía. El, Ella y las hijas de Olga y Tatiana jugaban al dominó; últimamente se habían entusiasmado por este juego. En la habitación contigua había un Arbol de Navidad con las velas apagadas; allí no había nadie. El heredero ya dormía. Los felicité y Ellos me felicitaron a mí. Extraños e incluso absurdos sonaron los tradicionales votos de “Feliz Año Nuevo”.
El 1º de enero el periódico de los círculos de negocios “El día de la Bolsa” publicó un artículo en el que decía: “Muchos rogaban que no terminara esta noche vieja y que nunca llegara la mañana con toda su amenazante desnudez. Pregunté a los médicos y ellos le dirán cuán frecuentes, como nunca antes, son ahora los suicidios, la gente no desea despertarse... No despertarse... no despertarse”.
¿Por qué esta negra angustia estas tinieblas en el ánimo de los que tenían el poder? En Rusia maduraba una nueva revolución.
La primera había ocurrido en 1905. En 1916 en el país hubo 1.500 huelgas en las que participaron más de un millón de obreros, el doble que el año anterior. Los huelguistas exigían pan y paz: desde 1914 Europa se desangraba en una guerra imperialista. En el frente ruso, germano no era raro que ahora batallones enteros abandonaran sin autorización las trincheras y se fueran a la retaguardia. Se hicieron frecuentes los casos de fraternización con los soldados enemigos. En las aldeas los campesinos se apoderaban del pan de los terratenientes y quemaban las casas de los nobles. La burguesía, asustada ante la tormenta que se aproximaba, soñaba con un golpe palaciego.
En enero de 1917 se declararon en huelga alrededor de 250.000 obreros, en febrero, más de 400.000. Desde el 10 de febrero, por espacio de cinco días seguidos Petrogrado, en aquel entonces capital de Rusia, después Leningrado, Moscú y en otras ciudades se llevaron a cabo manifestaciones bajo las consignas de “Abajo el gobierno zarista” y “Viva la segunda Revolución Rusa”. En una octavilla lanzada por los bolcheviques se decía. “Ha llegado la hora de la lucha abierta”.
El 23 de febrero en Petrogrado salieron a la calle las obreras exigiendo: ¡Pan! “Abajo la guerra”, “Devuélvannos a nuestros maridos”, “Abajo la autocracia”.
El 24 de febrero el número de huelguistas en la capital llegó a 200.000. Los manifestantes tratan de abrirse paso al centro de la ciudad.
El 25 de febrero el zar ordena terminar al día siguiente con los desordenes de la capital. Se efectúan los primeros disparos contra los manifestantes.
El 26 de febrero los obreros comienzan a levantar barricadas. La burguesía exige la formación de un “Gobierno de confianza”, El monarca ruso se niega. La zarina le escribe tranquilizándolo: “Este es un movimiento de gamberros: muchachos y muchachas corren gritando que no tienen pan solo para crear desordenes. Si hiciera frío seguramente todos se quedarían en casa”.
El 27 de febrero se publica el manifiesto del Comité Central del Partido Bolchevique que llama a crear un gobierno revolucionario, a establecer la jornada laboral de 8 horas, a entregar la tierra de los latifundistas a los campesinos y a cesar la guerra.
La huelga política en Petrogrado se transforma en sublevación armada.
Al lado de los obreros se pasan algunas unidades del ejército.
Rodzianko, presidente de la Duma, Parlamento manda un telegrama a la ciudad de Moguiliov dirigido al Cuartel General del zar.
“La situación es seria. El Gobierno está paralizado. Toda demora significa la muerte.”
Nicolás II reaccionó diciendo: “De nuevo Rodzianko me escribió una serie de tonterías”.
Mientras tanto, en el Palacio de Táurida, donde generalmente sesionaba la Duma, a la que por la mañana el zar había ordenado interrumpir su trabajo hasta abril, ya se reunía el Soviet de Diputados Obreros de Petrogrado.
El 28 de febrero el zar abandona el Cuartel General y se dirige a la Capital. El objetivo de su viaje a Tsárskoye Seló, donde se encuentra la zarina con los niños. Los obreros y solados sublevados bloquean el paso al Tren Azul del zar y lo desvían a Paskov, donde queda en una vía muerta.
El 1º de marzo en muchas ciudades empiezan a funcionar Soviets de Diputados Obreros. El poder real prácticamente pasa a sus manos. Mientras tanto, el Soviet de Petrogrado, en el que tienen mayoría los mencheviques, corriente oportunista de la socialdemocracia rusa, y los socialrrevolucionarios, eseristas, partido democrático burgués de izquierda, rechaza la moción de los bolcheviques en cuanto a proclamar al Soviet órgano supremo del poder del poder estatal y propone la Duma compuesta principalmente de grandes capitalistas, terratenientes y banqueros, que forme el Gobierno. En el país surge así una dualidad de poderes.
El 2 de marzo el ex zar fue detenido, pues se descubrió que pretendía huir a Inglaterra.
El 10 de marzo en Petrogrado se introdujo la jornada laboral de 8 horas. Según la ley que regía desde 1897, hasta este día se trabajaba 11 horas y media diarias. No obstante la proposición que hizo el Soviet de introducir la jornada laboral de 8 horas en todo el país fue rechazada por el Gobierno provisional que había formado la Duma.
El 17 de marzo el Gobierno provisional llamó a los campesinos a que no se tomaran las tierras de los latifundistas.
El 18 de marzo la conferencia de representantes de las direcciones generales del ejército concluyó que el abastecimiento en pertrechos alimentos y efectivos se encontraba en una situación sumamente grave; la Armada del Báltico había perdido su capacidad de combate; las tropas no podían lanzar ninguna ofensiva. Sin embargo los aliados no dejaban de exigir que Rusia empezara lo antes posible su ofensiva.
El 20 de marzo, Lenin que se encontraba en Suiza como emigrado político, escribió a los obreros petrograndenses: “Habéis dado muestra de un heroísmo proletario popular maravillosos en la guerra civil contra el zarismo. Ahora debéis hacer maravillas organización proletaria y de todo el pueblo para preparar vuestra victoria en la segunda etapa de la revolución”.
El 27 de marzo, Lenin su esposa Krupskaya y otros 30 emigrados políticos salen de Suiza con destino a Rusia.
Su ruta pasaba a través de Alemania a la neutral Suecia y luego a Finlandia. Entonces el servicio secreto petrograndense fabricó un documento falso sobre los lazos de Lenin con el Cuartel General Alemán.
3 de abril, Lenin llegó a Petrogrado. Lo fueron a recibir miles de obreros, soldados y marineros. En su discurso ante los reunidos, Lenin los exhortó a luchar por la victoria de la revolución socialista.
4 de abril, Lenin expuso sus famosas “Tesis de Abril” ante los bolcheviques que participaban en la Conferencia de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados de toda Rusia.
En ellas delineaba la estrategia del partido para lograr la transformación de la revolución democrática burguesa en socialista: ningún apoyo al gobierno provisional y traspaso del poder a los Soviets. La consigna “Todo el poder a los Soviets”, estaba orientada a un desarrollo pacífico de la revolución.
El 7 de abril el periódico Pravda publicó las tesis.
Los mencheviques, en respuesta declararon: “Hay que oponer la más decidida resistencia a Lenin y sus partidarios, antes de que sea tarde”.
Plejánov que en la década del 80 del siglo pasado había estado entre los fundadores de la socialdemocracia rusa y que ahora era uno de los líderes de los mencheviques, calificó las tesis de “delirio”; los oportunistas estaban convencidos de que a Rusia le faltaba mucho para estar preparada para el socialismo.
El 18 de abril el gobierno provisional informó a las potencias aliadas que cumpliría con todas las obligaciones del gobierno zarista y que continuaría la guerra. Al enterarse de ello, los obreros de Petrogrado interrumpieron su trabajo y salieron a las calles exigiendo paz.
Los partidarios del Gobierno Provisional organizaron su propia manifestación de apoyo.
El 24 de abril se inauguró al VII Conferencia del Partido Bolchevique que aprobó “Las tesis de Abril” de Lenin. Contra las tesis basadas en la doctrina leninista que consideraba posible la victoria del socialismo en un solo país aislado, se pronunciaron Kamenev y Ríkov quienes consideraban que Rusia aún no había madurado para la revolución proletaria y que el socialismo vendría a Rusia de otras naciones más desarrolladas industrialmente.
Lenin calificó a este punto de vista de “parodia del marxismo”.
Este mismo día el Gobierno provisional decretó restringir las actividades de los comités fabriles que estaban creando los obreros y prohibirles que participaran en la solución de los problemas de la producción.
El 5 de mayo el Gobierno Provisional y el Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado, dominado por los socialrrevolucionarios y los mencheviques, acordaron formar un gobierno de coalición, con lo que quedó consolidado el bloque formado por la alta y la pequeña burguesía.
Pero ello no eliminó las causas de la crisis que vivía el país. En mayo, en todas las zonas industriales hubo huelgas para mejorar la situación de los trabajadores; los obreros introducían por su cuenta la jornada laboral de 8 horas; los campesinos se tomaban las tierras de los latifundistas y las sembraban.
El 3 de junio en Petrogrado se inauguró el I Congreso de los Soviets de Toda Rusia, con más de mil delegados. La mayoría absoluta estaba en manos de los mencheviques y los socialrrevolucionarios. Bolcheviques había solo 105. En aquellos momentos el Congreso era, en esencia, la única fuerza organizada en el país, pues los comisarios del Gobierno no tenían autoridad en las masas. Por ello, este foro podía tomar el poder sin derramamiento de sangre, pero los mencheviques y socialrrevolucionarios de nuevo no se arriesgaron a dar este paso bajo el pretexto de que ello podría quebrar la paz en el país.
Más aún, decidieron llamar en Petrogrado a una manifestación bajo la
consigna “Confianza en el Gobierno Provisional”.
El Partido Bolchevique instó a los obreros y soldados a que tomaran parte de la manifestación pero con consignas bolcheviques.
El 18 de junio ganaron las calles alrededor de medio millón de obreros y solados, con pancartas que decían; “Todo el poder a los Soviets”, “Abajo la guerra”, “Abajo los ministros capitalistas”.
Ni una sola fábrica y ningún regimiento, a excepción del de cosacos, llevó la consigna “Confianza en el Gobierno provisional”.
Manifestaciones análogas transcurrieron en Moscú, Járkov, Vorónezh, Vladímir, Samara. Coincidió que este mismo día el Gobierno provisional comenzó la ofensiva que había prometido a los aliados, Pero como no había sido bien preparada, el ejército ruso sufrió una derrota demoledora.
El mando ruso calificó de catástrofe lo sucedido. Se desató una nueva crisis gubernamental.
El 3 de julio a las calles de Petrogrado espontáneamente salieron los obreros y solados, indignados por las noticias sobre las pérdidas sufridas en el frente. Hubo llamamientos a tomar las armas contra el Gobierno.
Pero los bolcheviques no estuvieron de acuerdo, argumentando que si bien las masas revolucionarias y los soldados de la capital podían derrocar al Gobierno, difícilmente podrían retener el poder en su manos, ya que en ese momento la mayoría del pueblo todavía creía a los mencheviques y a los socialrrevolucionarios.
El 4 de julio medio millón de obreros, soldados y marineros petrograndenses participaron en la manifestación contra el Gobierno provisional. Parte de los manifestantes estaban armados. No obstante, los bolcheviques tomaron las medidas necesarias para que la manifestación conservara su carácter pacífico.
El Gobierno lanzó a los cadetes y los cosacos, lo que dio un resultado de 400 víctimas entre muertos y heridos. Fue declarado el estado de guerra en Petrogrado.
El 6 de julio fueron saqueados el periódico Pravda y la imprenta Trud.
Se lanzó una campaña difamatoria contra Lenin, para lo cual se utilizó el documento falso preparado en abril. Comenzaron a desarmar a los obreros. La dualidad de poderes terminó. Se agotó la etapa pacífica de la revolución.
El 7 de julio el Gobierno publicó la disposición de arrestar a Lenin y de juzgarlo. Vladimir Ilich estaba indignado por el hecho de que lo calumniaran de ser espía alemán, que decidió presentarse en el juicio para desenmascarar a los difamadores, pero los camaradas lo convencieron de que no lo hiciera.
Argumentaban que no habría juicio, que los cadetes no lo llevarían a la cárcel sino que lo matarían por el camino.
Lenin se vio obligado a pasar a la clandestinidad, primero se ocultó en el mismo Petrogrado, luego en Razliv y a fines de agosto pasó a Finlandia. En sus notas, el General Pólovtsev, que en aquellos días estaba al mando de la circunscripción militar de Petrogrado, escribió : “El oficial que partió esperanzado de capturar a Lenin me preguntó si deseo recibir a ese señor completo o no...
Le respondí sonriendo que los arrestados con frecuencia intentan fugarse”.
El 12 de julio se introduce la pena de muerte en el frente y luego, la prohibición de organizar mítines allí.
El 24 de julio se constituye el segundo Gobierno de Coalición en el que los mencheviques y los socialrrevolucionarios ocupan la mitad de los cargos.
El 26 de julio en Petrogrado se inaugura semilegalmente el VI Congreso del Partido Bolchevique.
En el foro se decide renunciar temporalmente a la consigna “Todo el poder a los Soviets” y en vista de que después de la matanza de julio quedó en claro que desapareció la posibilidad de un desarrollo pacífico de la revolución, tomar rumbo a la sublevación armada. El partido ya contaba con 240.000 miembros en los últimos tres meses se había triplicado.
El 12 de agosto en Moscú en el Teatro Bolshoi se inauguró la Conferencia Estatal convocada por el Gobierno provisional. Allí los representantes de la alta burguesía, así como también los mencheviques y los socialrrevolucionarios exigían tomar medidas y establecer un severo orden. El general Kornilov, comandante en jefe del ejército, llamó a instaurar una dictadura.
El 25 de agosto Kornilov se sublevó y envió un cuerpo de caballería. Los rebeldes, naturalmente también representaban cierto peligro para el Gobierno provisional. Por lo demás, su presidente, el socialrrevolucionario Kerenski quería ser él quien ocupara el cargo de dictador. Sin embargo, quienes de hecho encabezaron la lucha contra Kornilov fueron los bolcheviques.
Fue atendiendo a su llamamiento que los obreros tomaron las armas. Por doquier se formaron destacamentos de la Guardia Roja. Para el 29 de agosto los bolcheviques tenían formada una fuerza de choque compuesta de 60.000 obreros y soldados revolucionarios. El motín fue aplastado. La ex zarina, la familia de Nicolás II se encontraba desterrada en Siberia comenta a sus allegados que “la luz de nuevo se apagó” en sus ojos.
El 1º de septiembre en Rusia se proclama la república. Se forma un Directorio encabezado por Kérenski. Se anuncia que ahora los socialrrevolucionarios y los mencheviques no colaborarán con los partidos de la alta burguesía ya que estos se habían comprometido con su complicidad con Kornilov.
Parecía que de nuevo se abrían posibilidades para un desarrollo pacífico de la revolución. Pero por poco tiempo: Kerenski, ilegaliza los comités que encabezaron la lucha contra Kornilov.
El 12 y el 14 de setiembre, Lenin, escribe las cartas Los Bolcheviques deben tomar el poder y El marxismo y la sublevación, dirigidos a los comités Central de Petrogrado y Moscú del Partido. En ellas llama a organizar el levantamiento. Ahora, concluía Lenin su análisis, los bolcheviques pueden y deben tomar el poder; la dirección de los Soviets de Petrogrado y Moscú había pasado a manos de los bolcheviques y las masas populares se convencían cada vez más que solo este partido defendía sus intereses. Tomado el poder, los Soviets deben inmediatamente abocarse a la tarea de firmar una paz democrática, expropiar las tierras de los latifundistas para repartirlas entre los campesinos y restablecer la libertad pisoteada por el Gobierno provisional. Todo esto será apoyado por el pueblo.
El 15 de setiembre las cartas fueron discutidas en el Comité central.
Kámenev continuando su lucha contra la revolución socialista, habló resueltamente en contra de las proposiciones de Lenin e insistió en que se debía destruir las cartas. Esto fue rechazado, y las cartas se las envió a las más importantes organizaciones del partido.
El 25 de setiembre Kerenski forma el tercer Gobierno de coalición. Como sustituto suyo nombra al gran industrial Konoválov.
El 30 de setiembre el Comité Central del Partido Bolchevique hace un llamamiento, dirigido a los trabajadores de Rusia, a manifestar su censura al Gobierno de Kerenski, Konoválov. Los Soviets de Petrogrado, Moscú, Krasnoyarsk, Helsigfors y algunos otros expresan su voto de censura al Gobierno.
La influencia de los mencheviques y los socialrrevolucionarios en el pueblo disminuye catastróficamente. La tirada del órgano menchevique Rabóchaya gazeta de 100.000 en marzo cae a 25.000 en setiembre.
Así, estos siete meses de Gobierno no provisional, apoyado por la mayoría de los socialrrevolucionarios y los mencheviques disponían en los comités ejecutivos de los Soviets demostraron que tampoco ellos podían asegurar una dirección eficaz del país. El desbarajuste económico se agravó; la producción industrial disminuyó en más de un tercio, el déficit del presupuesto estatal llegó al 85%, el salario real de los obreros disminuyó a la mitad en comparación con el de preguerra, aumentó el desempleo, disminuyó la cosecha de granos y en muchas regiones reinaba el hambre.
En setiembre en Moscú daban sólo 100 gramos de pan diarios por persona. Pero lo principal era los nuevos gobernantes de Rusia no podían ni querían dar la paz al pueblo ni la tierra a los campesinos. Se comprende entonces que las masas no quisieran seguir soportando semejante vida. Por su parte, las autoridades resultaron incapaces de dirigir al pueblo a la nueva situación. En el país maduró una situación revolucionaria que se agudizaba cada vez más.
El 6 de octubre los marineros revolucionarios del Báltico derrotaron a la armada alemana en el golfo de Finlandia. Antes de ello se habían hecho de dominio público los planes de la burguesía de entregar Petrogrado al enemigo. El periódico moscovita de los grandes industriales Utro Rossii, escribía cínicamente al respecto: “la entrega de la capital no preocupa a los rusos...Con la caída de Petrogrado Rusia no muere”.
Los marineros echaron por tierra los planes de la burguesía y defendieron las puertas del Petrogrado revolucionario donde maduraba la preparación de la sublevación armada.
El 10 de octubre el Comité Central del Partido Bolchevique por diez votos contra dos Kamenev y Zinóviev, aprobó el rumbo hacia la sublevación a corto plazo. A esta sesión asistió a corto plazo. A esta sesión asistió Lenin, que había regresado a Petrogrado desde Finlandia. Los cambios en la composición y la política de la mayoría de los Soviets del país, su transformación en un órgano combativo de las masas habían creado las premisas objetivas para que los bolcheviques de nuevo lanzaran la consigna “Todo el poder a los Soviets”.
Pero ahora tenía otro significado.
En efecto si hasta los sucesos de julio era una consigna para el desarrollo pacífico de la revolución, ahora era una consigna para el levantamiento.
Trotski al hacer uso de la palabra insistió en que había que aplazar la sublevación hasta la Convocatoria al II Congreso de los Soviets.
Pero esto era sumamente peligroso, pues los socialrrevolucionarios y los mencheviques, que tenían la mayoría del comité ejecutivo del Soviet de toda Rusia, podían diferir dicha convocatoria, dando la posibilidad al Gobierno de concentrar sus fuerzas para cuando el Congreso se inaugurara.
Entre el 11 y el 18 de octubre los Soviets de Petrogrado, Moscú Minsk, Kiev, Norte de Rusia, Povolzhie, Los Urales y Siberia Central adoptaron una resolución en la que se decía que era imprescindible que el poder pasara a manos de los Soviets. El 18 de setiembre Kámenev en su propio nombre y en el de Zinóviev denunció en el periódico Nóvaya Zhizn la decisión tomada por el Comité Central del Partido Bolchevique en cuanto a preparar la sublevación armada.
Ese mismo día tuvo lugar a puertas cerradas, una sesión del Gobierno provisional en la que se elaboró un plan para aplastar a las fuerzas revolucionarias. Se ordenó llamar al frente a 70 batallones de choque leales al Gobierno y fueron puestas en estado de alerta 26 escuelas de cadetes y 38 de alféreces. Estas tropas sumaban 250.000 hombres. Pero en el lado de la revolución sólo en Petrogrado, había más de 300.000 hombres armados entre obreros, guardias rojos, soldados y marineros.
El 22 y 23 de octubre el Comité Revolucionario Militar órgano del Soviet de Petrogrado, elabora el plan de sublevación. No se trataba de un “golpe palaciego” que se puede realizar con un número limitado de rebeldes sino de un plan que contaba con la participación masiva del pueblo sublevado.
Los mencheviques aún tienen esperanzas de poder influir en el curso de los acontecimientos y distribuyen un volante en el que se puede leer:
“Los bolcheviques y los ignorantes obreros soldados a quienes los primeros han desorientado gritan absurdamente “Abajo el Gobierno” “Todo el Poder a los Soviets” mientras los incultos lacayos zaristas y los espías de Guillermo II le harán eco vociferando: “Golpea, quema, roba”.
Y entonces ¿entonces qué?.
Entonces llegará la muerte de la revolución, la muerte de nuestra libertad...¿Es eso lo que desean ustedes, obreros y soldados?
¡No!
Pero si es así, entonces id, id a donde los ignorantes, los desorientados por engañadores y decidles a ellos toda esta verdad que nosotros les hemos dicho a ustedes”.
Pero los obreros y soldados revolucionarios echaban a los propagandistas mencheviques como si fueran importunas moscas.
El 23 de octubre por la noche el gobierno fue el primero en pasar a la ofensiva. Adelantándose a los bolcheviques ordenó tomar su Cuartel General el palacio Smolni, arrestar a los líderes del partido, clausurar los periódicos bolcheviques y levantar los puentes a través del Neva para impedir que los destacamentos obreros llegaran al centro de la ciudad.
Para defender el palacio de Invierno donde se encontraba el gobierno se llamó a los cadetes y al “Batallón de la muerte” femenino. Al amanecer las tropas gubernamentales destruyeron el local de las publicaciones bolcheviques, ocuparon las estaciones y los puentes y reforzaron la guardia de las instituciones de gobierno. Solo les faltaba tomar por asalto el Smolni.
El 24 de octubre los bolcheviques resuelven comenzar de inmediato la sublevación armada, antes de la inauguración del II Congreso de los Soviets, que había sido convocada para el día siguiente.
Rabochi put órgano central del partido publica una editorial en la que se dice “El poder debe pasar a manos de los Soviets de Diputados Obreros. Soldados, Campesinos. En el poder debe estar otro gobierno, elegido por los Soviets revocable por los Soviets y responsable ante los Soviets”.
El autor de este documento era Stalin.
Por la tarde los guardias rojos y los soldados revolucionarios conquistaron una serie de puentes, el telégrafo y la Agencia telegráfica de Petrogrado.
No obstante según testimonio de los que participaron en la sublevación “en el Smolni se sentía cierta indecisión.
Animos de espera, como si algo más debería suceder, después de los cual comenzaría la verdadera sublevación.
“Así ocurrió en realidad: por la noche al Smolni se presentó Lenin. Contra la voluntad del Comité Central, que temía por su vida, abandonó el apartamento clandestino, llegó al cuartel general de la revolución y tomó en sus manos la dirección del levantamiento. Y Liádov el testigo que hemos citado dice: “de inmediato, en el curso de unos minutos la situación cambia. Desde ese momento desaparecieron las vacilaciones y las precauciones”.
El 25 de octubre se desarrollaron los acontecimientos decisivos. Los destacamentos revolucionarios, después de apoderarse de la ciudad en la noche del 24 al 25 rodearon el palacio de Invierno. Se le envió un ultimátum al Gobierno, ordenándole que se entregara.
No hubo respuesta. A las 11 de la mañana, Kerenski había huido de Petrogrado en el automóvil de la embajada de los Estados Unidos. A las 21.40 horas el crucero Aurora dispara un cañonazo que da la señal del asalto al palacio de Invierno.
A las 2 de la madrugada del 26 de octubre termina la resistencia de los defensores del Palacio. Los miembros del gobierno son arrestados, los cadetes y las muchachas del batallón de la muerte, desarmados y dejados en libertad bajo palabra de honor que cesarán su lucha contra el poder soviético, promesa que la mayoría de los cadetes después rompería.
Inmediatamente después de la toma del palacio de Invierno, allí estuvo el periodista norteamericano Jhon Reed quien escribió:
“Por fin penetramos en una sala de malaquita con ornamento dorado y colgaduras de brocado carmesí donde los ministros habían permanecido reunidos en consejo todo el último día y la noche. El camino hasta allí se lo mostraron los ujieres a los guardias rojos”.
La larga mesa cubierta con tapete verde estaba en la misma posición que antes de la detención del Gobierno. Sobre esta mesa frente a cada silla vacía había un tintero, papel y pluma. Las hojas de papel contenían fragmentos de planes de acción y borradores de llamamientos y manifiestos. Casi todo esto estaba tachado como si los mismos autores se hubiesen convencido poco a poco de todo lo desesperado de sus planes”.
El 26 de octubre el II Congreso de los Soviets de Toda Rusia inaugurado el día anterior, escuchó los informes de Lenin sobre la paz y la tierra. Se aprobaron dos decretos: en el correspondiente al primer tema se proponía a las potencias beligerantes comenzar inmediatamente las negociaciones para concertar una paz sin anexiones ni contribuciones y se condenaba las guerras imperialistas de conquista; en el segundo se declaraba que la tierra en Rusia pertenecía a todo el pueblo, se expropiaban las tierras de los latifundistas y se les distribuía entre los campesinos. El Congreso formó el primer Gobierno obrero campesino del mundo, que encabezó VLADIMIR ILICH LENIN.
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