Ante nuestros ojos, desde hace 45 años, se aplica un cruel e injusto bloqueo contra Cuba. La nación hermana se ve sometida por el gobierno de Estados Unidos a una guerra económica que viola múltiples acuerdos internacionales..
A contrapelo de las resoluciones de Naciones Unidas - reiteradamente ignoradas - el presidente estadounidense llamó, recientemente, a la comunidad internacional a crear un fondo para financiar y “acelerar la transición hacia la libertad” en Cuba. En un agresivo discurso - en presencia de los embajadores ante la OEA – prometió mantener el bloqueo mientras el gobierno de la isla conserve, lo que él denomina, el «monopolio» sobre el poder político y económico. En otros términos, convocó, por enésima vez, a tomar medidas dirigidas al derrocamiento del orden constitucional cubano. Mientras tanto, en su base militar de Guantánamo, viola todos los Derechos Humanos de presos sin nombre y sin historia., desaparecidos a la vista de todos-
UNO. El 6 de abril de 1960, el entonces Subsecretario de Estado Adjunto para los Asuntos Interamericanos, Lester Dewitt Mallory, escribió lo siguiente en un memorando discutido en una reunión encabezada por el Presidente de Estados Unidos: “El único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución, es a través del desencanto y el desaliento, basados en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y suministros a Cuba... a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. (1)
La guerra económica ha sido una constante en la política de Estados Unidos hacia Cuba por casi cinco décadas. La aprobación de la Ley Torricelli (23-10-1992) y la Ley Helms – Burton (12-03-1996) - el cuerpo legal más completo sobre el que se sustenta el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba – son parte de un constante y creciente endurecimiento de una medida que adquiere cada vez más un carácter extraterritorial.
El Presidente George Bush aprobó (6-06-2004) un Plan para acelerar la destrucción del orden constitucional adoptado libremente por el pueblo cubano. Dicho Plan fue revisado y ampliado con medidas adicionales (10-07-2006) dirigidas al recrudecimiento del bloqueo, las que incluyen un acápite secreto de acciones encubiertas cuyo objetivo final es privar al pueblo cubano de su soberanía y del ejercicio de su derecho a la libre determinación.
El terrorismo de Estado, desarrollado de forma sistemática e inhumana por parte del gobierno de los Estados Unidos contra la población cubana, forma parte de esta política de hostilidad, bloqueo y agresión, y que ha costado al pueblo cubano más de tres mil vidas.
Cuba ha denunciado y demostrado en múltiples foros que: “el bloqueo de los EE.UU. califica como un acto de genocidio, en virtud del inciso (c) del artículo II de la Convención de Ginebra para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, de 1948 y, un acto de guerra económica, de acuerdo a lo establecido en la Conferencia Naval de Londres de 1909” (2)
Tras la aprobación (8-11-2006) de la última resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas pidiendo el levantamiento del bloqueo contra Cuba, adoptada por una abrumadora mayoría de votos, y a pesar de la existencia de otras catorce resoluciones anteriores que incluyen esa justa reivindicación, el Gobierno de los Estados Unidos ha recrudecido sus acciones contra el pueblo cubano. Le huye a la ley internacional como Drácula al sol de la mañana.
En el último año han recrudecido la persecución a las empresas cubanas - tales como el robo de marcas comerciales históricas: los tabacos “Cohiba” y el ron “Habana Club” - y a las transacciones financieras internacionales, incluidas aquellas destinadas al pago de los organismos de las Naciones Unidas
Se han adoptado, a su vez, mayores represalias contra los que comercian con la Isla o se vinculan con ella a partir de intercambios de naturaleza cultural o turística y Estados Unidos ha aplicado mayores presiones sobre sus aliados para obligarlos a subordinar las relaciones con Cuba a los propósitos de “cambio de régimen” que sirven de guía a su política de hostilidad. Aumentó sustancialmente el apoyo financiero y material a las acciones dirigidas contra el gobierno y el pueblo cubano.
Las agresiones norteamericanas contra la independencia política y económica de los países latinoamericanos, son una constante. Entre ellas se destacan el apoyo brindado a Pinochet para derrocar al Presidente Salvador Allende en los setenta y la acción militar contra la revolución Sandinista, a través de la “contra”, en los ochenta. Sin hablar, de la salvajes y sangrientas invasiones que han realizado en otros continente para imponer su modelo “democrático de mercado” que les garantiza el acceso a las materias primas estratégicas: ayer fue Vietnam, hoy es Irak.
DOS. La inserción internacional del gobierno uruguayo ha oscilado contradictoriamente entre, por un lado, una concepción más principista, latinoamericanista, congruente con las definiciones antiimperialistas del Frente Amplio y, por otro, una concepción de alineación con el gran capital internacional, las IFIS y Estados Unidos, defendida desde el equipo económico y apoyada por el bloque de poder en Uruguay.
Esas diferencias se expresaron tanto en relación al Acuerdo de Protección Recíproca de Inversiones (TPRI) con Estados Unidos (ratificado) y al Tratado de Libre Comercio (TLC) con ese país (rechazado). No hubo diferencias, sin embargo, cuando se votó en Naciones Unidas contra el bloqueo norteamericano.
En ese marco es particularmente cuestionable que se haya firmado un tratado como el TPRI que, en su Artículo 17, prevé la posibilidad de que Estados Unidos niegue los beneficios del acuerdo a cualquier empresa uruguaya integrada con capital de un país con el cual dicho país no mantenga relaciones diplomáticas. Lo cual condiciona nuestra soberanía e impide que empresas nacionales puedan participar en emprendimientos con Cuba - y, eventualmente, con Venezuela, Bolivia y Ecuador - so pena de ser penalizada por los Estados Unidos. Lo cual no se resuelve con el formato finalmente aprobado que otorga similar derecho al gobierno uruguayo: igualdad ficticia si las hay.
Debe reconocerse, sin embargo, que el presidente Vázquez retomo las relaciones con Cuba el 1 de marzo de 2005, que este año se volverá a votar contra el bloqueo en Naciones Unidas y que se frenó un TLC con Estados Unidos, impulsado por dirigentes y fuerzas políticas para los cuales no es relevante que dicho país viole sistemáticamente los derechos de los países más débiles.
TRES. Todavía hoy, 45 años después de haber sido iniciado el bloqueo, la política del gobierno norteamericano continúa siendo dirigida a “causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno” de Cuba. Lo cual no es un hecho aislado ni caprichoso. El imperio norteamericano es una fuerza política, económica y militar indivisible al servicio de la expansión del capitalismo en favor de sus empresas transnacionales.
Cuesta creer que sólo sean ingenuos aquellos que piensan e insisten en nuestro medio, como lo hace el equipo económico y algunos más, que se pueden “profundizar” las relaciones económicas de nuestro país con el “gran hermano” yankee, sin al mismo tiempo convalidar lo que hacen política, militar y también económicamente con los pueblos que no se someten a sus designios.
Cada uno negocia con quien quiere, incluso con el enemigo, pero que no se esgriman los intereses nacionales, ni la ética cuando se apoya a quien viola los derechos humanos y el derecho internacional de nuestros hermanos latinoamericanos.
Por eso, con Neruda, para terminar digo: “sólo un hombre soy de carne y hueso,
por eso si apalean a mi hermano / con lo que tengo a mano lo defiendo”.
Antonio Elías
Docente universitario, sindicalista y miembro de la Red de Economistas de Izquierda (REDIU)
(1) Documento desclasificado en el año 1991.
(2) Informe de Cuba sobre la resolución 61/11 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, septiembre 2007.
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