jueves, diciembre 20, 2007

Guantánamo, ignominia e injusticia



La IGNOMINIA consiste, en el sentido jurídico, en una afrenta pública, mientras que la INIQUIDAD infiere una gran injusticia que traspone los límites legales, cuando veja a sus víctimas. La ilegal base norteamericana en Guantánamo, Cuba, es un escarnio para la humanidad, una afrenta al Derecho Internacional y Humanitario, un asentamiento terrorista de Estado contra la voluntad soberana de los cubanos y de los seres sensatos del planeta. Refleja, además, un espejo del poder hegemónico contemporáneo. No basta con repetirlo hasta el cansancio.
Finaliza el año 2007 y permanecen irresolubles las fórmulas propuestas para resolver el escándalo sobre el principal campo de concentración del siglo XXI. Las culpas, el ensañamiento y la alevosía del imperialismo estadounidense no tienen fin. Actitud compartida por muchos gobiernos europeos, que mediante su autorización a los vuelos secretos y a las cárceles clandestinas, facilitaron el traslado hacia Guantánamo de presuntos terroristas. El silencio, la oscuridad y la sordera con que reaccionaron al “desenmascaramiento” de su actitud, patentizada en varios informes del Consejo de Europa y a la “miope” comisión especial creada por el Parlamento Europeo, yacen en la gaveta de los oficialistas de la Unión Europea.
“Del tirano di todo, di más, di cuanto puedas, del tirano y del error” señaló con clarividencia nuestro Apóstol. No nos cansaremos de hablar sobre Guantánamo. ¿Qué solución ha buscado el gobierno de Estados Unidos? ¿Cómo ha concluido la investigación sobre el contubernio europeo? Las incógnitas enfrentan una red interminable de explicaciones, autocomplacencias y pretextos. La respuesta puede ser única: en nuestro siglo los crímenes de lesa humanidad y otras violaciones de los Convenios de Ginebra y La Haya se diluyen en el espacio y el tiempo.
Volvamos a lo tangible: a los campos de concentración de Bagram, en Afganistán; Abu Ghraib, en Irak; Guantánamo en la primaria base carbonífera ubicada en Cuba, devenida en ilegal enclave militar; y al reciente “descubrimiento” de un enclave carcelario en la isla británica de Diego García en el Océano Indico. Todas reflejan la iniquidad imperialista en el siglo XXI. No habrá sorpresas si se divulgan más centros contra los denominados “combatientes ilegales” en la desatada cruzada antiterrorista (fórmula antijurídica para esconder o maltratar a los prisioneros de guerra). Llaman la atención la impunidad de los delitos cometidos por los poderosos del planeta, a la vez que arremeten contra cualquier irregularidad cometida en los Estados pobres.
La nueva filosofía que pretenden imponernos consiste en contemplar con naturalidad los vejámenes, secuestros, violaciones, torturas y, después de mucho revuelo, pedir tibias disculpas o buscar una salida “lo más honorable posible”. Europa comparte ese comportamiento.
Un apretado recuento del año que finaliza pretende paliar lo injustificable: muchos “detenidos” han sido devueltos a los países de los que son ciudadanos. Luego los exonera de cargos ¿y el prolongado sufrimiento, la lejanía de familiares y amigos, las afrentas a su religión por la soldadesca o los agentes de la CIA? Las preguntas quedan sin respuesta.
Entre las prioridades establecidas por la cúspide de la Unión Europea no figura Guantánamo, teritorio ocupado ilegalmente por Estados Unidos. La mayoría de los gobiernos que integran la Unión soslayan su responsabilidad: el polaco y rumano rechazan las acusaciones. A más bajo perfil, la Fiscalía de Milán juzga –en ausencia- a los agentes estadounidenses que secuestraron al imán Abu Omar en 2003 y lo transportaron hacia la base italiana de la OTAN en Aviano; en Alemania las autoridades judiciales reconocieron las irregularidades sobre el prolongado secuestro al ciudadano El Masri, quien interpuso una demanda al ser liberado; un parlamentario irlandés acusó a su gobierno de haber facilitado el aterrizaje de 157 aviones con esos fines; soldados británicos han protagonizado los traslados y desafueros en la base de Diego García y, en Lisboa, 39 países euromediterráneos anuncian incrementar su cooperación contra el terrorismo.
Recientemente, el espacio aéreo único, concedido por la Unión a Estados Unidos, autoriza los sobrevuelos sobre su territorio, el suministro obligatorio de datos sobre los pasajeros y de hecho, la impunidad infinita del tránsito, asentada en la “cruzada antiterrorista”. Esta nueva medida, lejos de delimitar sus derechos soberanos, enfatiza su cesión a un Estado no europeo y facilita los traslados o prisiones secretos.
Sólo enfatizan sobre Guantánamo: el presidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos del Consejo de Europa, Dick Marty, cuando subraya que, “lejos de ser casos aislados, la tortura y los secuestros se han convertido en una práctica corriente”. Asimismo comentó que “aunque no puede probarlo todavía, los gobiernos europeos han firmado acuerdos secretos con Estados Unidos, dando anuencia a los traslados”…Las organizaciones Amnistía Internacional, Human Rights Watch y Liberty insisten sobre la participación de la mayoría de los Estados miembros de la UE; la Federación Internacional de Derechos Humanos y la Liga Francesa homónima presentaron una demanda a su gobierno para que investigue y acuse al ex Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld por su responsabilidad en “crímenes de tortura” en Guantánamo; mientras que Izquierda Unida Española se refirió en sentido semejante con relación al expresidente del gobierno, José María Aznar.
¿Se ha visto alguna vez a un gobernante de los países desarrollados sometido a la Corte Penal de Justicia? No es preciso dominar las leyes que rigen la guerra ni las normas sobre los derechos humanos, para percatarse de que los juicios por crímenes de lesa humanidad están dirigidos exclusivamente contra los dirigentes africanos, balcánicos, asiáticos o del Medio Oriente. Para qué hablar de América Latina, cuando los dictadores apoyados por el imperialismo durante decenios, han quedado impunes.
Lo anterior transcurre en medio de las más recientes triquiñuelas del gobierno de Estados Unidos para “desembarazarse” de la espina guantanamera. Por una parte, refuerza hasta 45 mil soldados su plan de contingencia, sugiriendo que “podría desatarse desde allí una crisis de emigración masiva cubana”. Por otra, funcionarios gubernamentales evalúan un plan que conceda “más derechos a los detenidos”, en un esfuerzo por clausurar las instalaciones y trasladar a algunos de ellos a Estados Unidos; otros sugieren que los abogados puedan presentar más casos a juicios –inexistentes desde el inicio de la “cruzada antiterrorista-.
La Administración Bush es mil veces culpable. Varios gobiernos europeos le hacen el juego en los procedimientos ilegales y no reaccionan dignamente ante la situación creada. Al parecer, Estados Unidos busca una solución lo menos escandalosa posible, que les facilite “categorizar” el concepto de tortura y un mayor acceso de los defensores a los reconcentrados. Habría que preguntarle a los más de seiscientos detenidos ilegales. No es posible indagar con los muertos, por suicidio y desesperación, o como resultado de las torturas.
Quien se preocupaba por la alusión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte en el fracasado proyecto de Tratado Constitucional de la Unión Europea tiene sobradas razones para el insomnio. El Nuevo Tratado, suscrito el 13 de diciembre en Lisboa constituye un grito de guerra apocalíptico. ¿Proseguirán la IGNOMINIA de Guantánamo y la INJUSTICIA contra los que allí se encuentran? Las fiestas navideñas y el invierno deslizarán entre los copos de nieve la vejación contra la igualdad y la humanidad. ¿Dónde queda la fraternidad?

Leyla Carrillo Ramírez

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