jueves, diciembre 13, 2007

La respuesta de Fidel Castro al Pacto de Miami



En octubre de 1957, un grupo de organizaciones suscribieron un documento por el que se pretendía llevar a cabo una supuesta unidad de los sectores revolucionarios. El documento fue denominado “Acuerdo de la Junta de Liberación de Cuba”, conocido también como “Pacto de Miami”.
El supuesto Pacto se había fraguado a espaldas del M-26-7. Léster Rodríguez y Felipe Pazos se habían arrogado facultades que no tenían y habían alterado, en lo fundamental, los planteamientos suscritos en el Manifiesto de la Sierra Maestra.
Más tarde, el Movimiento del 26 de Julio acuerda de que Fidel Castro redacte una carta de respuesta al Pacto de Miami, y no tarda mucho tiempo en ser cumplido. Fidel expone en ella la verdadera posición del Movimiento 26 de Julio. En la Sierra Maestra se reúnen los combatientes para escuchar la lectura del documento. Luego, se envía al Llano para su publicación.
A 50 años de aquel histórico documento, Cuba Socialista pone a disposición de los internautas fragmentos del texto escrito por Fidel en plena Sierra Maestra, el 14 de diciembre de 1957.
El Movimiento 26 de Julio no designó ni autorizó ninguna delegación para discutir dichas negociaciones
La carta está dirigida a todas las organizaciones firmantes del mencionado pacto, y se explica por sí sola.

Cuba, 14 de diciembre de 1957

Señores dirigentes del Partido Revolucionario,

Partido del Pueblo Cubano,

Organización Auténtica,

Federación Estudiantil Universitaria,

Directorio Revolucionario y

Directorio Obrero Revolucionario:

Un deber moral, patriótico e incluso histórico, me obliga a dirigirles esta carta, motivada en hechos y circunstancias que nos han embargado profundamente estas semanas, que han sido, además las más arduas y atareadas desde nuestra llegada a Cuba. Porque fue, precisamente, el miércoles 20 de noviembre, día en que nuestras fuerzas sostuvieron tres combates en el solo término de seis horas y que da idea de los sacrificios y esfuerzos que, sin la menor ayuda por parte de otras organizaciones, realizan aquí nuestros hombres, cuando se recibió en nuestra zona de operaciones la noticia sorpresiva y el documento que contiene las bases públicas y secretas, del Pacto de Unidad, que se dice suscrito en Miami por el Movimiento 26 de Julio y esas organizaciones a las que me dirijo. Coincidió la llegada de esos papeles –tal vez si por una ironía más del destino, cuando lo que necesitamos son armas– con la más intensa ofensiva que ha lanzado la tiranía contra nosotros. En las condiciones nuestras de lucha las comunicaciones son difíciles. A pesar de todo, ha sido preciso reunir en plena campaña a los líderes de nuestra Organización para atender este asunto, donde no solo el prestigio sino, incluso la razón histórica del 26 de Julio se ha puesto en juego.
Para quienes están luchando contra un enemigo incomparablemente superior en número y armas y que no han tenido, durante un año entero, otro sostén que la dignidad con que se debe combatir por una causa a la que se ama con sinceridad y la convicción de que vale la pena morir por ella, en el amargo olvido de otros compatriotas que, habiendo tenido todos los medios para hacerlo, le han negado sistemáticamente, por no decir criminalmente toda ayuda; y han visto tan de cerca el sacrificio diario en su forma más pura y desinteresada y han sentido tantas veces el dolor de ver caer a los mejores compañeros, cuando no se sabe cuál de los que están a nuestro lado va a caer en nuevos e inevitables holocaustos, sin ver siquiera el día del triunfo que con tanto tesón están labrando, sin otra aspiración ni consuelo que la esperanza de que sus sacrificios no serán en vano; forzoso es comprender que la noticia de un pacto, amplia e intencionalmente divulgado, que compromete la conducta futura del Movimiento, sin que se haya tenido siquiera la delicadeza, si no ya la obligación elemental, de consultar a sus dirigentes y combatientes, tiene que resultar altamente hiriente e indignante para todos nosotros.
Proceder de manera incorrecta trae siempre las peores consecuencias. Y esto es algo que debieran tener muy presente quienes se consideren aptos para empresa tan ardua como derrocar una tiranía y, lo que es más difícil aún, lograr el reordenamiento del país después de un proceso revolucionario.
El Movimiento 26 de Julio no designó ni autorizó ninguna delegación para discutir dichas negociaciones. Empero, no habría tenido inconveniente en designarla si se le consulta sobre dicha iniciativa y se habría preocupado de darles instrucciones muy concretas a sus representantes por tratarse de algo tan serio para las actividades presentes y futuras de nuestra organización. …
Si las organizaciones que ustedes representan hubiesen considerado conveniente discutir bases de unidad con algunos miembros de nuestro Movimiento, dichas bases, tanto más cuanto que alteraban en lo fundamental los planteamientos suscritos por nosotros en el Manifiesto de la Sierra Maestra, no se podían dar a la publicidad, por ningún concepto, como acuerdos concluidos, sin el conocimiento y la aprobación de la Dirección Nacional del Movimiento. Obrar de otra forma es pactar para la publicidad e invocar fraudulentamente el nombre de nuestra Organización.
Se ha dado el caso insólito de que cuando la Dirección Nacional, que radica clandestinamente en un lugar de Cuba, se disponía, apenas recibidas a rechazar las bases públicas y privadas que se proponían como fundamentos del pacto, tuvo conocimiento por hojas clandestinas y por la prensa extranjera que habían sido dadas a la publicidad como acuerdo concertado, viéndose ante un hecho consumado en la opinión nacional y extranjera y en la alternativa de tener que desmentirlo con la secuela de confusionismo nocivo que ello implicaría o aceptarlo sin haber expuesto siquiera sus puntos de vista.
Y, como es lógico suponer, cuando las bases llegaron a nosotros, en la Sierra, el documento tenía ya muchos días de publicado.
Si no hay fe en el pueblo no hay derecho a dirigir sus destinos
Más adelante, en la carta, Fidel continúa ahondando en las divergencias surgidas.
Naturalmente, que todo acuerdo de unidad tenía que ser forzosamente bien acogido por la opinión pública nacional e internacional; entre otras razones porque en el extranjero se ignora la situación real de las fuerzas políticas y revolucionarias que se oponen a Batista, y en Cuba, porque la palabra unidad cobró mucho prestigio en días que, por cierto, la correlación de fuerzas era muy distinta de lo que es hoy y en fin de cuentas porque siempre es positivo aunar todos los esfuerzos, desde los más entusiastas hasta los más tibios.
Pero lo importante para la Revolución no es la unidad en sí, sino las bases de dicha unidad, la forma en que se viabilice y las intenciones patrióticas que la animen.
Concertar dicha unidad sobre bases que no hemos discutido siquiera, suscribirlas con personas que no estaban facultadas para ello y darla a la publicidad sin otro trámite, desde una cómoda ciudad extranjera, colocando al Movimiento en la situación de afrontar la opinión engañada por un pacto fraudulento, es una zancadilla de la peor especie en que no se puede hacer caer a una organización verdaderamente revolucionaria, es un engaño al país, es un engaño al mundo.
Y eso solo es posible por el simple hecho de que mientras los dirigentes de las demás organizaciones que suscriben ese pacto se encuentran en el extranjero haciendo una revolución imaginaria, los dirigentes del Movimiento 26 de Julio están en Cuba, haciendo una revolución real […]
Por muy desesperada que fuese nuestra situación, por muchos miles de soldados que la dictadura, en el esfuerzo que realiza por aniquilarnos, logre movilizar sobre nosotros, y tal vez con más ahínco por todo ello, ya que nunca humilla más una condición onerosa que cuando las circunstancias son apremiantes, jamás aceptaremos el sacrificio de ciertos principios que son cardinales a nuestro modo de concebir la Revolución cubana.
Y esos principios están contenidos en el Manifiesto de la Sierra Maestra.
Suprimir en el documento de unidad la declaración expresa de que se rechace todo tipo de intervención extranjera en los asuntos internos de Cuba es de una evidente tibieza patriótica y una cobardía que se denuncia por sí sola […]
[…] En el documento de unidad se suprime la declaración expresa de que se rechaza todo tipo de Junta Militar para gobernar provisionalmente la República.
Lo más nefasto que pudiera sobrevenir a la nación en estos instantes, por cuanto estaría acompañada de la ilusión engañosa de que el problema de Cuba se ha resuelto con la ausencia del dictador, es la sustitución de Batista por una Junta Militar. […]
[…] no vacilamos en declarar que si una Junta Militar sustituye a Batista, el Movimiento 26 de Julio seguirá resueltamente su campaña de liberación. Preferible es luchar más hoy a caer mañana en nuevos e infranqueables abismos. Ni junta militar, ni gobierno títere juguete de militares […]
Si no hay fe en el pueblo, si no se confía en sus grandes reservas de energías y de lucha no hay derecho a poner las manos sobre sus destinos para torcerlo y desviarlo en los instantes más heroicos y prometedores de su vida republicana. Que no se inmiscuyan los procedimientos de la mano política en el proceso revolucionario, ni sus ambiciones pueriles, ni sus afanes de encubrimiento personal ni su reparto previo del botín, que en Cuba están cayendo los hombres por algo mejor. ¡Háganse revolucionarios los políticos, si así lo desean; pero no conviertan la Revolución en política bastarda, que es mucha la sangre y muy grandes los sacrificios de nuestro pueblo en esta hora para merecer tan ingrata frustración futura!
Fidel está totalmente en desacuerdo con otros aspectos del pacto.
Aun aceptando el inciso B, de la base secreta número 2, relativa a las facultades de la Junta de Liberación, que dice: “­Nombrar al presidente de la República que deberá ejercer el cargo en el gobierno provisional”, no podemos aceptar el inciso C, de esa misma base, que incluye entre dichas facultades: “aprobar o desaprobar, en forma global, el gabinete que nombre el presidente de la República, así como los cambios en el mismo en casos de crisis total o parcial”.
¿Cómo se concibe que la atribución del presidente para designar y sustituir a sus colaboradores quede sujeta a la aprobación o no de un organismo extraño a los poderes del Estado? […]
La sola presencia de bases secretas que no se refieran a cuestiones de organización para la lucha o planes de acción y sí a cuestiones que tanto interesan a la nación como es la estructuración del futuro gobierno y deben por tanto proclamarse públicamente, es de por sí inaceptable. Martí dijo, que en la Revolución, los métodos son secretos, pero los fines deben ser siempre públicos.

La delincuencia, si no es frenada a tiempo, germina por doquier

En la carta, Fidel destaca cuestiones de principios.
Otro punto que resulta igualmente inadmisible para el Movimiento 26 de Julio, es la base secreta número 8, que dice textualmente: “Las fuerzas revolucionarias se incorporarán a los institutos armados regulares de la República, con sus armas”.
En primer término, ¿qué se entiende por fuerzas revolucionarias? ¿Es que puede dársele carné de policía, marino o soldado a cuantos se presenten a última hora con un arma en la mano? ¿Es que puede dársele uniforme e investir agentes de autoridad a los que tienen hoy las armas escondidas para sacarlas a relucir el día del triunfo y se cruzan de brazos mientras un puñado de compatriotas se baten contra todas las fuerzas de la tiranía? ¿Es que vamos a darle cabida en un documento revolucionario al germen mismo del gangsterismo y la anarquía que fueron escarnio de la República en días no muy lejanos?
La experiencia, en el territorio dominado por nuestras fuerzas nos ha enseñado que el mantenimiento del orden público es cuestión capital para el país. Los hechos nos han demostrado que tan pronto se suprime el orden existente, una serie de trabas se desatan y la delincuencia, si no es frenada a tiempo, germina por doquier. […]
La anarquía es el peor enemigo de un proceso revolucionario. Combatirla desde ahora es una necesidad fundamental. Quien no quiera comprenderlo es porque no le preocupa el destino de la Revolución, y es lógico que no le preocupe a los que no se han sacrificado por ella.
El país debe saber que habrá justicia, pero del más estricto orden y que el crimen será castigado, venga de donde viniese.
El Movimiento 26 de Julio, reclama para sí la función de mantener el orden público y reorganizar los Institutos Armados de la República.
1ro. Porque es la única organización que posee milicias organizadas disciplinadamente en todo el país y un ejército en campaña con veinte victorias sobre el enemigo.
2do. Porque nuestros combatientes han demostrado un espíritu de caballerosidad ausente a todo odio contra los militares, respetando invariablemente la vida de los prisioneros, curando a sus heridos en combates, no torturando jamás un adversario ni aun sabiéndolo en posesión de informes importantes y han mantenido esta conducta de guerra con una ecuanimidad que no tiene precedentes.
3ro. Porque a los Institutos Armados hay que impregnarlos de ese espíritu de justicia e hidalguía que el Movimiento 26 de Julio ha sembrado en sus propios soldados.
4to. Porque la serenidad con que hemos actuado en esta lucha es la mejor garantía de que los militares honorables nada tienen que temer de la Revolución, no habrán de pagar las culpas de los que con sus hechos y crímenes han cubierto de oprobio el uniforme militar. Hay todavía algunos aspectos difíciles de comprender en el documento de Unidad. ¿Cómo es posible llegarse a un acuerdo sin una estrategia definida de lucha? ¿Continúan los Auténticos pensando en el “putsch” en la capital? ¿Continuarán acumulando armas y más armas que, tarde o temprano, caen en manos de la policía, antes de entregarlas a los que están combatiendo? ¿Han aceptado, al fin, la tesis de huelga general sostenida por el Movimiento 26 de Julio?

Para nosotros no hay derrota posible

El jefe guerrillero precisa en su carta el nivel que ha alcanzado la lucha en la Sierra Maestra.
Ha habido además, a nuestro entender, una lamentable subestimación de la importancia que desde el punto de vista militar tiene la lucha de Oriente. En la Sierra Maestra no se libra en estos instantes una guerra de guerrilla, sino una guerra de columnas. Nuestras fuerzas, inferiores en número y equipo, aprovechan hasta el máximo las ventajas del terreno, la vigilancia permanente sobre el ene-migo y la mayor rapidez en los movimientos. De más está decir que el factor moral cobra en esta lucha una singular importancia. Los resultados han sido asombrosos y algún día se conocerán en todos sus detalles.
La población entera está sublevada. Si hubiese armas, nuestros destacamentos no tendrían que cuidar ninguna zona. Los campesinos no permitirían pasar un solo enemigo. Las derrotas de la tiranía que se obstina en mandar numerosas fuerzas, podrían ser desastrosas […] Lo que ha dolido, lo que ha hecho sangrar el alma muchas veces, es pensar que nadie le ha enviado a ese pueblo un solo fusil, que mientras aquí los campesinos ven incendiadas sus casas y son asesinadas sus familias, implorando fusiles desesperadamente, haya en Cuba armas escondidas que no se emplean ni para aniquilar un miserable esbirro y esperan a que la policía las recoja o la tiranía caiga o los rebeldes sean exterminados.
Nuestro destino está sellado y ninguna incertidumbre nos angustia: o morimos aquí hasta el último rebelde y perecerá en las ciudades toda una generación joven, o triunfamos contra los más increíbles obstáculos. Para nosotros no hay derrota posible. El año de sacrificios y heroísmos que han resistido nuestros ­hombres ya no lo puede borrar nada; nuestras victorias están ahí y tampoco podrán borrarse fácilmente. Nuestros hombres, más firmes que nunca, sabrán combatir hasta la última gota de sangre.
La derrota será para los que nos han negado toda ayuda; para los que, comprometidos en su inicio con nosotros, nos dejaron solos; para los que, faltos de fe en la dignidad y el ideal gastaron su tiempo y su prestigio en tratos vergonzosos con el despotismo trujillista; para los que teniendo armas las escondieron cobardemente en la hora de lucha. Los engañados son ellos y no nosotros.
Una cosa podemos afirmar con seguridad: si hubiéramos ­visto a otros cubanos combatiendo por la libertad; perseguidos y a punto de ser exterminados; si los hubiéramos visto día a día sin rendirse ni cejar en el empeño, no habríamos vacilado un minuto en acudir y morir si fuera preciso junto a ellos. Porque somos cubanos y los cubanos no permanecen impasibles ni cuando se lucha por la libertad en cualquier otro país de América.
Desde Miami no se dirige una Revolución que se hace en Cuba

Fidel continúa definiendo la posición de los revolucionarios del Movimiento 26 de Julio.

La dirección de la lucha contra la tiranía está y seguirá estando en Cuba y en manos de los combatientes revolucionarios. Quienes quieran en el presente y en el futuro que se les considere jefes de la Revolución deben estar en el país afrontando directamente las responsabilidades, riesgos y sacrificios que demanda el minuto cubano.
El exilio debe cooperar a esa lucha, pero resulta absurdo que se nos pretenda decir desde afuera qué pico debemos tomar, qué caña podemos quemar, qué sabotaje hemos de realizar o en qué momento, circunstancia y forma podemos desencadenar la huelga general. Ello, además de absurdo, resulta ridículo. Ayúdese desde el extranjero, recogiendo dinero entre los exiliados y emigrados cubanos, haciendo campaña por la causa de Cuba en la prensa y a la opinión publica; denúnciense desde allá los crímenes que aquí estamos sufriendo, pero no se pretenda dirigir desde Miami una Revolución que se está haciendo, en todas las ciudades y campos de la isla, en medio del combate, la agitación, el sabotaje, la huelga y las mil formas más de acción revolucionaria que ha precisado la estrategia de lucha del Movimiento 26 de Julio.
La Dirección Nacional está dispuesta, y así lo ha precisado más de una vez, a hablar en Cuba con los dirigentes de cualquier organización oposicionista, para coordinar planes específicos y producir hechos concretos que se estimen útiles al derrocamiento de la tiranía.

Para caer con dignidad no hace falta compañía

A continuación, Fidel expone que el derrocamiento de la dictadura lleva en sí el desplazamiento del Congreso, de la dirigencia de la CTC y de todos los alcaldes, gobernadores y funcionarios que la hayan apoyado para escalar cargos en las supuestas elecciones de noviembre de 1954 o en el golpe militar del 10 de marzo. Implica también la liberación de los presos políticos, que el nuevo gobierno se rija por la Constitución de 1940 y que se declare disuelto el Tribunal Supremo.
Los partidos políticos solo tendrán un derecho en la provisionalidad: la libertad para defender ante el pueblo su programa, para movilizar y organizar a la ciudadanía dentro del amplio marco de nuestra constitución y para concurrir a las elecciones generales que se convoquen.
En el Manifiesto de la Sierra Maestra se planteó desde entonces la necesidad de designar la persona llamada a ocupar la Presidencia de la República, exponiendo nuestro Movimiento su criterio de que la misma debía ser seleccionada por el conjunto de instituciones cívicas. Como quiera que a pesar de haber transcurrido cinco meses ese trámite no se ha cubierto todavía y es más urgente que nunca darle al país la respuesta a la pregunta de que quién sucederá al dictador, y no es posible esperar un día más sin dar satisfacción a este interrogante nacional, el Movimiento 26 de Julio se la contesta y la presenta ante el pueblo, como la única fórmula posible de garantizar la legalidad y el desarrollo de las anteriores bases de unidad y del propio Gobierno Provisional. Esa figura debe ser el digno Magistrado de la Audiencia de Oriente, Dr. Manuel Urrutia Lleó. No somos nosotros, sino su propia conducta quien lo indica y esperamos que no le niegue este servicio a la República.

Las razones que lo señalan por sí solas son las siguientes:

1. Ha sido el funcionario judicial que más alto ha puesto el nombre de la Constitución, cuando declaró, en los estrados del tribunal, en la causa por los expedicionarios del Granma que organizar una fuerza armada contra el régimen no era delito, sino perfectamente lícito de acuerdo con el espíritu y la letra de la Constitución y la Ley, gesto sin precedentes en un magistrado, en la historia de nuestras luchas por la libertad.
2. Su vida consagrada a la recta administración de justicia es garantía de que tiene la suficiente preparación y carácter para servir de equilibrio a todos los intereses legítimos en los momentos que la tiranía sea derrocada por la acción del pueblo.
3. Porque nadie como el Dr. Manuel Urrutia para ser equidistante de partidarismo, ya que no pertenece a ninguna agrupación política, precisamente por su condición de funcionario judicial. Y no hay otro ciudadano de su prestigio que fuera de toda militancia se haya identificado tanto con la causa revolucionaria.
Además, por su condición de magistrado, es la fórmula que más se acerca a la Constitucionalidad.
Si se rechazan nuestras condiciones, las condiciones desinteresadas de una organización a la que ninguna otra aventaja en sacrificios, a la que no se consultó siquiera para invocar su nombre en un manifiesto de unidad que no suscribió, seguiremos solos la lucha como hasta hoy, sin más armas que las que arrebatamos al enemigo en cada combate, sin más ayuda que la del pueblo sufrido, sin más sostén que nuestros ideales.
Porque en definitiva: ha sido solo el Movimiento 26 de Julio quien ha estado y está realizando acciones en todo el país; han sido solo los militantes del 26 de Julio quienes trasladaron la rebeldía de las agrestes montañas de Oriente a las provincias occidentales del país; son únicamente los militantes del 26 de Julio quienes llevan a cabo el sabotaje, ajusticiamiento de esbirros, quemas de caña y demás acciones revolucionarias; ha sido solo el Movimiento 26 de Julio quien pudo organizar revolucionariamente a los obreros en toda la nación; es solo también el 26 de Julio el único sector que cooperó a la organización del Movimiento de Resistencia Cívica donde hoy se aglutinan los sectores cívicos de casi todas las localidades de Cuba.
Decir todo esto habrá quien lo entienda una arrogancia, pero es que además ha sido solo el Movimiento 26 de Julio quien ha declarado que no quiere participación en el Gobierno Provisional y que pone toda su fuerza moral y material a disposición del ciudadano idóneo para presidir la provisionalidad necesaria.
Entiéndase bien que nosotros hemos renunciado a posiciones burocráticas o a participación en el Gobierno; pero sépase de una vez por todas que la militancia del 26 de Julio no renuncia ni renunciará jamás a orientar y dirigir al pueblo desde la clandestinidad; desde la Sierra Maestra o desde las tumbas donde están mandando nuestros muertos.
Y no renunciamos porque no somos nosotros, sino toda una generación que tiene el compromiso moral con el pueblo de Cuba de resolver sustancialmente sus grandes problemas.
Y solo sabemos vencer o morir. Que nunca será la lucha más dura que cuando éramos solamente doce hombres, cuando no teníamos un pueblo organizado y aguerrido en toda la Sierra, cuando no teníamos como hoy una organización poderosa y disciplinada en todo el país, cuando no contábamos con el formidable respaldo de masas evidenciado con la muerte de nuestro inolvidable Frank País.
Que para caer con dignidad no hace falta compañía.

Fidel Castro Ruz

Sierra Maestra, Dic. 14 de 1957.

Tomado del libro Fidel: De Cinco Palmas a Santiago, de Eugenio Suárez Pérez y Acela Caner, Casa Editorial Verde Olivo.

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