sábado, noviembre 29, 2008

El Día de Acción de Gracias 36 millones de estadounidenses padecen hambre

“¿Quieres ver a la familia anglosajona blanca protestante en su hábitat tradicional?”, fue la invitación a una cena tradicional de Thanksgiving Day o Día de Acción de Gracias que se celebra como día festivo nacional cada año el último jueves de noviembre, cuando supuestamente se reúnen familias y amistades y ofrecen gracias por todo.
Es un ejercicio curioso que combina el patriotismo con la religión, algo tan “estadunidense” como el 4 de julio (Día de la Independencia), donde casi todos se sientan a una cena en torno al pavo como platillo central. Y como parte del rito oficial, hoy el presidente George W. Bush perdonó la vida no de uno, sino de dos, guajolotes, Pumpkin y Pecan, “a quienes por este acto les es otorgado un indulto presidencial pleno e incondicional”.
Posteriormente los dos pavos fueron trasladados de la Casa Blanca a Disneylandia, donde Pumpkin fue el Gran Mariscal del Desfile del Día de Acción de Gracias, y las dos aves, informó Bush, vivirán el resto de sus días en “el lugar más feliz del mundo” (el eslogan de Disneylandia). “Más que nada, doy gracias al pueblo estadunidense por el tremendo privilegio de servir como presidente”, declaró Bush en su último acto oficial de gracias.

Ese pueblo ahora está sufriendo la peor crisis desde la Gran Depresión.

Hoy, millones de familias tendrán mucho menos por lo cual dar gracias que el año pasado. Hay 3 millones de desempleados más que hace un año (casi 10 millones en total), y las cifras de pobreza: gente sin seguro médico, millones que han perdido sus viviendas por la crisis hipotecaria y jubilados que han perdido sus pensiones se multiplican cada día.
Hoy, día del gran banquete, más de 36 millones de estadunidenses padecen hambre, un incremento de más de 3 millones desde 2000, reporta el Food Research and Action Center en Washington de acuerdo con los datos oficiales más recientes registrados antes de estallar la crisis actual. Jim Weill, de ese centro dijo que hay 3 millones personas más solicitando asistencia alimenticia federal hoy que hace 15 meses. Y las organizaciones caritativas que ofrecen alimento a los pobres informan de incrementos dramáticos en la gente que busca ayuda.
El menú tradicional de la cena delata sus orígenes: pavo, camotes, pan de maíz, salsa de arándano y pay de calabaza, entre otros, son todos alimento tradicional de los indígenas de América del Norte. Y ahí se revela la historia casi siempre oculta de este día feriado.
Según el cuento oficial, los primeros europeos –los Pilgrims– celebraron en 1621 en Plymouth su primera cosecha exitosa y con ello el inicio de su estadía permanente en el nuevo mundo. Sobrevivieron gracias a la solidaridad de los indígenas y a veces la imagen del primer Día de Gracias incluye una imagen con la presencia de líderes indígenas Wampanoag en la cena.

Día Nacional de Luto

De cierta manera, esta tradición también marca algo así como la “Última cena” de los indígenas. Es un hecho que en 1637 el gobernador de Massachussets John Winthrop proclamaba gracias por la masacre de cientos de hombres, mujeres y niños del pueblo indígena Pequot, en lo que sería el inicio de un genocidio que acabaría con más de 95 por ciento de los indígenas de Estados Unidos durante las siguientes décadas, recuerda Robert Jensen, profesor de periodismo de la Universidad de Texas en un ensayo publicado por Alternet.
“Puesto de manera simple: el Día de Acción de Gracias es el día en donde la cultura blanca dominante (y tristemente la mayoría de la población no blanca, pero no indígena) celebra el inicio de un genocidio que fue, de hecho, bendecido por los hombres que elogiamos como nuestros heroicos padres fundadores”, escribió Jensen.
Es por esto que en cada Día de Acción de Gracias, algunos indígenas y sus aliados han celebrado, desde 1970, un Día Nacional de Luto.
Las familias por todo el país, incluyendo las anglosajonas protestantes blancas, darán gracias al festejar este día. Otros, especialmente los millones que acaban de perder su empleo y los que padecen hambre en el país más rico del mundo, podrán soñar que algún día serán indultados y enviados por el resto de sus días al “lugar más feliz del mundo”.


David Brooks
La Jornada

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