Los horrores de la guerra, partera de una nueva lucha
En la segunda parte de nuestra serie sobre la revolución alemana de 1918, Volkhard Mosler describe el crecimiento de la izquierda alemana durante la Primera Guerra Mundial.
En un poema antibélico, Bertolt Brecht, el dramaturgo y poeta alemán, narra la historia de la Primera Guerra Mundial. Al comienzo la enorme mayoría del pueblo alemán la vio como una necesidad. Pensaron que la victoría del país en la contienda favorecería sus intereses, conduciendo a todos los alemanes a un futuro mejor. Brecht escribió: “Creéis que esta guerra es vuestra guerra / Marcháis con el enemigo de clase. / Habéis olvidado la lucha por conseguir un plato de sopa.”
Ésta era desde luego la situación en 1914, el primer año de la guerra. La inmensa mayoría de los obreros cayó bajo la influencia de la máquina propagandística de sus gobernantes y apoyó la guerra. El SPD era el partido socialdemócrata alemán y durante mucho tiempo visto como el partido de la clase trabajadora. Pronto se convirtió en una pieza de la maquinaria propagandística. Y esto sucedió a pesar del hecho de que la política del SPD había sido de oposición a toda guerra hasta el día anterior al estallido de la Primera Guerra Mundial.
Sólo un pequeño grupo dentro del SPD organizado en torno a Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht resistió el embate de la histeria nacionalista. Bajo difíciles condiciones de censura e ilegalidad, organizaron a unos escasos cientos de miembros del SPD cercanos a ellos. Llamaron a este grupo la Liga Espartaco [Spartakusbund], en memoria del líder de la mayor insurrección de esclavos durante el Imperio Romano.
Liebknecht fue el único miembro del parlamento por el SPD que votó en contra de la concesión de los créditos de guerra en diciembre de 1914. La Liga Espartaco organizó en 1915 dos manifestaciones contra la guerra en Berlín. A la primera acudieron cerca de 100 personas. A la segunda asistieron 1.500.
A medida que crecía el sentir contra la guerra, la Liga Espartaco creó una red de socialistas revolucionarios que estableció vínculos con los obreros, sobre todo a través de panfletos ilegales. Liebknecht fue encarcelado por sus actividades antibelicistas. El día que se falló su condena, cerca de 55.000 obreros fueron a la huelga. La huelga había sido organizada por un comité de delegados sindicales con sede en Berlín y otras grandes ciudades.
No todos eran miembros de la Liga Espartaco, sino parte de una nueva izquierda que había crecido a medida que crecía el malestar entre los militantes de base del SPD. En diciembre de 1915, 19 miembros del parlamento por el SPD votaron contra los créditos de guerra. El ala derecha de la cúpula del SPD expulsó a los rebeldes en enero de 1917. Éstos formaron a su vez el USPD (Partido Socialdemócrata Independiente, por sus siglas en alemán), que vacilaba entre la posición pro-imperialista del SPD y la anti-imperialista de la Liga Espartaco.
La huelga en apoyo a Liebknecht, de todos modos, fue organizada y encabezada por el grupo Obleute, compuesto de representantes sindicales de tendencia racial. Richard Müller, el dirigente principal de Obleute, explicó en su libro la historia de la revolución alemana de 1918 y cómo la experiencia de la guerra condujo a una súbita radicalización de los obreros metalúrgicos alemanes. Lo que significaba que un pequeño grupo aislado de obreros revolucionarios podía ganar repentinamente una enorme influencia.
Los sectores mejor pagados y cualificados de la industria metalúrgica eran bastante conservadores antes de la guerra, bajo el estricto control de Adolf Cohen, un dirigente perteneciente al ala derecha sindical. Müller escribió que Cohen “ha dirigido a una organización sindical con unos 2.000 representantes. Y nunca permitió el debate político.” Pero en marzo de 1916 la minoría de sindicalistas revolucionarios tomó el control de esa organización.
En el período anterior a la guerra estos obreros se beneficiaron de un prolongado crecimiento del capitalismo. El reformismo -la idea de que un cambio gradual del capitalismo al socialismo era posible- ganó un apoyo masivo entre los obreros durante aquellos años. La destrucción y la barbarie de la Primera Guerra Mundial acabó con esta creencia.
Por citar de nuevo el poema de Brecht: “Cuando la guerra se hace más sangrienta, falta el plato de sopa. / Cuando falta el plato de sopa, empiezan a darse cuenta / de que esta guerra no es su guerra / y la lucha por el plato sopa da comienzo.”
La guerra condujo al hambre y ésta dispuso a los obreros en contra tanto de la guerra como del sistema capitalista. Como señalara el dirigente socialista Jean Jaurès, el capitalismo “lleva consigo la guerra como las nubes la lluvia”. El sentimiento antibelicista condujo en un momento dado al levantamiento de los soldados, marineros y obreros en 1918 que puso fin a la guerra y obtuvo importantes logros para la clase trabajadora.
La tragedia de la revolución alemana de 1918 fue el Obleute sólo se unió a la Liga Espartaco tras la revolución. Lo que supuso a que la lucha contra la guerra no estuviese dirigida por un partido obrero de masas con una perspectiva netamente socialista y revolucionaria.
Volkhard Mosler
Socialist Worker
Traducido para Rebelión por Àngel Ferrero
Volkhard Mosler es colaborador de Marx21 (www.marx21.de)
Enlace: http://www.socialistworker.org.uk/art.php?id=16515
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