domingo, enero 03, 2010

Gaza. Desde hace un año, Rasmia ya no duerme al lado de la ventana


Desde hace un año Rasmia ya no duerme al lado de las ventanas. Su amiga Shifa tampoco soporta oír el ruido de los helicópteros. Su casa fue destruida por una bomba israelí durante la guerra. En esta escuela para niñas en el centro de Gaza, la guerra ha dejado profundas heridas. “muchas chicas ya no trabajan como antes, y prácticamente todas tienen problemas de insomnio, explica Imarat, una joven psicóloga que trabaja toda la semana en el establecimiento. Yo les animo a escribir todo lo que pasa por su cabeza. Y ellas van contando. Cómo murió su padre, cómo fue destruida su casa…” De los más de 1.400 palestinos muertos por las fuerzas israelís, entre el 27 de diciembre y el 18 de enero, más de 300 eran niños. “Desde el mes de enero, el 60% de las personas que atendemos son niños menores de 12 años,insiste Michelle Gaborit, de la o­nG francesa Médicos Sin Fronteras, que lleva a cabo un programa de atención psicológica en la Franja de Gaza.
Llevados por sus padres, sufren a menudo de enuresis,tienen pesadillas, tampoco pueden salir solos a la calle, algunos tienen alucinaciones y ven soldados israelís. La mayoría hablan de su miedo a los aviones. Para ellos, este ruido está asociado a las explosiones de los cohetes que fueron lanzados por todas partes, sin importar el lugar.No una hora, ni un día, sino durante tres semanas. “Cuando llegué en el mes de julio, cuenta la psicóloga, algunos niños pequeños seguían durmiendo vestidos debajo del pijama. Preparados para huir.” A través de juego y del diálogo, los psicólogos intentan calmar sus angustias, como la de la pequeña que, meses después, todavía tenía la sensación de andar sobre cadáveres. Aunque se expresen de manera diferente, los adultos también están traumatizados, con múltiples casos de depresiones. “No hay que olvidar nunca las consecuencias del aislamiento y encierro, que hace de Gaza un caso único en el mundo en relación a otras zonas del conflicto, señala Michelle Gaborit. Durante tres semanas, los habitantes no tuvieron ninguna salida, ningún lugar donde refugiarse. Más allá del momento de la guerra, aquí nadie olvida, no puede olvidar,que vive en una prisión a cielo abierto. ¿Cómo reconstruir, cómo recuperarse sin trabajo, sin material para reparar sus casas, sin perspectivas de cambio? Las depresiones ligadasa las dificultades sociales poco a poco van a dominar” advierte la psicóloga.

Charlotte Bozonnet | L´Humanité |

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