sábado, febrero 27, 2010

Recordando el 24 de Febrero: Cuba no se sometió


El inicio de la tercera guerra de independencia, el cuarto domingo de febrero de 1895, hace hoy 115 años estaba anunciado desde el 15 de marzo de 1878 en Baraguá, cuando el Mayor General Antonio Maceo le expresó con toda dignidad al Capitán General Español Arsenio Martínez Campos:
“!NO NOS ENTENDEMOS!
Los cubanos pelearían una y otra vez hasta quebrar el yugo trisecular de la monarquía de España.
Hacía fines de ese mismo año del vergonzoso Zanjón y la viril Protesta, se iniciaron los preparativos para una nueva contienda, en el extranjero y en el país, encabezada por el General Calixto García, aquel indomable guerrero que trató de suicidarse sin lograrlo, disparándose con su revólver dentro de la boca, bala que atravesó su cabeza pero no logró la heroica decisión de morir antes de caer prisionero del enemigo.
Aquel intento, conocido como Guerra Chiquita surgió en Nueva York, donde había llegado el General Calixto García desde su larga estadía como prisionero en España.
Se crea en Nueva York el Comité Revolucionario Cubano. Se orienta crear células secretas en Cuba en apoyo a la nueva guerra.
José Martí y Juan Gualberto Gómez pertenecen a ellas en la Ciudad de la Habana. Descubiertos, fueron deportados a España. Otros conspiradores son igualmente apresados, Flor Crombet, Mayía Rodríguez.
Según acordaron Calixto García y Antonio Maceo en su encuentro en Kingston, Jamaica el General de Baraguá sería el segundo jefe de la guerra y actuaría como vanguardia en Oriente.
De acuerdo a lo pactado con el jefe supremo, Maceo ordenó a sus oficiales que se prepararan y actuaran (José, Guillermón, Quintín) quienes radicaban en Cuba y estaban situados en lugares estratégicos del Alto Oriente desde los acuerdos del cese al fuego entre el Gobierno que surgió en Baraguá y el Pacificador de la Monarquía.
El General Calixto cambia de opinión. Ya no sería Antonio el segundo jefe. Calixto explica que su decisión es para contrarrestar la falaz propaganda española de que se trataba de una insurrección de negros. Nombra al general Gregorio Benítez, bravo mambí camagüeyano que no conocía la provincia de Oriente, quien no pudo hacer contacto con los alzados y murió en su provincia natal en combate con las tropas españolas.
En medio de esta tan caótica situación, los insurrectos de Oriente pactan un armisticio con las autoridades españolas.
Todavía quedaban 6 mil combatientes alzados en la manigua, 2 mil de ellos armados. No era una Guerra Chiquita, fue una guerra sin dirección.
Según los acuerdos del armisticio, los principales jefes insurrectos y sus familias emigrarían de Cuba en un buque civil, embarque que presencian como garante los cónsules de Francia y Gran Bretaña en Santiago. Sin embargo, en alta mar, un barco de guerra español intercepta el mercante y apresa a los jefes mambises. Así van a dar con sus huesos a las cárceles de la monarquía José y su hermano Cholón, Moncada, Bandera, Cebreco y otros oficiales.
En Las Villas, los Generales Bonachea y Emilio Núñez permanecen alzados un tiempo más, hasta diciembre.
Cuando el General Calixto, luego de mil peripecias logra desembarcar en Cuba, el 7 de mayo de 1880, por Aserradero, vertiente sur de la Sierra Maestra, la guerra ha terminado prácticamente.
Al mes del desembarco este pequeño grupo ha quedado reducido a seis hombres descalzos, harapientos y desarmados. Para el General Calixto ello significa una nueva prisión en las cárceles de la metrópoli.
En los años siguientes hay intentos aislados que terminan en el sacrificio: Las expediciones de Leocadio Bonachea (diciembre 1884) Carlos Agüero (abril 1885); Limbano Sánchez (mayo 1885).
Mientras, está en marcha el llamado Plan Gómez-Maceo que desde 1884 intentan organizar hombres, armas, expediciones para reiniciar la contienda. No tienen éxito y desisten de ese Plan en 1886.
Los gloriosos generales y oficiales mambises dispersos por la Isla de Cuba y por las Grandes Antillas, Centroamérica y Estados Unidos ardían en deseo de volver al campo de batalla para librar a la Patria de la cruel opresión secular del yugo ibérico.
También eran las ansias de los pinos nuevos, los miles de trabajadores cubanos en las fábricas de tabaco de Estados Unidos y los que en Cuba habían crecido oyendo el relato de las hazañas de sus mayores.
Mas ¿cómo?
He aquí el genio de José Martí, ferviente patriota desde los 15 años de edad, prisionero, deportado una y otra vez, que encuentra y realiza la fórmula exacta para reiniciar con éxito la Guerra Necesaria, como afirma con nitidez el historiador José Cantón Navarro.
Desde que José Martí se separó del proyecto insurreccional Gómez-Maceo en 1884, se abstuvo de participar activamente en la organización de los patriotas cubanos emigrados para no interferir en los planes de los dos jefes mencionados. Se reincorporó con toda pasión cuando esos planes fracasaron y Gómez dio por concluido los preparativos del movimiento insurreccional a fines de 1886.
El 10 de Octubre de1887 Martí pronuncia un esclarecedor y combativo discurso ante los cubanos reunidos en el Masonic Temple de New York y a partir de entonces se entrega a la tarea de unirlos y organizarlos y preparar las condiciones indispensables para la batalla final por la independencia de Cuba. Visita muchos veteranos del 68, les escribe a otros, les expone a todos sus ideas.
Al mes siguiente se crea presidida por Martí, la Comisión Ejecutiva que dirigirá inicialmente las labores organizativas, se establecen las bases de la futura organización revolucionaria y se traza la estrategia a seguir.
Se hace necesario convencer a los patriotas cubanos de que es imprescindible la unidad más estrecha de todos: unidad de fines, unidad de organización y unidad de acción.
Martí lleva a cabo una ardua y paciente labor política, ideológica y organizativa tendiente a recuperar la confianza en la Revolución; a demostrar la inevitabilidad de la guerra, pero también la necesidad de su más eficaz preparación; a borrar los prejuicios contra el negro, defendiendo las más avanzadas concepciones en relación con la igualdad de todos los hombres, a convencer de que la guerra no es contra los españoles honrados, buenos y laboriosos, sino contra los colonialistas.
Lima asperezas entre los patriotas emigrados, muestra la comunidad de ideas e intereses entre los cubanos de la Isla y los del exilio; convence a todos de que es imprescindible la más estrecha unión entre viejos y nuevos combatientes, y llama a ocupar los cargos militares decisivos a experimentados jefes del 68.
Hablando como representante de toda una nación, no de una sola parte de ella, logra Martí que las pugnas clasistas se subordinen al interés supremo de conquistar la independencia.
Este papel unificador no impidió a Martí expresar su identificación con los humildes, con los oprimidos, particularmente con los obreros y su confianza total en ellos. “Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar…”
De trascendental importancia resulta también la labor antiimperialista, latinoamericanista e internacionalista desplegada por Martí.
Llamó al imperialismo norteamericano por su nombre, denunció el papel de los monopolios y el capital financiero yanqui, puso en guardia a los pueblos hispanoamericanos sobre el voraz expansionismo de los Estados Unidos.
A Tampa y Cayo Hueso, donde se concentraban grandes colectividades de patriotas emigrados, en su mayoría de obreros del tabaco se dirigió Martí a fines de diciembre de 1891. Allí redactó las bases y estatutos secretos de la nueva organización independentista, el Partido Revolucionario Cubano, que fueron aprobados masivamente el 5 de enero de 1892. Igualmente las bases serían aclamadas por los clubes patrióticos creados en otras ciudades de Estados Unidos, así como en las Antillas, México, América Central y América del Sur. Junto con el Partido se fundaba también el periódico Patria.
El 10 de abril era proclamado oficialmente el Partido de todos los revolucionarios cubanos. José Martí resultó electo Delegado, la más alta responsabilidad en la dirección de la nueva organización política.
Con un Partido como ese habría de garantizarse la preparación exitosa de la “Guerra Necesaria” y a ese propósito dedicó Martí todas sus energías a partir de 1892.
Hubo que superar numerosos obstáculos incluyendo el fracaso del Plan de la Fernandina
Pese al serio revés, los planes continúan, y se autoriza a los revolucionarios de la Isla que inicien la insurrección sin esperar por las expediciones.
El día 29 del mismo mes de enero se firma y envía a La Habana la Orden de Alzamiento. El estallido de la guerra emancipadora es ya inevitable.
El 24 de Febrero de 1895 se lanza el grito de guerra por la independencia en varios lugares de Cuba, principalmente en Oriente. Allí, el gigante Moncada, con sus pulmones destrozados por la tuberculosis, organiza con precisión los alzamientos desde Baire hasta Guantánamo donde tiene lugar el primer combate victorioso. Guillermón siente la muerte muy cercana cargado en camilla por sus compañeros, ordena marchar al encuentro del General Bartolomé Masó, para entregarle el mando de toda la provincia oriental. Es el mes de marzo. La vida no le llegó para un abrazo póstumo a su querido jefe desde que se incorporó como soldado mambí en 1868, al Titán de Bronce.
El primero de abril desembarcaba cerca de Baracoa, en la costa norte el Mayor General Antonio Maceo, con 22 expedicionarios. El 11 de abril arribaban a Playitas, también en el extremo oriental de la Isla pero en la costa sur, José Martí y Máximo Gómez con cuatro expedicionarios más.
La noticia de que los tres jefes principales de la guerra se encontraban en la manigua cubana produjo un alzamiento generalizado en Oriente a cuyo frente se puso Antonio Maceo, que prepararía las condiciones para iniciar, desde los Mangos de Baraguá, la gloriosa invasión de Oriente a Occidente.
Gómez y Martí marchan rumbo al Camaguey. En Dos Ríos, cae Martí tras 19 días de abril y 19 de mayo en tierra mambisa.
En cuatro años de cruenta guerra, en la que Cuba perdió la cuarta parte de su población, entre acciones militares y la monstruosa Reconcentración de Weyler, la metrópoli española estaba exhausta y derrotada.
Rompimos el yugo de Madrid pero se nos impuso otro, el yugo de Washington.
Estados Unidos intervino en la guerra hispana-cubana con el pretexto de la voladura del acorazado Maine y ocuparon militarmente la Isla el Primero de Enero de 1899.
Mediante el poder militar nos impusieron desde esa época la Enmienda Platt y la Base Naval de Guantánamo. Nuevas ocupaciones militares y cercos navales, apoyo a gobiernos lacayos y tiránicos, empréstitos leoninos, saqueo de nuestras riquezas nacionales, durante seis décadas exactas.
El pueblo cubano no se sometió: luchó bravamente durante ese largo período. Grandes hombres ofrendaron sus vidas al frente de la porfiada pelea: Mella, Villena, Guiteras, Menéndez.
El Primero de Enero de 1959, nuestro pueblo, su Ejército Rebelde bajo la dirección del Comandante en Jefe Fidel Castro, y los Comandantes de Frentes y Columnas Invasoras, Raúl, Almeida, el Che, Camilo, tras 25 meses de guerra, conquistó la segunda independencia, esta vez verdadera como la que quisieron Céspedes y Mariana, Agramonte, Martí, Maceo, y el internacionalista Máximo Gómez.
Esta Patria independiente y socialista que tanta sangre y sacrificio ha costado a nuestro pueblo, la defenderemos hasta con las uñas y los dientes, pero jamás volverá a la neocolonia ni al capitalismo.
Con Fidel y Raúl, con nuestro Partido Comunista, con nuestros obreros y nuestros campesinos, con nuestros hombres y nuestras mujeres, con nuestros intelectuales y nuestros jóvenes, enfrentaremos las dificultades, venceremos los obstáculos, derrotaremos las agresiones, avanzaremos en el desarrollo económico y social y
¡VENCEREMOS!

Jorge Risquet Valdés

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