sábado, marzo 20, 2010

Arrecian las hostilidades contra Cuba: posiciones y declaraciones


La mayor esperanza que tiene el gobierno norteamericano para la destrucción “pacífica” de Cuba socialista en estos momentos, consiste en la división interna, entre los cubanos. Un momento excepcional: la desaparición por causa biológica de la “generación histórica” - la que llevó a cabo la insurrección armada contra el gobierno del dictador Fulgencio Batista y Zaldívar, y unida a esta, la de los entonces jóvenes que se les incorporaron al triunfo del 1º de enero de 1959- es este instante, al parecer, cuando se provocará “inevitablemente” un “vacío político”, para el que posiblemente no habrá sustitutos, adecuadamente reconocidos y preparados, para enfrentar la dirección revolucionaria, y, por eso mismo, se produciría una “marea de arribistas”, que “inevitablemente” chocarían violentamente con los que estuvieran ya establecidos, ocupando cargos en el gobierno del Poder Popular o en la dirección del Partido Comunista de Cuba. Esta quinta columna, abriría el paso a la contrarrevolución para una toma inmediata del poder.
Desde luego, no hay que ser sabios para comprender que los EUA de ningún modo estarían dispuestos a aceptar con pasividad una nueva etapa de socialismo cubano, con nuevos dirigentes. Así que, preventivamente, intentan fomentar, desde hace mucho tiempo, un escenario de controversias internas, evidenciando problemas que no se han resuelto hasta el momento (por diversas causas de orden objetivo o subjetivo), y/o, aumentar la ansiedad por todos los otros que aparezcan –a consecuencia de la crisis capitalista mundial, del cambio climático, de una posible catástrofe natural, por la actividad sísmica o huracanes), o de alguna cosa que afecte directamente a la población y haga todavía más difícil y conflictiva la vida en Cuba-, en todos los casos, habría ganancia neta para los políticos encabezados por Obama.
En apariencias, ellos no se comprometerían ante la opinión mundial como los responsables directos de la situación; aunque, como la gatica de María Ramos, esconderían la mano con la que tirarían “la piedrita mediática” para magnificar el problema, confundir a la misma opinión pública mundial, y finalmente demostrar “lo fallido” de la dirección del Partido Comunista de Cuba, del Estado y gobierno cubanos en “su solución”. Aportarían al caldo de cultivo lo sustancial, para darlo a grandes cucharadas en el momento más oportuno y con objetivos lo más destructivos posible.
Así, también, y desde hace mucho tiempo, se ha venido poniendo un freno, o muchos, a la evolución normal de la situación interna en Cuba; así, las contradicciones no antagónicas, no fundamentales, pero que, a la larga, debido a que son muchas y se acumulan, por mucho tiempo, tienden a convertirse cualitativamente en verdaderos antagonismos entre la población y su gobierno. Todo es sutil, maquiavélico, y sin prisas. Cuba NO constituye un problema real, importante y ¡urgente! para la política externa o domestica de los EUA. Al menos, para Obama y la Secretaria de Estado no tiene la magnitud que sí tienen los desafíos que les plantean ciertos países de Suramérica.
Quizás podríamos identificar este comportamiento del gobierno de Obama, como una relación “light!”, ligera o suave hacia Cuba. ¡Mucho cuidado con tal pensamiento!
Una lluvia de acciones destinadas a desestabilizar la situación interna y externa de Cuba, tienen lugar por estos días, que preceden al inicio de la primavera. Provienen en parte del gobierno de los EUA, pero, sobre todo de la Unión Europea, que, cada vez más, suena como el eco de la política exterior estadounidense. Se toman por los cuernos situaciones que existen en la realidad (no se inventan, ni se falsean totalmente ¡solamente se magnifican!), como es el caso del fallecimiento de un preso común, de la raza negra, por motivo de una huelga de hambre. Mientras que, otro “disidente”, de la misma raza, hace una huelga similar en la zona central de la Isla, y reitera su disposición a morir por sus “ideales”, en contra del gobierno de los hermanos Castro.
En este caso se trata de desacreditar la tradición humanista de la Revolución cubana en el caso del tratamiento a los presos, de cualquier índole. El tratamiento al ser humano, profundamente respetuoso de su vida e integridad física y mental, a pesar de ser enemigo, ha sido, ante todo, una fortaleza ideológica, a lo largo de la historia de nuestras luchas revolucionarias, y nuestra Constitución socialista así lo reconoce y respalda.
Declaraciones contra el racismo en Cuba, la homofobia, y muchos otros males sociales, creados durante más de tres siglos de coloniaje - que aún no se han logrado erradicar, plena y definitivamente en 51 años de Revolución socialista en el poder-, tratan de ocultar –como las manchitas al sol, a las cuales recientemente se refirió Pablo Milanés, en la entrevista de marzo de los corrientes, publicada por El País- la lucha intensa que ahora mismo se libra por mejorar las condiciones materiales y espirituales de vida de la población cubana -a pesar del ingenioso bloqueo estadounidense-, y sosteniendo, contra todas las dificultades y sacrificios que esto implica, la ayuda humanitaria que brinda el pueblo cubano a otros países que padecen terribles desastres (Haití, Chile) o, que intentan hacer efectiva su independencia y soberanía política (Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador) -la cual debieron alcanzar plenamente doscientos años atrás…
Que la desunión entre cubanos condujo al Pacto del Zanjón en 1878, es un capítulo de nuestra historia que todavía debemos estudiar con más profundidad, para sacar nuestras propias conclusiones acerca del verdadero peligro que en la actualidad encierra dicha conducta. Lo cual jamás debe conducir a limitar el pensamiento y la acción renovadora en nuestra sociedad.
Que la desunión nos golpeó, una y otra vez, durante la época del liberalismo burgués y reformista, en la primera etapa republicana neocolonial, llegando hasta su descrédito total; que la misma desunión fue fomentada, como una estrategia de los gobiernos imperialistas, para que entonces –aún bajo su “protectorado”-, tampoco alcanzáramos solución alguna para nuestra independencia total, sino que, muy por el contrario: ayudó notablemente a agravar los males de la nación; y, mientras que, por una parte se debilitaban los sentimientos de identidad cultural y de pertenencia nacional, por la otra: los mejores y más valientes cubanos y cubanas se refugiaban en los principios y los valores revolucionarios, principalmente en los martianos, para sacrificar hasta sus propias vidas en el altar de la Patria, y de este modo, ofrecernos una nueva oportunidad para ser dignos y libres.
Fueron estos últimos los que nos condujeron hasta la victoria del 1º de enero de 1959. Aquellos, a quienes me referí primero, se evadieron de la lucha y el sacrificio personal, y se fueron para Miami, por la misma fecha, y desde allí han dado nuevo aliento a la causa neo anexionista.
¿Qué ocurriría en Cuba si fallara el socialismo? ¿Cuál sería el % de población beneficiado, cual el de la perjudicada? ¿Cuántos muertos costaría la inevitable resistencia interna a una vuelta atrás, hacia el capitalismo salvaje, a costa de una gran pérdida de la independencia y de la soberanía de nuestra nación? ¿Cuándo entraría en acción la base militar de Guantánamo y junto a quienes estaría? ¿Cuál sería el costo total de la reversibilidad del socialismo en Cuba, para toda América Latina y el Caribe?
Las respuestas son tan elementales, tan previsibles, que las dejo a cargo del propio lector.
No obstante, vale la pena reflexionar acerca de esa posibilidad, la “reversibilidad del socialismo”, justamente porque ello nos permite abordar el tema contrario: ¿Cuál es el costo y el precio que debemos pagar para la sostenibilidad del socialismo en Cuba? Y, al llegar a este punto, reclamo la mayor responsabilidad, profundidad en la argumentación, y la visibilidad de una conciencia política y patriótica que esté a la altura de nuestra Historia.
No se pueden banalizar los pensamientos de Martí, Maceo, Mella, Rubén Martínez Villena, ni los de Fidel, y de tantos otros revolucionarios; ellos han sido el pilar de nuestra nación, a todo lo largo del duro bregar por su sobrevivencia, por supuesto incluida entre las naciones independientes y soberanas. Somos los mayores responsables de nuestro futuro inmediato. Por tanto, fijemos una vez más, y tantas más cuanto sea necesario, nuestras posiciones y declaraciones: éstas deben ser claras, firmes y consecuentes. Deben estar siempre en relación directa con la gravedad del momento histórico en que, de un modo u otro - con una posición bien definida hacia la defensa de la Revolución cubana- sean asumidas éstas con el valor que sea necesario, con el mismo con el que vivimos y participamos a diario en la construcción de nuestra patria socialista. –

Lohania Aruca Alonso

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