lunes, marzo 22, 2010

Largo Caballero.


Comenzar de nuevo en los sesenta-setenta significaba aprender y cuestionar toda la historia social que nos habían deformado hasta la náusea. En ausencia de una maduración en las perspectivas y en los conocimientos, era fácil responder con criterios sumarios, poco fundamentados.
En este sentido recuerdo un viejo debate en uno de los congresos iniciales de la Liga, cuando una intervención mía valorando lo que significaba el socialismo de izquierda, y todo lo que de positivo (“de radicalización, de crítica al parlamentarismo estrecho”) contenía la corriente que representaba, uno de nuestros camaradas más ortodoxos denunció con vehemencia las interpretaciones pequeño burguesas que se podían desprender de mi planteamiento.
Todo esto queda muy lejos. Desde luego, no se trata de exaltar por más que, la verdad, pueda haber una tentación en una fase histórica en el que la palabra “socialismo democrático” ha caído tan bajo como es posible caer. Más bien se trata de situar el personaje, alo que de alguna manera tratamos de hacer en aquellos años de recomposición, cuando queríamos recuperar nuestra historia enterrada bajo la basura de la historia oficial que el régimen nos departía en odas partes.
Desde una visión muy breve se podría decir sobre Francisco Largo Caballero que…
….se gana la vida como obrero "estucador" (oficio al que permaneció siempre fiel); no aprendió a leer sino pasado los 24 años. Militante de la UGT en 1890 y del PSOE en 1894, pronto empezó a desempeñar cargos importantes. Recién elegido concejal y diputado provincial, es uno de los animadores de la huelga de albañiles de 1911 por la que es detenido y encarcelado. Miembro del comité de huelga en 1917, hubo de comparecer ante la Jurisdicción Militar que lo condenó a muerte, y más tarde a trabajos forzados perpetuos, es amnistiado en 1918 al ser elegido diputado a Cortes. A continuación representará el ala derecha o "laborista" del partido; será adversario de la III Internacional, y uno de los adalides de la adhesión a la Internacional Socialista reconstituida; partidario de la colaboración con la dictadura primorriverista con la intención de vigilar "permanentemente en los sitios donde se trate algo que directa o indirectamente se relacione con los intereses obreros, abandonar esos sitios es abandonar la defensa de esos intereses en beneficio de los patronos y dejar el campo libre a toda clase de enemigos". Con esta divisa será consejero de Estado de la dictadura. Vuelve a ser detenido en 1930 con ocasión de los sucesos de Jaca y formó parte del Comité Revolucionario que presidió el cambio sin dolor de la dictadura a la República. Ministro del Trabajo del gobierno de Azaña en 1931, cumple sin objeción con la política moderada del la coalición.
Inesperadamente, acompañado por Araquistáin y Álvarez del Vayo, y empujado por las nuevas bases ugetistas y por las juventudes, declara en 1934: "la única esperanza de las masas es, hoy en día, una revolución social". Los estalinistas lo llamarán (abusivamente; tanto por su talla, como por el desigual alcance de su radicalidad) entonces "El Lenin español". Aunque se ha especulado mucho por las razones que motivaron esta rectificación --historiadores muy serios han hablado de que se trataba de una mera adaptación verbal a las nuevas circunstancias, de que fue manipulado por los comunistas, etc--, lo cierto es que su experiencia ministerial lo había decepcionado, el aparato del Estado había boicoteado sus directivas y habían desactivado sus proyectos "laboristas". "Es imposible, comentó, realizar un pedazo del socialismo en el marco de la democracia burguesa". Otro factor fue el auge del fascismo, que ya había ayudado en la radicalización de importante franjas de ia socialdemocracia internacional.
Aunque se ha especulado mucho por las razones que motivaron esta rectificación --historiadores muy serios han hablado de que en realidad se trataba de una mera adaptación verbal a las nuevas circunstancias, de que fue manipulado por los comunistas, etc--, lo cierto es que su experiencia ministerial lo había decepcionado, el aparato del Estado había boicoteado sus directivas y habían desactivado sus proyectos "laboristas". "Es imposible, comentó, realizar un pedazo del socialismo en el marco de la democracia burguesa". Otro factor fue el auge del fascismo, que ya había ayudado en la radicalización de importante franjas de la socialdemocracia internacional. Hubo además un cambio radical en su entorno, entre sus consejeros y en sus lecturas, en esta época Caballero lee por primera vez con seriedad a Marx y se encuentra gracias ala influencia de Araquistáin convertido en su mano derecha, con libros de Marx y Lenin, por entonces ya abundantemente editados.
Una primera muestra de ello la encontramos en su actuación durante el tiempo que dura la Alianza Obrera. Estuvo de acuerdo con ella, pero la utilizó sobre todo en las zonas donde el PSOE carecía de hegemonía. Apoyó la insurrección de Asturias, pero no puso en marcha ningún mecanismo de acción consecuente, y en Madrid la huelga fue pasiva a pesar de la demanda social, y el propio Lago Caballero fue detenido en pijama. El trje de revolucionario le viene muy grande.
Será de nuevo, detenido, condenado y encarcelado, pa­ra salir de nuevo. Este hombre, que Jean-Richard Bloch describe como alguien de "sesenta y siete años una vejez robusta...la cabeza calva...cuadrada, el rostro pesado, la frente obstinada, la boca amarga, el modelado de la cara bello y delicado en su fuerza, los ojos claros,...terriblemente cansada", se convierte en la esperanza de miles de obreros y campesinos.
Su lenguaje recuerda al de los bolcheviques --había que bolchevizar el partido, pero ni siquiera lo reformó--, "la revolución que queremos, dijo en una ocasión, solo puede hacerse con la violencia...Para establecer el socialismo en España, hay que triunfar sobre la clase capitalista y establecer un nuevo poder...". Defendió la dictadura del proletariado --a través del PSOE--, del Ejército Rojo, la insurrección, el frente obrero y campesino, una nueva internacional, etc. Sin embargo, aunque a regañadientes, firma el pacto de Frente Popular que viene a representar una reedición de la anterior coalición republicano-socialista, sólo que con un programa más moderado y en una situación mucho más agitada. Largo Caballero hace constar sus diferencias, pe­ro se limita a eso. La revolución española ya tenía preestablecido un cauce republicano-parlamentario.
Así, por lo tanto, más que un mero travestismo, se trata de una rectificación sincera aunque incompleta... Jefe del Gobierno y ministro de la guerra en julio de 1936, Largo Caballero parece como el último recurso frente a la revolución que había surgido como parte fundamental de la respuesta al golpe militar-fascista. Desde el poder, intentó evitar los choques entre los organismos de base y el gobierno, nombró gobernadores y alcaldes, y fue sustituyendo estos organismos por o­tros más regulares, dependientes del gobierno del Frente Popular en proceso de reconstrucción. Lo que para Caballero era un método para ganar la guerra, para las fuerzas políticas y sociales antirrevolucionarias era el instrumento para imponer una República burguesa, que era lo que le recomendó Stalin en una famosa carta. Entonces el Lenin español pasó a ser el viejo chocho, sobre todo cuando rechaza las imposiciones del embajador soviético Rosenberg, ejecutado un año después en Moscú.
En su momento, Largo se opuso a las exigencias del PCE contra el POUM, y en medio de preguntas más bien enrevesadas, durante el proceso rechaza las insinuaciones del fiscal, declara que conocía a Nin “porque pertenecía al Partido Socialista aquí, en Barcelona e hicimos juntos campaña de propaganda hablando él en catalán y yo en castellano, por todas las provincias de Catalunya”, entiende que las críticas del POUM- en el que distingue ante todo “su intransigencia”- no eran diferentes a la de otros partidos antifascistas”.
Esta fue su declaración:
Defensor. — ¿Vd. era presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra, cuando los sucesos de Mayo?— Sí, señor. — Recuerda que alguna vez el Subsecretario Sr. Llopis le hablara de haber tenido una conferencia telefónica o telegráfica con Barcelona precisamente con el Subsecretario de la Presidencia de la Generalidad, Sr. Martín Rouret? — No hago memoria de eso. — Las informaciones que Vd. recogió acerca de los sucesos de Mayo, ¿le inducían a creer que el POUM era el que habla provocado? — No me inducía a creer eso. Los sucesos de Barcelona me inducían a creer que lo que había estallado era la pugna que existía entre todos los elementos políticos de Cataluña y especialmente en Barcelona, que ya hacía tiempo estaba efectuándose. — ¿Vd. cree que los sucesos de Mayo eran una cosa antirrepublicana en que se tendía a derrocar el régimen? — De ninguna manera; no tengo ningún dato de eso.
— ¿A Vd. le ha sido pedida, según ha manifestado en algún acto público, la disolución gubernativa del POUM? — Sí.
Fiscal. — ¿En qué época? — Debió ser hacia el 10 de Mayo, poco antes de la crisis. — ¿La contestación de Vd...?. — Yo me negué a disolver; no el POUM, sino cualquier otro organismo político o sindical. Yo no lo disolvía gubernativamente. Le manifesté que llevaba cincuenta años trabajando para que no se pudiera disolver de manera gubernativa ninguna organización, y que si había alguna organización que faltase a la Ley, que la llevase a los Tribunales y que éstos, por sentencia, hiciesen lo que tuvieran que hacer.
D. — ¿Alguna conferencia telefónica sostenida por Vd. oficialmente, fue saboteada o interrumpida en la Telefónica, antes de los sucesos de Mayo? — Generalmente, en aquellos tiempos, no con Barcelona, con cualquier Sitio donde se telefoneaba, había siempre dificultades. No en casos concretos. En general, casi todas las comunicaciones que había de tener resultaron, no diré yo boicoteadas, pero que había dificultades para realizarlas. Pero así, concretamente las de Barcelona, no. — ¿Ni que por ese motivo se diera orden le incautación desde el Gobierno Central? -No tengo conocimiento de que porque no hubiera podido comunicar por teléfono se diese la orden de incautación. Noticia ninguna. — Vd. recuerda, cuando Don Virgilio Llanos fue enviado aquí como Comisario del Ejército del Este, que se le dijera que había de tener mucho cuidado con las fuerzas militares del POUM, como recomendación especial?. — Yo, por mi parte, no le dije nada. — Vd. tenía un Secretario llamado Aguirre. Vd. cree que éste ¿Pudo hacerlo por sí? Me extraña que el Secretario particular mío dijese a una persona que viniese aquí que tuviera cuidado no con el POUM, sino con nadie. No tenía por qué decirlo. ¿Vd. recuerda a alguno de los encartados, aunque no por su fisonomía, sí por sus nombres, como militantes antiguos en las organizaciones obreras?---Si, a Andrade, a Gorkin…
Conoció a Andrés Nin?-- A ese le conocí yo, porque pertenecía al Partido socialista aquí, en Barcelona e hicimos juntos campaña de propaganda hablando él en catalán y yo en castellano, por todas las provincias de Cataluña.
--¿Vd: tenía a algunos de estos, los tiene, como posibles simpatizantes del fascismo? ¿En su concepto particular de Vd.? . — En mi concepto... que son unos intransigentes en sus ideas y que luchan por ello... Pero por otras cosas, no. — De la organización del Ejército, las Divisiones ya formadas mientras Vd. fue Ministro de la Guerra, ¿dependían del Mando Militar o de sus organización políticas?--— Según donde fuese. — Me refiero a Cataluña. — En Cataluña hasta cerca de Mayo, dependían de sus organizaciones, Ya para antes de la crisis se estaba normalizando todo. No faltaba más que el nombramiento de mandos para que ya se encuadrase todo el Ejército que había en esta parte en el Ejército general y estuviese siempre a disposición de la República. D. — ¿Esto se consiguió antes de la crisis? — Si; ya estaba. No recuerdo ahora como se llama el que era Comisario de Defensa. Yo estaba tratando de eso y estaba ya simplemente para hacer los nombramientos de mandos. — En la época anterior, cuando ellas dependían de sus organizaciones políticas, ¿la fuerza militar del POUM, era más grande, en relación con la que suponían todas las demás organizaciones? — Eso no lo recuerdo yo.
Fiscal. Recuerda Vd. que el primer Gobierno que se constituyó, presidido por Vd. en Septiembre del año 36, el día 4 de ese mes, hasta el día 18 de Septiembre, el Gobierno de Vd. por su composición por su programa, como por su sabotaje sistemático contra Cataluña, ¿constituía un freno al desarrollo progresivo de la revolución y, por tanto, en la lucha contra el fascismo? — Tengo que rechazar la palabra sabotaje...
Presidente. — El Sr. Fiscal, hace la pregunta, refiriéndose a algo publicado por algún periódico... — Los periódicos podrán decir lo que quieran. El Gobierno no hacía ningún sabotaje ni a Cataluña ni a nadie.
— ¿Vd. lo rechaza entonces? — En absoluto. — ¿Eso lo pueden hacer los fascistas?— Los fascistas o los equivocaos. He leído en algunos periódicos que no eran fascistas cosas censurables del Ministro de la Guerra, y no eran fascistas. — Estas mismas palabras —para que el testigo sepa que no es el Fiscal el que procedió así— son las que contiene la primera de las resoluciones del Comité Central del POUM del día 17 de Septiembre de 1936. ¿Recuerda Vd. que al constituirse el Gobierno segundo de Vd. con los compañeros de la CNT, la prensa internacional reaccionaria y fascista atacó con gran saña a ese Gobierno? — No recuerdo; pero seguramente que a los elementos reaccionarios tanto de Francia, Inglaterra y otros países no les parecería bien que entrasen elementos de la Confederación en el Gobierno. No me extrañaría seguramente. Si me pide concreto en qué periódico no lo puedo decir. En esas cosas, como ya las tiene uno bien sabidas en la vida, no se fija uno mucho.
--. Vd., igual que todos los españoles entendíamos que ese Gobierno, Con los compañeros de la CNT, era un gran paso en la lucha contra el fascismo. -- No sé si en este acto se podrá llegar a hablar de esas cosas. Solamente le puedo decir una cosa: cuando yo lo hice es porque lo entendí así. — Y ahora, una pregunta concreta: ¿significaba acaso, un peligro contra el proletariado el Gobierno de Usted? — Es que... la pregunta me parece. ¿Cómo le voy a decir yo, Presidente del Gobierno, de aquel Gobierno, que era un peligro para el proletariado? — Es que como eso lo afirmaba el Comité Ejecutivo del POUM. — Que afirme lo que quiera; como lo afirman otros muchos que no eran esos. Lo único que yo puedo decir es que no esos —porque yo no recuerdo haber leído eso, yo he leído otros periódicos elementos antifascistas bien probados, pues que se quejaban del Gobierno que yo presidía y hasta creían que yo no daba al Ejército todas las armas que yo tenía. Y no eran éstos; eran otros los que lo decían.
--¿Lo decían en el mes de Septiembre de 1936? No recuerdo la fecha. --¿O con posterioridad? No recuerdo si era en Septiembre o si era algo después.--¿En septiembre del 36, podía el Gobierno entregar armas a Cataluña?--Si no las entregó es que no las tenía. Sr. Presidente: Yo voy a leerle al testigo unas líneas del manifiesto que en 1. ° de mayo publicó el Comité Ejecutivos Porque éste atribuye al Gobierno que presidía al Excmo. Sr. Don Francisco Largo Caballero todos estos extremos; Y con se lo atribuye y lo ha mantenido en juicio diciendo que era cierto yo quiero preguntárselo aquí.
Defensor.- Me parece que el Fiscal se excede en la interpretación de las actas. — (Lectura de algunos párrafos). Después de la lectura de este manifiesto, reconocido por el Comité Ejecutivo, ¿un antifascista podía decir esto? — Lo han dicho muchos antifascistas esto. ¿Con motivo de los sucesos de Mayo, durante los cuales era Vd. Presidente; hubo alguna intervención judicial, se dio conocimiento a los Tribunales sobre los sucesos de Mayo, en Barcelona? — No recuerdo; solamente tengo que decir que me ha extrañado mucho (para mayores detalles se puede consultar mi libro, Un ramo de rosas rojas y una foto. Variaciones sobre el proceso del POUM, que ha editado Laertes)
Más tarde, Largo Caballero firmó la carta por “la revisión del proceso del POUM o la amnistía inmediata” (5-noviembre-1938). Declara que “Nin nos salvó la vida a todos, porque sin su desaparición no nos habríamos dado cuenta de lo que nos preparaban”. Esta integridad contrasta con la complicidad de Negrín con el estalinismo, y con la restauración del orden social basado en la propiedad de los medios de producción.
El exilio significó para un hombre mayor como Largo Caballero, un auténtico calvario. Después de rechazar un ofrecimiento para cruzar el Atlántico, el veterano líder socialista es internado por la Gestapo en el campo de concentración de Oraniemburgo. Sobre este hecho él mismo explica en una carta a su antiguo rival, Prieto: "Lo más terrible es que los nazis habían llegado a hacer una ciencia y una técnica de su crueldad. Perseguían sí sistemáticamente la animalización de la gentes a las que consideraban enemigas. En buena parte lograron su propósito. He observado casos de abyección verdaderamente lamentables. El instinto de conservación y el egoísmo empujan a los hombres a situaciones morales y a actitudes que son las que nuestros verdugos buscaban para presentamos como gente indeseable. Lo que no hemos sucumbido hemos adquirido una experiencia sobre la humanidad que resulta verdaderamente interesante". Liberado por las tropas rusas, Caballero murió poco después.
Sobre su trayectoria vale la pena Largo Caballero. El Lenin español, de Juan Francisco Fuente (Ed. Síntesis, Madrid, 2007). Además Las dos obras fundamentales de Caballero fueron Mis recuerdos (Ed. Unidas, México, 1976, prólogo de Enrique San Francisco), y sus famosos Discursos a los trabajadores (Fontamara, BCN, 1978).
No hay que decir que el neofranquismo prosigue en su campaña de calumnias, destinada a homologar las movilizaciones obreras y campesinas con el caos y la anarquía que “obligaron” al sector africanista del ejército a todo lo que hizo, y el nauseabundo Federico Jiménez Losantos llegará a escribir que Largo Caballero ha sido el mayor asesino de españoles desde Alfonso VII.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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