Los que vaticinaban el inicio de una posible transición política en Colombia a partir de las elecciones parlamentarias del Domingo pasado tendrán que esperar. El establecimiento arraigado en el poder mafioso y la coersión paramilitar tendrá otros cuatro años de esta pecualiar forma de legislativo a la colombiana.
Se pensaba que el falló de la corte constitucional que dejó a Uribe sin poder optar a un tercer mandato, la divulgación de las versiones de los sicarios del paramlitarismo que a diario vinculan a la fuerza pública, al poder político del uribismo y al poder económico con las masacres y las violaciones a los derechos humanos y los sutiles mensajes de la administración de los EU a través de sus recomendaciones, la congelación del TLC y de las editoriales de "prestigiosos" diarios gringos, finalmente significarían el inicio de un nuevo periodo que implicara la salida política de la guerra y la implementación de unas reglas de juego que alejaran a la sociedad colombiana de la barbarie.
Nada de ese deseado escenario. No solo triunfó el partido uribista, tambien crecieron sus socios del partido conservador y hasta los congresistas encarcelados por mafiosos y paramlitares, que crearon una nueva franquicia electoral tras las rejas y movieron todo su poder para constituir un partido a su imagen y semejanza, con sus esposas, familiares y testaferros, el Partido de Integración Nacional - PIN, que funciona como un código, pero mafioso y que colocó a ocho de sus representantes en el senado.
Los partidos a la izquierda del poder mafioso no tienen ninguna posibilidad en las próximas elecciones presidenciales de Mayo. La política electoral colombiana funciona con franquicias, compra de votos, manipulación mediática y coersión. Solo existe una opinión mediatica totalmente idiotizada, confabulada y emparentada con el poder, sin que importe para nada su dudosa prosapia. Ellos mismos a eso le llaman Estado de opinión.
El Polo Democrático Alternativo se desgastó entre sus discuciones internas, escogió como canditato presidencial a un personaje arrogante y oportunista que cree que los problemas del país son los mismos que promulga Uribe desde los telediarios, se permitió además una proliferación de candidatos sin base social para terminar, hasta ahora, sin un proyecto y con una bancada reducida en el congreso.
La exclusión política, la falta de garantías, la vulneración diaria de los derechos civiles y políticos, la persecución, la criminalización de los opositores y de los dirigentes sociales indican que será muy dificil cambiar los destinos del país a partir de las reglas de juego mafiosas.
Indican también que la solución política del conflicto armado y de los problemas nacionales pasa necesariamente por, al menos, unas profundas transformaciónes económicas y sociales. Para esto se necesita más que de unas elecciones viciadas un acuerdo nacional, un nuevo contrato social, que resuelva la guerra y todo lo que la suscita.
César Jerez
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