El pasado domingo el Presidente Barack Obama realizó un viaje sorpresa a Afganistán para elevar la moral de las tropas. Dicho viaje fue destacado por el rotativo español, El País con el titular "Obama pasa a la ofensiva en Afganistán". Parece que le siguen dando crédito al inquilino de la Casa Blanca, pese a que Holanda está a punto de dejarlo colgado en la guerra y Canadá pretende hacer lo mismo. Y eso que los medios relatan triunfalmente, casi todos los días, la muerte de docenas de talibanes. Una de dos: o se reproducen por generación espontánea, o los fallecidos son civiles inocentes, que será lo más probable.
Obama llegó a la base aérea de Bagram y fue recibido por el general Stanley McChrystal. Supongo que soltaría la típica perorata sobre el sueño americano (convertido en pesadilla en Oriente Medio) y aquello de que Estados Unidos es “el pueblo elegido de dios” (ya saben: God Bless América, God Save América), Después fue a visitar a Hamid Karzai, el doméstico que usa túnica en lugar de librea que dice ser presidente del país, pero manda menos que un reo en un juzgado. Quizás por eso le llaman, jocosamente, el alcalde de Kabul.
Lo que no ha trascendido- no es conveniente-, es que la base de Bagram fue atacada con cohetes ese mismo día por la insurgencia afgana. El ataque lo confirmó Jeffery Loftin, portavoz de la Organización Terrorista del Atlántico Norte (OTAN) quien se apresuró a decir que Obama "ya se había marchado" aunque no está del todo claro si, en el momento del ataque, aún se encontraba arengando a su traílla uniformada.
Nadie sabe- esas cosas las ocultan los medios- si la “ofensiva de Obama” que decía El País, acabó en “retirada por patas” y a ciento por hora. ¿Se imaginan a nuestro hombre animando con el “Yes We Can” al piloto de la aeronave para que lo sacara de allí? Con el tiempo lo sabremos.
J.M. Álvarez
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