Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
sábado, mayo 08, 2010
La Memoria Histórica ha venido para quedarse
Se quedaba corto el poeta Gil de Biedma escribió que la historia de este país era la historia más triste…
Ahora comenzamos a tener una perspectiva de lo devastador que el franquismo llegaría a ser. Esto se percibe por doquier, por ejemplo, en programas televisivos aparentemente inocuos como “Cine de Barrio”, o cuando la señora Chacón, nieta de anarquista, victorea la presencia de las tropas españolas en Afganistán, clamando: “!Viva el Rey¡.
No hay nada más devastador que una victoria militar, lo cambia todo empezando por la verdad, la primera victima de la guerra. La República no hizo la guerra, se la hicieron, dijo agudamente Azaña. Mientras que la monarquía se despidió fusilando a Fermín Galán y García Hernández, dos años después de la primera tentativa golpista, su jefe, Sanjurjo, sicario de Juan March, fue liberado, y dos años después, cogió un avión para liderar otro golpe, esta vez con las medidas tomadas de los parámetro nazi-fascistas: o sea para acabar “hasta la raíz” con la “anti-España”.
Los gobernantes liberales de la República estaban informados de lo que se estaba fraguando, pero no hicieron nada. A la pregunta de porqué, se puede contestar con el capítulo siguiente: cuando declaran el estado de guerra, la principal preocupación de las autoridades fue…impedir que los obreros se armaran. El movimiento obrero que contrarrestó el golpe en Bailona, Madrid, Valencia, pudo haberlo hecho igualmente en Sevilla, Zaragoza, Oviedo, pero confiaron en los mandos militares “republicanos” o masones como Cabanellas.
La guerra la ganaron los que fueron más despiadados, Anthony Beevor. El partido militar africanista lideró la coalición contrarrevolucionaria imponiendo desde el primer día el terror como el factor determinante. Las indicaciones de Mola, o las declaraciones de Franco diciendo que estaba dispuesto a matar a media España para acabar con lo que representaba la República, tenían al menos tres objetivos: a) neutraliza las zonas ocupadas, en algunas de las cuales ganaron las izquierdas y existía una fuerte sindicación; b) persuadir a sus propias tropas ampliadas por levas obligadas en pueblos y ciudades con una agitada historia social, c) exterminar toda posible oposición, de ahí que el objetivo militar de Franco no fuese ganar pronto, sino aplastar lo más duramente posible al “enemigo”.
La guerra la ganaron los que contaron con más apoyos internacionales. La República quedó aislada desde el momento en que los conservadores británicos (de cuyo historial de genocidios coloniales no se quiere habla), impusieron la política llamada de no-intervención a la que se sumaron la Francia del Frente Popular (que no quiso ni oír hablar de que la República permitiera una “autonomía” similar a la catalana a Marruecos), de los Estaos Unidos del New Deal (cuyas grandes empresas pudieron ayudar a Franco), y en un principio, de la Rusia de Stalin que, obligada a cambiar de posición, acabó ayudando a la República a un precio ruinoso, sobre todo por la naturaleza de su intervención, más policíaca que otra cosa. El llamado “bando nacional” contó con el apoyo de las tropas mercenarias exportadas de Marruecos, con la Alemania de Hitler, de la Italia de Mussolini, el Portugal de Salazar.
No había acabado la guerra cuando “las democracias modernas” reconocieron el régimen de Burgos. Cuando la II Guerra Mundial concluyó con la derrota del Eje que había apoyado a los militares fascistas, quienes a su vez habían contribuido a la campaña nazi en Rusia con la División Azul, las democracias se olvidaron de España, preferían antes la injusticia de Franco que el “desorden” de unas libertades con fuertes sindicatos y partidos obreros. La “guerra fría” hará que los Estados Unidos asimilen el franquismo con el “mundo libre” siguiendo esa regla perversa según la cual a una democracia se le permite una política exterior de corte fascistoídes…
El franquismo no solamente ganó la primera guerra moderna en la que las víctimas civiles fueron infinitamente más numerosas que las militares (Guernica, Badajoz, Málaga, etc), también le permitió, en época de “paz”, seguir aplicando sus crueles normas represivas contra “el enemigo interior”, y las cifras que ilustran lo que la dictadura franquista fue para el pueblo, son, liza y llanamente, aterradoras. De hecho, todavía queda mucho, muchísimo por investigar sobre los campos de concentración, las cárceles, las torturas, los hogares infantiles, las represalias contra los familiares, el trato a los homosexuales, etcétera, etcétera.
La victoria también la sirvió para imponer una historia oficial sobre la cual los lectores más jóvenes podrán encontrar una buena muestra en el cine, no ya en películas de los años cuarenta del tipo Raza, sino en otras de fechas más recientes, como Franco Ecce Homo (Ese hombre, como Jesús), realizada en 1967…Obviamente, esta historia está actualmente tan desacreditada. De ahí que la “España nacional” haya producido una nueva demanda, la misma que ha dado trabajo y pingues beneficios a los “historiadores” mal llamado “revisionistas” (toda buena historia revisa la anterior)…La victoria ha permitido al franquismo unos privilegios que no tuvieron las potencias fascistas.
Los que como el inenarrable Joaquín Leguina o Andrés Trapiello, buscan un tanto monta tanto monta en el punto de la crueldad, se ven obligados a efectuar cabriola increíbles, o abstracciones que son bofetadas a la dignidad de los vencidos. La guerra fue impuesta por los militares, y llevada a cabo sin piedad alguna. Los republicanos se defendieron, y en muchos casos, sobre todo después de grandes matanzas, se pudieron exceder en las represalias. No se trata de una división entre el bien y el mal, aunque como dijo Gide, se parecía mucho. El campo republicano no fue “angelical”, Claro. Mucho menos, pero muchísimo menos, lo fueron los “Aliados” durante la II Guerra Mundial. Sus atrocidades están más que demostradas, y sin embargo, nadie duda de quienes fueron “los buenos”.
El franquismo no solamente gobernó con “mano de hierro” durante cuarenta años, también permitió el enriquecimiento de las clases dominantes que explotaron a los trabajadores con la ayuda inapreciable del llamado “sindicatos verticales”. También dejó un trasfondo de terror infinito sobre el que el inmortal Perich ofreció una de sus viñetas más geniales durante la Transición. En ella un señor corriente espera el autobús al lado de un cuartel, y cuando siente un “!Atchisss¡”, dice para sí, ¡Ay Dios mío¡. Esta viñeta es anterior al 23F que cuenta con dos anécdotas ilustradoras. Primero, que fueron muchos los antifranquistas a los que les entró el pánico, y trataron de huir, segundo, que los mandos intermedios y los guardias civiles que se pusieron al lado de Tejero y milan del Bosch, no recibieron el menor castigo…
Quizás esto explique que el triunfo electoral de “las izquierdas” se tradujera en el ámbito de la memoria en una operació por la amnesia. La historia quedó –como subrayó con soberbia García de Cortazar en el debate con Jaime Pastor en TV24- en manos de los “especialistas”, y todas las tentativas de “revisión” como la que llevó a cabo la familia de Julián Grimau, fueron desestimadas. En palabras de Felipe González, el franquismo se convirtió en un “autoritarismo”, que es el término con el que el “amigo americano” describe tradicionalmente las dictaduras que sirven a sus propósitos imperiales. El felipismo fue una política deliberada por el olvido con el pretexto de que ya estábamos en la Europa del Estado del Bienestar. Había que mirar hacia delante, aprovechar la vida, buscar el “chollo” gubernamental (con el cambo de élites políticas), y no complicarse la vida.
Ahora resulta que las diferencias sociales son mucho mayores que en los tiempos de Franco, que la clase obrera que mientras puso al franquismo contra las cuerdas, logró mejoras sociales importantes, las ha ido pediendo. Y resulta que las nuevas generaciones crecieron sin memoria, y socialmente indefensas, sometidas al yo primero, un criterio de competitividad que da sentido a la política de los trepadores…
Este curso de imposición de los valore conservares alanzaron su punto más álgido con el desprestigio del socialismo llamado real, pero desde finales del siglo pasado todo empezó a cambiar, también en este ámbito, cambio al que no fue para nada ajeno películas como Tierra y Libertad porque, al margen de sus valores cinematográficos, venía avalada por el cineasta que más claramente había denunciado las consecuencias del neoliberalismo. También porque ofrecía otra versión de la guerra, y de lo que había significado el estalinismo…
El movimiento por la memoria aplastada levantó cabeza. Fue una lucha mantenida or los familiares de las víctimas y por los luchadores sociales que no entraron en el juego institucional del olvido. La profundizaron los historiadores que fueron levantando acta del terror de la manera más rigurosa, de tal manera que ya no se trataba de opiniones sino de hechos constatados. Decir como dijo García de Cortazar en el programa citado, que la principal víctima de genocidio fue la Iglesia, es hacer un vacío en una verdad histórica tan clamorosa como que….solamente en Badajoz, el genera Yagüe –el mismo que todavía tiene un hospital de a Seguridad social a su nombre- dejó a atrás mucha más republicanos en unos pocos días.
Dicho movimiento no hubiera tenido la repercusión que está teniendo sin el apoyo de las nuevas generaciones que no firmaron los pactos de la Transición.
Esta historia no ha hecho más que comenzar. No existe ningún otra país con tantos muertos en las cunetas y en las tapas de los cementerios. Gente del pueblo que murió lejos de la guerra de la misma manera que los nazis y sus aliados lo hicieron pilares de judíos en Europa. El hecho de que por primera vez en toda esta historia, las calles se llenen de fotos de Miguel Hernández, Julián Grimau o Puig Antich, de que se están produciendo más movilizaciones, mas libros, más debates, más películas, demuestra que estamos solamente en el comienzo de una nueva batalla. La batalla de la verdad, la justicia y la reparación.
Una batalla que la vieja izquierda no se atrevió a librar, antes al contrario.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
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