Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
miércoles, noviembre 10, 2010
Ananias Maidana: ejemplo de Heroismo Comunista
Ananías Maidana, hermano de Antonio Maidana (legendario Secretario General del Partido Comunista Paraguayo-PCP) sucedió a éste en esas funciones después de su desaparición y asesinato en 1980 en Argentina-Paraguay.
Ananías ejerció con entereza ese rol de 1980 hasta hace poco y falleció hace unas semanas en Asunción, capital de Paraguay.
Su trayectoria fue realmente heroica. Sufrió cárcel, persecución y exilio desde el principio de la década de los 40 y fue mantenido en prisión por la tiranía de Stroessner durante 20 años consecutivos, incluido 5 años hacinado en el “Panteón de los Vivos” (una celda de 1.70 m por 4.70 m, para 15 personas)
Antonio, por su parte, permaneció en prisión más de 20 años corridos, sin contar varios años encaecelado en periodos anteriores cuando logro la hazaña de escapar de la cárcel en dos ocasiones.
Ambos compartieron esas penurias con Alfredo Alcorta, Julio Rojas y otros dirigentes del PCP. Prisiones y torturas sumamente crueles, inhumanas y de larga duración, impuestas a sangre y fuego por Stroessner y la CÍA.
Conocí a Ananías en 1978, recién salido de aquella prolongada prisión, en ocasión de un evento del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS); y desde entonces establecimos una relación de amistad y camaradería muy especial.
En muchas oportunidades en que nos encontramos estuvo acompañado del camarada Luis Carlos Casabianca, Secretario de Asuntos Internacionales del PCP, también víctima de las persecuciones y encarcelamientos ejecutados por la dictadura paraguaya contra muchos/as comunistas y revolucionarios de ese país suramericano; constituidos todos, por su rebeldía e intrepidez, en una generación de luchadores/as insobornables y en una familia política realmente heroica.
Nos reunimos varias veces en Europa.
Nos apoyamos mutuamente en labores clandestinas, muy especialmente en el suministro de pasaportes para cambio de identidad.
Intercambiamos informaciones sobre las realidades existentes en nuestros países y en nuestras respectivas zonas.
Conspirábamos, bromeábamos, conversábamos sobre nuestros camaradas y familiares, especialmente sobre Antonio Maidana, que se había convertido en símbolo y figura emblemática de la resistencia antidictatorial y de firmeza comunista.
Ananías y Antonio eran de esa estirpe de comunistas indoblegables ante las torturas, el sufrimiento y las vejaciones. Incapaces de una debilidad que afectara a un camarada de lucha.
Dirigentes revolucionarios del calibre de Julio Fucick, el militante comunista checoslovaco que escribió “Reportaje al Pie del Patíbulo”; aquel que exclamara momentos antes de su ejecución: “por la alegría he vivido, por la alegría he luchado, que la tristeza jamás sea unida a mi nombre”. Luchadores del la reciedumbre de Pavel, el de la novela soviética “Así se Templó el Acero”.
Recuerdo la tez rosada de Ananías, su pelo lacio a “lo Gardel”, su sonrisa ingenua y sus penetrantes ojos azules.
Recuerdo con el cariño que nos abrazaba a mí, a Lulú, las tantas veces que nos encontramos; y no me olvidaré jamás de sus tiernas palabras para con nuestros hijos.
El podía ser perfectamente nuestro padre, como también sus veteranos camaradas de generación y pelea Julio Rojas, Alfredo Alcorna, Antonio Maidana, Carlos Casabianca y muchos otros. Cada uno de ellos debía de llevarnos más de 20 años de edad y todos sumaban más de un siglo de cárcel y llevaban sobre sus hombros quintales de de dignidad y heroísmo.
Nuestra admiración hacia ellos tuvo y tiene triple razón: sus ideales redentores, su abnegada lucha y su formidable condición humana.
Y esa admiración se elevó a lo infinito cuando conocí a Antonio Maidana, días después de su llegada a Moscú procedente de Suecia, luego de su puesta en libertad a consecuencia de la intensa campaña por la excarcelación de su persona y de otros camaradas paraguayos.
Fui a verlo hospital del comité central y del gobierno soviético, donde estaba siendo sometido a un chequeo y a una curación general de los “achaques” ocasionados por mas de dos décadas de dura prisión.
Tenía un fuerte parecido a Ananías: pelo liso y gris (casi blanco), ojos azulitos, rostro ovalado, aunque más delgado, más bajo de estatura y más apacible.
Antonio emanaba una bondad y una ternura indescriptible, al tiempo que se expresaba con una fortaleza muy especial cuando le tocaba hablar de la dominación capitalista-imperialista y de las burguesías y regimenes dependientes y dictatoriales de nuestra región; así como mostraba una sensibilidad extraordinaria cuando tocaba lo atinente a las luchas obreras y campesinas y a los sacrificios de su pueblo.
Parecía que la cárcel -sin reducir su ternura hacia los seres queridos ni su amor por la humanidad excluida- lo había tornado cada vez más fuerte y cada vez más indoblegable por sus enemigos de clase y de ideas.
Nos habló- si el “alemán” no me traiciona, creo que estaba en compañía del entrañable camarada Pedro Juan Persia- de volver cuanto antes a su tierra, expresando su renuencia a un exilio prolongado. Nos hizo entender que estaba “recauchándose” para retornar, sin importarle los enormes riegos de esa decisión y las dolorosas y frescas huellas de su largo “vía cursis”; más bien deseoso de que ese momento llegara cuanto antes.
Y poco tiempo después supimos que llevó a cabo su caro deseo y que esa voluntad de aproximarse a su tierra para seguir luchando junto a su partido le costo la vida: capturado por los verdugos de la dictadura argentina, fue entregado a los esbirros de Strossner para ser torturado y finalmente asesinado.
Antonio Maidana era un bravo, un ser regio, profundamente convencido de la causa que abrazó. Un comunista de una pureza y una capacidad de entrega excepcional. Y esa moral revolucionaria se hizo colectiva en la dirección histórica del PCP que nunca claudicó, pese a las enormes adversidades que se vio precisada a enfrentar.
A mí Antonio me lució como una especie de “militante bolchevique”, conservado en el tiempo y proyectado a las décadas de los 70” y 80”, con igual firmeza proletaria y formación ideológica que aquellos/as militantes del partido de Lenin; y así se lo comenté horas después a mi hermano “soviético-guevarista” Kiva Maidanik, quien también lo conoció y tuvo la misma impresión.
Ananias -a quien continúe tratando, admirando y respetando años después- estaba hecho de ese mismo material y curtido en ese ambiente, lo que explica la persistencia del PCP en el ideal socialista y comunista aun después del derrumbe de la URSS; así como la capacidad de renovación revolucionaria que ha demostrado en las últimos años y especialmente en el contexto del acosado gobierno progresista de Fernando Lugo, enfrentando junto a otras fuerzas revolucionarias las perversas maquinaciones golpistas de EEUU y de la extrema derecha paraguaya, acompañando las luchas campesinas y populares e insistiendo en la necesidad de profundizar las transformaciones para evitar el retroceso.
Las(os) luchadores por la nueva revolución continental, las(os) combatientes por la libertad y el socialismo, estamos en el deber de proyectar al presente y al futuro los extraordinarios méritos y valores de estos ejemplares dirigentes revolucionarios paraguayos, enalteciendo su trayectoria y comprometiéndonos en esta “hora de los hornos” a transmitirles a las nuevas generaciones su entrega, su bondad y sus ideales emancipadores.
¡Honores eternos para Ananias y Antonio Maidana, y para todos los héroes del “Panteón de los Vivos” y otras ergástula paraguayas!
Narciso Isa Conde
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