El 22 de diciembre de 1961, con la declaración de Cuba como territorio libre de analfabetismo, se hacía realidad lo prometido por el líder de la Revolución cubana Fidel Castro Ruz, que un año antes había prometido que en nuestro país se libraría una tenaz batalla educacional. Se instituía así el Día del Educador Cubano.
Han pasado 51 años, pero permanecen frescos en mi memoria los recuerdos de aquella extraordinaria concentración en la Plaza de la Revolución “José Martí”, de La Habana y razones existan para que así sea.
Tenía entonces 12 años de edad y el privilegio de estar presente en ese acto por mi condición de brigadista “Conrado Benítez”,y en mi fuero interior sentía el orgullo de haber dado mi modesto aporte a la Campaña de Alfabetización en un intrincado lugar conocido como Mameycito, en las estribaciones de la Sierra Maestra.
Otro hecho que para mi resultó inolvidable es que esa fue la única vez que pude ver en persona al Comandante Ernesto Che Guevara, el inmortal Guerrillero Heroico, caído en tierras bolivianas en octubre de 1967.
Conrado Benítez García fue un joven maestro voluntario asesinado por los enemigos de la Revolución el cinco de enero de 1961. La respuesta no se hizo esperar, y 100 mil jóvenes cubanos dieron el paso al frente y continuaron la obra del maestro mártir hasta erradicar el analfabetismo en Cuba.
La Campaña Nacional de Alfabetización se convirtió en el despegue de la obra educacional en Cuba, que ha llegado hasta nuestros días como uno de los principales logros de la Revolución, y situado a nuestro país en la vanguardia de América Latina en ese estratégico frente.
El ejemplo de Cuba y su proverbial vocación solidaria e internacionalista se ha multiplicado, y ejemplo de ello ha sido la presencia de maestros cubanos en numerosos países hermanos, contribuyendo así a llevar la luz del conocimiento a los pobres de la tierra.
Al conmemorarse este 22 de diciembre el aniversario 51 de la proclamación de Cuba como Territorio Libre de Analfabetismo y, al propio tiempo, celebrarse el Día del Educador, interpreté en su justo sentido la frase martiana que dignifica y exalta a esa profesión : “y me hice maestro que es hacerme creador”.
Roberto Ortiz del Toro
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