sábado, diciembre 22, 2012

Egipto: la revolución, una nueva etapa



La decisión de Morsi, el presidente de Egipto, de cancelar el decreto de amplios poderes no aplacó la revuelta popular, y con razón. Es que la finalidad de esos poderes era facilitar la sanción de una Constitución de corte reaccionario, que luego permita establecer un Parlamento bajo control de los Hermanos Musulmanes. La firma de un acuerdo con el FMI, que en esencia liquida los subsidios al consumo masivo, ha destruido las expectativas asistencialistas que buena parte de las masas empobrecidas tenían con el movimiento islámico. El rial, la moneda egipcia, se esta despeñando en forma acelerada. El reclamo de las calles es que se anule la Constituyente retaceada dominada por el islamismo y que se convocada una Asamblea Constituyente libre y soberana. Ha quedado diseñada una situación revolucionaria.
A pesar de las protestas, Morsi decidió seguir adelante con el referéndum de aprobación de la nueva constitución, previsto para el 15 de diciembre. Confía en conseguir la mitad más uno de los votos; incluso si la tendencia abstencionista ya tiene carácter mayoritario. Los representantes de la oposición, nucleados en el Frente de Salvación Nacional han convocado a nuevas movilizaciones para anular la consulta. Junto a la derecha liberal, en el Frente se encuentra la izquierda nasserista, el tronco nacionalista histórico de Egipto. El Frente es una coalición heterogénea con vasos comunicantes fluidos hacia el establishment y las metrópolis imperialistas. En este marco confuso, no se ha decidido si boicotear el referendo o votar contra la nueva Carta.
Morsi ha respondido con la movilización de las fuerzas armadas. El ejército, sin embargo, hizo un llamamiento al “diálogo”. Desde la semana pasada, los tanques y las fuerzas armadas están desplegados en los alrededores del palacio presidencial en El Cairo. Pero no han tomado ninguna acción contra los miles de manifestantes en el lugar.
Morsi ha dejado abierta una válvula de escape. Un nuevo decreto establece que, en caso de que triunfe el “No”, llamará a la elección de una nueva Asamblea Constituyente en tres meses. En la anterior Asamblea, los islamistas gozaban de una amplia mayoría, lo que les permitió aprobar el borrador que se someterá a la consulta popular sin los votos de las fuerzas laicas. La transición política está prendida con alfileres. Más aún, cuando las protestas se unen crecientemente a las huelgas. El 80 por ciento de los jóvenes está desocupado. Los alimentos, en un gran parte importados, son prohibitivos. A ello, se suman los tarifazos, por la eliminación de los subsidios a los servicios públicos que acaba de imponer el FMI.
Asistimos a una nueva etapa de la revolución egipcia, que deja al desnudo las limitaciones del islamismo para controlar a las masas. Se trata de un dato explosivo, pues los Hermanos Musulmanes aparecen como la viga maestra en todos los movimientos de resistencia, choques, crisis y guerras civiles en el mundo árabe. Es la última valla del arabismo contra la revolución social. Los Hermanos Musulmanes han armado, en Egipto, un gobierno de compromiso con el andamiaje de Mubarak, cuentan con el apoyo de la clase capitalista y se han convertido en instrumento del imperialismo. La conquista de la democracia política sólo podrá será obra de la clase obrera.

Pablo Heller

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