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miércoles, marzo 20, 2013
Albert Camus, la República, la CNT, el POUM
Tenemos una deuda con Camus, con su obra, por la República, por sus afinidades con el anarquismo, su defensa del POUM. El ciclo de charlas-debate sobre Camus en el Palau de la Virreina de Barcelona, trató el último día de España, y este jueves contamos con una ponencia de “Fito” Ruíz Ligero sobre e
Camus consideró España como su segunda patria, y sus relaciones con este país (de países, algo que Albert difícilmente podía percibir), se puede observar desde diversos ángulos.
Uno podía ser el de su recepción entre nosotros, punto sobre el que Paco Fernández Buey nos legó uno de sus trabajos minuciosos (1).
“Grosso modo” se podía describir dicha percepción con unos cuantos trazos: Camus fue ignorado y muy mal visto por el régimen hasta que consiguió el Premio Nobel; hasta entonces su nombre apenas trascendió los cenáculos intelectuales más inquietos; su obra en castellano nos llegó desde Sudamérica, sobre todo desde la editorial Losada, pero sus piezas de teatro comenzaron a estrenarse en círculos avanzados en los sesenta, si bien José María Rodero llevó Galígula al teatro romano de Mérida; también fue analizado desde revistas minoritarias como Primer Acto; el antifranquismo interpretó su controversia con Sastre tomando partido por éste, sin embargo, ya en los ochenta resulta al revés…Si en el primer caso se puede hablar de un desenfoque (Camus denunció el estalinismo, fue un anticolonialista radical que en el momento de la guerra franco-argelina optó por una línea de prudencia no muy diferente a la que defendía el PCF…En las últimas décadas, Camus ha sido utilizado desde el socioliberalismo de una manera desvergonzada. Actualmente, cuando su obra ya se ha editado de manera irreprochable y existen toda clase de biografías y ensayos sobre Camus y su obra, quizás haya llegado el momento de situar al personaje en su verdadera perspectiva.
Camus decía que su sangre era española, su madre Catalina Sintes era hija de menorquina y Albert Camus, que quedó huérfano de muy pequeño, fue criado por estas dos mujeres que lucharon lo indecible para tirar adelante, y para que él tuviera una autoestima y unos estudios.
Catalina Sintes, murió en Argel, en su apartamento del barrio de Belcourt, nueve meses después que su hijo. fuese recompensando con el Premio Nobel. “El raro sentimiento de uh hijo hacia su madre conforma toda su sensibilidad”, escribió Camus
Las referencias en su obra sobre su madre y su abuela materna son constantes. No sólo aparecen en su primera colección de ensayos “El revés el derecho” 1937) sino en parte de su obra posterior. “El primer hombre”, su novela inacabada, y cuyo manuscrito apareció entre las chapas retorcidas del coche en el que halló la muerte, iba a ser la culminación de esa obsesión de Camus por su infancia en Mendovi “Tuve una infancia feliz”, afirmó alguna vez, peto los primeros recuerdos del niño huérfano: su padre, Lucien Camus, vinatero de oficio, murió en la I guerra mundial cuando Albert contaba un año. Estos recuerdos le persiguieron a lo largo de su vida. Albert creció en un apartamento de dos habitaciones y cocina en Argel al lado de su madre, su hermano Lucien, su abuela y sus tíos Esteban y José.
“Pero la pobreza, escribe Camus, nunca fue para mí una desgracia”. Gracias al sol, al mar, a la sensualidad mediterránea se crió en “el silencio, la reserva, el orgullo natural y sobrio” de su familia. La abuela Catalina, dura y agria, golpeaba a sus dos nietos con un vergajo de nervio de buey. A pesar de los humores de fatiga oral y física, a adrede Albert intercedía ante la violenta abuela, no le pegues en la cabeza”, decía. Fue también en el paréntesis de sus silencios la que entretenía los ocios de su hijo con largas historias sobre la familia Sintes que un día llegó a Argelia como habían hecho ya tantos menorquines.
Sería el propio Albert Camus el que más tarde trazó el árbol genealógico de su familia española. Según el “Albert Camus”, de Herbert Lotman, Miguel Sintes y Margarita Cursach se casaron en Ciudadela y emigraron a Argelia antes de que naciera el abuelo materno de Camus, Esteban. Catalina Cardona y Esteban Sintes se casaron en 1874 en Kuba, no lejos de Argel. Lucien August Camus conoció a Catalina Sintes en Cheraga a la vuelta del servicio militar. Fueron
Los Sintes los que se hicieron cargo del padre de Albert huérfano y abandonado por sus hermanos mayores y le buscaron un trabajo como transportista de vinos. Cuando en 1952 Albert Camus vuelve a Argelia hará un largo viaje por el Sahara para descubrir en las aldeas perdidas las huellas de sus antepasados españoles. En efecto, descubrió una lápida que perteneció a su familia pero sólo encontró a un descendiente de los Sintes Cardona. En la infancia, los hijos de las familias españolas fueron sus compañeros de juegos y estudios, Entre ellos el escritor Emmanuel Robles y los Díaz, Guardiola, Almodóvar, Madrid o Moscardó.
Algunos de ellos se alinearon también junto al futuro premio Nobel en la selección universitaria de Argel hasta que se vio obligado a abandonar el fútbol derribado por la tuberculosis. Más tarde cuando la invasión alemana, Albert Camus combatirá en el sur de Francia en la Resistencia junto a otros españoles, en su mayor parte anarcosindicalistas como era el caso de José Ester que durante décadas será una de las figuras más prestigiosas del exilio parísino.
Camus se hizo comunista aunque acabó separándose del PCF desde la izquierda, su anticolonialismo chocó con las exigencias de la política del Frente Popular francés, y se identificó con la izquierda revolucionaria tal como muestra la primera obra de teatro que escribió (a varias manos, si bien se sabe actualmente que su parte era la más cuidada y verosímil). Trató de presentarse como voluntario pero, con la tuberculosis no lo hubieran aceptado en las Brigadas internacionales, siguió los acontecimientos en carne propia, y en la época de la resistencia antinazi en Francia, entendió que la lucha del pueblo español por la libertad y la igualdad había sido la primera resistencia europea antifascista, y creía que la liberación no se podía hacer sin acabar con el régimen franquista.
En los años siguientes, hasta su muerte, Camus mantuvo intacta su fidelidad al gobierno de la República en el exilio, al tiempo que desarrolló sus afinidades libertarias. Estaba muy orgulloso que el pueblo que más había combatido por la causa que él defendía, tuviera en su seno al “más potente partido anarquista”. En 1957, Albert Camus que estaba invitado a participar en una acto internacional en París en memoria de Andreu Nin, exculpó su ausencia en una nota en la que decía que el asesinato de Nin fue un momento cumbre en la historia del siglo XX, el siglo de las revoluciones traicionadas, y proclamó que en su lucha contra el estalinismo, el POUM había salvado el honor del socialismo.
Para no largar estas líneas, me gustaría anotar que estas jornadas se sitúan en un terreno distante al universitario, que descansa más sobre la erudición de las ponencias. En nuestro caso el énfasis se pone en la divulgación, pero sobre todo en el debate. De ahí que los actos, aunque a veces minoritario, permitan una extensa discusión en la que todos aprendemos. Desde este punto de vista, el aporte de Jordi Torrent Bestit, como conocedor de primera mano de Camus, ha sido inestimable.
Sobre su relación con España abunda el libro de Javier Figuero, Albert Camus, exaltación de España (Planeta, Barcelona, 2007), la recopilación realizada por “Juanel” que hemos editado en La Cosecha anticapitalista, y la reciente recopilación que ha hecho Lois Marin en Francia, Albert Camus et les libertaires (1948-1960), que esperamos pronto ver traducida por estos pagos.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
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