sábado, marzo 23, 2013

Francisco I y el Trono del Engaño



Este martes tuve la paciente fortaleza de ver por televisión la llegada de Francisco I al trono de San Pedro y me sorprendió que, doce mil años después del inicio de la civilización, haya tantos creyentes que crean en tan increíbles creencias.
Nota: La pomposa ceremonia me recordó algo que escribí, hace ya algún tiempo, sobre la aguda contradicción entre las ideas de la Iglesia, expresadas en la Biblia y el Nuevo Testamento, y lo que prueban las ciencias más allá de toda duda razonable. Tal vez no sea del todo inútil repasar algunos de aquellos temas ahora que la Iglesia insiste en sus milenarias ideas (Quiero aclarar que respeto todas las ideas religiosas, desde la que tienen los más altos prelados del Vaticano hasta las de los seres más ignorantes y aislados de las selvas más remotas porque no hay religiones mejores que otras ya que todas se basan en la fe y no en la razón, y la fe es un principio enteramente subjetivo. Espero que los creyentes religiosos respeten las ideas de quienes no compartimos sus ardientes fantasías y preferimos la escueta frialdad de las ciencias)

1-. EL MITO

En el Capítulo 1 de Génesis, dice la Biblia:
--En el principio Dios creó los cielos y la tierra. Y la tierra estaba sin orden y vacía. Había tinieblas sobre la faz del océano, y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Entonces dijo Dios: "Sea la luz", y fue la luz. Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Y así fue la tarde y la mañana del primer día. (Nota: por tres siglos y medio, la Iglesia aceptó lo que dijo el arzobispo irlandés James Ussher, a principios del Siglo XVII, que Dios creó el universo a las nueve y media de la mañana del 23 de octubre del año 4,004 antes de Jesucristo, o sea hace 6,016 años, cuatro meses, 29 días, once horas y veintisiete minutos, por lo que uno debe inferir que los dinosaurios fueron creados por otro Dios que vivía hace unos 150 millones de años, seis meses y diecinueve dias antes de este nuevo Dios de la Biblia; tal vez aquél era el Dios-Anciano y éste es el Dios-Bebé, y que hubo otro Dios, tatarabuelo del tatarabuelo del tatarabuelo del Dios-Anciano, que, usando un potentísimo microscopio, creó este átomo de líquido y materia al que llamamos planeta Tierra 4,350 millones de años, cinco meses, diecinueve días, siete horas, dieciocho minutos y once segundos antes de los dinosaurios)
Veamos si los científicos están de acuerdo con la Biblia o si analizan el origen del universo no con humorismo sino con seriedad:

2-. LA REALIDAD

Todas las galaxias, con sus cientos de miles de millones de estrellas cada una, están en constante movimiento, alejándose unas de otras, lo que sugiere que el universo tuvo un origen en tiempo y lugar. Se plantea que el Big Bang, o Gran Estallido, fue la desintegración, por razones desconocidas aún, de una partícula original a la que se llamó élam, que pudo haber sido una octillonava parte más pequeña que el átomo que surgió después. Se cree que los primeros átomos, de hidrógeno y helio, fueron formados unos 377,000 años después del Big Bang. Casi todos los astrónomos y físicos del mundo coinciden en este análisis.
Unas fracciones de segundo después del Big Bang se creó un caldo energético de millones de grados centígrados en el que estaba concentrada toda la energía –y su cristalización, la materia--, que ha existido en el universo.
Al expandirse ese caldo o campo energético, increíblemente denso y compacto, a través del espacio recién creado, se formó el universo original que se ha ido expandiendo por un tiempo que se calcula en unos trece mil setecientos millones de años (13,700.000,000)
El universo, pues, se creó a sí mismo por un procedimiento estrictamente mecánico, sin intervención de ningún plan, inteligencia, voluntad o “Creador”. Lo rige el azar, aunque está dominado por una maravillosa armonía regida por las leyes de la Física y compuesta por las cuatro grandes fuerzas de la Naturaleza: Electromagnetismo, Gravedad, Fuerza Atómica Fuerte –FAF-- y Fuerza Atómica Débil --FAD--.
Se cree que en el primer milisegundo del Big Bang estas fuerzas supremas formaban una sola.

3-. LUZ y TINIEBLAS

Prosigue la Biblia en Génesis:
--E hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para dominar en el día, y la lumbrera menor para dominar en la noche. Hizo también las estrellas. Dios las puso en la bóveda del cielo para alumbrar sobre la tierra, para dominar en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que esto era bueno. Y fue la tarde y fue la mañana del cuarto día (Nota: parece que al principio Dios hizo las tardes antes de las mañanas y después las cambió cuando Eva empezó a protestar porque no le gustaba desayunar después del almuerzo)
Lo que dice la ciencia:
No hubo ningún tipo de luz hasta unos 400,000 años después del Big Bang y los primeros quásares y galaxias se formaron 600,000 años después. Un Quásar o Cuásar es una inmensa fuente de energía electromagnética que incluye radiofrecuencias y luz visible y se halla extremadamente lejos de nosotros: son núcleos activos de galaxias recién formadas.

4-. LA SUPREMA ARMONÍA

Elementos vitales para la vida, como carbón, oxígeno, hierro, etc. no existirían si no fuese por el adecuado acoplamiento de las cuatro grandes fuerzas físicas del universo.
Si la fuerza electromagnética fuese más débil, los electrones no se podrían mantener circulando alrededor del núcleo del átomo y, en consecuencia, no existiría el átomo que conocemos y que es la base de todo, o sea no existiría la Física tal y como la concebimos.
Si la fuerza electromagnética fuese más fuerte, los electrones serían atrapados en el núcleo del átomo y no habría reacciones químicas, o sea no existirían las formas de vida de este planeta.
La Naturaleza depende del exacto entonamiento y desarrollo del electromagnetismo. Una pequeña diferencia en la fuerza electromagnética, afectaría al Sol y, por ello, la luz y el calor que llega a nuestro planeta, imposibilitando el proceso de la fotosíntesis en las plantas. El agua no tendría las propiedades que tiene. La precisión de la fuerza electromagnética determina que haya o no vida.
El electromagnetismo representa una fuerza de 100 decillones –un 1 seguido de 40 ceros-- superior a la gravedad. Si esta proporción de tamaño fuese sólo de un 0 más o un 0 menos, la vida no existiría.
Debido a la unión que la FAF hace de los protones y neutrones en el núcleo del átomo, varios elementos se pueden formar: ligeros como el helio y el oxígeno, o pesados como el oro y el plomo. Si esta unión de protones y neutrones fuese un 2% más débil, sólo existiría el hidrógeno. Si esa fuerza tuviese un poder ligeramente mayor, solo existirían los elementos más pesados, pero no el hidrógeno, o sea no habría agua ni comida: el sol no tendría energía para radiar vida a nuestro planeta.
Nuestra vida depende, pues, de una gran combinación de coincidencias. La FAD es millones de veces más débil que la FAF, lo suficiente para que el hidrógeno del Sol se queme a un ritmo despacio y seguro. El ritmo preciso de quemazón del hidrógeno en el Sol mantiene a la Tierra caliente, pero no ardiente, y nos mantiene vivos.
La FAD juega un papel en las explosiones de las supernovas que es el mecanismo que produce y distribuye la mayor parte de los elementos químicos que componen el universo y la vida en este planeta.

5-. EN EL LUGAR EXACTO

Para que exista la vida en este planeta, tal y como es, tienen que concurrir una serie de hechos que de no ser así, la vida no existiría o sería muy diferente. Veamos.
Tamaño: nuestro planeta tiene el tamaño adecuado. Si fuese un poco mayor, su gravedad sería más fuerte y el hidrógeno, un gas ligero, se concentraría y no podría escapar la gravedad del planeta. De tal forma, la atmósfera no sería apropiada para esta forma de vida. Si este planeta fuese un poco más pequeño, el oxígeno, tan vital, se escaparía al espacio cósmico y el agua se evaporaría, o sea no podríamos vivir.
Distancia: la que tiene nuestro planeta del Sol es perfecta. Para que nos demos cuenta de nuestra absoluta insignificancia ante el universo debemos repetir, una vez más, que el Sol es una de las 100,000.000,000 a 400,000.000,000 de estrellas que hay en la Vía Láctea y esta galaxia es sólo una de las al menos 100,000.000,000 de galaxias que forman el universo observable. El Telescopio Hubble calculó, hace pocos años, que la Galaxia Sombrero, descubierta a fines del Siglo XIX, puede tener hasta 800,000.000,000 de estrellas, tal vez mayores que el Sol. Si la distancia entre nuestro planeta y el Sol variase aunque sólo fuese en forma mínima, la vida no existiría. Si la Tierra estuviese a sólo un 5% más cerca del Sol, un incontrolable efecto invernadero hubiese ocurrido hace 4,000 millones de años, o sea unos 500 millones de años después de la formación del planeta y unos 1,500 millones de años antes de la aparición de la primera hebra de ADN (el 5% de 92.9 millones de millas –mean distance o distancia media entre la Tierra y el Sol-- es 4.6 millones de millas, es decir, si nuestro planeta estuviese a 87.5 millones de millas del Sol, la vida no existiría) Si, por el contrario, el planeta estuviese a tan sólo un 1% más lejos del Sol, o sea a 93.8 millones de millas, una incontrolable glaciación, o sea enormes placas de hielo cubriendo casi todo el planeta, hubiese ocurrido hace unos 2,000 millones de años. La vida que entonces existía y se hallaba en el mar, hubiese desaparecido.
Rotación: la Tierra rota alrededor de su eje una vez al día y ésta es la velocidad perfecta para producir temperaturas adecuadas.
Traslación: Su órbita alrededor del sol es casi circular, no elíptica. Esto evita extremos de temperatura.
Posición del Sol en la Vía Láctea: si nuestro sistema solar estuviese más cerca del centro de la Vía Láctea, el efecto gravitacional de las estrellas vecinas alteraría la órbita de nuestro planeta. Por el contrario, si estuviésemos situados en el mismo borde de nuestra galaxia, no veríamos las estrellas y no existirían los elementos químicos suficientes para formar un sistema solar como el nuestro. Los elementos revelan un gran orden y una excelente armonía.

6-. EL MILAGRO REAL

Sigue diciendo la Biblia:
--Y dijo Dios: “Produzcan las aguas innumerables seres vivientes, y haya aves que vuelen sobre la tierra y en la bóveda del cielo". Y creó Dios los grandes animales acuáticos, todos los seres vivientes que se desplazan y que las aguas produjeron, según su especie, y toda ave alada según su especie. Vio Dios que esto era bueno, y los bendijo diciendo: "Sed fecundos y multiplicaos. Llenad las aguas de los mares; y multiplíquense las aves en la tierra". Y fue la tarde y fue la mañana del quinto día.
Versión científica:
Nuestro planeta abunda en las formas más diversas de vida: 20,000 especies de peces, unos del tamaño de un grano de arroz; otros, de una casa. 300,000 especies de plantas; 9,000 especies de pájaros; 1.000,000 de especies de insectos. Toda la vida orgánica, o sea todos los organismos vivos, dependen de una grandiosa interacción de los ácidos nucleicos y las moléculas de proteínas. Este intrincado proceso tiene lugar, virtualmente, en todas las células de nuestro cuerpo (cientos de miles de millones), así como, también, en las células de los leones, las ballenas, los zunzunes y las pulgas. Esta interacción produce un hermoso mosacio de vida.
La vida surgió de la ausencia de vida, de la materia inanimada, un paso químico después de otro, sólo por azar. En el transcurso de cientos de millones de años, moléculas que chocaban produjeron la vida. En ese tiempo, la atmósfera de este planeta era muy distinta a la actual. No existía el oxígeno puro. La interacción continua de nitrógeno, hidrógeno y carbón creó la amonia, el metano y el carboxyl. Los relámpagos y la luz ultravioleta golpearon una atmósfera de estos gases y de este vapor de agua se desarrollaron los azúcares y los aminoácidos. Estas moléculas complejas se fueron haciendo aun más complejas en el proceso de millones de años. Esto sucedió en los mares de poco fondo, hacia las orillas, o en las lagunas asoleadas. Los azúcares, los ácidos y otros compuestos concentrados se integraron en una sopa prebiótica en la que se unieron los aminoácidos para formar proteínas. Otros compuestos químicos, llamados nucleotidos, formaron cadenas y se convirtieron en ácidos nucleicos, como el adn. Todo esto presentó el escenario para el acto final del drama molecular.
En su origen, la vida fue la unión de moléculas de aminoácidos y moléculas de proteínas que crearon la primera hebra de adn y ésta originó la primera célula animal, la amiba unicelular, que por los procesos de meiosis y mitosis se multiplicó y creó, eventualmente, formas superiores de vida.
Los seres humanos estamos formados, primordialmente, por moléculas de proteínas. Algunas están formadas de cintas de aminoácidos que están dobladas y torcidas en diversas formas. Algunas se doblan como si fuesen bolas, mientras otras tienen forma de acordeón. Algunas proteínas trabajan con moléculas planas para formar membranas celulares. Otras ayudan a llevar el oxígeno desde los pulmones al resto del cuerpo. Algunas proteínas actúan como enzimas –catalizadoras—para digerir la comida mediante la división de las proteínas de la comida y su conversión en aminoácidos. Éstas son sólo unas cuantas de las miles de funciones que realizan las proteínas.
¿Puede la Iglesia negar hoy todas estas verdades científicas como antes negaba que la Tierra diese vueltas alrededor del Sol? ☼

(Nota: el viernes que viene hablaré sobre el tema preferido de Francisco 1 y, en general, de la Iglesia: la curiosa maternidad virginal de María y sus… milagrosas apariciones)

Carlos Rivero Collado

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