martes, marzo 26, 2013

La ola que crece



Más de mil trabajadores migrantes sitiaron una fábrica en Shangai y mantuvieron de rehenes, durante más de un día, a 18 directivos chinos y japoneses. La reacción obrera se produjo frente a un código laboral impuesto por la compañía china que adquirió Shangai Shinmgi Electric a un grupo japonés.
La nueva patronal firmó contrato con cada uno de los trabajadores, tomándolos como nuevos, y anuló todos los beneficios adquiridos durante los años de trabajo con la firma anterior. Además, impuso un sistema de multas y penalidades escalofriante: “Nosotros ganamos 2 mil yuanes por mes (247,70 dólares) pero ahora estamos sometidos a multas de 50 a 100 yuanes por llegar tarde o gastar más de dos minutos en el baño”, sintetizó un trabajador. Fuera de esto, el reglamento estableció el despido inmediato para quien cometa un error grave, de acuerdo con la calificación de los supervisores.
La huelga con rehenes fue duramente reprimida por la policía china, que irrumpió en la fábrica y provocó varios heridos, pero la tensión sigue.
Hasta aquí sería sólo la crónica de una acción obrera derrotada. Pero el episodio es parte de una situación de conjunto, que se expresa en luchas obreras y levantamientos campesinos, en un cuadro de desaceleración industrial y descomposición.
Casi al mismo tiempo que se producía la huelga en Shanghai, las fuerzas de seguridad rodeaban una fábrica en Yizhuang -en Beijing Sur, donde se encuentra el llamado “taller del mundo”- para tratar de impedir la extensión de otra huelga, esta vez por aumento de salarios y pago del bono prometido por el año nuevo chino. En este caso, los trabajadores “sitiaron” a los directivos en el restaurante de la planta para reforzar sus reclamos.
Aunque la huelga de este complejo se concentró en el salario, existía un reclamo previo por el traslado de una parte de los obreros a una fábrica del interior. Los empresarios están propiciando estas relocalizaciones, a la búsqueda de menor costo laboral y menor conflictividad obrera.
El complejo de Beijing tiene unos 150 mil empleados, que fabrican componentes de celulares abasteciendo, entre otros, a Nokia, y compite con el mayor contratista de electrónica del mundo, Foxconn, que fabrica más del 40% de los componentes electrónicos del mundo. Precisamente, una movilización de unos mil trabajadores de una filial de Foxconn recorrió a mediados de enero las calles de Fengcheng, en la provincia meridional de Jiangxi, exigiendo mejores salarios.

El movimiento obrero

Ninguno de estos conflictos tuvo la iniciativa o el acompañamiento de la Federación Sindical de Toda China (FSTC), una burocracia que cuenta con 193 millones de miembros y ejerce el monopolio absoluto –no se permiten sindicatos que compitan con ella- y es un agente despiadado del gobierno contra las luchas obreras. En China, el derecho de huelga está prohibido por la Constitución, lo que significa que la mitad o más del movimiento obrero, intermitentemente, actúa en la ilegalidad. Cuando el proceso de rebelión obrera comenzó a desenvolverse (2008), la FSTC ensayó un acuerdo con las empresas para “tener sindicatos en todas las compañías que no son propiedad del Estado chino para 2010” (2) y regimentar las luchas en su inicio. El intento fracasó y, lejos de atenuar su empuje, la clase obrera china abrió una nueva etapa, extendiendo huelgas “salvajes” por doquier y exigiendo la elección de representantes genuinos.
Fue Foxconn (1,4 millón de trabajadores) la que anunció hace un mes y junto a la burocracia sindical china la elección de delegados en el conjunto de sus plantas: unos 18 mil representantes, en un proceso que se iniciaría desde el año 2014. Es una política de Estado dictada por el fracaso del intento anterior y la necesidad de poner un freno a la enorme presión obrera. En cualquier caso, ello supone a 1,4 millones de trabajadores votando por sus delegados, en un país conmocionado por las huelgas y los levantamientos populares.
Los trabajadores chinos han arrancado el mayor aumento del salario real en la década respecto de cualquiera de los proletariados con que se lo quiera comparar: medido en dólares de 2005, ha crecido un 350% en el período 2000/2011. Ello es sólo la expresión del protagonismo de la clase obrera en un escenario de crisis profunda, provocado por las contradicciones que genera la crisis mundial y la gestión restauradora de la burocracia.

Christian Rath

1 South China Morning Post, 14.2.2013.
2 Asahi Shimbun, 13.2.2013.

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