viernes, marzo 22, 2013

Bergoglio, no hables del pobre de Asis en vano



Si nos atenemos a lo que aparece en los medias al servicio del desorden establecido, parece el pobre de Asis fue importante…como precedente del nuevo Papa que entre todos los trajes a disposición a escogido el de la humildad. Es la pose escogida para las fotos publicitarias, esas que han repetido hasta el agobio, y en la que aparece a favor de los pobres. Bardoglio no se parece para nada a aquel franciscano que regresó desnudo porque dio sus atuendos a un infeliz que no tenía nada.
Cuando se habla de la Iglesia, se hace de muchas cosas aunque sea la jerarquía la que casi siempre ocupa las portadas. La jerarquía es la minoría dominante, y es la que interpreta los papeles que la base más sometida, gusta de ver. Sin embargo, esta jerarquía tiene mucho más que ver con la Iglesias constantiniana comprometida con el Estado, y con la burguesía desde que esta se olvidó de la Ilustración, y busca en la Iglesia un aliado de primer orden para contrarrestar la expansión de las ideas socialistas.
Esta jerarquía utiliza los nombres del cristianismo de base, para mantener lo que realmente le importa: su estatuto social, una institución eclesiástica que siempre se ha sentado a la derecha de los amos en contra de los criados. Entre lo que dicen y lo que hacen media un abismo, pero se sostienen por representar una cultura milenaria heredada de la roma imperial. Sin embargo, su potencial no sería tal sin la confianza entera o parcial que le otorgan millones de personas. A los que están más cerca de la jerarquía, lo que más les importa, a otros simplemente les va bien como coartada. Eso explica que el neodarwinismo haya privilegiado un pacto con los integrismos, el católico en primer lugar.
Pero lo cierto es que existe una mayoría de creyentes de base que encuentran en el imaginario religioso un consuelo y un sentido que les ayuda ante un mundo despiadado, y difícilmente comprensible. Sin esta base social, la Iglesia constantiniana no existiría. Esa base social no está “colgada” fuera del mundo, aunque a veces lo parezca. Es una base que se mueve, y ahora lo está haciendo hacia fuera. Es lo que obliga a la jerarquía a cambiar el discurso, a regresar a referente de Francisco de Así, que no fue bueno con los pobres sino que fue uno de ellos, que no hizo declaraciones de amor sino que lo practicó desde hechos. No utilizó en vano las grandes las palabras, esas que pueden servir para los diarios de obediencia pontificia porque les conviene, pero que se las lleva el viento.
Bien mirado, la elección del traje de Francisco de Asis no refleja una mera opción personal, tan bendita como hipócrita, refleja una opción publicitaria que se adecua al papel que la Iglesia quiere jugar en una actual coyuntura como la actual. En un tiempo en el que sus complicidades (ese Monti que convierte su misa de guardar en un acto más cínico que el bunga-bunga de Berlusconi) y privilegios, ofenden a una población trabajadora condenada a un rápido empobrecimiento. Así pues, el traje es un reflejo de coyuntura, de una “regeneración” que comienza con la consagración mediática de unas virtudes que contrastan con las prácticas de la jerarquía de la Iglesia argentina, con toda probabilidad, la más infectada de todo el continente.
Pero la coyuntura también comporta otras realidades. Ya quedan lejos los tiempos del apogeo neoliberal-populista de Wotyla, cuyo entierro demostró hasta los extremos de complicidad y podredumbre alcanzada por el latifundismo mediático. Se han abierto brechas, fisuras enormes. Diarios y cadenas de TV que hasta hace poco era un espectáculo de sumisión, ahora se ven llamados u obligados a dar cuentas de verdades que solamente pueden negar los más corruptos, que por cierto son legión, no había más que mirar el par de invitados conservadores presentes en el último programa de “La Tuerka”, negando comportamientos que si hubieran caído en el otro lado (en la Polonia “socialista” sin ir más lejos), se habrían rasgados la vestiduras.
El nuevo presidente de la última monarquía absoluta, ha sido elegido para presidir una situación en la que el viento sopla en su contra, y asume su papel obligado a “arreglar” situaciones cuyo hedor es ya insoportable. Ya no se trata de paliar un poco la miseria, se trata de evitar el infierno, y para esa tarea, el ropaje de Francio de Asis se va a mostrar como lo que es. Parte de una función que ya está resultando un fracaso

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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