Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
lunes, marzo 18, 2013
La lucha de clases por el petróleo en México. De la revolución a la contrarevolución
La intención de privatizar Pemex por parte del régimen se oculta, en el “Pacto por México” –firmado por el PAN, PRI y PRD-, bajo un alud de aparentes “buenas intenciones”, así como con supuestas iniciativas innovadoras para modernizar al sector energético. Se supone que “modernizar” significa avanzar en la senda del progreso. Se omite señalar que la privatización del sector energético en México fue una política “innovadora” que se aplicó durante el porfiriato, cuyos resultados desastrosos nos mantuvieron en el subdesarrollo.
“El que quiera ser águila que vuele, el que quiera ser gusano que se arrastre pero que no grite cuando lo pisen” (Emiliano Zapata)
Por poner sólo un ejemplo: en 1911 el valor de la producción petrolera privatizada se elevó a 4 millones 139 mil 554 pesos, producción por la cual el Estado mexicano obtuvo, vía impuestos, sólo 26 mil pesos1. ¡Así de modernos son los planes de la burguesía mexicana! La industria energética en manos de particulares dejó un saldo de saqueo, explotación y atraso. Fue gracias a las Revolución Mexicana y a su renovación durante el gobierno de Cárdenas que el país pudo recuperar algo de su soberanía y dignidad. Ahora los representantes políticos de la burguesía y el capital trasnacional nos están “modernizando” regresando el tiempo a los días de Don Porfirio… afortunadamente del porfiriato surgió la revolución que es lo único que podrá detener el saqueo. Una revolución que deberá recuperar la tradición antiimperialista del cardenismo pero esta vez liquidando al capitalismo.
La “modernidad” capitalista del petróleo en el porfiriato
“Venda su tierra ahora o se la compramos a su viuda” (Petrolera El Águila)
La sujeción del país a los intereses trasnacionales –especialmente en el sector energético- durante tiempos de Porfirio Díaz fue resultado directo de la expropiación de tierras a las comunidades indígenas, por medio de la compañías deslindadoras, que empezó durante las reformas juaristas. El proceso de concentración de tierras fue tal que para 1910 el 97% del territorio nacional era propiedad de 830 latifundistas2. A partir de que el petróleo comenzó a ser el principal recurso energético para mover al automóvil, la industria y los ferrocarriles, Porfirio Díaz concede a los latifundistas, por medio de una ley petrolera dictada en 1901, el derecho a explotar, no sólo la mano de obra semiesclava (lo que ya hacían), sino los recursos petroleros que estaban bajo sus tierras. Así la estadounidense Mexican Petroleum Company (de Standard Oil Company) y la inglesa El Águila (de Royal Dutch Shell) se quedan con la parte de león del petróleo mexicano y se hacen inmensamente ricos sin contribuir nada en el desarrollo nacional. Edward L. Doheney, propietario de Mexican Petroleum, confiesa cínicamente que “parte de estas tierras las compró pagando a dos pesos con cincuenta centavos por hectárea a propietarios que no sabían que esos terrenos eran petroleros”3. Así Doheney logra ser el segundo empresario petrolero del mundo, sólo superado por Rockefeller. Por su parte Wheetman Pearson, propietario de El Águila, logra monopolizar en Campeche la flota petrolera más grande del mundo.
El proceso de concentración de riqueza petrolera dejó más patente el papel de simples empleadillos que jugaban (y juegan) los políticos de aquellos tiempos (y los de ahora), comenzando por Porfirio Díaz, su familia y sus incondicionales. En el Consejo de administración de la compañía El Águila de 1909 “aparecen como socios Enrique C. Creel, gobernador de Chihuahua y posteriormente secretario de Relaciones Exteriores; José Yves Limantour, ministro de Hacienda; Guillermo Landa y Escandón, gobernador del Distrito Federa; Fernando Pimentel y Fagoaga, presidente del Banco Central Mexicano; y el hijo de Porfirio Díaz, quien era encargado de la sección de Ventas de Petróleo y Asfalto de la empresa. Por su parte, el Ministro de Justicia porfirista, Manuel Calero, era el apoderado legal de la Huasteca Petreleum Company4”. Para que el suegro de Díaz, Manuel Romero Rubio, pudiera acceder a la riqueza petrolera que se encontraba en territorio indígena en Papantla Veracruz, Porfirio Díaz mandó un regimiento de soldados a asesinar a 400 indígenas incluyendo ancianos, mujeres y niños para apropiarse de sus tierras. El mismo Porfirio pudo exiliarse en 1911 y vivir hasta su muerte en Francia gracias a las acciones que poseía de la petrolera El Águila. Los golpeadores de las trasnacionales tenían la costumbre de recitar a los dueños de tierras que se negaban a vender a las petroleras la siguiente frase siniestra: “venda su tierra ahora o se la compramos a su viuda”5.
Más vale amenazar con quemar que expropiar. De Madero a Calles
“Nadie resiste un cañonazo de 50 mil pesos” (Álvaro Obregón)
Con la llegada de Madero a la presidencia se hacen muy tímidos intentos por arrebatar a los monopolios algo de la renta petrolera, se intenta imponer un impuesto de 20 centavos por tonelada ¡equivalente a un impuesto de 3 centavos por barril! Mientras tanto, la compañía El Águila, gracias a que se descubren grandes yacimientos en el Golfo de México, obtuvo ganancias, tan sólo durante 1911, superiores a los 8 millones de pesos. Sin embargo las compañías trasnacionales no estaban dispuestas a tolerar ni siquiera que les arrancaran un pelo a sus ganancias y conspiran para derrocar y asesinar a Madero. Fue en la embajada norteamericana la que coordinó el golpe con Huerta y un Díaz en el exilio. En la primera plana del Mexican Herald, del que era socio Pearson, se lee “¡Viva Díaz, viva Huerta!”. Madero era demasiado tibio para los revolucionarios y demasiado revolucionario para los oligarcas. Los gringos invaden el puerto de Veracruz el 21 de abril de 1914, matando a 125 mexicanos, cuando el golpista Huerta intenta imponer un pírrico impuesto de 65 centavos por tonelada de petróleo. No será la última vez que los buques de guerra norteamericanos anclarán en aguas nacionales para garantizar sus intereses petroleros. Sin embargo las compuertas de la revolución habían sido abiertas involuntariamente por Madero (aunque Madero convocara a la toma de las armas, su intención era presionar a Díaz y no conjurar una revolución), el Ejercito Libertador del Sur tomaba las tierras, y en ese momento ninguna fuerza podía detenerlo.
Un porfirista hacendado que se sentía desplazado del poder, Venustiano Carranza, gobernador interino de Coahuila, decide aprovechar el momento para imponer recambios en el poder y lanza el Plan de Guadalupe. Es la guerra campesina y la ocupación de tierras, así como la toma de la Ciudad de México en 1914 las que permiten que “el viejo barbas de chivo” –como se conocía a Carranza- ocupara la presidencia de la república. Carranza intenta contener el movimiento con la convocatoria a una nueva Constituyente en Querétaro en donde, pensaba, podía tener el control total e imponer su proyecto frente al radicalismo campesino –el proyecto constitucional original de Carranza (redactado por políticos carrancistas como Luis Manuel Rojas y José Natividad Macías) no contemplaba el tema de la propiedad de las riquezas del subsuelo, ni el del reparto de la tierra, ni temas laborales; su proyecto consistía en un replanteamiento de la constitución liberal juarista sin incluir las principales reivindicaciones de la revolución-, sin embargo, la presencia en la convención de 1917 de la fuerzas jacobinas pequeñoburguesas (Heriberto Jara, Hilario Medina, Múgica –grupo que se hacía llamar los “jacobinos”-, con la asesoría de Andrés Molina Enríquez) y con la presión de una guerra campesina que aún no terminaba de ser aplastada (en diciembre de 1916 Pancho Villa toma Torreón)6, permiten una serie de reformas que eran bastante radicales –herencia del programa de los hermanos Flores Magón, de los gobernadores radicales como el mismo Múgica, Salvador Alvarado, Juan Escudero- y que hacían de esa constitución de las más progresistas del mundo (en el papel). Así, en materia de energéticos el artículo 27 señala: “[…] corresponde a la nación el dominio directo de todos los minerales o sustancias que en vetas, mantos, masas o yacimientos, constituyen depósitos cuya naturaleza sea distinta a los componentes de los terrenos, tales como los minerales de los que se extraigan metales y metaloides utilizados en la industria; los yacimientos de piedras preciosas, de sal de gema y las salinas formadas directamente por las aguas marinas, los derivados producto de la descomposición de la rocas, cuando su explotación necesite trabajos subterráneos; los yacimientos minerales u orgánicos de materias susceptibles de ser utilizados como fertilizantes; los combustibles minerales sólidos; el petróleo y todos los carburos de hidrógenos, sólidos, líquidos o gaseosos”7.
No obstante el artículo 27 –como aquéllos radicales referentes al trabajo y a la tierra- quedaron en letra muerta ante el incumplimiento manifiesto de las trasnacionales petroleras y la incapacidad del gobierno de Carranza para hacer valer la ley. La burguesía estaba demasiado ligada al poder terrateniente y dependiente del imperialismo como para hacer realidad las reformas radicales. En el gobierno de Obregón, con los “Acuerdos de Bucareli”, se establece la no retroactividad del artículo 27 y se dejan intocables los intereses privados en el petróleo y de las propiedades terratenientes anteriores al 1 de mayo de 1917. En la práctica se trataba de una cancelación de lo conquistado en el papel por la revolución. Si Obregón no fue más lejos y derogó de plano el artículo 27 constitucional fue porque el ambiente social antiimperialista se lo impidió. Curiosamente este entreguismo estaba condimentado con bravatas verbales de antiimperialismo, tanto Carranza, Obregón y Calles amenazaban de vez en vez con quemar los pozos petroleros si los gringos se atrevían a una invasión… por su cabeza burguesa primero pasaba la idea de incendiar los pozos petroleros antes que expropiarlos.
En tanto no tocó la propiedad privada de las petroleras, la efervescencia de la revolución no impidió que las zonas petroleras siguieran obteniendo enormes ganancias –en 1916 El Águila obtuvo ganancias por 10 millones de pesos oro- dice Lorenzo Meyer que “En realidad, las propiedades de las compañías fueron las zonas más tranquilas del país, durante los 10 años que duró la etapa de la lucha armada”8. En realidad las zonas petroleras de Campeche, Tampico y Veracruz se habían convertido en enclaves de dominio extranjero en donde eran los “guardias blancas” o los matones pagados por las trasnacionales las que imponían su dominio a sangre y fuego. Así, durante el gobierno de Obregón, las compañías extranjeras se enriquecieron como nunca gracias a la explotación desmedida de la “Faja de oro” –franja territorial en Veracruz y Tampico Tamaulipas- que en su tiempo fue el yacimiento petrolero más grande del mundo y que fue agotado en un tiempo record de cuatro años, con ganancias de más de 275 millones de pesos y pagando la pírrica cantidad de 6 millones 750 mil pesos en impuestos.
Las cosas no cambiaron durante el gobierno de Calles y el Maximato. Aunque, por sus discursos, provenía del ala de izquierda del obregonismo, Calles va girando gradualmente a la derecha hasta el punto de simpatizar con el nazismo. Su gobierno plantea inicialmente una ley reglamentaria al artículo 27 constitucional, conocida como “Ley Calvo”, que incluye tímidas limitaciones a las propiedades petroleras, incluyendo la renuncia de los propietarios extranjeros a acudir al protectorado legal de sus países, un máximo de 50 años para la propiedad privada en petróleo, entre otras. Sin embargo las presiones del imperialismo hacen que esta ley sea derogada en 1928 y se confirma la no retroactividad de los “Acuerdos de Bucareli”.
Los gobiernos que van de Madero al Maximato demuestran la vigencia de la “Teoría de la revolución permanente” de Trotsky, que explica la sumisión total de la burguesía nacional a los dictados del imperialismo y su incapacidad para llevar adelante las demandas fundamentales de la revolución democrática burguesa, como son el problema de la tierra, la soberanía nacional, los derechos laborales y los derechos democráticos. Será necesario un nuevo asenso de la revolución y un recambio (en este caso parcial) de régimen para que esta situación de impasse cambie hacia algunas reformas radicales que no liquidaron, sin embargo, el capitalismo en México, más bien lo “amamantaron” y fortalecieron.
El bonapartismo “sui géneris” cardenista
“Cárdenas me ha dado asilo no porque esté de acuerdo con mis ideas sino porque está de acuerdo con las suyas”(Trotsky)
El periodo cardenista (1934-1940) sólo puede ser comprendido de manera cabal entendiendo la teoría de la revolución permanente de Trotsky y estudiando de manera concreta la forma peculiar en que ésta se expresa durante la etapa cardenista. En un artículo poco conocido Trotsky explica, en referencia a las débiles burguesías latinoamericanas, que en los países industrialmente atrasados en la época del imperialismo “el gobierno oscila entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado. Esto le da al gobierno un carácter bonapartista sui generis, de índole particular. Se eleva, por así decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar o bien convirtiéndose en instrumento del capital extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura policial, o maniobrando con el proletariado, llegando incluso a hacerle concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad con relación a los capitalistas extranjeros”9. Éste fenómeno explica, por un lado, la recurrencia de las dictaduras policiales en América Latina y, por el otro, el fenómeno aparentemente desconcertante del populismo.
La incapacidad de los ejércitos campesinos para plantear una alternativa al capitalismo, sumado al virtual descabezamiento del movimiento obrero en las ciudades posibilitó a los caudillos burgueses (Carranza, Obregón y el Maximato) desde finales de 1910 imponer paulatinamente francas dictaduras policiales y detener, no sin muchas dificultades, la revolución agraria. Parecía que la alternativa de la dictadura policial de derechas sería el desenlace final de la Revolución Mexicana. No obstante el gradual fortalecimiento del movimiento comunista que organiza ligas campesinas armadas en estados, como Michoacán y Veracruz, la cuales reiniciaron la toma de tierras, y el resurgimiento del movimiento obrero y huelguístico, imposibilitan darle al régimen policial alguna estabilidad10. En este marco los dirigentes pequeñoburgueses, Cárdenas y Francisco Múgica, ganan terreno al interior del PNR. Calles pensaba que la verborrea izquierdista de su subordinado era útil para controlar al movimiento campesino pero que no pasaría de las bravatas a los hechos.
Cárdenas llega al poder en 1934, y hace una campaña a ras de pueblo y en las comunidades, no tanto para ganar las elecciones –que tenía aseguradas por pertenecer al Partido oficial- sino para hacerse de una base social ante futuras batallas. Promete en su campaña el reparto agrario, la formación de cooperativas e incluso el armamento del campesinado. Cárdenas, como militar, había estado acantonado en las zonas petroleras y había visto el saqueo y explotación de las petroleras, era un político pequeñoburgués especialmente sensible a las demandas y necesidades del pueblo campesino. Inicialmente su gabinete estaba formado fundamentalmente de políticos callistas: el hijo de Calles, Rodolfo, se hace de la Secretaría de Comunicaciones; Garrido Canabal, gobernador de Tabasco con Calles, se integra a la Secretaría de Agricultura; y Juan de Dios Bojórquez, otro político callista, se integra a la Secretaría de Gobernación. Cárdenas logra neutralizar momentáneamente a los callistas con una combinación de hábiles maniobras por arriba (por ejemplo promete a Cedillo, general golpista, una secretaría), envía a opositores a misiones diplomáticas en el extranjero; combinadas con importantes concesiones a las masas (apoya huelgas de trabajadores) que le dan un formidable apoyo a su gobierno y sus medidas, así logra hacer cambios en los altos mandos de las zonas militares claves.
Calles, molesto por el giro a la izquierda de su antiguo subordinado y el apoyo que da a las huelgas, intenta organizar la oposición y reencauzar a Cárdenas; lanza declaraciones en la prensa en contra de las medidas progresistas de Cárdenas pensando que con ellas logrará hacerse de un apoyo palaciego que doblegue al Presidente. Sin embargo, aquél limpia su gabinete de Callistas. Calles planea un golpe de Estado apoyado por un paro patronal. Llega a la capital desde Sinaloa con Morones para conspirar. Morones relata los pormenores del intento:
“[…] las instituciones de industriales, mineros, petroleros, textiles y hasta bancos, ordenarían un paro de actividades […] en este plan ya estaban comprometidos los latifundistas del henequén, los latifundistas algodoneros, de La Laguna y los líderes industriales de Monterrey. Como consecuencia del paro industrial el general Calles con un grupo de militares y políticos conminaría al presidente a que aceptara el plan [impuesto por los industriales] o renunciara”11.
Cárdenas utiliza su base social para purgar parcialmente al Estado de callistas; la CTM y la Confederación Campesina de México, ya subordinadas a la política cardenista, se pronuncian contra Calles. Cárdenas desafora a cinco senadores callistas, remueve a dos generales y son desconocidos los poderes locales de Sonora, Sinaloa, Guanajuato y Durango; el 17 de diciembre son expulsados del PNR Calles y los más connotados políticos callistas. Los callistas se juegan su última carta con un desesperado acto terrorista: vuelan un tren en Veracruz. Cárdenas envía a Múgica a ver a Calles para informarle que tres generales y un civil debían abandonar el país… el 10 de abril de 1936 Calles, Morones, Luis León y Melchor Ortega abandonan el país. Calles va al exilio, hacia EUA, con Mi Lucha de Hitler bajo el brazo. Para diferenciarse de su antecesor Cárdenas cambia el nombre al partido de PNR a Partido de la Revolución Mexicana (PRM). Trotsky decía que el Partido de Cárdenas era el Frente Popular hecho Partido12. (El Frente Popular se entiende como un movimiento amplio del pueblo trabajador, campesino y estudiantes que luchan no por sus demandas sino por las demandas de la burguesía, es decir, de sus antagónicos. El frente Popular amarra de manos a los trabajadores y sus organizaciones y les imposibilita tener una política independiente como clase, subordinándose a las necesidades burguesas).
Con un nuevo impulso a la revolución –impulso que fue controlado y cooptado- se reparten 18 millones de hectáreas, se entregan armas a campesinos, se crean instituciones para impulsar la industrialización (la Comisión Federal de Electricidad, por ejemplo), se cierran las casas de juego o casinos, nacionaliza los Ferrocarriles y se ponen bajo administración obrera, se nacionalizan los ingenios azucareros y sobre todo el petróleo.
El carácter bonapartista burgués del régimen de Cárdenas se expresa en la orientación y los objetivos que el régimen veía en estas conquistas. Se apoya en los trabajadores para impulsar medidas democrático burguesas que ni la burguesía quiere aceptar, o que acepta a regañadientes, se apoya en la burocracia sindical para controlar a los trabajadores, acepta la administración obrera en los ferrocarriles porque éstos están quebrados. Ante todo se trata de fortalecer y “amamantar” a la débil burguesía. Cárdenas tuvo siempre claridad de su tarea de árbitro y nunca tuvo la intención de romper con el capitalismo: “La política del gobierno está dirigida a mantener el equilibrio de los factores que intervienen en la producción, que son el trabajo y el capital”13. Cárdenas no sólo promueve la organización corporativa de los trabajadores sino también la organización de los patrones en las Cámaras Industriales y de Comercio. Paradójicamente Cárdenas impulsa la revolución para evitarla, es decir, promueve reformas impulsadas por la movilización revolucionaria de las masas para evitar que la revolución rebase los márgenes del Capitalismo, Cárdenas es explícito en esto: “Es cierto –les decía a los patrones- que un movimiento de violencia que desquiciara el orden establecido, sería funesto. Precisamente porque conozco, como revolucionario, en qué circunstancias se dan las explosiones del sentido popular, recomiendo que la clase patronal cumpla de buena fe con la ley, cese de intervenir en la organización sindical de los trabajadores, y dé a éstos el bienestar económico al que tienen derecho dentro de las máximas posibilidades de las empresas; porque la opresión, la tiranía industrial, las necesidades insatisfechas y las rebeldías mal encauzadas, son explosivos que en un momento dado podrían determinar la perturbación violenta tan temida por ustedes”14.
Los orígenes de la expropiación petrolera. Una huelga tolerada y la burla de un abogado imperialista
“Dígale a Don León [Trotsky] que cuando estalle la Revolución permanente estaré a sus órdenes” (Francisco J. Múgica)
Va a ser una huelga obrera en el sector petrolero, tolerada e, incluso, alentada por el gobierno, la que será la base social para la expropiación petrolera. Parece ser que inicialmente el plan no era la expropiación sino ejercer presión sobre el imperialismo a favor de la burguesía nacional. En el plan sexenal presentado por Cárdenas al inicio de su gobierno no aparece por ningún lado algún plan de expropiación del petróleo. Los acontecimientos se suceden rápidamente. El 15 de agosto de 1935 se funda el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana; los trabajadores exigen un contrato colectivo a las compañías inglesas y norteamericanas que incluye mejores salarios, vacaciones, indemnizaciones por accidentes de trabajo, servicio médico, etc. el gobierno interviene como mediador pero las empresas se niegan a llegar a algún acuerdo y forman un frente único reaccionario. El 31 de mayo de 1937 los trabajadores estallan la huelga general, por primera vez se paralizan todas las zonas petroleras del país; mostrando su carácter bonapartista el gobierno cardenista declara el legítimo derecho de los obreros de irse a la huelga pero solicita que la levanten para que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje intervenga como mediador; los trabajadores levantan la huelga el 9 de julio. El gobierno crea una comisión investigadora para explorar la viabilidad de las demandas de los trabajadores y las ganancias de las petroleras abriendo sus libros de cuentas. En su informe la comisión destapa las enormes ganancias de las trasnacionales: señala que las empresas petroleras encubren sus ganancias para regatear salarios, prestaciones e impuestos; mientras que, por ejemplo, las compañías petroleras habían reportado en 1934 ganancias por 21 millones de pesos, éstas habían sido en realidad de 52 millones de pesos; señala la comisión que “las empresas habían recuperado su capital invertido, desde hace más de 10 años […] las compañías sin gran sacrificio podían aumentar el salario de los trabajadores en 26 millones de pesos […] ”15.
La burguesía responde con la fuga de capital sacando de México, de junio de 1937 a junio de 1938, 82 millones pesos. A pesar de las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a favor de los trabajadores, las trasnacionales se niegan a cumplir las demandas obreras, el gobierno corre el peligro de perder el control del movimiento que ha desatado, está jugando con fuego; en diciembre del 37 los obreros amenazan de nuevo con irse a la huelga, el gobierno condena el amago de huelga como “un acto hostil a las instituciones revolucionarias”. Parece ser que el gobierno de Cárdenas intenta, en realidad, arrancar de las compañías algunas concesiones pero no planea, hasta ese momento, una expropiación; sin embargo la soberbia y provocación estúpida de los magnates llevarán al gobierno más allá de sus intenciones iniciales:
“El general Cárdenas hizo esfuerzos para lograr un acuerdo amistoso y buscó persuadir a las compañías de que acataran la sentencia. En una de las reuniones, un abogado de las compañías le preguntó al general: y quién nos garantiza que el aumento será sólo de 26 millones? El general contestó: Yo lo garantizo. ¿Usted? Sí, lo garantiza el Presidente de la República. Ante la sonrisa esbozada por el extranjero, el Presidente Cárdenas se puso de pie y les dijo: Señores hemos terminado”16. Ésta será una burla que le saldrá muy cara al imperialismo. Cárdenas sostiene reuniones con su gabinete el 8 de marzo –de quien recibe opiniones diversas, desde las radicales como las de Múgica a otras mucho más moderadas-, en sus apuntes del día nueve se lee que contempla ya a una medida radical:
“Soy optimista sobre la actitud que asumirá la nación en caso de que el gobierno se vea obligado a obrar radicalmente. Considero que cualquier sacrificio que haya que hacer en el presente conflicto lo hará con agrado el pueblo”17. El 18 de marzo de 1938 a las 8 de la noche Cárdenas anuncia por radio la expropiación a todo el país y señala “el paso dado por el gobierno en defensa de su soberanía, reintegrando a su dominio la riqueza petrolera que el capital imperialista ha venido aprovechando para mantener al país dentro de una situación humillante”18.
Es interesante señalar aquí un episodio muy poco conocido: si bien Trotsky –quien se encontraba exiliado en México, bajo la hospitalidad de Cárdenas desde enero de 1937- se mantuvo, en general, apartado de la política mexicana -e incluso del pequeño grupo trotskista mexicano al que solía dar consejos que no eran escuchados- días antes de la expropiación petrolera envía a Múgica una carta. Este episodio es relatado por Olivia Gall: “En los días de marzo de 1938 en los que Múgica estaba redactando, a petición de Cárdenas, el decreto de expropiación petrolera, Trotsky le entregó a su secretario un manuscrito en francés que contenía algunos puntos de vista sobre el tema; le ordenó que no se lo mostrara a nadie, que lo tradujera al español, que quemara la versión francesa, que de la traducción borrara y dejara en blanco todas aquellas palabras que hicieran alusión a la expropiación petrolera de manera demasiado directa y que fuera personalmente y sin compañía a entregarle confidencialmente a Múgica el documento en sus propias manos. Por obvias razones de seguridad, el titular de la SCOP [Secretaria de Comunicaciones y Obras Públicas] debe haber destruido este documento”19. ¿Esas recomendaciones ejercieron alguna influencia en la decisión de Cárdenas o en el decreto redactado por Múgica? Sin duda no se puede exagerar el papel de una simple recomendación –la expropiación surgió de profundas causas sociales y aspiraciones populares expresadas en la valentía y coraje personal de Cárdenas y Múgica- pero en esos momentos críticos tampoco se puede soslayar, como hipótesis, una posible influencia.
El Decreto expropiatorio establece:
“Artículo 1°. Se declaran expropiados por causa de utilidad pública y a favor de la nación, la maquinaria, instalaciones, edificios, oleoductos, refinerías, tanques de almacenamiento, vías de comunicación, carros-tanque, estaciones de distribución, embarcaciones y todo los demás bienes muebles e inmuebles de propiedad de la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila [se enumera toda una serie de nombres en inglés de compañías extranjeras] en cuanto sean necesarios, a juicio de la Secretaría de Economía Nacional para el descubrimiento, captación, conducción, almacenamiento, refinación y distribución de los productos de la industria petrolera.
Artículo 2°. La Secretaría de Economía Nacional con la intervención de la secretaría de Hacienda como administradora de los bienes de la Nación, procederán a la inmediata ocupación de los bienes materia de la expropiación y a tramitar el expediente respectivo.
Artículo 3°. La Secretaría de Hacienda pagará la indemnización correspondiente a las compañías expropiadas de conformidad con lo que disponen los artículos 27 de las Constitución y 10 y 20 de la Ley de Expropiación, en efectivo y en un plazo que no excederá de 10 años. Los fondos para hacer el pago los tomará la Secretaría de Hacienda del tanto por ciento que se determinará posteriormente de la producción del petróleo y sus derivados, que provengan de los bienes expropiados cuyo producto será depositado mientras se siguen los trámites legales, en la Tesorería de la Federación.
Artículo 4°. Notifíquese personalmente a los representantes de las compañías expropiadas y publíquese en el Diario Oficial de la Federación.
Dado en el Palacio del Poder Ejecutivo de la Unión a los dieciocho días del mes de marzo de 1938”20.
Trotsky consideró que la labor progresista de Cárdenas era comparable a lo que en su época hicieron Lincoln o Franklin, -incluso llamó al Partido Laborista Inglés a movilizarse en contra de la hipocresía del imperialismo- pero el respeto profundo por su obra no debía significar para los marxista identificación total o apoyo acrítico:
“El general Cárdenas se coloca entre los hombres de Estado que han cumplido un trabajo comparable al de Washington, Jefferson, Abraham Lincoln y el general Grant […] Uno tiene realmente la impresión de que el único gobierno valiente y honesto de ésta época es el gobierno de Cárdenas […] Aunque Stalin se diga comunista, desarrolla en realidad una política reaccionaria; el gobierno de México, que no es comunista, desarrolla, aunque sea en pequeña escala, una política progresista […] Marx, por supuesto, no consideraba a Abraham Lincoln como comunista; pero esto no le impedía alimentar la mayor de las simpatías por la lucha que Lincoln dirigía. La I internacional envío al presidente de la guerra civil un mensaje de saludo y Lincoln, en su respuesta, apreció mucho este apoyo moral [...] [sin embargo] El proletariado internacional no tiene razón alguna para identificar su programa con el programa del gobierno mexicano. Los revolucionarios no tienen ninguna necesidad de cambiar de color, de adaptarse y de alabar como lo hacen los alumnos de la GPU, cortesanos que cuando ven el peligro, venden y traicionan al bando más débil ”21.
El marxismo no podía diluirse acríticamente en la política del gobierno de Cárdenas porque éste seguía siendo un gobierno burgués y sus conquistas no podían tener un carácter estable como los hechos lo demostrarán. La expropiación petrolera fue el punto álgido del giro a la izquierda del gobierno de Cárdenas, se trató de una enorme conquista de los trabajadores. Pero el carácter bonapartista del cardenismo hacía de éste un gobierno zigzagueante, equívoco; tanto era presionado hacia la izquierda como daba pasos atrás empujado por el imperialismo. Trotsky observa que “[…] todo gobierno puede crear, en una situación similar, una posición en la que oscile, inclinándose una veces hacia la burguesía nacional y los obreros, y otras veces hacia el capital extranjero […] La administración [de Cárdenas] no puede decir hasta qué punto la burguesía la va a tolerar, hasta qué punto la burguesía americana va a tolerar o hasta dónde se puede ir sin una intervención británica, etc. De allí su carácter aventurero. A veces vacilante, otras veces saltarina y enseguida en retroceso”22.
”Así en la ley reglamentaria de la expropiación petrolera, el cardenismo dejó grietas que serían utilizadas durante el gobierno de Ávila Camacho y Miguel Alemán para otorgar “contratos riesgo” a las empresas trasnacionales y dar pasos atrás con respecto a la soberanía nacional en el petróleo. Así, la ley reglamentaria del artículo 27 constitucional, aprobada en 1939, permitía, en sus artículos 7 y 8 la celebración de contratos con particulares para trabajos de exploración y explotación, y aunque señalaba que éstos sólo podían realizarse con empresas nacionales, el reglamento desdibujaba las intenciones manifiestas de Cárdenas y abrían la posibilidad de violar la letra de la Constitución. En el giro a la derecha del final de cardenismo jugaron un papel importante tanto las presiones del imperialismo, el bloque de políticos callistas que buscaban revancha y el papel indigno de la dirección de la CTM (encabezada por Lombardo Toledano) que se pronuncia por la candidatura del derechista Ávila Camacho. Incluso Cárdenas termina por apoyar la candidatura camachista con el pretexto de no provocar más al imperialismo. Así la candidatura del radical Francisco J. Múgica –quien parecía ser el candidato natural para suceder a Cárdenas- se frustra. Con ello se abre el camino para el retorno de Jefe Máximo (Calles) y la fundación del PRI en 1946, Partido que cambia de nombre para distanciarse del radicalismo cardenista y que, al mismo tiempo, retoma los rasgos corporativos de éste y, salvo algunos giros episódicos a la izquierda, abandona la mayor parte de su política social, sobre todo con respecto a la reforma agraria y a la política laboral. Este giro a la derecha tendrá consecuencias muy nocivas para las conquistas de los trabajadores.
De la contrarevolución “tibia” a la contrarevolución completa
“La Revolución Mexicana está bien muerta” (El Che Guevara en México)
Durante el gobierno de Ávila Camacho se comienzan a revertir las conquistas de la Revolución Mexicana: se frena el impulso al reparto agrario (si en el periodo de Cárdenas hubo 811 mil 157 campesinos receptores de tierra, con su sucesor este número cayó a 157 mil 536)23, se alivia a las grandes empresas de impuestos y se les provee de más subsidios, se frena en los hechos la llamada “educación socialista”, se limita el derecho a huelga y, lo relevante para nuestro tema, se aprovechan las grietas legales dejadas por el cardenismo para imponer los “contratos-riesgo” en exploración y perforación, modelo en donde se comparte la renta petrolera con empresas privadas para que éstas asuman el “riesgo” de explorar nuevos yacimientos petroleros sin costo para el erario si la búsqueda resultara improductiva; en los hechos no existía riesgo alguno pues estudios previos hechos por Pemex aseguraban jugosas ganancias; por si fuera poco se paga a las trasnacionales estadounidenses más de 25 millones de dólares por concepto de indemnización por la expropiación.
Con Miguel Alemán se frena aún más el reparto agrario (sólo 97 mil 391 receptores de tierra), se deroga de plano la “educación socialista”, se reprime una huelga del sindicato petrolero, se entrega como indemnización a El Águila más de 81 millones de dólares y se firman más contratos-riesgo por medio de los cuales se entrega a la iniciativa privada casi 4 millones de hectáreas.
El boom de la postguerra permite el llamado “desarrollo estabilizador”, en donde la economía crece al 7% anual; así los gobiernos de Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos pueden arrojar más migajas de la mesa: un relativo auge al reparto agrario (hubo en estos dos sexenios 536 mil 386 receptores de tierras, aunque en su conjunto menor al sexenio de Cárdenas), la construcción de infraestructura (hospitales, carreteras, presas), se nacionaliza la industria eléctrica, se crea CONASUPO, el ISSSTE, los desayunos escolares, los libros de texto gratuitos, etc. Se instituye la política de “sustitución de importaciones”. Además se reforman los artículos reglamentarios de la Constitución que permitían los “contratos-riesgo” para prohibirlos; esto se da al mismo tiempo que las huelgas ferrocarrileras y del magisterio son ferozmente reprimidas, decenas de luchadores sociales son encarcelados y asesinados… se trataba de una especie de cardenismo light de mano dura para con los trabajadores. El rostro represivo del régimen y, al mismo tiempo, su punto de quiebre se da con la represión de 1968 durante el gobierno de “la changa” Díaz Ordaz, que mostró la incapacidad del régimen para contener al movimiento como antes; sin embargo, probablemente el modelo económico y la política general del régimen pudo sobrevivir una década más gracias al boom petrolero de los setentas. Se crea el Instituto Mexicano del Petróleo, se logra la autosuficiencia en producción de gasolina y se descubren nuevos yacimientos en Tabasco y Chiapas, se construye la refinería de Salina Cruz (1979), y el complejo Cantarell en Campeche (1979). En el punto álgido del boom petrolero México contaba con 92 plantas petroquímicas, 27 buques-tanque, 187 embarcaciones, que trasladaron más de 23 millones de toneladas de petróleo y sus subproductos. Sin embargo, con López Portillo la mayor parte del petróleo (58%) se destinó a la exportación al mismo tiempo que el valor de las importaciones de otros bienes y servicios fue mayor, lo que demuestra la dependencia del capitalismo mexicano del imperialismo; una dependencia que con el modelo neoliberal se vuelve absoluta.
La contrarevolución completa
Los reformistas creen que la imposición del modelo neoliberal se debió simplemente a una conspiración de Reagan, Tatcher y sus ideólogos neoliberales como Milton Friedman, a un inexplicable incremento en la avaricia en el alma de los potentados y los políticos de derecha. Sin embargo estas políticas son la expresión del fin del boom de la posguerra y de una dinámica del capitalismo en donde la inversión productiva resulta ser menos rentable que la especulación y la privatización. El “modelo neoliberal” –impuesto gradualmente a nivel mundial a partir de la crisis del petróleo de 1974- es el único modelo aceptable para la burguesía en nuestra época, mucho más aún a partir de la crisis mundial del 2008. El “Estado de bienestar” capitalista y los derechos laborales son inaceptables para la burguesía, por eso los están desmantelando incluso en Europa. Resulta una necedad y miopía reformistas el pensar que es posible el retorno de un capitalismo “con rostro humano”. Es verdad que con los recursos petroleros se podría transformar a México, pero es una utopía reaccionaria creer que se pueden utilizar esos recursos para el desarrollo social sin la oposición de las trasnacionales y sin la necesidad de expropiar al gran capital. La soberanía energética es, así, una demanda de transición porque choca con los intereses del capital y se necesita romperlos con métodos revolucionarios.
No pretendemos hacer un recuento general de las políticas neoliberales de los últimos treinta años, pero señalemos sus resultados en materia petrolera. El proceso brutal de privatizaciones en México –proceso que abarca los gobiernos de De la Madrid hasta la actualidad- ha dejado en ruinas las conquistas que la clase trabajadora logró arrancar y mantener durante décadas. Más de mil empresas estatales han sido vendidas como chatarra (tan sólo Miguel de la Madrid presumió haber privatizado 118 en su último informe de gobierno); se han privatizado: carreteras, puertos, aeropuertos, minas, ferrocarriles, la Fábrica de carros de ferrocarril, bancos, ejidos, ingenios, televisoras, astilleros, Telmex, Dina, Calmex, Fertimex, Construcciones Telefónicas, Construcciones y Canalizaciones, Canalizaciones Mexicanas, Anuncios en Directorios Telefónicos, Compañía de Teléfonos Bienes Raíces, Editorial Argos, Imprenta Nuevo Mundo, Fuerza y Clima, Impulsora Mexicana de Telecomunicaciones, Operadora Mercantil, Teleconstructora, Teléfonos del Noreste, Servicios y Supervisión, Alquiladora de Casas … hasta Bimex (fábrica de bicicletas del Estado). La privatización del petróleo es la cereza en el pastel de este saqueo obsceno de los bienes nacionales.
Como bien señala AMLO, es el saqueo más grande de la historia de México. Actualmente más de la mitad de la energía eléctrica es generada por particulares; y el caso del desmantelamiento de Pemex es escandaloso.
Carlos Salinas fragmentó Pemex para poderlo desmantelar mejor (separó a Pemex en cuatro empresas: exploración y producción, petroquímica, refinación, gas y petroquímica básica). Se hicieron “contratos riesgo” –como en tiempos de Ávila Camacho y Miguel Alemán pero a una escala mucho mayor- que han permitido violar la Constitución e ir privatizando silenciosamente a Pemex. Desde la refinería Salina Cruz (1979) ninguna otra refinería ha sido construida, se sobreexplota Cantarell sin invertir en nuevos yacimientos; no se invierte en nuevas instalaciones y mantenimiento -como hace siempre el gobierno con toda institución pública cuando pretende justificar su privatización-, la inversión pública a Pemex fue del 0.57% en el periodo de 1982-2007, el incremento al presupuesto del Instituto Mexicano del Petróleo en los últimos treinta años se mantiene cercano a cero –por eso se opera con maquinaria obsoleta-, mientras que a Pemex refinación se le destinó un pírrico 10% (en el periodo de 1997-2007). El abandono de las instalaciones es tal que los ductos viejos explotan por todo el país matando a decenas de trabajadores, se trata de asesinatos industriales provocados por el gobierno. Como consecuencia las importaciones de productos petrolíferos han aumentado sin cesar, en 1990 estas importaciones representaban el 25% de la producción, en 2011 han aumentado hasta a un 49% según cifras del INEGI.
Pemex paga en impuestos al Estado el 76% de sus ingresos netos, mientras que las empresas privadas pagan apenas el 2.5% de sus ventas, e incluso menos si se considera la devolución de impuestos, los pagos diferidos o los rescates. Se ha convertido a Pemex en una abastecedora de petróleo crudo para las trasnacionales y a México en un importador neto de gasolinas (alrededor del 50%), gas (más de la cuarta parte de lo que se consume en México) y derivados del petróleo; esto es tan absurdo, señala Paco Taibo II, como ser un país exportador de naranjas e importador de carísimos jugos de naranja, con el añadido de que frecuentemente existe un déficit en la balanza entre exportación de crudo e importación de sus derivados. El 90% de los ingresos de Pemex se destinan al gasto corriente, dato que demuestra la asfixia y falta de inversión estatal, al mismo tiempo Pemex aporta 4 de cada 10 pesos del presupuesto público lo que demuestra que, a pesar de su desmantelamiento, Pemex sigue siendo una de las empresas más rentables del mundo; por esto último la pretenden privatizar.
Tan sólo en los últimos 30 años de gobiernos neoliberales, de la sonda Cantarell han sido extraídos en petróleo un valor por 440 mil millones de dólares, pero todos esos recursos se han ido al gasto corriente del Estado, a rescatar bancos (pagar los intereses del IPAB), a financiar grandes empresas y a engordar a las altas esferas de la burocracia. Con éstos estratosféricos recursos se podría transformar a México. La sobreexplotación de Cantarell, para abastecer la demanda de crudo sobre todo de EUA, ha sido tal que este yacimiento ocupa el segundo lugar en el mundo, sólo superado por el complejo Ghawar en Arabia Saudita, dejando el saqueo de la “faja de oro” de tiempos de Obregón como un juego de niños. Tan sólo en 2004 se extrajo la cifra record de 231 millones 145 mil barriles, en un solo año se extrajo poco menos de la mitad de lo que se extrajo de la “Faja de oro” en cinco años. Este “sorbeteo” irracional de petróleo, para beneficio del imperialismo, contamina los pozos por los gases que se inyectan (hidrógeno) para sustituir la presión natural, y se desaprovecha el gas derivado que simplemente se quema en enormes fogones inútiles, al mismo tiempo CFE compra gas a Shell por un precio superior al valor del gas desperdiciado tan sólo en la sonda de Campeche.
Corrupción, saqueo y narcotráfico
El capitalismo es por naturaleza un sistema corrupto, en nuestro país el PRI y el PAN han puesto su sello convirtiéndose en uno de los países más corruptos del planeta. Esto afecta a la principal industria del país. Lo que vemos en la paraestatal petrolera es un robo descarado, en el año 2007 Pemex refinación suministraba en promedio 15 mil 401 litros diarios a cada gasolinera, el sexenio terminó suministrando 12 mil 763 litros24. Eso no significa que haya caído la venta sino que se ha desarrollado el mercado negro, donde el petróleo se le roba a la empresa y después se vende. Parte de este robo es fomentado por los burócratas sindicales corruptos, empezando por el Secretario General del Sindicato Petrolero, Carlos Romero Deschamps, pero también vemos las garras del crimen organizado que se han metido cada vez más a fondo en la empresa. Se estima que cada año son 20 mil litros de gasolina los que se roban y distribuyen en el mercado negro.
Calderón nos dejó de legado a carteles de la droga más fortalecidos y poderosos, que se involucran en todo tipo de negocios ilícitos y meten sus tentáculos en la economía. Según el doctor Edgardo Burcaglia, catedrático del ITAM y asesor de la ONU, los carteles mexicanos se han infiltrado en 78% de los sectores económicos del PIB25. Pemex no sólo no es la excepción, sino que es una de las industrias que más estragos ha sufrido con esto.
Los carteles se han apoderado, por ejemplo, de las ordeñas de gasolina, es decir del robo que se hace por los ductos en que se transporta el combustible. Para hacer sus operaciones el crimen organizado tiene a gente trabajando para ellos dentro de Pemex. Esto lo consiguen apoyándose en la corrupción, en el soborno y de ser necesario con la violencia. Se ha desarrollado una situación de terror, donde en algunas zonas del país se han dado levantones a trabajadores petroleros para que por las buenas o por las malas cooperen con el crimen organizado, los casos de desapariciones y asesinatos también han estado presentes.
Las organizaciones narcotraficantes que mantienen el control de los ductos con las armas en la mano, han desarrollado también una compleja red que de hecho exporta el petróleo robado a los EEUU, compite en algunas zonas con Pemex por el suministro del combustible y lo vende incluso a empresas que dan servicios al Estado. Los narcotraficantes adquieren gasolineras y las utilizan para lavar dinero.
El bombazo reciente en la torre de Pemex –es imposible creer la versión oficial de un accidente por acumulación de gas en un edificio administrativo- pudo haber sido una advertencia al Estado de algún cartel sobre los derechos creados en Pemex por el crimen organizado, exigiendo mantener su tajada en el pastel. Este atentado también ha servido, probablemente, para borrar evidencias (archivos), no se puede descartar tampoco un auto atentado proveniente de funcionarios corruptos, pero también es muy probable que este ataque lo hayan organizado de forma combinada funcionarios corruptos y el crimen organizado.
No se trata simplemente de evitar que el petróleo sea entregado al capital nacional e imperialista, sino de acabar con la corrupción que existe en la paraestatal. Eso implica una lucha desde arriba –que difícilmente dará un gobierno de derecha como el de EPN- y una lucha interna, empezando por la democratización del sindicato petrolero. Una primera medida sería meter a la cárcel a Romero Dechamps y a los cabecillas de los charros y funcionarios corruptos. Si bien el gobierno de EPN metió a la cárcel a Elba Esther Gordillo, no creemos que quiera hacer una limpieza a fondo del aparato Estatal, aunque sí pondrá probablemente algunos límites al saqueo, también en Pemex. Pero para evitar la corrupción, el control no sólo puede venir de arriba abajo, sino también debe ir de abajo a arriba lo cual no está dispuesto a hacer el actual gobierno. Son los propios trabajadores de Pemex los que conocen a fondo a la empresa y su saqueo, con un sindicato democrático y estructuras que permitan el control democrático de los trabajadores, controlados por la población trabajadora en general, se podría administrar de mejor forma la paraestatal y evitar su saqueo. No es suficiente con tener una industria nacionalizada, para que ésta no sea corrupta debe administrarse democráticamente bajo control obrero.
En defensa del petróleo
La privatización de Pemex por el capital privado ha sido el sueño dorado de la burguesía que no han podido realizar en el pasado porque la lucha de los trabajadores se lo ha impedido. El caso más reciente fue en 2008, cuando se dieron movilizaciones de masas con gran disposición de lucha.
El cambio de Ley Federal de Trabajo es una de las principales contra-reformas estructurales que les costó mucho esfuerzo aprobar a los capitalistas y a sus Partidos pero que hace algunos meses pudieron consumar. Hay una disposición clara del actual gobierno a llevar adelante los principales puntos del actual programa de la burguesía. Para derrotarlos se requerirá de la mayor unidad del movimiento de la clase obrera y demás explotados y oprimidos. Necesitamos hacer un frente único con el Morena, los sindicatos, las organizaciones campesinas, el movimiento estudiantil, las organizaciones de colonos, las organizaciones que se defienden contra los estragos de la guerra que se vive en el país, etc. contra los ataques del actual gobierno capitalista.
Mientras existan gobiernos que defiendan los intereses del gran capital los golpes contra los trabajadores continuarán, necesitamos resistir frente a los actuales ataques, pero sobre todo avanzar en la organización y la unidad del movimiento de los trabajadores para poder pasar a la ofensiva. Así como no fueron suficientes los mítines, las marchas ni la lucha electoral para evitar la imposición de EPN, tampoco lo será en la actual defensa de Pemex. Ellos tienen completa disposición de entregar el petróleo a los capitalistas, de ser necesario debemos paralizar al país entero. Una de las mejores herramientas con que cuenta la clase obrera es la huelga general, que significa que todos los trabajadores golpeamos juntos a la misma hora y en el lugar donde más le duele a la clase capitalista. Para que ésta se haga realidad debemos hacer un plan de acción acorde encaminado en ese sentido y se debe romper con la resistencia que hay dentro de las organizaciones de los trabajadores: el Morena y los sindicatos, luchando para que haya una participación democrática en las mismas, donde se refleje el sentir de las bases y donde los dirigentes apliquen una política revolucionaria organizando de manera real y eficaz, una lucha decidida y dispuesta a llegar hasta el final.
Si Pemex se entrega por completo a las trasnacionales, porque ya está entregado en parte a sus intereses, la lógica de los monopolios privados, que ya vivimos durante el porfiriato y que ya está destruyendo a Pemex, nos regresará de plano cien años atrás en el tiempo: trasnacionales que no pagan impuestos, que pagan salarios de hambre, que no permiten el derecho a la sindicalización, que invierten poco en infraestructura, que controlan territorios convertidos en enclaves extranjeros y que “sorben” irracionalmente el petróleo hasta agotar las reservas. La intención de imponer IVA en alimentos y medicinas pretende compensar la caída en los ingresos del Estado que vendría con la privatización de Pemex.
Hoy nos encontramos a la defensiva porque estamos dispersos, pero si logramos desarrollar un movimiento de masas de gran envergadura con acciones como la huelga general podríamos poner a ellos, a la clase capitalista y su gobierno títere, a la defensiva. No se tienen que esperar 6 años más de ataques y miseria para esperar otra contienda electoral y entonces tratar de sacar al gobierno oligarca, tenemos que hacerlo desde ahora con una lucha en las calles, en los centros de trabajo, en las escuelas, barrios y pueblos. Necesitamos derrocar al gobierno de Peña Nieto y establecer un gobierno de los trabajadores que aplique un programa revolucionario.
La única manera de reconquistar lo arrebatado es liquidando al capitalismo. Necesitamos recomenzar lo hecho por Cárdenas en materia de expropiación pero esta vez “terminando el trabajo”: expropiando al conjunto del gran capital bajo el control democrático de los trabajadores y aprovechar nuestra enorme riqueza petrolera para impulsar una economía planificada por los trabajadores. Morena debe tener memoria, aprender de la historia para no repetir el error de dejar en manos del enemigo las palancas de la economía.
David García Colín
La Izquierda Socialista (Mèxico)
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Notas
1. López Obrador, A. La gran tentación, el petróleo de México, México, Grijalbo, 2008, p. 18
2. Rivera Álvarez, Independencia y revolución, México, Centro de Estudios Socialistas Carlos Marx, 2010, p. 58.
3. López Obrador, A., Op cit, p. 17.
4. Ibid. p. 20.
5. Ibid. p. 22.
6. En su libro AMLO plantea que estas reformas radicales se dieron con el visto bueno de Carranza; sin embargo los intento de Carranza por reformar de manera regresiva lo aprobado en 1917 demuestran lo contrario (véase el relato de Adolfo Gilly en “La revolución interrumpida”, México, El caballito, 1971, pp. 226-234.)
7. Citado en López Obrador, Op. cit. pp. 31-32.
8. Citado en Ibid. p. 33.
9. Trotsky “La industria nacionalizada y la administración obrera.”, en Escritos latinoamericanos, Argentina, CEIP, 1999. P. 151
10. El periodo de asenso de la lucha huelguística, la Ligas Campesinas y el asenso del Partido Comunista está magníficamente relatado por Paco Taibo II en Bolcheviques, una historia narrativa del origen del comunismo en México, Ediciones b, México, 2008.
11. Tzvi Medin, El minimato presidencial: Historia política del maximato, México, Era, 1982, p. 159.
12. Trotsky, Op. cit. p. 114.
13. Arnaldo Córdova, “Política de masas y capitalismo”, en: Cien años de lucha de clases en México (1879-1976), México, Ediciones quinto sol, 1985. P. 116.
14. Citado en: Arnaldo Córdova, en Cien años de lucha de clases en México... p. 118.
15. Anatol Sulvqovski, “La expropiación petrolera”, en: Cien años de lucha de clases en México…, p. 152.
16. Citado en: Ibid. p. 54
17. Citado en: Ibid. p. 55.
18. Ibid. p. 56
19. Olivia Gall, “Francisco José Múgica y León Trotsky en el México del presidente Cárdenas”, Prefacio de: Trotsky, Mi vida, Madrid, Fundación Federico Engels, 2010, p. 16.
20. Citado en López Obrador, Op cit. pp. 56-57.
21. Las citas corresponden a textos diferentes de Trotsky (cartas y artículos) que hemos amalgamado. Citado en: Olivia Gall, Trotsky en México, México, Era, 1991, pp. 226-227.
22. Trotsky, Op cit. pp. 120-121, 123.
23. Roger D. Hansen “Aspectos generales de la economía”, en: Cien años de lucha de clases en México…p. 106.
24. Pérez, Ana Lilia, Contalinea.info, 5 de junio de 2012
25. Pérez, Ana Lilia, El cartel negro, México, Grijalbo. 2011.
Bibliografía:
Gall, Olivia, Trotsky en México, México, Era, 1991.
Gilly, Adolfo, El cardenismo, una utopía mexicana, México, Ediciones Era, 2011.
Gilly, Adolfo, La revolución interrumpida, México, El caballito, 1971,
López Obrador, A. La gran tentación, el petróleo de México, México, Grijalbo, 2008.
Pérez, Ana Lilia, El cartel negro, México, Grijalbo. 2011.
Rivera Álvarez, R. Independencia y revolución, México, Centro de Estudios Socialistas Carlos Marx, 2010.
Taibo II, Paco, Bolcheviques, una historia narrativa del origen del comunismo en México, Ediciones b, México, 2008
Trotsky, Escritos latinoamericanos, Argentina, CEIP, 1999.
Tzvi Medin, El minimato presidencial: Historia política del maximato, México, Era, 1982
Varios autores, Cien años de lucha de clases en México (1879-1976), México, Ediciones quinto sol, 1985.
Video Documental: “Algunas verdades sobre el petróleo”, Gobierno Legítimo de México, 2008.
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