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domingo, marzo 17, 2013
Estreno de Jordi Dauder, la revolución pendiente
Se trata del documental que Antoni Verdaguer ha dedicado a uno de los militantes del 68 con más páginas en nuestra historia reciente. Jordi fue primero militante pero también actor, poeta, novelista, incansable animador cultural…
El documental lo puso ya a la venta el pasado domingo el diario catalán Ara, y la gente que no estuvo al tanto lo puede adquirir a través del servicio del diario a unos diez euros; los que viven en los Madriles podrán verlo en la Cinemateca del Matadero, y es más que seguro que también lo será en Barcelona y en otros lugares. Se trata de un ejercicio brillante (pienso que Veraguer es mucho mejor documentalista que director de películas de ficción, que ha sido recientemente galardonado con el Premio Gaudí a la Mejor Película Documental. Jordi también había ganado este premio por su esforzada interpretación de Manuel Azaña, y había logrado el Goya por su inolvidable encarnación del cínico sacerdote opusdeísta en Camino, quizás su mejor papel en el cine. Javier Fesser declara en la entrevista que esta fue una auténtica “recreación” de Jordi.
Verdaguer no se olvida de las diversas partes de su retrato, aunque fueron tantas que seguramente lo acaba haciendo de algunas, por ejemplo de sus actividades prosarahuíes, representada por la película Los baules del retorno (1993), realizada durante unas “vacaciones en el Sáhara”. En la nota que le dedica el País se dice de Dauder, que fue “uno de los hombres más interesantes que ha dado la literatura, la política, el teatro, el cine y la cultura española de las últimas seis décadas, y la verdad es que, aunque he seguido de cerca su trayectoria, no sé si se puede decir tanto. Desde luego, creo que lo fue en el teatro, pero también es cierto que no creo que existan micos otros tan variados y polifacéticos. Según me han contado, parece que Verdaguer no pudo rodar todo lo que le hubiera gustado, y es posible que el material rodado fuese insuficiente, con todo creo que se trata deun retrato bastante completo.
Es muy curioso, pero parece que todas las actividades y relaciones realizadas por Jordi desde los años ochenta (en los que abandona la trinchera de la militancia partidaria), provienen de su papel en la librería -“trotska”- Leviatán, en la que, como explica el propio Jordi se realizaban también actividades culturales. Entre ellas recordaría un encuentro sobre Lukács presidido por Manuel Sacristán, en uno de sus últimos actos públicos sino el último. Aquella fue una noche mágica. También resulta singular su “papel” como novelista con El estupor, pero alguien me dijo (creo que Miguel riera) que era puro Alain Robbe Grillet, autor que seguro que había leído en francés, eso si no era que habían cenado juntos porque con Jordi el mismo cuenta que durante el mayo francés hizo amistad con Louis Althusser, que no era trotskista precisamente y que era más serio que un palo.
Raro era el famoso que mencionaras y que él no hubiera tenido una relación aunque fuese puntual con él. Por ejemplo, podía contar en el Integral Sacristán, de Xavier Juncosa, que había tenido una discusión en 1968 sobre trotsky con Manuel Sacristán. Otro ejemplo, Pere Ginferrer me contó con entusiasmo que en se época rebelde de la Universidad había conocido un trotskista increíble llamado “Víctor”, “Víctor” era Jordi Dauder cuando militaba en el POR posadista.
De la librería pasa a Quimera donde es recordador como el contable más increíble que nadie puede imaginar. Hace días, e3l novelista Javier García Sánchez, recordaba entre risas como Jordi atendía visitantes que venían con una factura y muy mal humor para después marcharse bromeando, y sin haber cobrado. Sobre este experiencia seguro que Miguel riera tenía muchas más cosas que contar, de Quimera y de El Viejo Topo, que resucitó con la ayuda de gente comprometida como Jordi y José Sanchis Sinisterra, el mismo que lo descubrió como actor a una edad en la que algunos ya estaban pensando en la jubilación. Y es que Jordi fue bendecido por los dioses con una enorme seguridad en sí mismo, un encanto enorme (García Sánchez también contaba como enamoraba a las mujeres más reacias a los “encantadores de serpientes”), y un aspecto juvenil que, pro ejemplo, en 1980 nos provocaba estupor cuando te hablaba de su hija que ya era casi una mujer.
El documental descanso sobre todo en el Dauder comprometido con sus ideas, en unas concepciones propias del área “trotskista2, que aseguraba no haber cambiado en una entrevista que tuvimos cuando le pedí que prologara un libro mío sobre la cuestión, y que finalmente se publicó en Internet. No obstante, cabría decir que los recuerdos de Jordi no eran en este punto muy precisos, por ejemplo, no recuerdo haberle oído que su padre simpatizaba con el POUM, pero este fue el motivo que argumentó para convencer a Ken Loach para que le diera un papel en Tierra y Libertad, aunque este fue uno de los aciertos de la película. Habla de la “sección española de la Cuarta Internacional” para entrar en el asunto de la corriente posadista, hoy olvidada. Creo que “se le va un poco la olla”, cuando dice que abandonó la militancia porque los métodos estalinistas aparecía hasta entre sus adversarios.
En aquella época yo era un poco el responsable de la célula de cultura en la que Jordi estaba integrado, y lo cierto es que lo dejó porque se metió en otro mundo. Durante un tiempo hizo dejación de sus responsabilidades con una falta de disciplina que habrían mosqueado al propio Bakunin, al que por cierto prologó. Aunque marxista revolucionario en sus concepciones teóricas, Jordi fue un auténtico “ácrata” en lo que a la dici9plina militante se refiere.
La película cuenta con un nutrido grupo de intervenciones de amigos (Jordi era amistoso como poca gente, enormemente caluroso por más que después pasaba a otra cosa y se podía olvidar de lo que estaba haciendo antes) y colaboradores, entre ellos el propio Sanchis, Lluís Llach, Juan Diego Botto, Alberto San Juan, Ana Fernández, Enric elejalde y Xavier Giró (ambos de la época de la LCR), José Luis García Sánchez, Pepe Viyuela, Benet i Jornet, Calixto Bieito, Pere Portabella, y por supuesto Miguel riera, pero Verdaguer podía haber entrevista tres veces más sin mucho problema. Por ejemplo, podría haber encontrado gente que le hablara de Jordi en París, Jordi en Andalucía, etcétera.
Antoni Verdaguer, que ya había trabajado en numerosas ocasiones con Jordi,.ha tratado de ofrecer un retrato lo más completo posible de alguien sobre el que quizás cabría hacer varios complementarios. Por otro lado, el documental es seguramente el mejor testamento que Jordi nos podía legar.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
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