…voy a extrañar De Zurda, el programa que TeleSUR transmitió diariamente desde poco antes que comenzara la Copa del Mundo de Fútbol en Brasil, con la conducción de Víctor Hugo Morales y Diego Armando Maradona.
Desde un estudio que se veía claramente fue montado en condiciones de campaña, De Zurda -sin acceso al video de los partidos, sólo con las animaciones de la agencia AFP y algunas fotografías- logró un producto que, a mi juicio, debe estudiarse en las facultades de comunicación y ser tema de doctorados y maestrías donde quiera que se aspire a que el talento y la imaginación le ganen la batalla al dinero de las grandes corporaciones audiovisuales.
Es obvio que detrás de un espacio así estuvo un equipo que cuidó todos los detalles. Sólo de esa manera el poder de convocatoria de Maradona, el amplio diapasón temático que permite abordar la cultura de Morales y el altísimo nivel de conocimiento futbolístico de ambos, hicieron posible que en De Zurda la diversión, el análisis deportivo, la intencionalidad política y la vocación por visibilizar a las mayorías sociales de Latinoamérica alcanzaran una efectividad comunicacional pocas veces vista.
Las coberturas deportivas son la mayoría de las ocasiones un pretexto para enajenar a las audiencias de las realidades del planeta. Sin embargo, De Zurda demostró que no necesariamente tiene que ser así, sin dejar de ser alegre y entretenido. Desde el texto de la canción tema y las imágenes de su correspondiente video clip hasta los rostros de los enfavelados en Rocinha, los vendedores ambulantes, los graffitis en las calles de Brasil, o los jóvenes villeros argentinos alojados solidariamente en lugares humildes en Río o Sao Paulo, el espacio de Diego y Víctor Hugo se adentró en los escenarios que otros suelen ignorar.
En contraste con las blanqueadas minorías que pueden pagar la entrada a los estadios, vimos expresarse en De Zurda un Brasil mestizo muchas veces sumergido en la pobreza, a pesar de las transformaciones impulsadas bajo los gobiernos del Partido de los Trabajadores. En el otro extremo, sufrimos en la revista Buenos Días -que como toda la televisión cubana sí tuvo acceso a la señal de video del mundial- la burla racista de un comentarista deportivo contra uno de los técnicos del estudio. No fue la única paradoja. Si nuestros comentaristas elogiaron las ventajas de jugar en planteles pertenecientes a las ligas europeas, Maradona testimonió las desventajas de armar un equipo con jugadores que tienen que cruzar el Atlántico para entrenar junto a sus compatriotas frente a aquellos que sólo deben viajar una o dos horas en trenes de alta velocidad en Europa para estar a la orden de su Director Técnico.
Es también de aplaudir el modo en que el programa de TeleSUR aprovechó las posibilidades que brindan el correo electrónico y las redes sociales en Internet para enriquecer su propuesta, interactuar con los televidentes, e incorporar con inmediatez los contenidos generados por ellos. Utilizando esa comunicación, De Zurda incluyó saludos de grandes líderes políticos como Fidel, Mujica, Cristina Fernández, Evo Morales, Lula Da Silva y tuvo en su estudio a Rafael Correa, igualmente abordó el tema del terrorismo contra Cuba desde Estados Unidos o el papel de los médicos cubanos en Brasil y nos enseñó que el desenfado es no pocas veces un mejor aliado que la solemnidad para la efectividad de un mensaje por noble que este sea.
Sin esconder su vocación política, De Zurda logró una alta audiencia entre los jóvenes cubanos. Lo he comprobado en mis hijos y sus amigos. Deben haber infartado quienes dicen que los jóvenes no quieren oír hablar de política y los vieron criticar una ¿entrevista? a Leo Messi en la televisión cubana demasiado parecida a la que le haría la revista Hola, para luego contemplar al mismo Messi en De Zurda solidarizándose con las Abuelas de la Plaza de Mayo, o al equipo argentino pidiendo devuelvan a su país las Islas Malvinas, algo por lo que -según se informó- la FIFA les ha abierto un proceso disciplinario. A propósito, me pregunto si los que dicen que estos futbolistas son iguales a los cubanos que juegan en las Grandes ligas del beisbol estadounidense, le pedirán a aquellos que exijan la devolución del territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo, una causa que no nació con la Revolución de 1959 y que serviría para demostrar que en Estados Unidos se puede ser millonario y libre, o al menos patriota, en el tema cubano.
Otra cosa que marcó De Zurda fue la sistemática denuncia de las arbitrariedades, la corrupción y el comercialismo extremo de la FIFA, que en su afán de obtener dinero no vaciló en vestir a los niños que acompañaron a los jugadores a los terrenos de fútbol del mundial como la mascota de Mc Donalds. Ante ello, algunos se quejaron: “¡qué politizado es De Zurda!“, como si callar lo que hace la FIFA no fuera otra manera de hacer política. Si se habla con el punto de vista de los pobres es politización, si prevalece el de los ricos no hay que molestarse porque ese debe ser el orden natural de las cosas.
Cuando TeleSUR comenzó a transmitirse en vivo en Cuba, muchos vieron en ello una amenaza para la televisión cubana y De Zurda prueba que ha sido la salvación de nuestros televidentes, víctimas del contraproducente muro que con demasiada frecuencia divide innecesariamente lo político y lo lúdico en los medios nacionales y que sólo sirve para que la natural demanda de entretenimiento de nuestras audiencias sea llenada por lo peor de la industria cultural made in Miami o sus imitaciones nacionales. Si TeleSUR es más político, más antiimperialista, más antineoliberal y más latinoamericanista que todo el resto de la televisión cubana junta y la gente lo prefiere, entonces el problema no es de contenido sino de forma. Sería bueno saber cuántos cubanos estaban viendo “el paquete” en el horario de De Zurda.
Además de TeleSUR, medios de comunicación como Página 12 o La Jornada prueban la formidable arma que constituye el buen periodismo para las causas contrahegemónicas cuando apelan sistemáticamente al humor y la ironía en sus titulares, así como en sus respectivas secciones Pirulo de Tapa y Rayuela o en la caricatura política de altísimo nivel.
Pero el centro de la batalla está en la llamada industria del entretenimiento. El video clip de De Zurda nos recuerda cuán lejanos están aquí los tiempos en que la popularidad alcanzada por videos de temas como Cita con ángeles, Di que no o Son los sueños todavía demostraba entre nosotros que es posible conmover asumiendo una idea justa, como sucede hoy con la música del más reciente disco del grupo Calle 13 que merecería más difusión en nuestros medios y que también tuvo su espacio en el programa de Morales y Maradona.
Ojalá después de De Zurda, nosotros los de entonces, ya no seamos los mismos. Siempre he pensado que TeleSUR sólo es el inicio del despliegue de las potencialidades de un espacio audiovisual común latinoamericano. Siguiendo el ejemplo de los recientes desarrollos de la televisión pública argentina -cuya impronta se aprecia en otro programa que hace Víctor Hugo Morales para TeleSUR, Voces de Cambio- debemos articular, y pronto, canales latinoamericanos de cine, de ciencia y tecnología, infantiles, educativos, de deportes… como son respectivamente los argentinos INCAATV, Tecnópolis, Paka Paka, Encuentro, DeporTv, que bajo el liderazgo del cineasta y gran amigo de Cuba, Tristán Bauer, prueban que otra televisión es posible. El trabajo conjunto de esos canales con pequeñas y medianas casas productoras, instituciones y ministerios argentinos, generó, desde el año 2007, 21.000 puestos de trabajo entre especialistas de la industria audiovisual y gestores de los contenidos relacionados con objetivos culturales, educativos, identitarios y emancipatorios en las distintas esferas del arte y la ciencia. Un esfuerzo al que se integra una estrategia de alianzas internacionales que hizo de Argentina el primer país, después de Venezuela, en transmitir en señal abierta TeleSUR, algo que ahora se fortalece con el anuncio -durante la estancia del presidente Vladimir Putin en Buenos Aires- de que harán lo mismo con el canal Russia today en español.
Argentina es sin dudas una potencia cultural y audiovisual, es el país latinoamericano que consume más contenidos nacionales en Internet, y sin embargo es el primero en buscar y aprovechar contenidos extranjeros antihegemónicos.
La guerra cultural que sufren nuestros países, y especialmente Cuba, por nuestra condición de país pequeño y pobre, sólo puede enfrentarse en alianza con los pueblos con los que compartimos tradiciones, cultura y luchas emancipatorias. Fidel lo comprendió tempranamente cuando alentó la creación de la Casa de las Américas, el ICAIC, Radio Habana Cuba y Prensa Latina y más tarde impulsó el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, instituciones en las que se integró buena parte del talento latinoamericano de la época. De Zurda y TeleSUR demuestran cuánto hemos adelantado desde entonces en el continente pero también cuánto podemos y debemos avanzar en nuestro país en materia de comunicación.
Iroel Sánchez
La pupila insomne
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