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sábado, julio 12, 2014
Palestina resiste una nueva incursion militar
El secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes -atribuido por el gobierno sionista a Hamas, aunque ningún grupo lo haya reinvindicado- fue la cohartada para una incursión militar premeditada. Semanas atrás, cuando Al Fatah y Hamas acordaron un gobierno de unidad nacional y la convocatoria a elecciones, Netanyahu lanzó un ultimátum y le exigió a Abbas que diera marcha atrás.
La aparición de los cuerpos de los tres jóvenes israelíes que habían sido secuestrados en Cisjordania potenció la acción militar de Israel sobre los territorios palestinos. Hasta ese momento, la incursión de las fuerzas sionistas en Cisjordania había dejado cinco muertos, 420 arrestos y 2.200 edificios requisados, además de golpear la estructura organizativa de Hamas. A la reanudación de los bombardeos sobre Gaza y el patrullaje de grupos derechistas por las calles bajo el grito de “muerte a los árabes”, el sionismo añadió otra represalia de su calaña: Mohammed Abu Khudair, de 16 años, fue secuestrado en un barrio de Jerusalén Oriental cuando se dirigía a una mezquita, torturado y asesinado. “Los forenses encontraron humo en sus pulmones, lo que significa que estaba vivo cuando fue quemado” (La Nación, 6/7). El barrio donde vivía el joven palestino se sublevó. “El primer ministro Benjamin Netanyahu dio su visto bueno para que los colonos comenzaran a matarnos”, sintetizó uno de los chicos que participó de la revuelta. La última operación aérea sobre Gaza, durante ocho días consecutivos, había dejado 177 palestinos muertos en noviembre de 2012. La última operación terrestre, “Plomo Fundido”, varios centenares de muertos y miles de heridos.
Unidad (y división) nacional
El brutal secuestro de los jóvenes israelíes -que ningún grupo se ha atribuido aún, pero por el que el gobierno culpa a Hamas- fue simplemente la cohartada para realizar una incursión militar premeditada. Semanas atrás, cuando Al Fatah y Hamas formalizaron un gobierno de unidad nacional y la convocatoria a elecciones, Netanyahu lanzó un ultimátum y le exigió a Abbas que diera marcha atrás. Las negociaciones de paz promovidas por el secretario de Estado yanqui John Kerry terminaron de derrumbarse. La oración promovida por el papa Francisco en el Vaticano no logró reencauzarlas. La operación militar busca golpear fuertemente a Hamas y contar con Abbas como interlocutor exclusivo de cualquier negociación. “Israel consiguió dividirnos. La gente en Gaza está a punto de estallar. Hay funcionarios de Hamas que llevan meses sin cobrar salario, mientras la gente fiel a Abbas sí recibe su sueldo”, testimonia un docente de Gaza. Se acusa a Abbas de abandonar la Franja de Gaza, lo que llevó a un dirigente de Hamas a declarar que “temo que se necesite que Hamas vuelva a proteger la seguridad de su pueblo”. El gobierno de unidad palestino parece herido ante la invasión, y Abbas prometió romperlo si se comprueba que Hamas mató a los jóvenes israelíes.
Uno de los temores del gabinete israelí, sin embargo, es pasarse de rosca. El llamado de Abbas a la cooperación militar con Israel ha generado un profundo rechazo en una población que se ve sometida cotidianamente al asedio económico y militar sionista. Un analista israelí señala que “medidas colectivas (de castigo) pueden empujar a la población de Cisjordania a los brazos de Hamas” (Ambito, 2/7). El gabinete israelí no tiene una posición común: mientras que Lieberman se opone a un cese al fuego y Bennet promueve la anexión de Cisjordania, los sectores de Livni y Lapid temen que una escalada militar genere un aislamiento internacional y una desestabilización regional. Algunos jefes militares israelíes, a su vez, se opondrían a repetir (como en 2009) una operación terrestre en Gaza, por estos mismos motivos y “porque podría dejar víctimas en las filas del ejército israelí” (La Nación, 1º/7). Netanyahu no descarta una intensificación de las operaciones áereas sobre Gaza, pero llama a su propio gobierno a actuar con cautela. Ha tenido que prometer que los asesinos del joven palestino serán enjuiciados.
Por último, Estados Unidos y Egipto instaron a las partes a la contención. Desde que se conoció el crimen del joven palestino, se han multiplicado las protestas y enfrentamientos entre palestinos y las fuerzas israelíes. El imperialismo busca restablecer las negociaciones y teme, tanto como el gobierno israelí, una desestabilización regional y la incubación de una nueva intifada.
Gustavo Montenegro
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