Desde el final de la Guerra Fría, con la emergencia de los EE.UU. como única superpotencia mundial, el surgimiento de los Brics, y ahora su consolidación, es el movimiento estratégico de orden geopolítico más importante del nuevo siglo.
A pesar de síntomas de debilitamiento de la hegemonía norteamericana, su poder se mantiene, sin que se vislumbra en el horizonte otra potencia que pudiera sucederle. La perspectiva es la de un período prolongado de turbulencias e inestabilidades tanto en el plano económico –con el fracaso del modelo neoliberal– como en el plano político mundial.
La idea siempre fue la de que una superación de la hegemonía imperial norteamericana en un mundo unipolar se daría no por otra potencia sino por un conjunto de potencias, con el paso de un mundo unipolar a un mundo multipolar.
La crisis económica –profunda y prolongada– en el centro del capitalismo ya apuntaba hacia el mundo económicamente multipolar, porque en otras circunstancias el conjunto de la economía mundial habría sido arrastrado igualmente a la recesión. Aunque sufren las presiones recesivas de la crisis, los países del Sur del mundo –o por lo menos una parte de ellos, que reaccionan al neoliberalismo– han seguido creciendo y dismimuyendo las desigualdades.
El surgimiento de los Brics apunta, más concretamente, a un bloque de países que dibujan un mundo multipolar. Después de su espectacular lanzamiento, se creó un clima en los medios conservadores internacionales de que los Brics se habrían agotado, sea por la baja del ritmo de crecimiento de sus economías, sea por diferencias internas entre ellos o por falta de nuevas iniciativas.
La reunión de los Brics en Fortaleza ha desmentido esas versiones y, al contrario, ha representado un relanzamiento espectacular del grupo de países emergentes. Aunque no lo afirme, se dibuja una arquitectura alternativa a la que fue constituida en Bretton Woods y ha comandado, por siete décadas, el sistema económico internacional, teniendo al FMI y al Banco Mundial como sus pilares.
La semana del 14 de julio, con la reunión de los Brics y la que han mantenido con Unasur y con Celac, representa el hito más importante de la política internacional desde el final de la Guerra Fría. Este ha representado el paso de un mundo bipolar a un mundo unipolar, bajo la hegemonía imperial norteamericana. La delimitación de territorios institucionales específicos del Sur del mundo proyecta, por primera vez, la posibilidad de un mundo multipolar. Será un proceso largo, no lineal, pero en el que se puede ver ya el lineamiento de los campos de enfrentamiento.
Al contrario de los que menospreciaban a los Brics, sea alegando que se trata de un agregado sin homogeneidad, sea diciendo que el ritmo de crecimiento de los países que lo componen ha disminuido, esas decisiones reafirmaron la vigencia y el potencial hegemónico que poseen. Las reuniones con los jefes de Estado de Unasur y con la dirección de la Celac se dirigen hacia un campo de fuerzas muy amplio y con una dinámica expansiva.
Las reuniones de los Brics esta semana en Brasil apuntan hacia un proceso –aunque largo– de superación de la hegemonía norteamericana por la construcción de un mundo multipolar que empieza a ser dibujado bajo el liderazgo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, congregados alrededor de los Brics, en alianza estratégica con Unasur.
Emir Sader
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