Según los medios de comunicación occidentales, el Estado Islámico de Iraq y del Levante (ISIS, por sus siglas en inglés), un exaltado movimiento yihadista, amenaza con conquistar Iraq. Pero, ¿se corresponde esta versión con lo que está sucediendo en Iraq?
Una organización terrorista surgida de la nada conquista la segunda ciudad de Iraq. Ocupa también otras ciudades y ahora este movimiento particularmente cruel se dirige a la capital, Bagdad. Parece un escenario hollywoodiense, un escenario que encaja perfectamente en la “guerra contra el terrorismo” y la islamofobia cada vez mayor. Ni uno de los grandes medios se aparta de esta versión.
Por desgracia, la realidad desmiente esta versión. Lo que está en juego es mucho más que el repentino avance de yihadistas salvajes. Como de costumbre, la realidad se resiste a los simplistas escenarios hollywoodienses.
La realidad suscita directamente varias preguntas.
Para empezar, la organización terrorista ISIS no dispone del personal necesario para conquistar y ocupar Mosul, una ciudad de casi dos millones de habitantes, sin contar con los diferentes territorios en torno a ella. Esto es lo que mantiene, entre otras personas, Charles Lister, del Brookings Institute.
Una operación tan bien coordinada también supone tanto un conocimiento perfecto del terreno (urbano) como unas capacidades logísticas avanzadas, cosas ambas de las que carece un movimiento terrorista como el ISIS.
Unos helicópteros sobrevuelan hoy la ciudad, algo que solo pueden hacer pilotos experimentados, de los que el ISIS no dispone. Una versión mucho más aceptable es la del diario The Telegraph, que señala a los combatientes sunníes de la resistencia que lucharon contra la invasión de Estados Unidos.
La ciudad fue invadida de una manera particularmente disciplinada y sin derramamiento de sangre. Resulta curioso para una organización de exaltados terroristas. Además, la población local acogió a los rebeldes e incluso repartió chocolate a los invasores.
Maliki, primer ministro de Iraq, quiso promulgar el Estado de sitio en el país, pero ni siquiera logró obtener una mayoría en el parlamento. Rafi al-Rifai, principal dirigente sunní del país, señaló que no había que calificar a los rebeldes de terroristas, sino que estaban liberando Iraq del gobierno de Nuri al-Maliki.
Un extremo del velo
Todavía es demasiado pronto para conocer los pormenores del caso. Pero una cosa está clara: el escenario hollywoodiense no se mantiene.
He aquí algunas piezas del rompecabezas:
A finales de 2013 el ejercito iraquí perdía el control de la ciudad de Faluya. Esta es precisamente la ciudad en la que más tiempo había resistido el antiguo ejército de Sadam Hussein. Ahí se creó desde entonces un «Consejo General Militar de Revolucionarios Iraquíes» compuesto por jefes de las tribus locales y exdirigentes de la resistencia (opuestos a la invasión estadounidense), y dirigido por oficiales superiores del antiguo ejército de Sadam Hussein.
«Hoy nos encontramos en medio de un levantamiento armado con un mando central», afirmaba el jeque Mohammad Bashar Faidhi en marzo de 2014. En otras palabras, quienes conocen el terreno ya sabían lo que iba a ocurrir.
Según el corresponsal del Financial Times, varios centenares de combatientes del ISIS participaron en la conquista de Mosul, pero al lado de una cantidad mucho mayor de hombres con el rostro oculto, muy probablemente combatientes de la resistencia sunní local. «Muchas personas estaban muy contentas de tomar las armas. Era el principio de una revolución sunní», afirma un comerciante local.
Rafie al-Rifai, gran mufti de Iraq, es de la misma opinión. Según él, lo que acaba de ocurrir es «una revolución de las tribus sunníes». Mientras, los rebeldes nombraron un nuevo gobernador de Mosul, Hashem al-Jamani, el cual no es un yihadista, sino un oficial del régimen de Sadam.
Sería impensable un rápido avance sin el consentimiento de la población local y de los jefes tribales, y sin el apoyo militar de la resistencia sunní. La población estaba desquiciada por la gestión del primer ministro Maliki y, mientras tanto, unos grupos armados, en su mayoría surgidos del antiguo ejército de Sadam Hussein, organizaban desde hace diez años la resistencia, primero contra Estados Unidos y después contra el ejército iraquí.
Según Financial Times, estos grupos llegaron a un acuerdo con el ISIS. Los últimos acontecimientos no son sino la consecuencia de ello. Por el momento resulta difícil prever cómo va a acabar todo, pero bien podría ser el principio de una división definitiva de Iraq en tres partes: un territorio kurdo en el norte, una zona sunní en el centro y un territorio chií en el sur. Sin duda alguna esta división tendría unas consecuencias graves para el conjunto de la zona.
Marc Vandepitte
Investig'Acton
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