La historia de la masacre de Iguala es una muestra de la crueldad capitalista contra los luchadores sociales en México. En el diario La Jornada, en su edición del lunes 6 de octubre, un normalista sobreviviente de la masacre confirma lo demencial de la historia: “simplemente no puedo borrar las imágenes de la sangre de mis compañeros”. Los estudiantes normalistas son el sector más combativo del país: son el sector educativo más golpeado desde hace años. Al cierre de esta edición decenas de miles marchamos en el DF contra el cobarde crimen y sus responsables políticos y materiales.
La masacre de Iguala se da en el marco del reciente escándalo de las ejecuciones extrajudiciales por parte del ejército en Tlatlaya, Estado de México, y de la lucha de los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional contra la aplicación de la reforma educativa en esa casa de estudios.
El 26 de septiembre policías municipales dispararon a los estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero, mientras realizaban actividades de boteo para costear su viaje a la ciudad de México y para participar en la marcha conmemorativa de la masacre de Tlatelolco (1968) del 2 de octubre: en el acto fueron asesinados 4 normalistas. Fue claramente un crimen político pues se trató de un ataque de policías municipales en contra de activistas estudiantiles. En el mismo acto, la policía municipal “levantó” a 43 estudiantes: fue una desaparición forzada parecida a los métodos de la “guerra sucia” de los años setenta [1].
En un tercer ataque el mismo día fueron asesinados 4 civiles de un equipo deportivo. La masacre del 26 combina los métodos que han usado las fuerzas represivas en la “guerra contra el narco” contra la población civil. Tres días después, el 29, los normalistas confirmaron que uno de sus compañeros había sido desollado y exhibido en la vía pública: Julio César Mondragón fue encontrado sin vida desollado y sin ojos cerca de una zona industrial de Iguala. Es un mensaje para aterrorizar a los luchadores sociales. Pero la historia no terminaría allí...
Debido a la presión internacional y a la repercusión mediática de la masacre el gobernador del estado, Ángel Aguirre, del Partido de la Revolución Democrática (PRD) se vio en la necesidad de “hacer una búsqueda extensiva”. Fue encontrada una fosa clandestina en Iguala con 24 cuerpos. Según una organización de derechos humanos, el Centro Tlachinollan, los cuerpos presentan con signos de tortura. Fueron quemados con gasolina antes de ser enterrados en una fosa clandestina. El propio gobernador del PRD tuvo que afirmar que los policías municipales están al servicio del “crimen organizado”, en particular del cártel Guerreros Unidos.
Según testimonios, los normalistas fueron levantados por policías municipales y ejecutados por la orden del cártel “Guerreros Unidos” que, al cierre de esta edición, exige en “narcomantas” (pasacalles y banderas) la libertad de los policías detenidos. Es un crimen político del estado en asociación con los cárteles del narcotráfico que Sin embargo, mientras más elementos se dan a la luz, más abominable es la historia. Desde el Movimiento de los Trabajadores Socialistas repudiamos esta masacre abominable del estado mexicano y nos hemos puesto en la primera línea para organizar un gran movimiento nacional contra la represión que ponga límite a la ofensiva del estado contra los luchadores sociales.
Guerrero: un mensaje cruento contra los luchadores sociales
En 2013 en Guerrero brotó el inicio del descontento magisterial contra la reforma educativa. La Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) realizó un paro indefinido que puso a la defensiva al gobierno de Ángel Aguirre del PRD. Las acciones del magisterio pusieron de “cabeza” al estado y el magisterio desarrolló la unidad con otros sectores en lucha. El Movimiento Popular Guerrerense unificó los reclamos de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, la CETEG y la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias – Policía Comunitaria (CRAC – PC) y con el sostén de un plantón (acampe) en el centro de Chilpancingo realizaron acciones radicalizadas como la quema de las casas estatales de los tres principales partidos políticos (PRI-PAN-PRD) y el ingreso de las columnas armadas de la CRAC en la plaza pública del Estado.
El sostén del paro magisterial indefinido planteó como posibilidad la caída de Ángel Aguirre, que con represión levantó ordenes de aprensión de los dirigentes de la CETEG (Minervino Morán, el secretario general) debilitando el paro magisterial, y posteriormente, aumentó la represión contra la CRAC con la detención de Nestora Salgado, líder de Olinalá, y con la división desde el interior de los grupos comunitarios con el nacimiento de la Unión de Pueblos Originarios del Estado de Guerrero (UPOEG). Esta última organización junto con la CRAC envío en el día 8 de septiembre 100 camionetas con policías comunitarios a colaborar activamente en la búsqueda de los normalistas desaparecidos.
Sin embargo, esta masacre excede cualquier represión previa. Es una muestra de la unidad de los gobiernos capitalistas mexicanos y de todos sus partidos en el Congreso (PRI-PAN-PRD) en unidad con los grupos del narcotráfico (y en asociación) para liquidar a los opositores por izquierda de este régimen de la “alternancia¨ (donde se alternan en el poder los principales partidos de los capitalistas). Esta masacre abominable es un crimen político sin precedentes en la historia reciente del país que desnuda la asociación de todos los partidos políticos del régimen con el crimen organizado y en contra de los luchadores sociales.
Movilización nacional por la aparición de los jóvenes de Ayotzinapa
El 8/10 tuvo lugar una imponente marcha en el DF, con más de 60.000 personas, encabezada por estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa y los padres de los jóvenes desaparecidos, que tuvo réplicas en más de 60 ciudades del interior y en distintas urbes del mundo. Participaron todos los organismos de derechos humanos del país, organizaciones sociales y estudiantes de universidades como la UNAM, UAM, UACM y de las escuelas normales. El Sindicato Mexicano de Electricistas, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y trabajadores del Instituto Mexicano del Seguro Social también dijeron presente con importantes contingentes. Destacó el abucheo contra Cuahtémoc Cárdenas, líder histórico del PRD, que tuvo que retirarse de la marcha.
Desde el MTS participamos del amplio movimiento de protesta en contra de esta masacre. Llamamos a las organizaciones normalistas, al movimiento estudiantil y a las organizaciones de trabajadores, campesinas, populares, de izquierda y de derechos humanos, a poner en pie una Coordinadora Nacional Contra la Represión, que junto a las de Ayotzinapa, levante entre sus principales demandas: ¡Libertad a Nestora Salgado y todos los presos de la CRAC-PC! ¡Fuera el ejército de Guerrero! ¡Desmilitarización inmediata del país! Convocamos en especial a los Sindicatos y Centrales Sindicales como la NCT -Nueva Central de Trabajadores- y las demás que se reclaman opositoras a que llamen a un paro nacional en apoyo a los normalistas que luchan contra la represión y la reforma educativa. Sólo así se fortalecerán los trabajadores para enfrentar las reformas estructurales y la entrega del país. De la misma forma llamamos a los estudiantes del IPN a seguir en pie de lucha.
1. Se le llama “guerra sucia” a los métodos de contra insurgencia que usó el gobierno del PRI en los años 70.
Sergio Moissens
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