domingo, noviembre 01, 2015

Esclavos insurrectos en Haití



Un día como hoy, pero de 1791 comenzaba la revuelta de los esclavos y libertos de Santo Domingo que dio paso a la revolución e independencia de Haití.
Haití, una pequeña nación en el Mar de las Antillas, que comenzó a hacer historia un 31 de octubre de 1791, cuando intentó resolver de manera revolucionaria sus contradicciones de clase y de raza.

Colonia y revoluciones

Desde 1697 formaba parte de las posesiones de ultramar del Reino de Francia. Santo Domingo (hoy actuales territorios de Haití y Republica Dominicana) junto con Jamaica, eran los mayores productores de caña de azúcar y café. Con el correr del tiempo y la demanda de las materias primas por parte de Francia y Gran Bretaña se hizo necesario el incremento de fuerza de trabajo. Debido a las malas condiciones de vida y las largas jornadas que aumentaron los índices de mortalidad entre los nativos y mermaron los de natalidad, solo quedó un único recurso para aumentar las ganancias de la corona francesa, la mano de obra esclava proveniente de África.
A rasgos generales, socialmente la colonia se dividía entre “los grandes blancos” quienes eran propietarios de las plantaciones de azúcar y a su vez conformaban una suerte de nobleza; los “pequeños blancos” que eran artesanos, tenderos, comerciantes de esclavos; los mulatos nativos libertos, algunos de los cuales eran hasta pequeños propietarios pero sin derechos políticos; y por último la población esclava, que se estima para el momento de la insurrección eran diez personas por cada blanco.
Es necesario recordar para comprender la fuerza y potencia de la insurrección , que en vísperas de ésta, había tres imperios muy involucrados en los asuntos de Santo Domingo, imperios y naciones a los que los esclavos y libertos se enfrentaron con valentía: Inglaterra como potencia en el incipiente mundo capitalista, que estaba haciendo su entrada a la Revolución Industrial, la cual requería muchas de las materias primas producidas en América y en Santo Domingo en particular; Francia como “madre” de Santo Domingo y además por su parte estaba en su propia Revolución Francesa y sus ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad en la lucha contra el feudalismo y la nobleza, que tan profundamente han influido al mundo de aquellas épocas; y por último lugar la Corona Española, en alerta por la situación de Francia, que también hizo temblar a su propio imperio y a sus posesiones debido a los aires de revolución. Es decir que los esclavos de Santo Domingo se enfrentaron heroica y organizadamente a estos gigantes. Antes de la insurgencia final y efectiva que terminó en la independencia de Haití, hubo varios levantamientos por lo menos desde 1758, pero la estocada final para el Reino de Francia llegó en 1791 y por influencia paradójicamente de la propia Francia aunque en contraposición a ella.

La insurrección maldita

Mucho han escrito sobre los escarmientos que han dado los blancos a los negros esclavos cuando decidieron sublevarse y romper sus cadenas y así alentar a sus hermanos, también al revés cuando las víctimas de un sistema tan cruel como lo fue la trata de esclavos se convirtieron en dirigentes de las insurrecciones por la libertad y la igualdad. Aquí nos concentraremos en cómo fue posible que las víctimas se convirtieran en sujetos de su propia liberación y como dijimos más arriba, la lucha de estos hombres y mujeres esclavos se entremezcló con la influencia de la Revolución Francesa a nuestras tierras.
Una noche de agosto de 1791, Baukman, un esclavo originario de Jamaica se convirtió en el líder de los esclavos en una asamblea que mezclaba misticismo vudú y demandas políticas de libertad. La rebelión de estos esclavos organizados se propagó rápidamente por los actuales territorios de Haití y República Dominicana y así más de cien grandes haciendas azucareras y más de mil haciendas cafeteras fueron incendiadas. Más de 40.000 esclavos insurrectos conformaron un ejército a los que luego se les sumaron una fracción de mulatos hastiados de su carencia de derechos frente a los blancos. Baukman caería muerto pero el ejército de esclavos no se rendiría frente a las tropas francesas. ¿Cómo se atrevieron a desafiar estas especies “inferiores” a la corono francesa? Se habrán preguntado los políticos locales. El historiador marxista C.R.L. James diría que dicha respuesta se encuentra en la estructura de la gran hacienda esclavista que como las grandes fábricas de la metrópoli concentra enormes cantidades de trabajadores disciplinados y divididos según las tareas. Esa dinámica para el trabajo llevada a la rebelión es lo que posibilitó la victoria y disciplina de estos valerosos hombres y mujeres.
A la muerte de Baukman, el que le siguió como líder del ejercito era el esclavo Toussaint L’ouverture, que a diferencia de otros esclavos no vivió en barracas sino que fue cochero lo que le permitió vivir en mejores condiciones y tener cierto a acceso a la cultura, accediendo a algunas de las ideas de la Ilustración, como que los hombres éramos iguales por naturaleza.
Derrotada la conspiración dirigida por Baukman, Toussaint y el ejército se replegó a la parte Este de la isla de Santo Domingo, que se encontraba bajo dominio español. Allí se incorporaron al ejército del Rey de España, a cambio de la promesa de la libertad de los esclavos que se unieran a su reino. Para España esto significó la posibilidad de herir a Francia quitándole su colonia más rica. Pero la situación de ésta última giró, al llegar los jacobinos (el ala más radical de la burguesía al comienzo de la revolución) al poder y radicalizarse la revolución y dar lugar al surgimiento de la comuna de París que agrupó al pueblo pobre, proletarios, artesanos y sans culottes (literalmente, los “sin calzones”, los miembros de las clases más bajas y la mayor parte del ejército revolucionario). En agosto de 1792 llegan comisionados de la Asamblea Legislativa de Francia para disciplinar la colonia y otorgar derechos políticos. Pero a su llegada a Santo Domingo, las masas en Francia tomaron el Palacio de las Tullerías, símbolo de la monarquía. Un año después se proclamó que “los hombres nacemos y devenimos iguales en nuestros derechos” y se consideró libres y ciudadanos de Francia a todos aquellos esclavos que combatieran junto a la república. Tiempo después Toussaint desertaría del ejército español y se uniría al bando francés republicano. C.R.L. James diría que así surgió el jacobinismo negro, la república radical era ahora la bandera del proletariado negro. Los trabajadores esclavos de Santo Domingo conquistaron su libertad y se encontraron a la cabeza del nuevo gobierno, con Toussaint, como líder indiscutido, como gobernador.
Así las cosas, las disputas entre la burguesía y la nobleza en la metrópoli, abrieron el camino a la irrupción de las masas plebeyas en Francia y a su vez los esclavos contaron con éstas como apoyo sincero. Apoyo que fue debilitado por el avance de la reacción en la metrópoli y, posteriormente, con el ascenso de Napoleón Bonaparte. El gobierno de Napoleón, en Francia, buscó afianzar el nuevo orden social conquistado, lo que implicaba reconquistar los dominios coloniales y restablecer la esclavitud.
Enviados de Napoleón intentaron conminar la unión a través del odio racial de los mulatos hacia los negros para dividirlos, ya que estos últimos se encontraban en las principales posiciones del ejército y del gobierno.
El último intento de Bonaparte fue con un ejército de 60.000 hombres que enfrentó al ejercito de ex esclavos que inscribieron en sus banderas “Libertad o Muerte”, él cual dio una derrota rotunda a uno de los ejércitos más poderosos del mundo, produciéndose luego la Declaración de Independencia el 1 de enero de 1804 y la creación de Haití.
El acta de Independencia declaraba: “morir antes que vivir bajo su dominación” y su redactor exclamó al finalizar: “Para avanzar en redactar el acta de independencia, nosotros hemos necesitado por pergamino la piel de un hombre blanco, su cráneo para escribirlo, su sangre por tinta y una bayoneta por pluma”
La colonia de Santo Domingo se transformó así en Haití dando paso a la primera revolución social, que logró construir un Estado nacional propio y la primera en lograr la independencia en América Latina.

Nadia Petrovskaia

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