La crisis de migrantes en Europa aumenta sin cesar y se hace cada vez más precaria la violencia entre el personal de seguridad y los inmigrantes, al tiempo que crece y se hace más tensa la relación entre la ciudadanía y los inmigrantes. Buena parte de los ciudadanos europeos se preguntan alarmados: ¿A dónde conducirá todo esto? ¿Quién está detrás de este fenómeno?, ¿A qué se debe la crisis de inmigración en Europa y quién o quiénes son los responsables?
Las anteriores son, aproximadamente, las interrogantes que, sobre el asunto, formula y trata de responder el analista político especializado en temas del Medio Oriente Brandon de Turbeville en un artículo publicado en la revista digital Activist Post.
“La crisis de inmigración no se ha formado orgánicamente ni se ha formado en el vacío. La gente que trata de entrar en Europa en las últimas semanas es muy diversa, pero la inmensa mayoría de ellas huye de países a donde Occidente, Estados Unidos y la OTAN han tratado de llevar la paz y la democracia utilizando para ese fin bombas, tropas o terroristas en años recientes.
“Los oligarcas europeos saben bien que ellos son responsables por el desplazamiento masivo y están trabajando por la explotación de ese fenómeno para sus propios fines” -enfatiza Turbeville.
Es obvio que Europa no puede aceptar tanta inmigración irrestricta que ya hace estragos económicos y culturales sobre algunas de sus naciones. Los europeos reclaman su derecho a la cultura y al desarrollo de sus capacidades en sus propios países, como cualquier otro ser humano en el planeta.
Europa se ha visto abrumada por grandes oleadas migratorias desde naciones del Medio Oriente y África, así como desde otros países del llamado Tercer Mundo, incluso anteriormente a la presente crisis siria.
Pero al igual que Europa puede, con toda lógica, negarse a permitir estas oleadas de inmigración indeseada, los inmigrantes tienen derecho a exigirle el cese de las acciones que generan el clima de inseguridad y muerte que les lleva a escapar de un infierno que Occidente ha lanzado sobre sus naciones.
Así, el primer paso que debe darse para evitar la afluencia masiva de inmigrantes a Europa -en opinión de Turbeville- es el cese inmediato de los bombardeos de Siria y garantizar la suspensión total e inmediata de la ayuda al Estado Islámico, al frente al-Nusra, al Ejército Sirio Libre (FSA), o a cualquier otro supuesto “terrorista moderado” en el Medio Oriente. Debe además permitirse que, con la anuencia del legítimo gobierno de Siria, se limpie de estos terroristas su territorio.
Los inmigrantes sirios no se van a Europa porque sueñen con debates sobre género conversando en los cafés de Paris o arrodillados a los pies de los monarcas europeos. Se van a Europa porque sus casas han sido demolidas, sus familias han sido asesinadas y su país está siendo destruido por salvajes.
“Así, Europa pudiera servir a la reconstrucción de Siria con un plan de inversión extranjera y créditos de varios de sus bancos centrales, destinados reconstruir la industria, los hospitales, las escuelas, los sistemas de saneamientos, las carreteras y la infraestructura civil de la nación árabe. Europa, en este sentido, debe extender una mano de civilizada cooperación a Siria”.
Pero, según Turbeville, “los oligarcas europeos no quieren ver un final pacífico y humanitario a la crisis en Siria, lo que hace necesario que los pueblos europeos, por sí mismos, comiencen a formar coaliciones, entre sí y entre las comunidades de inmigrantes, con el fin de obligarles a hacerlo.
La afluencia de “refugiados” en Europa se usa para asustar a la opinión pública europea con imágenes de fanáticos musulmanes, hordas de personal gritando en apoyo a los bombardeos contra el gobierno sirio.
Llevada por una serie de presupuestos económicos, éticos, y de cualquier índole, la clase gobernante ha abierto las puertas a la inmigración de países cuya cultura es muy diferente a la del país anfitrión y donde la mayoría de los ciudadanos de los países europeos lucha por la supervivencia mes a mes.
La afluencia de inmigrantes ha empeorado la situación económica de los trabajadores de menores ingresos creando, de hecho, una subclase de trabajadores de baja calificación y menores salarios que objetivamente compiten con los nativos e inmigrantes previos menos calificados de cualquier origen y con aquellos de salarios más bajos.
Ninguno de estos dos grupos entiende que han sido los elementos oligárquicos de las sociedades en las que conviven los que, desde el exterior, han creado esas condiciones con el propósito de alimentar la enemistad entre uno y otro bando, en competencia por los puestos de trabajo.
Manuel E. Yepe
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