domingo, mayo 08, 2016

Un libro imprescindible sobre Marx y Engels



Reproducimos una versión reducida del Prólogo al libro Marx y Engels, de David Riazanov, publicado por Ediciones IPS en el año 2012. Lectura recomendada para quienes deseen conocer sus ideas.

El trabajo de Riazanov es un clásico de la literatura de divulgación marxista. Y lo es por varios motivos. En primer lugar por la destacada trayectoria del autor como investigador y propagandista. En segundo lugar por su forma de aplicar el método del materialismo histórico a la narración de la propia conformación del marxismo como teoría y movimiento político y social. Por último, porque permite un conocimiento bastante exhaustivo de la actividad militante de Marx y Engels desde los orígenes del marxismo hasta la disolución de la I Internacional, los últimos años de Marx y la labor posterior de Engels hasta su muerte.
Este último aspecto es para destacar, dado que por obra del academicismo, el costado militante de la actividad de Marx se ha secundarizado o directamente mantenido en el olvido durante las últimas décadas, construyendo una imagen de Marx como un teórico separado de la organización concreta de la clase obrera. Y en realidad, el rol militante de Marx no es un aspecto más, dentro de muchos otros, sino que es un punto central para la comprensión de su obra.
Entrelazando las biografías personales con los grandes hechos históricos que marcaron el período, Riazanov remite de los procesos que influenciaron a Marx y Engels a los que están en la base del surgimiento de la clase obrera y el marxismo: la Revolución industrial inglesa y la Revolución francesa.
En Alemania, la Revolución de julio de 1830 en Francia y la insurrección de Polonia en 1831 generan un nuevo empuje de los movimientos revolucionarios, compuestos principalmente de jóvenes y estudiantes, los cuales sufren el castigo del régimen monárquico luego de una insurrección fallida. La resistencia de los intelectuales y el naciente movimiento obrero serán las coordenadas desde las cuales Marx y Engels se relacionarán con la “izquierda hegeliana” y empezarán a intervenir en las cuestiones políticas de su tiempo. Engels escribiendo por su cuenta y Marx interviniendo en la Gaceta Renana, bajo dirección de Moses Hess, donde escribe su conocida crítica de las leyes que prohibían la utilización comunal de la leña y el derecho a proveerse de la misma en los bosques, que después el propio Marx señalara como un paso decisivo hacia su elaboración de la concepción materialista de la historia. Esta experiencia marcó el desarrollo político e intelectual de Marx profundamente.
Desde la fundación de la Liga de los Comunistas hasta la I Internacional, el enfoque de Riazanov destaca de manera permanente el carácter de militantes revolucionarios de Marx y Engels. Riazanov cuestiona las posiciones que presentan la relación de Marx y Engels con la organización obrera de su época como si esta hubiese sido relativamente externa. Así, desde la vinculación con el movimiento cartista, las tentativas tendientes a realizar en Bruselas un congreso general de los partidarios del comunismo, la ruptura con Weitling en 1846, la conformación de la Sociedad de Educación Obrera de Bruselas, continuaba el trabajo de organización acometido por Marx y Engels. Riazanov destaca especialmente el papel de Marx y pone de relieve un “oficio” poco popular entre la intelectualidad en tiempos actuales, pero que ha sido fundamental en la historia del movimiento obrero; hablamos del papel del organizador revolucionario: “A los historiadores les ha pasado inadvertido este trabajo de organización de Marx, a quien presentan como un pensador de gabinete, y no han conocido el papel de Marx como organizador, descuidando uno de los aspectos más interesantes de su personalidad. Si no se conoce el papel que Marx (y no Engels) tuvo por los años 1846-47 como dirigente e inspirador de todo ese trabajo de organización es imposible comprender la importancia que tuvo luego como organizador de 1848-49 y en la época de la I Internacional”.
Marx y Engels participaron de la Revolución de 1848 en Alemania interviniendo como ala izquierda de la organización de la burguesía democrática. Sin embargo, el desarrollo de la revolución, con el fortalecimiento de la reacción y la capitulación del partido democrático frente a esta última, los llevó a modificar su punto de vista y radicalizar sus posiciones. Al balance de 1848 sucede en 1850 el “Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas”, que plantea la delimitación con el partido democrático y la necesidad de la que clase obrera tenga un programa y una organización independientes de aquel, impulsando la revolución más allá de lo que quiere la dirección de la burguesía y la pequeñoburguesía.
Estas conclusiones de Marx tienen una importancia capital para pensar los problemas de táctica y estrategia de la clase obrera en su época y en la actual. El Manifiesto Comunista había sentado las bases y principios fundamentales de la lucha de clases del proletariado y señalado el objetivo estratégico de la dictadura del proletariado como gobierno de transición hacia el socialismo y la sociedad comunista. La experiencia de 1848 demostró que el rol histórico progresivo de la burguesía ante los restos del Ancien Régime había llegado a su fin. Sin embargo, la clase obrera todavía no tenía la fuerza suficiente para tomar el poder, con lo cual se abría una etapa de experimentación y acumulación, que Alain Brossat –en su libro En los orígenes de la revolución permanente. El pensamiento político del joven Trotsky– definió como el “ya no más de la revolución burguesa y el todavía no de la revolución proletaria”, que luego de la derrota de la Comuna de París en 1871 daría lugar al desarrollo exponencial de la socialdemocracia alemana y a la primacía de la táctica electoral y sindical, dejando de lado (parcial o totalmente, según el caso) los problemas de la estrategia revolucionaria. Sin embargo, ya en un trabajo como Resultados y perspectivas, Trotsky, al calor de la experiencia de la Revolución de 1905 en Rusia, recoge las conclusiones de Marx y Engels en 1848 trazando una continuidad con las elaboraciones de estos y el análisis de la burguesía rusa y su debilidad frente a las tareas de la revolución en una interpretación que sobrepasaba los puntos de vista predominantes de la socialdemocracia internacional de ese momento, retomando desde una nueva y original perspectiva el planteo de la “revolución permanente”.
La explicitación de una perspectiva internacionalista es uno de los más importantes aportes programáticos del marxismo a la historia del movimiento obrero. Como dice Riazanov, Marx plantea una “tarea política extremadamente importante. La clase obrera no debe encerrarse en la esfera estrecha de la política nacional. Debe seguir con atención todos los problemas de la política exterior. Si el éxito de la obra de liberación de la clase obrera depende de la solidaridad fraternal de los obreros de todos los países, aquella no puede cumplir su misión si las clases que dirigen la política exterior aprovechan sus prejuicios nacionales para poner a los obreros de diferentes países los unos contra los otros, derramar en las guerras de rapiña la sangre del pueblo y despilfarrar su riqueza. Por esto, los obreros deben dominar todos los secretos de la política internacional; deben vigilar la diplomacia de sus gobiernos respectivos, resistirla, en caso de necesidad, por todos los medios y unirse en una protesta unánime contra los manejos criminales de los Estados”. La I Internacional tuvo el mérito de plantar esta bandera para el movimiento obrero mundial: “Conocer todos los secretos de la política internacional”, unir a la clase trabajadora más allá de las fronteras nacionales y luchar en todo el mundo contra la dominación capitalista. Estas ideas guiaron también la labor de Engels al frente de la II Internacional y constituyen un acervo estratégico fundamental para la clase obrera mundial.

Christian CastilloUn
Juan Dal Maso

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