domingo, julio 31, 2016

Pravda: un diario para construir el partido



Si Iskra fue un periódico para trabajadores que llegaba a cientos de lectores, logrando nuclear a las organizaciones marxistas dispersas en Rusia y en el exilio, Pravda se convirtió en un diario hecho por y para los trabajadores, con la colaboración de los intelectuales de izquierda.

En la nota anterior llegamos a la conclusión de que, para Lenin, la prensa cumple un rol completamente diferente al que le da la burguesía: “el periódico no es sólo un propagandista y un agitador colectivo, sino también un organizador colectivo”. Pero no cualquier organizador sino el de un partido de acción, es decir, que intervenga en la realidad política como un agente de peso para cambiar de raíz la sociedad. Pero ¿Cómo logró una organización de centenares influenciar a cientos de miles a través de un diario obrero? Para responder tomaremos la experiencia de Pravda (La Verdad) entre 1912 y 1914, momento en que funcionó bajo la dirección de Lenin.
Si Iskra fue un periódico para trabajadores que llegaba a cientos de lectores, logrando nuclear a las organizaciones marxistas dispersas en Rusia y en el exilio, Pravda se convirtió en un diario hecho por y para los trabajadores, con la colaboración de los intelectuales de izquierda. Para Lenin, un “periódico político es una de las condiciones básicas para la participación de cualquier clase de la sociedad moderna en los asuntos políticos del país en general” (1). Por eso, los trabajadores tenían que tener un periódico propio.
A comienzos de la década de 1910 se produjo un nuevo despertar de las luchas obreras y los estudiantes se radicalizaron. En 1911, 400.000 obreros se movilizaron el 1 de Mayo. Los bolcheviques se decidieron a actuar y en la Conferencia del partido de enero de 1912 –momento en que se profundizó la escisión entre éstos y los mencheviques– adoptaron a Pravda como su órgano de publicación oficial. La redacción se instaló en San Petersburgo, centro vital del movimiento obrero ruso y publicó su primer número bajo la dirección de Lenin el 5 de mayo de 1912. Quince días antes el zarismo había reprimido ferozmente a más de 6.000 mineros que estaban en huelga en la región de Lena (cerca de Siberia), dejando cientos de muertos y heridos. La ira de los obreros se despertó en todo el país y más de 300.000 personas participaron de las jornadas de lucha. Pravda aprovechó el momento e hizo su lanzamiento con una masiva campaña de agitación en las fábricas y también entre los mineros de Lena, para incentivar las suscripciones públicas. Fue la primera vez que se publicaba como periódico legal. Costaba dos kopeks y tenía cuatro páginas donde se mezclaban artículos económicos, del movimiento obrero, huelgas y noticias de la vida cotidiana de los trabajadores (sumado a 2 poemas proletarios incluidos en su primer número).
El Pravda denunciaba el verdadero carácter de explotación del sistema capitalista y el autoritarismo del Zar y a la vez, educaba a miles de obreros transformando las luchas económicas y sindicales en políticas. Combinaba en sus páginas la agitación de las bancas obreras en el Parlamento (la Duma), con elementos de formación marxista para explicar la situación nacional e internacional e impulsaba campañas políticas masivas para canalizar la bronca obrera en organización. En 1912 fue central la campaña por un sistema de jubilaciones para todos los trabajadores.

Los corresponsales, columna vertebral de Pravda

Lenin tomaba como ejemplo el diario norteamericano Appeal to Reason (Apelando a la Razón) que contaba con medio millón de suscripciones de trabajadores urbanos y rurales y cientos de corresponsales. Su lenguaje sencillo y popular permitía una rápida difusión. El dirigente revolucionario pensaba aplicar la misma “receta” a la coyuntura política rusa porque consideraba que la forma más rápida en que los obreros adquieren conciencia de clase era a través de su propia experiencia. Por eso pensaba la prensa en forma estratégica, para construir el partido revolucionario.
Cada vez más corresponsales de toda Rusia enviaban 40 denuncias diarias –en la reconocida sección “Informes de Corresponsales” (similar a nuestro De Buena Fuente)– y se crearon más de 500 grupos que apoyaron financieramente la salida del Pravda. En las cartas los obreros denunciaban las condiciones de explotación a los que eran sometidos, opinaban sobre campañas electorales, elecciones de delegados en las fábricas y diferentes temas de interés y de la vida cotidiana que afectaban al conjunto del pueblo. Estas crónicas eran columna vertebral del diario.
Los trabajadores rusos identificaron al diario bolchevique como “nuestro diario”. Si el primer número tuvo una tirada de 25 mil ejemplares, en las semanas siguientes superó los 60 mil. Algunas fábricas competían entre sí por el mayor número de suscriptos.
Las obreras rusas también denunciaron las condiciones de explotación y de opresión en la sección especial titulada “Trabajo y vida de las obreras”. Se informaba acerca de las manifestaciones y preparativos para la conmemoración del Día de la Mujer e impulsaba la creación de organizaciones sindicales y políticas de mujeres.
Lenin planteó que el periódico tenía que dividirse en regionales (Moscú, Urales, Ucrania, etc) y sumar suplementos, entre ellos, uno sindical. Su tensión por el uso de la prensa fue constante. No sólo escribía notas sencillas explicando la naturaleza del sistema capitalista y la necesidad de superarlo, también enviaba críticas a notas, aportaba con ideas y mantenía una correspondencia constante con el comité editorial durante su exilio.
La información que podía extraerse de los números de Pravda fue fundamental para tener una lectura científica del estado de ánimo de las masas. “Nos proporcionan, por primera vez, con datos muy precisos, sobre los más diversos aspectos del movimiento de la clase obrera y de la vida del trabajador” (2). Los corresponsales actuaron como antenas trasmisoras del estado de ánimo del proletariado.

La censura y los “fondos de hierro”

El diario logró publicarse de lunes a sábados a pesar de las demandas judiciales, las clausuras, la detención de militantes, las multas y los juicios. Debió cambiar de nombre en ocho oportunidades para sortear la censura zarista. También se crearon imprentas clandestinas para evadir los controles. Muchos trabajadores donaban un día de su sueldo para los “fondos de hierro” destinados a pagar las abultadas multas que recibía casi a diario. Estas contribuciones expresaban el “sentido de pertenencia” que tenían los sectores de vanguardia del movimiento obrero con Pravda, al que consideraban como “nuestro diario”.
La persecución policial y la fuerte campaña antibélica que se venía gestando desde las páginas del diario leninista llevaron finalmente a que el Zar clausure la publicación en julio del 14, en plena guerra mundial.
Pravda cobró fuerzas nuevamente a comienzos de 1917 cuando se convirtió en el “tribuno del pueblo” y en el organizador colectivo durante todo el proceso revolucionario. Los cuadros, militantes revolucionarios que dirigieron la insurrección, se forjaron al calor de las experiencias de esos años (muchos comenzaron a militar luego del ascenso obrero de 1912) y conformaron la vanguardia del partido revolucionario, como veremos en la nota de la semana próxima.

Claudia Ferri

1.Lenin, “Los resultados de seis meses de trabajo”, 1912. www.marxists.org.
2.Lenin, Ibíd.

Pravda en números

2.873 contribuciones de grupos de trabajadores en colectas y fondos entre 1912 y 1914.
645 números publicados.
11.000 cartas se recibían por año (entre 35 y 40 por día).
60.000 ejemplares llegó a ser la tirada media.
49 eran las ciudades a las que llegaba Pravda por intermedio de sus corresponsales.

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