Desde que escuchamos la conferencia de presentación de las Aguafuertes cariocas de Arlt, ofrecida por Martin Kohan en la Biblioteca Nacional y luego publicada en Ideas de Izquierda, teníamos ganas de exponer algunas reflexiones. Estas Aguafuertes…, injustamente inéditas durante tanto tiempo nos habían impactado cuando las leímos por primera vez, luego de comprar un ejemplar (del que estaba “prohibida su venta”) en el Parque Rivadavia.
El viaje de Roberto Arlt a Río de Janeiro es opuesto a los viajes enumerados por Viñas en su clásico Literatura argentina y realidad política y que considera fundantes de la literatura y el ensayo nacional. No es ni colonial, ni utilitario, ni balzaciano, ni ceremonial; y mucho menos estético. Podría decirse que apenas es periodístico y, como en cierto sentido afirma Kohan, es nostálgico. Viaja para extrañar Buenos Aires, para reafirmar su porteñismo. Interesante la tesis de Kohan, entre el entusiasmo inicial que muestran las primeras crónicas y el desencanto posterior emerge la porteñidad al palo. Río de Janeiro pasa de ser admirablemente amable, culta y civilizada; a convertirse en despreciablemente sumisa, ignorante e insoportablemente aburrida.
El porteñismo radical de Arlt seguramente formaba parte del prisma con el que miraba Rio de Janeiro. Sin embargo, el reconocimiento más profundo del territorio social que debía cronicar para los lectores del diario El Mundo también fue parte del giro brusco que lo llevó del encantamiento inicial, en gran parte superficial, a la desilusión posterior.
Apenas leímos estas Aguafuertes, habíamos posteado una referida a los literatos, los escritores y los intelectuales, donde Arlt afirma que para conocer un país hay que “vivir….vivir por completo al margen de la literatura…” y observar de cerca la vida popular.
Es ahí donde se encuentran los elementos de verdad de sus observaciones sociológicas y político-ideológicas. Frente a la sumisión, desorganización y despolitización que veía en los obreros cariocas, reivindicaba al obrero argentino, a sus bibliotecas, a sus clubes sociales, a su interés por la cultura (aunque sea superficial), a su combatividad y rebeldía. Arlt iba marcado por la experiencia del movimiento obrero argentino pre-peronista, todavía con reminiscencias anarquistas, con una nueva formación socialista y comunista (del “tercer periodo” que como cuenta Hernán Camarero, paradógicamente llevó al PC argentino a realizar un gran trabajo “fundacional” en el movimiento obrero); y también de la tradición sindicalista. Izquierdas varias que fueron parte de la tradición “nacional” y fundacional del movimiento obrero argentino.
(Paréntesis: Acá se podría parafrasear al Borges del “escritor argentino y la tradición” y decir que la “tradición obrera nacional”, era en cierta medida la todo el “occidente obrero” -o gran parte de él- que habían traído consigo los inmigrantes y no la que el peronismo consideró exclusiva: el paternalismo bonapartista de los “grasitas” y “descamisados”)
No era esa la experiencia del naciente movimiento obrero carioca y brasilero, país en el que, como cuenta en una de sus crónicas, se había abolido la esclavitud hacía tan sólo cuarenta y dos años.
Mucha agua pasó bajo el puente desde aquellos años a esta parte. La conferencia se dictaba justo en los días junio con los millones de brasileños en las calles. El “agregado cultural” de Brasil en el país, impulsor de la publicación de estas aguafuertes (no pudimos dejar de imaginar a un Arlt diciendo “¡Me caigo y me levanto!, un ´agregado cultural´ publicando mis notas de viaje que me llevan 30 minutos de laburo por día”); no sin cierto temor, afirmaba que quizá ese Brasil pacífico y armonioso estaba llegando a su final y esperaba que la cosa se encamine para bien (algo de “destituyente” veía en las movilizaciones el intelectual progresista y carioca).
En Brasil se fundó un “Partido de Trabajadores” que llevó a un obrero metalúrgico a la presidencia de la nación y desarrolló un aparato político y cultural monumental que se convirtió en la experiencia “transformista” más importante del continente y sirvió para sostener la desigualdad y el atraso relativo al Brasil burgués.
En la Argentina surgió el peronismo que llevó adelante una verdadera “batalla cultural” (que no es un invento kirchnerista) contra las tradiciones de ese movimiento obrero admirado por Alrt, desde Rio de Janeiro.
“Nuestro obrero es discutidor porque entiende de cuestiones proletarias. Hace huelgas, defiende rabiosamente sus derechos, estudia, bien o mal (…)”, se enorgullecía desde Río de Janeiro.
Mientras la hija de Roberto Arlt que (otra paradoja) había sido durante años parte de la Cátedra de Literatura Inglesa de Filosofía y Letras, elucubraba en su intervención sobre el permanente “extrañamiento” de Arlt, porque en realidad supuestamente iba a nacer en otro lugar (Alemania, creo) y finalmente nació acá; nos quedamos interrogando ¿cómo hubiese visto Arlt al movimiento obrero moldeado por el peronismo (“doble conciencia” si las hay), de las“alpargatas sí y libros no” y del “yo no me meto en política, siempre fui peronista”? Moriremos con la pena y con la duda…mientras tanto nos queda la lucha por recuperar lo mejor de esas tradiciones de obreros que “entienden de cuestiones proletarias”.
Fernando Rosso
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