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martes, enero 10, 2017
Pablo Picasso, un eterno explorador
En el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires puede verse una muestra de dibujos de las distintas etapas del gran artista malagueño.
Un trozo sustancial de la historia de Picasso, un artista que marcó al siglo XX porque fue él mismo marcado por los acontecimientos convulsos de su tiempo, está recorrido en la muestra del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba), que permanecerá hasta el 28 de febrero: “Pablo Picasso: Más allá de la semejanza. Dibujos de la colección Musée National Pablo Picasso-París”. Son 74 dibujos confeccionados desde que el artista tenía 16 años hasta poco antes de su muerte en 1973.
Desde Charité (Caridad), de 1897, cuando a sus 16 años el gran artista malagueño expuso por primera vez (fue en Barcelona, y entonces incorporó su apellido materno y fue para siempre Pablo Ruiz Picasso) hasta Mousquetaire à la guitare et tête (Mosquetero con guitarra y cabeza), de 1972 -un año antes de su muerte-, las paredes del Mamba muestran las exploraciones de Picasso en el mundo humano. El dibujo fue el terreno en el cual Picasso desarrolló sus investigaciones artísticas; esos dibujos y bocetos fueron la base de una obra que cambió la historia del arte moderno.
En las distintas etapas de Picasso, desde aquellos bocetos adolescentes que indagan en el dolor de las personas, en sus miserias, el artista construye y deconstruye la figura humana, muestra su naturaleza animal, cambiante, enigmática, incluso monstruosa, con sus deformidades y sus potencialidades de desintegración; también su potencia creadora, transformadora, la reinvención que los hombres hacen continuamente de sí mismos. En su vida Picasso produjo algo más de 20 mil dibujos en los que se despliega su pensamiento artístico en lápiz, grafito, carboncillo, tinta china, pastel, en un juego de formas que componen una elegía de la libertad: él también se reinventa a sí mismo.
Picasso estuvo entre los iniciadores de las vanguardias artísticas del siglo XX, siendo uno de los personajes fundamentales en la ruptura de la perspectiva, último estatuto renacentista vigente en el siglo XIX y los comienzos del XX. Sus figuras geométricas fragmentan líneas y superficies; crea la “perspectiva múltiple”, que representa todas las partes de un objeto en el mismo plano. En otras palabras: rompe todo compromiso con la apariencia de las cosas. Las cosas, en su manifestación, suelen parecer lo contrario de lo que realmente son -en la vida, en la economía, en la política. Por eso, en los dibujos y las pinturas de Picasso se ve una nariz de perfil, un ojo de frente: ya no hay un punto de vista único, se suprime la sensación de profundidad. Es una revolución estética de tiempos de crisis, guerras, revoluciones y enormes conmociones.
Picasso fue, con Georges Braque, el creador del cubismo, término inaugurado por el crítico francés Louis Vauxcelles, quien escribió peyorativamente de la pintura L’Estaque, de Braque, que estaba compuesta por “pequeños cubos”. Era la herramienta expresiva que necesitaba en la etapa de su vida artística que transcurre entre 1909 y el comienzo de la Gran Guerra.
En la muestra del Mamba se ve Buste de femme (Busto de mujer), de 1907, una forma abstracta que se anticipa en años al Kandinsky de 1911. “Fue por entonces -diría Braque- que conocí al artista y al hombre (…) pude ver una determinación inquebrantable, un extraordinario, ardiente deseo de libertad”.
André Breton y otros referentes del surrealismo -vanguardia artística surgida luego de la Primera Guerra Mundial- admirarían hondamente el trabajo de Picasso.
Picasso, rodeado de intelectuales y aristócratas, mimado por la crítica, millonario, irascible, obsesivo, siempre disconforme con él mismo, perteneció políticamente al Partido Comunista francés y también al PC español. Intervino en los Congresos de la Paz organizados por la burocracia moscovita en 1948 (Wroclaw, Polonia), 1949 (París) y 1950 (Londres). Sin embargo, el arte de Picasso fue lo opuesto al “realismo socialista” que el Kremlin había transformado en brutalmente obligatorio para coartar toda libertad expresiva de los artistas. En Moscú le habría ido mal, muy mal.
En definitiva, vale la pena llegarse al Mamba (avenida San Juan 350, CABA) para ver el recorrido de un artista excepcional.
Pablo Picasso tuvo todo lo que necesitaba para ser lo que fue.
Alejandro Guerrero
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