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domingo, mayo 14, 2017
Diálogo con Walter Martínez y Alida Sanoja: “Botar la máquina y agarrar la metralleta”
Walter Martínez y Alida Sanoja, con el destacado historiador cubano Rolando Rodríguez.
De visita en Cuba, el periodista Walter Martínez concertó una cita con el presidente del Instituto Cubano del Libro (ICL), Juan Rodríguez Cabrera, para conversar acerca de la posible publicación de 76 domingos, Premio Nacional de Periodismo en la Prensa venezolana. De intermediario sirve Rolando Rodríguez, historiador, presidente fundador del ICL (institución que cumple 50 años), amigo personal de Walter y colaborador estrecho del Comandante en Jefe, Fidel Castro. La casualidad hace que La Jiribilla se entere del asunto y busque la manera de “colarse” en la cita, como una chaperona que no quiere perder la oportunidad de escuchar, de buena tinta, los criterios de tan relevante periodista acerca de la situación en Venezuela, en su relación con el contexto latinoamericano inmediato.
Esperamos a Walter en el lobby del hotel donde se hospeda con su esposa, la abogada laboralista y Licenciada en música, Alida Sanoja Maneiro. Su aparición se ve secundada inmediatamente por personas que le hacen patente la calidad y el valor de su programa Dossier, que los cubanos vemos a través de Telesur. De manos de Rodríguez Cabrera, Walter recibe una pequeña bolsa, timbrada con el lema “Leer es crecer”, con varias novedades editoriales cubanas que le arrancan espontáneas frases de agradecimiento e inmediatos anuncios de promoción en su programa. Interpelaciones de visitantes, camareras y empleados lo siguen hasta la cafetería, donde nos sentamos a compartir los temas de orden y un café. Responde incluso a una llamada telefónica de un joven de 17 años de edad que sabía que su padre estaría en ese momento con el visitante. De magnífico humor bromea con el joven y le agradece, con amabilidad humilde, la deferencia de sintonizarlo. “El cariño aquí es tan espontáneo —añade Walter, reconociendo que tanto intercambio no le produce tensión—, allá a veces no sé con quién estoy hablando: ¡hay tanto facho!”.
Al hablar de Dossier, Martínez revela que diseñó cada detalle, desde el uso del mapa, que compró a la NASA mucho antes de que existiera el programa, hasta la mesa de plexiglás transparente, y el propio concepto de visualidad y respeto por la información y el análisis periodístico, con las frases que le sirven de slogan y que tan bien lo identifican.
Nuestra conversación, luego de haber aceptado la encerrona de La Jiribilla, tiene un tema obligado de partida: el papel de Luis Almagro en la agresión a Venezuela a través de la OEA. Los memes, la sátira con las variaciones del apellido y su vinculación con el Frente Amplio uruguayo, sospechosa ante su conducta presente en la presidencia de la OEA, son el camino a una conclusión inmediata: es el caballo de Troya del neoliberalismo político en el continente. El objetivo es recuperar los niveles de incidencia injerencista que la OEA había perdido con el surgimiento del ALBA y los avances sociales de gobiernos como los de Bolivia, Ecuador, el Brasil de Lula, Nicaragua, Argentina, y la Venezuela de Chávez y Maduro, por supuesto. Y han atacado al sector de la clase media, acota Alida, en Argentina, Brasil, Venezuela… Han conseguido que la de México deje de luchar y se declare perdida.
Alguien pregunta si no se ha arreciado la agresión con el triunfo de Alianza País en Ecuador y ambos visitantes responden al unísono que sí, que el triunfo de Lenín Moreno pone una nota alta en la confrontación y, sobre todo, en las estrategias de injerencia e invasión que desde los Estados Unidos se proyectan. El triunfo de Alianza País ha arreciado la presión sobre Venezuela, agrega ella, y se impulsa enseguida en su enumeración, y el anuncio de candidatura de Lula en Brasil, y el posible regreso de Cristina Fernández. La formación militar de Walter Martínez define con frecuencia el modo de ilustrar su explicación, acudiendo a analogías que den fe del panorama.
El tema de la Constituyente a la que ha convocado la República Bolivariana de Venezuela, a través de su presidente, legítimamente electo, hace que Walter deje el batón en manos de Alida, como especialista en temas legales. La Constituyente es un golazo de Maduro, como lo es el modo en que enfrenta los ataques a través de las redes sociales las redes sociales, donde más fuerte lo asedian con tergiversaciones de imágenes y creaciones de falsos positivos, sobre todo en Instagram. Usan, por ejemplo —agrega con indignación palpable—, la foto de un guardia bolivariano que ayuda a un herido como expresión de un guardia que maltrata a un ciudadano indefenso. No hay palabras, sino una imagen que luego va a ser manipulada a voluntad, sin la menor ética periodística o política. Reproducen el esquema de la Plaza china de Tiananmen para crear un patrón de equilibrio comparativo entre lo que allí ocurrió y lo que ocurre en Venezuela. El objetivo es simple: hacer creer que Venezuela es Tiananmen.
Alida se exalta mientras habla. Acuden varios ejemplos, tanto de los usados hoy con Venezuela como de los que se emplearon para desacreditar a China en el caso Tiananmen. Los paralelos responden a un patrón único de construcción de la noticia y, sobre todo, de las consecuencias que esa noticia ha de traer.
Como un chispazo, aparece el zunzuneo con su libreto que ‒asegura Alida‒, parte de estudios hechos por los gringos para trabajar en la psicometría, a partir del comportamiento en las redes sociales. Cada like, cada interacción en las redes, va a una base de datos que suministra información para conseguir la penetración cultural, amenaza permanente que no deberíamos subestimar. Una vez más compartimos los ejemplos, que a veces son simples alusiones, aunque Alida no ceja, arrecha, como se manifiesta en contra de tanta manipulación.
En los sectores más pobres de la población, añade, a los que solo la Revolución Bolivariana ha favorecido, influyen a través de medios como la televisión y la radio. Tergiversan el desabastecimiento y la guerra económica, y no son pocos los medios que todo el tiempo atacan en esas zonas pobres donde la radio y la televisión son importantes. De ahí que Fidel creara aquí Radio Rebelde, para tener su propia voz.
Trataron de convertir el Concierto por la paz que se efectuó en La Habana en un golpe abierto contra Chávez, desde la frontera colombiana. Logramos contrarrestarlo con las redes sociales y la interacción online. Crean una especie de diplomacia cultural espuria, que es puro ejercicio de intervención política. En ese trabajo consiguen incluso la colaboración de personas que han recibido financiamiento y recursos de la propia Revolución Bolivariana, para que sean parte de la manipulación, y apoyen indirectamente el golpe continuado. En Cuba, asegura, pasando la mirada de uno en otro, la agresión va más por la vía cultural que por las redes.
Otra interpelación de un visitante a Walter nos lleva a recordar a El Nacional, “que una vez fue prensa”, se lamenta el periodista. Mientras pateaba los cerros, continúa Walter, esperar por El Nacional era obligatorio. No comenzaban si los de El Nacional no habíamos llegado. No existe ese Nacional, se lamenta con furia. A Miguel Otero Silva le negaron la posibilidad real de dirigirlo, aunque lo mantuvieron en la nómina, para emplear su prestigio. Hoy El Nacional es un servil instrumento del golpe continuado.
La Constituyente vuelve a ganar protagonismo en el análisis de Alida. La Constitución necesita protección contra golpes como el del Carmonazo ‒explica‒, la soberanía sobre la industria petrolera y la defensa jurídica del presidente legítimo de la nación. Lo mismo sucede con la protección de los nuevos actores que ha creado el chavismo, invirtiendo numerosos recursos y atención ciudadana y colocando nuevos poderes en manos de esa ciudadanía.
La reacción de la derecha y el shock de los gringos con el lanzamiento de la Constituyente demuestran, en opinión de ambos, el valor que puede tener para la Revolución su aprobación. Es importante hacer saber que no se tocan los derechos ganados, porque son evolutivos, insiste Alida, sino que se busca garantizar la permanencia de derechos creados por la Revolución Bolivariana. Se necesita refrendar constitucionalmente esta nueva correlación de fuerzas, muy diferente a la imperante cuando se rotaban el poder dos partidos muy similares entre sí.
Walter Martínez pide “cinco minutos de micrófono” para referirse a este aspecto: La tradición venezolana rotaba dos poderes: Acción Democrática y COPEI. Idealizábamos lo que hacía COPEI como algo progresista y de los desposeídos. Sin embargo, la realidad que yo percibí al llegar a Venezuela fue que no les interesaba ese discurso, pues lo consideraban un discurso “de ñángaras”, o sea, de comunistas. A mi llegada desde Uruguay, encontré un respiro en Venezuela, pero la tesis era que la izquierda no jugaba. Los dos Partidos terminan aliándose para mantener el estatus que nadie quiere. En aquel entonces yo recorría de punta a cabo los cerros y veía la situación, que a ninguno de ellos importaba, lo cual me provocaba botar la máquina de escribir y agarrar la metralleta. Así lo escribí y así me lo publicó El Nacional de entonces.
En estos momentos, pretenden resolver el problema de la impunidad que existe en Venezuela con el ejercicio de la violencia. Es un punto de quiebre: Venezuela, mayor reservorio del planeta, petróleo, agua, recursos naturales al alcance de la mano. Chávez se niega a las bases militares, Ecuador las expulsa y Estados Unidos consigue plantar siete enclaves en Colombia, con leyes totalmente abusivas, al punto de que, ante cualquier delito que cometan los soldados extranjeros, tienen que ser entregados al mando militar. Dicho en otras palabras, en Colombia les han entregado la soberanía nacional a las bases militares gringas.
El silencio momentáneo que sigue a la contundente frase, se rompe con el elogio del programa televisivo Mesa redonda, que era una luz en Telesur y hemos dejado de verlo aparecer. Luego se examinan los roles de Telesur, otra vez las bases militares en Colombia y de ahí se pasa a los peligros que afronta la guerrilla en desarme y la posibilidad de que se vaya de un solo lado la correlación de fuerzas, razonamiento que se enlaza, inevitablemente, con una invocación de Walter a Luis Carlos Galán, el líder asesinado en 1989. El tiempo cierra la conversación y gira el tema hacia el asunto de 76 domingos, título que bien podría ser uno de los más demandados de la próxima Feria Internacional del Libro de La Habana.
Walter recuerda, con ese mismo orgullo con que asegura ser su propio productor y haber diseñado cada mínimo detalle de Dossier, cómo el trabajo que concluyó en este libro, que cuenta ya con varias ediciones, vino a entregarle la triple corona de Premios Nacionales de Periodismo en Venezuela: TV, radio y prensa impresa. Fueron 76 semanas en las que mi esposa y yo no supimos más que de trabajo intenso y dedicado ‒concluye Walter.
Nos despedimos junto a la puerta del Meliá Cohíba, sorteando otra interpelación de cariñoso reconocimiento al afamado visitante, ese responsable del programa televisivo que da sustancia informativa a las noches y autor del libro que esperaremos en la próxima Feria.
Jorge Angel Hernández
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