viernes, octubre 13, 2017

Star Trek Discovery: la utopía en tiempos de crisis



De la prosperidad y la conquista del espacio soñadas en los '60 a los "tiempos monstruosos" de Trump.

El 24 de septiembre pasado se estrenó Star Trek Discovery, la nueva serie de la cincuentenaria franquicia Star Trek, producción que como ninguna otra le mostró a más de una generación un futuro en el que la humanidad logra dominar los viajes interestelares y se lanza a explorar la galaxia.
La nueva producción lleva un tinte mucho más oscuro que la original de los ’60, un contraste que vale la pena indagar.

Diversidad

De un impacto visual abrumador y con grandes dosis de acción y entretenimiento, Discovery, producida y emitida por Netflix, llega luego de 13 años sin nuevas producciones televisivas de la franquicia, y 8 años después del relanzamiento que implicó la trilogía de films a cargo de J.J. Abrams. En la “cronología Trek”, la trama se ubica 10 años antes de las aventuras originales de Spock y el capitán Kirk, y se centra en el conflicto con los Klingons, humanoides que ya jugaban en la serie original el papel de principales antagonistas.
Como ocurriera en el pasado, la serie coloca en papeles protagónicos a miembros de colectivos oprimidos. Mientras que en la serie original tuvo lugar el primer beso ‘interracial’ televisado (entre Kirk y la teniente Uhura), en esta oportunidad la protagonista, la primer oficial Burnham (encarnada por la actriz de The Walking Dead, Sonequa Martin-Green) es una mujer negra con una mentora de origen asiático, y hay numerosos protagonistas homosexuales –la falta de personajes miembros del colectivo LGTBI en entregas previas fue duramente criticada, ya que la ausencia de identidades sexuales diversas contrastaba con la convivencia y las múltiples relaciones entre las más variadas especies extraterrestres.
No son las únicas marcas del presente.

Ayer

La serie original (1966) fue producida en plena carrera espacial, en el marco de lo que los apologistas del capital llamaron los “30 años gloriosos”, y con una Unión Soviética que incluso parecía adelantar al mundo capitalista en la carrera espacial. Bajo una óptica optimista por este desarrollo, Star Trek se figuraba la eliminación de la pobreza y las guerras en la Tierra, el fin del lucro como principal rector de la actividad humana, la abundancia de recursos, el desarrollo tecnológico y hasta una federación democrática interestelar.
Las series posteriores, emitidas sobre todo en los '90, replicaban este esquema, pero inspiradas en la falsa suposición de que la caída del Muro de Berlín abriría la posibilidad de un desarrollo sin fronteras.

Hoy

La actual situación de crisis económicas y políticas a nivel global no alientan las mismas ideas. Star Trek Discovery es por lejos la más oscura de las series trekkies. Mientras que el perfil de exploradores espaciales por ahora es completamente secundario, la acción, la guerra y las prácticas e investigaciones ilegales tienen el primer lugar en la pantalla. A diferencia de todas las realizaciones anteriores, el capitán de la Discovery, Gabriel Lorca (Jason Isaacs), aparece como un personaje por lo menos inquietante, cuyo verdadero rol en la serie (¿villano?) habrá que ir develando.
Uno de los virajes fundamentales en la trama de la serie es una reconfiguración de los Klingons. La serie desenvuelve como nunca antes cómo su carácter belicista responde al intento de mantener lo que denominan su “singularidad cultural”, en oposición a la diversidad reinante en el universo de Star Trek Discovery. Los creadores de la serie han hecho explícita la vinculación de esta visión, resumida en la consigna “Mantente Klingon”, con la campaña nacionalista y xenófoba del presidente norteamericano Donald Trump, “Hacer grande a América nuevamente” (Make America Great Again); Aaron Harberts, co-productor ejecutivo, afirmó que esta avanzada “fue bastante provocativa para nosotros, y no era necesariamente algo en lo que queríamos inclinarnos por completo, pero estaba sucediendo, estábamos escuchando las historias” (salon.com, 22/9).
Por su parte, el actor estrella Jason Isaacs señaló que “estamos viviendo en tiempos monstruosos, no podemos bailar alrededor de ello. Tiempos de división, horribles, cuando todo tipo de cosas que pensamos que habían sido enterradas vuelven a la superficie, y son alentadas por los más poderosos del planeta” (ídem) –dando cuenta del impacto tanto del mensaje fascistizante de Trump como de la creciente polarización social en Estados Unidos ("tiempos de división").
Estos rasgos de la serie pueden no ser de la simpatía de los seguidores tradicionales de Star Trek, que han encontrado sus principales atractivos en su fuerte anclaje en la ciencia ficción y en una humanidad que parecía haber hecho de la Tierra un paraíso y ahora proyecta al espacio los conflictos terrestres.
Con todo, el propio Isaacs asevera que “mantenemos una visión optimista de lo que el mundo podría ser: una mejor visión de nosotros mismos” (ídem). En la serie, el nacionalismo Klingon se opone a la diversidad racial que exhibe una Federación Unida de Planetas, inspirada en los viejos ideales del liberalismo burgués sobre la fraternidad entre las naciones, que se hicieron añicos frente a la evolución imperialista del capitalismo.
Finalmente, de lo que se trata para poder pensar en una humanidad que vaya “donde nunca antes” es de luchar por transformar las relaciones sociales y abrir todas las posibilidades de desarrollo que el capitalismo obstruye.

Leandro Morgan

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