martes, octubre 17, 2017

Zama, víctima de la espera



Don Diego de Zama, aún en los paisajes más abiertos y más bellos, está encarcelado. Es víctima del sistema burocrático que él mismo ayudó a consolidar. Zama es un funcionario de la corona española durante los tiempos del virreinato del Río de la Plata, a fines del siglo XVIII, y pasa sus días junto a sus dominados, aborígenes y campesinos, esperando una carta que llegue desde España para de una vez por todas moverlo de ahí y volver a Buenos Aires. Por eso debe cuidarse y ser cauteloso para impedir que nada obstruya ese deseo.
La historia del triste burócrata es el tema de Zama, la última película de Lucrecia Martel, seleccionada para ir a los premios Oscar de la Academia de Hollywood en representación de Argentina y la nominada a mejor película Iberoamericana de los Premios Goya.
El gran desafío de Lucrecia Martel (Salta, 1966) fue narrar visualmente la espera de su personaje, mostrando cómo la ansiedad y la angustia pueden consumir la moral de un ser humano. Filmada en las provincias de Formosa, Corrientes y Buenos Aires, la película se construye a partir de paisajes en movimiento. El trabajo de fotografía, como la intensidad de las locaciones, le brinda a Martel una paleta de colores, brillos y oscuridades para llenar con sus personajes. Los detalles y pequeñas explosiones de acción componen un cuadro general donde se va hilando el lento pulso de la espera de Zama. Un trabajo íntegro, donde la fotografía, el guión, los vestuarios y las actuaciones se congenian a la perfección, para completar la fórmula de una película condenada a ser un clásico.
Directora de La ciénaga, La niña santa y La mujer sin cabeza, Martel vuelve a recurrir, desde otra perspectiva, a un tema que la obsesiona: los mecanismos sutiles y silenciosos de la opresión que, acumulados, estallan en violencia, como en una caldera. Sus películas son en apariencia lentas, porque es en la intimidad de cada personaje donde se agita la frustración.
Zama está basada en la novela homónima del escritor mendocino Antonio Di Benedetto, una obra central de la literatura argentina. El autor, que estuvo detenido durante la última dictadura por sus artículos periodísticos, se consagró con su novela como uno de los más grandes de la lengua española. El trazo sutil de su Don Diego de Zama parecía difícil o casi imposible de versionar cinematográficamente, pero Martel, que no se limita a reponer sin más la anécdota, logró con maestría añadir nuevas capas de sentido a un libro extraordinario. En ambos, con sus respectivos lenguajes, la parquedad y la sencillez se muestran como sensaciones extrañas, capaces de poner frente a un abismo a los espectadores.

Federico Cano

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