martes, julio 23, 2019

Los días de la Brigada Simón Bolívar en la revolución nicaragüense

La revolución de Nicaragua causó una gran simpatía y una amplia solidaridad activa a nivel internacional.

Si en una amplia cantidad de países se extendían los comités de solidaridad que no se reducían a actividades públicas de apoyo sino con el aporte material de toda índole que de una u otra manera se hacía llegar a la tierra de Sandino, de igual manera centenares viajaron a Nicaragua, sobre todo jóvenes, antes y durante la revolución. Muchos se alistaron voluntariamente en las filas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) o en las distintas tareas según su especialidad, como fue el papel de los médicos, en trabajos logísticos de retaguardia, o en la cobertura periodística de los acontecimientos.
Organizaciones políticas de casi toda la izquierda latinoamericana enviaron sus voluntarios en acuerdo con la dirección del FSLN para enrolarse en sus filas, casi no había nacionalidad del continente ausente en Nicaragua, y más aún de la propia América Central. Desde septiembre de 1978 se había hecho presente la Brigada Panameña Victoriano Lorenzo que se formó bajo la venia del gobierno del General Torrijos. Por eso la iniciativa de conformar la Brigada Simón Bolívar no se trató de un hecho aislado. Respondía a esa profunda corriente de solidaridad latinoamericana con la revolución nicaragüense y la de combatir con las masas insurrectas, y se inspiraba en la tradición de las brigadas internacionales que pelearon en la Guerra Civil Española. Sobre la misma hacemos aquí un breve relato.
El 13 de junio de 1979, en una rueda de prensa en Bogotá, la dirección del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) colombiano, vinculado a la corriente trotskista internacional que dirigía Nahuel Moreno, anunció la creación de la Brigada. Pero la fecha solo era una manera de burlar a los medios de comunicación, por las implicancias que podría tener todo un movimiento logístico en la organización de una brigada de estas características, o un posible boicot que se podría tener. Para el anuncio sus primeros combatientes ya se encontraban en los campamentos del Frente Sur (frontera con Costa Rica), en un proceso de entrenamiento militar.
La Brigada Simón Bolívar —cuyo impulso fue alentado por la corriente de Nahuel Moreno— se conformó con el objetivo de agrupar a quienes en los distintos países de América Latina estaban dispuestos a alistarse como combatientes en la lucha por derrocar la dictadura de Somoza. Sus integrantes no se reducían a los de formación trotskista, en la misma participaron activistas de izquierda y dirigentes sindicales que de manera entusiasta se alistaron para combatir militarmente. La misma fue integrada por voluntarios llegados de Colombia, Panamá, Costa Rica, Argentina, Chile y básicamente cuando se llega a Centroamérica, por luchadores nicaragüenses. Sus organizadores calculan que cerca de 1.500 se alistaron como voluntarios en Colombia, aunque no todos llegaron a participar.
Este destacamento tuvo el objetivo de actuar, en cuanto Brigada, en forma independiente políticamente del FSLN, aunque bajo su mando militar. Pero la Dirección Nacional Conjunta del FSLN, que aceptó la participación de la Brigada Simón Bolívar (BSB), no permitió que actuara como columna militar con conducción propia, sino que exigió que sus miembros combatieran como individuos dentro de las escuadras guerrilleras del FSLN. Y el lema que la identificaba era: “Así debe ser: Sandinistas al poder”.
Así relatan sus organizadores, en un informe presentado meses después, cuando realizan el acto de disolución de la brigada en Bogotá: “A la hora de la insurrección final, la Brigada Simón Bolívar apoyó militarmente al FSLN. Varias columnas de guerrilleros nicas que se integraron al Frente Sur cuando se iniciaba la ofensiva de Sapoá, fueron formadas con la participación dirigente de miembros de la BSB. Por instrucciones del Estado Mayor del Frente Sur, se integró en junio [de 1979] el primer contingente de brigadistas que simbolizó la presencia en Nicaragua (…).” [1]
En un informe se lee: “(…) –reclutamiento de combatientes voluntarios en los países de América Latina. Cerca de 1.500 permanecieron como reserva en sus diferentes países, constituyendo una fuerza de presión contra cualquier agresión imperialista e impulsando tareas de solidaridad; –incorporación de un contingente de 56 compañeros brigadistas al Frente Sur, por instrucciones del comandante Edén Pastora; –impulso de una columna guerrillera para combatir en la Zona Atlántica. Esta columna entró a Bluefields, después de la caída de Somoza y barrió allí con el somocismo que seguía en pie (…)”. [2]
Edén Pastora, en ese entonces jefe del Frente Sur del FSLN, emitió un comunicado oficial donde se deja constancia de la presencia de la BSB en dicho frente: “A nombre de la Dirección Nacional Conjunta y de los combatientes del FSLN, reciban un saludo fraternal, revolucionario y sandinista para los compañeros de la Brigada Internacional Simón Bolívar, dispuestos a tomar parte en la lucha libertaria del pueblo de Nicaragua […]. En el primer contingente de la Brigada que se encuentra aquí, y está dando los pasos para su incorporación, vemos representados a los voluntarios que se encuentran en Colombia.” [3] La Brigada Simón Bolívar tuvo un saldo de tres de sus integrantes muertos en combate, todos en el Frente Sur, estos fueron: Mario Cruz (Pijao), Max Leoncio Senski (Roberto), y Pedro J. Ochoa (Biófilo).
Si bien en el Frente Sur no se pudieron conformar como una columna propia, distinto fue su ingreso en Bluefields, debido a las particularidades que presentaba la región. Bluefields, ubicada sobre la Costa Atlántica, era una región económicamente importante para la dinastía somocista a causa de sus recursos pesqueros, petroleros, agrícolas y madereros, y se alzaba como el último reducto del somocismo en Nicaragua.
La particularidad de ingresar como columna propia a esta región es que el FSLN no tenía presencia organizada que ejerciera un mando central, o tenía una débil presencia e injerencia en esta zona atlántica. Es de destacar que casi toda la mayor parte de la población, con sus ciudades y pueblos más importantes se da hacia la costa del Pacífico, incluyendo el grueso de su actividad económica, diferente de la zona atlántica escasamente poblada. El único lugar que se destaca es Bluefields y al que solo se accedía por barco, de allí la escasa o nula presencia del FSLN. De acuerdo con relatos de participantes, alrededor de 70 combatientes de la BSB zarparon de Puerto Limón, Costa Rica.
Pero allí ya estaban protagonizando el proceso revolucionario militantes, prácticamente milicianos, todos ellos negros, que se reivindicaban miembros del FSLN pero que, en la realidad, tenían nulo o poco contacto con ellos. Esto facilitó el entrelazamiento con los integrantes de la BSB y que participaran de los combates producto de la resistencia que aún ofrecían los sectores del viejo régimen. Una vez controlada toda la situación y cuando se estableció un gobierno local con los integrantes de la propia población, los integrantes de la BSB se dieron a la tarea de organizar sindicatos y milicias entre los trabajadores del puerto. Al finalizar este conflicto, se produjo en Bluefields el desembarco de un gran número de miembros del FSLN, para tomar el control de la ciudad e incorporarla a las directivas políticas del conjunto del país.
El otro contingente de la Brigada Simón Bolívar que llegó a Managua el 19 de julio de 1979 como parte de las tropas del Frente Sur, se dedicó inmediatamente, en medio del caos de la revolución, a la actividad de organizar sindicatos. Ésta fue una de las actividades fundamentales de los integrantes de la Brigada luego del triunfo de la revolución, estimular y participar en la formación de sindicatos. Todo esto apoyado en que muchos de ellos tenían experiencia sindical en sus respectivos países. Además, incentivaron la ocupación de tierras, la oposición a la disolución de las milicias y la crítica como burgueses a integrantes del naciente Gobierno de Reconstrucción Nacional que efectivamente tenían una fuerte presencia de la burguesía antisomocista.
En el informe antes señalado, los coordinadores de la BSB destacan especialmente en el balance de su participación en Nicaragua pos triunfo de la revolución: “(…) –formación de 92 sindicatos o comités de fábrica, para constituir la Central Sandinista de los Trabajadores (CST). Éstos fueron los primeros sindicatos de la CST y a partir de ellos se creó realmente la central y la coordinadora con representación de los trabajadores. Los sindicatos se formaron a partir de reivindicaciones mínimas, de tareas de control y de defensa de la revolución. La importancia de esta actividad se destaca si tenemos en cuenta que un mes después de la expulsión de la Brigada, el setenta por ciento de los sindicatos de Managua está representado por los que organizamos”. [4]
Estas actividades fueron las que la dirección del FSLN no empezó a tolerar, no sólo por su encuadramiento de toda iniciativa por fuera de su control, acostumbrado tal cual todo partido ejército burocrático a ejercer el mando verticalmente, sino podrían ir o iban en contra de sus políticas oficiales. Por ejemplo, podrían ver el proceso de reorganización sindical como una amenaza de transformarse en organizaciones sindicales independientes por fuera su control, aunque dichos sindicatos terminaban encuadrados en la oficial Central Sandinista de Trabajadores que recién se creaba. Lo mismo puede decirse de la política del FSLN de disolver las milicias y el desarme de la población – según algunas estimaciones solo en Managua fueron disueltos alrededor de 5 mil milicianos y obligados a devolver las más de 100 casas, todas ellas tomadas a somocistas, donde tenían sus bases milicianas–. Y claro está su política de cuestionamiento a la Junta de Gobierno.
Toda una situación que llevó a que la dirección del FSLN convocara a Managua a mediados de agosto a una “reunión” a los integrantes de la BSB, que en verdad de reunión no tenía nada, sino que fue solamente para comunicarles que serían expulsados. Los integrantes de la BSB se hicieron presente con varios miles de nicaragüenses que los acompañaron a dicha reunión con la dirección del FSLN. Ésta terminó decidiendo la expulsión de alrededor de 70 integrantes de la BSB de Nicaragua. Estos brigadistas fueron entregados al gobierno de Panamá, donde fueron sometidos a vejámenes e incluso torturas, para luego ser deportados a Costa Rica los centroamericanos, y el resto de los extranjeros, a Colombia. Acto seguido, la dirección del FSLN procedió a disolver la Brigada. Reubicaron a los nicaragüenses que estaban vinculados a ésta en Managua y otras poblaciones del Occidente, desarmaron a muchos combatientes ligados a la Brigada, entre ellos los que se encontraban en la zona de Bluefields.
De acuerdo con declaraciones del propio Nahuel Moreno, “Concretamente, como se informó en la prensa mundial, la BSB fue expulsada por: 1) Organizar sindicatos (unos 80) a través de asambleas democráticas de los trabajadores; 2) promover la ocupación de tierras por los campesinos desposeídos; 3) promover la organización de milicias populares y 4) denunciar como burgueses a algunos miembros de la Junta de Gobierno.” [5]
Pero frente a este hecho se dio un acto vergonzoso. Se trató del hecho que miembros del entonces llamado Secretariado Unificado (SU-Cuarta Internacional), terminaron justificando la medida de la dirección del FSLN. En una declaración entregada a comienzos de septiembre de 1979 por dirigentes del SU, firmada por Charles-André Udry y Peter Camejo sostuvieron: “Defender a esta revolución, es apoyar el combate en cuya vanguardia se encuentra el FSLN. Todas las actividades que traten hoy de crear una división entre las masas movilizadas y el FSLN van en contra de los intereses de la revolución. Éste fue el caso de la actividad concreta de la ‘Brigada Simón Bolívar’.”
Agregaron que: “Este grupo, de hecho, tenía una política dual. Para capitalizar el prestigio de los combatientes del FSLN, se cubría con su bandera. Pero al mismo tiempo, en las organizaciones de masas, su política sectaria trataba de separar a los trabajadores de su vanguardia […] En una situación política y económica en que es necesaria una gran unidad en la lucha, la dirección del FSLN tenía razón en exigir a los miembros no nicaragüenses de este grupo, el cual se definía ante todo como una organización militar, que abandonaran el país.” [6]
Así vendrán otros textos y declaraciones en el mismo sentido, como el firmado por Barry Sheppard y Mary Alice Waters y titulado “La Brigada Simón Bolívar usada como pretexto” [7] realmente canallesco, que expresaba el disciplinamiento de esta corriente política a la dirección del FSLN. Se trataba de sectores que apenas meses atrás venían conformando durante 16 años una organización común con la corriente liderada por Nahuel Moreno.
Este hecho obviamente llevó a una ruptura entre las mismas, al violentarse el elemental principio de la defensa de los militantes, más allá de sus diferencias políticas que puedan existir, del encarcelamiento y la tortura a manos de sus enemigos de clase.
Aunque luego de la expulsión de Nicaragua, prácticamente la Brigada estaba disuelta, el día 1º de septiembre, en Bogotá, se realizó un acto con la presencia de brigadistas y simpatizantes, convocados por el PST y la Comisión Coordinadora, para hacer “el balance final” de la Brigada Simón Bolívar y proceder a su disolución.

Milton D’León

Notas

[1] “Se disuelve la Brigada Simón Bolívar”, El Socialista, No. 171. Bogotá, 14/9/79.
[2] Ídem.
[3] “La Brigada Simón Bolívar: Un alto ejemplo de internacionalismo”, en Nicaragua: ¿Reforma o revolución? Recopilación de artículos y documentos, publicado por el PST de Colombia bajo la coordinación de Carlos Vi, 1980, p. 524.
[4] Ídem.
[5] Escuela de Cuadros (Venezuela 1982) Disponible en: http://www.geocities.ws/moreno_nahuel/30_nm.html
[6] Editorial de Intercontinental Press, Vol. 17 No 31, New York, 3/9/79.
[7] Barry Sheppard y Mary Alice Waters, “El imperialismo lanza una campaña de propaganda contra los sandinistas. La Brigada Simón Bolívar usada como pretexto”, Editorial de Intercontinental Press, Vol. 17, No 31, New York, 3/9/79.

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