martes, julio 23, 2019

Reportaje: René Tamariz, la revolución en los ojos de un militante trotskista

René Tamariz, nicaragüense, es hoy un dirigente sindical docente en uno de los principales sindicatos de Costa Rica, Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza (APSE), donde desde hace años ha batallado contra la burocracia sindical.
Es fácil advertir el peso político de René cuando se lo ve tomar el micrófono en una Asamblea de 700 docentes y plantarse exigiendo un plan de lucha escalonado. La xenofobia anti-nicaragüense, ampliamente extendida en la sociedad costarricense, no impidió a René convertirse en un dirigente reconocido. René influyó en la formación de dirigentes de las más dinámicas organizaciones trotskistas contemporáneas en Costa Rica, principalmente a través de una novedosa interpretación de la revolución costarricense de 1948, que permitió abrir en el trotskismo una discusión de carácter estratégica que no se ha cerrado del todo.
A tres años de pensionarse, hoy peina canas. Espera escribir sobre la revolución nicaragüense una vez jubilado. Tiene un lugar privilegiado para lograrlo, ya que siendo un joven de 22 años fue militante activo de la IV Internacional (orientada por el mandelismo) durante la última revolución del siglo XX, la nicaragüense. Hemos conversado con René sobre sus experiencias de la revolución, a 40 años de la misma. Revisamos en este diálogo los años previos a la revolución del 79, la insurrección, los años posteriores y el último periodo, de derrota de la revolución y su migración a Costa Rica.

Granada antes de la Revolución: Secundarios entran en acción

En 1974 René empieza su activismo como simpatizante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), “pues era lo que más se escuchaba, empecé siguiendo las noticias sobre el secuestro de una casa que había realizado el FSLN. Del 76 al 79 fueron años de convulsión”.
Oriundo de Granada, una hermosa ciudad en la parte norte del Lago de Nicaragua, se da el lujo de decir que “en esos años acaudillé la organización de secundaria en Granada”. Nos comenta del enorme proceso de tomas de iglesias, colegios secundarios y mitines espontáneos en barrios, mientras la mirada distante permite notar la facilidad con que esas imágenes se grabaron y se sostienen en el tiempo.
En una ocasión, con motivo de una toma de su propio colegio secundario, nos comenta sonriendo que se acercó a hablar con el director del centro educativo, a quien simplemente le dijo “el colegio está tomado, hagan el favor de salir usted y todos los profesores”. En el mismo tono, pero sumando una gota de arrogancia, se enorgullece de que “en el año 77 me negaron toda la matrícula en los colegios públicos de Granada”, por lo cual tuvo que terminar su secundaria en Masaya, al noroeste de Granada, lo cual no le impidió mantenerse políticamente activo dentro de secundarios en Granada.
“En el año 78 y 79 las movilizaciones eran inmensas. El movimiento estudiantil muy activo, habían actividades barriales todas las noches, de la cual participaban el PS, el PC, etc. Habían debates públicos en las universidades y a nosotros, como Liga Marxista Revolucionaria, nos dejaban participar”.
Eran elecciones estudiantiles para el centro universitario, donde participaban secundarios. El eje del debate era la lucha contra Somoza y la forma de derrocamiento de la dictadura, del método de lucha, enfrentando en debate a las tres tendencias del FSLN. “Nosotros hacíamos énfasis en la necesidad de incorporar a los trabajadores en la huelga, al pueblo al general, e impulsar organismos de poder, cerca de la Tendencia Proletaria, frente a la estrategia que privilegiaba el campo a la ciudad”.
En ese tiempo previo a la insurrección, la Liga Marxista Revolucionaria (LMR) tuvo acercamiento con la Tendencia Proletaria del FSLN. “Es importante que previo a la insurrección incluso hubo una convergencia de alguna gente de la Tendencia Proletaria que se incorporó a la LMR, estábamos de acuerdo con el método de trabajo, por la concepción de la revolución; trabajo más sobre los trabajadores, por una organización más cercana a un partido proletario. El eje en ese momento era abajo Somoza y tomamos del morenismo ‘gobierno del FSLN y de los trabajadores’ mientras que el FSLN no quería gobernar ellos solos, sino compartir el poder”. Estos fueron los ejes políticos sobre los cuales el trotskismo nicaragüense giró y debatió en esos años.
En setiembre de 1978 la Guardia lo detuvo. De inmediato le hicieron un simulacro de fusilamiento. Después lo mantuvieron preso durante 15 días. “Allí podía escuchar la tortura a los miembros del FSLN”. En el centro de detención la Guardia Nacional lo calificó de tirabombas, que después fue inspiración para sus camaradas, quienes pasaron a llamarle Molotov, y ya después, de cariño, Molo. Con mediaciones familiares logró salir del centro de detención con una amenaza de que no habría segunda oportunidad. Debido a ello se mudó a Chichigalpa, cerca de Chinandega, casi al otro extremo de Nicaragua, donde vivió la insurrección del 79.

La insurrección

“Durante la insurrección la gente salía a la calle con el fusil al hombro o sin fusil”. Antes había comentado sobre la importancia regional de la revolución, ya que “la dictadura de Somoza era la dictadura predilecta de los yankees en Centroamérica, y a pesar de que había un crecimiento económico, había gran desigualdad”.
Sobre sus experiencias los días de la insurrección, recuerda que “estaba cerca del Ingenio San Antonio. La columna guerrillera se tomó las instalaciones del ingenio y desde allí se posicionaron, disparando contra la Guardia e incluso había gente que por la noche se acercaba al cuartel de la Guardia, para entrar en combate. La Guardia Nacional apoyaba a los suyos con aviones Push-Pull, había bombardeos contra la fábrica donde se procesaba el azúcar y otros lugares donde había guerrilleros. Había combates físicos y bombardeos. La gente apoyaba en la noche a la guerrilla. Hacíamos túneles durante el día, para poder cubrirnos del bombardeo, las bombas podían estallar en cualquier lugar”.
“Había temor y en la noche no se dormía, se estaba alerta por la situación de tensión. En ese proceso muchos jóvenes se incorporaron al FSLN. Muchos tomaban la decisión de contactar a los combatientes y se sumaban. EL FSLN lo que decía era tome el fusil y vaya a disparar desde las barricadas”.
“Entre junio y julio de 1979 el FSLN empezó a tomar ciudades, León, Estelí, hasta que al final sólo quedó Managua. Se escuchaban los bombardeos de Somoza, tirando bombas de 500 kg. Las tanquetas salían a la calle, pero no podían. Todo el pueblo estaba insurreccionado. La primera ciudad que es liberada es León, que es de Occidente y de allí se irradia a los lugares cercanos el triunfo”.
“En el ingenio azucarero las columnas guerrilleras tuvieron que replegarse a territorio más montañoso y la Guardia asumió temporalmente el control, había cateos en todas las casas para ver qué encontraban, pero a los pocos días la dictadura caía”.

De la LMR al PRT: El acercamiento al morenismo y la Brigada Simón Bolívar

A finales del año 79, la LMR se dividió debido al balance sobre el papel del grupo durante la Insurrección, debido a que para René “La LMR fue sectaria en relación al proceso insurreccional, no la vio [a la insurrección] en otras palabras. Además la dirección era unipersonal y libresca, quería tomar de los libros y bajarlo a la realidad. Quisimos hacer una dirección colegiada pero el dirigente rompió”.
Previo a esta ruptura, a inicios del 79 el morenismo había contactado a la LMR. “La posición de la LMR era abajo Somoza, gobierno del FSLN y de los trabajadores, sin participación de los burgueses. Moreno decía lo mismo”.
Es en el año 80, que empiezan las relaciones orgánicas. En ese tránsito entre la ruptura con el mandelismo y el acercamiento al morenismo tuvo origen el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
“El eje político cambia: fuera los burgueses del gobierno, expropiación de todos los capitalistas, control obrero de las fábricas, profundización de la revolución, apoyo al triunfo militar en El Salvador y Guatemala. En los años 80 empezamos una posición más crítica”.
Este giro tuvo consecuencias significativas, pues esta política contraria a las posiciones del FSLN, implicó que la seguridad del estado persiguiera y finalmente encarcelara a los dirigentes trotskistas.
“Llegaron a buscarme a mi casa, a hacer un cateo. Pero yo salí por detrás. Simultáneamente fueron a las casas de otros dirigentes y militantes. Nos querían meter presos pero nos escapamos. Fuimos a protegernos a Managua. Allí procuramos impulsar, tras la campaña de alfabetización, brigadas nuestras, dirigidas por trotskistas. Pero con represión física y encarcelamiento impidieron el trabajo. Bonifacio Miranda, Fernando López y a mí nos tuvieron presos un buen rato, después nos soltaron”.
Sobre la Brigada Simón Bolívar comenta que “eran combatientes, la gente los consideraba parte del frente, pero los internacionalistas generaban mucha simpatía. Si hubiera habido una relación más orgánica entre la LMR y el morenismo, probablemente habría sido mejor el trabajo, porque la Brigada no tenía lazos nacionales. Como no existía una relación orgánica entre la LMR y el morenismo lo de la Brigada se mantuvo en secreto para nosotros, pero luego se hizo público en Colombia y otros lugares de América Latina”. Cuando la Brigada se dio cuenta que iba a ser expulsada, le pasaron los contactos sindicales a los dirigentes del PRT. Y con orgullo menciona que la Brigada “creó cientos de sindicatos”.

La proletarización y sus enfrentamientos con el FSLN

En la medida en que el periodo insurrecciones se alejaba el FSLN empezó a cerrar espacios de discusión sobre la estrategia de la revolución. La represión política y física que ejercía el sandinismo sobre el PRT era pesada y es por ello que según René, de Moreno mismo vino una orientación para proletarizarse para sobrevivir. “Fue correcto, había que sobrevivir con la clase. Logramos sobrevivir, hacer un trabajo prole, acercar obreros, tener contacto con la clase y después aparecieron otros problemas al avanzar”
Bajo esta nueva orientación empezó realizando trabajo clandestino en la metalúrgica EMEN S.A. Allí logró obtener la posición de Secretario General del sindicato. “Como conquista de la revolución, en la fábrica nos daban desayuno y almuerzo, incluso cena si hacíamos horas extras. Una mañana llegamos y las cocineras nos comentaron que el refrigerador se había dañado y que si guardaban la comida ahí se podría poner mala, de manera que no estaba seguro el desayuno ni el almuerzo del día siguiente. Entonces hicimos una asamblea donde propuse que usáramos la refrigeradora que tenía el Gerente Financiero de la empresa.”
Los trabajadores fueron a la Gerencia Financiera, de donde se llevaron el refrigerador. Ante las amenazas del Gerente Financiero, lo invitaron a una Asamblea General, donde le impusieron al Gerente una sanción de tres días sin sueldo y ser escoltado en ese mismo instante afuera de la empresa, por propuesta de René. Cuando el Gerente General notó lo sucedido, mandó a llamar al Secretario General, que convocó a Asamblea para explicar por qué los trabajadores no podían tomar esa decisión. Nuevamente por propuesta de René, el Secretario General fue destituido y finalmente René fue nombrado en su lugar.
Debido a su independencia política frente a la burguesía, que se expresaba en una crítica por izquierda al FSLN, éste empieza una política sobre René. Primero para ganarlo “me dieron un pasaporte para irme a estudiar a Bulgaria”. Como no cedió lo amenazaron con la seguridad del Estado. Al final, todavía siendo joven, el sandinismo lo enrola en la Reserva y lo saca de su centro de trabajo, donde volvió después para descubrir que el FSLN ya lo había removido como Secretario General y que sus antiguos compañeros ahora parecían tener miedo de hablar. “El FSLN cerró todos los espacios. En secundaria el sandinismo sacaba a patadas a los opositores. En la Universidad decidieron que ya no había debates políticos”.
Pasaron los años. Vinieron las elecciones de 1989, en las que decidieron participar. El PRT obtuvo unos 5000 votos, “una buena elección”, según él mismo. Estaban en un país con “una inflación que llegaba al 14 000% y con las consecuencias de una guerra civil que pudo haber significado la muerte de 120 000 jóvenes”.

La Contrarrevolución

“La revolución tuvo grandes conquistas, como la reducción en el precio de los alquileres, la extensión de la gratuidad de la salud y la alfabetización en todos los rincones del país. Pero la política del FSLN de mantener la revolución dentro de los límites de Nicaragua mató la revolución”.
Directamente señala que “el poder no había que compartirlo con la burguesía. El capitalismo logró sobrevivir, la propiedad privada, las cámaras de comercio, por la política del FSLN de pactar con ellos. Pero la burguesía no tenía ejército, la derecha estaba muy debilitada”.
Según René la política del imperialismo surtió efecto, debido a que la pérdida de la elección de 1989 por parte del sandinismo, que le daba todo el poder a la burguesía, significó la derrota de la revolución. La guerra con la contra implicó que “a las familias les llegaba bolsas con los cuerpos de sus hijos o en cajas selladas. La guerra por la revolución la dieron los chavalos de 16 a 22 años. Esto produjo una desmoralización debido a que la dirección sandinista no explicaba nada y la gente ya no quería entregar a sus hijos”.
Después de esa derrota electoral todo cambió. No sólo por la propia situación en Nicaragua, sino también por la caída del Muro de Berlín y la posterior desaparición de la URSS. “La gente dejaba los libros de marxismo tirados en el piso de las universidades, uno los podía recoger”.
En este marco todas las organizaciones políticas de izquierda desaparecieron en Nicaragua, salvo el FSLN. Pero René ya era conocido trotskista. En esa situación de crisis económica y de crisis de alternativa política, las posibilidades de conseguir empleo se reducían muchísimo, por lo cual junto con otros cientos de miles de nicaragüenses, cruzaron la frontera al sur, a trabajar en Costa Rica, donde después trajo a su familia.
Finalmente, le pedimos que recuerde una imagen para las y los jóvenes que inician en el camino de la militancia revolucionaria. Sin dudarlo mucho comenta “en la lucha estudiantil de secundaria hacíamos brigadas y nos tomábamos el colegio, desarmábamos a los guardias del colegio, los encerrábamos y nos tomábamos el colegio. Salió una tapa ‘audaz acción de estudiantes en Granada’ y aparecía yo con una pantimedia como capucha, entonces salimos en la primera foto de la prensa por tomar una escuela pública”
Por el tono rápido que usa entendemos que apuntaba a transmitir la audacia revolucionaria a las y los jóvenes militantes como herencia de la revolución nicaragüense. Sin duda alguna el llamado adquiere peso cuando se contrasta con las experiencias de un joven trotskista en la última revolución del siglo XX.

Esteban Fernández

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