domingo, enero 05, 2020

Norma Rae: una clase de sindicalismo feminista



El cine como escuela de lucha sindical

Sobre esta apreciable película (recomendable para las mujeres que tienen inquietudes sindicales y para los hombres que quieran entender), su director Martin Ritt, declaró «El lema de Norma Rae, que se inspira en la vida de muchas personas reales, me ha apasionado. Siempre he sentido cierta atracción por los excluidos, y lamento que las películas americanas consagradas en los últimos tiempos a las mujeres no hayan hecho un esfuerzo para presentar con rigor la condición de una obrera. La mayoría han tenido como heroínas a burguesas trastornadas, ligeramente ninfómanas o neuróticas. En Norma Rae he querido contar el caso de una mujer que “tiene algo en el vientre», de una mujer vulnerable, con los pies, en el suelo, de una luchadora», (en Revue beige du cinema, nº 21, 1981).
Con Norma Rae, Martin Ritt filma una de las películas más emblemáticas de los últimos años sobre la cuestión sindical., Norma Rae es una mujer viuda, con dos niños, uno de ellos natural, que vive con sus padres, también trabajadores de la fábrica textil, una existencia despreocupada, repartida entre el trabajo en la fábrica y las noches de diversión y moteles. No ha recibido ninguna educación ni cualificación profesional y su existencia es la vida alienada del trabajo. Allí llega un líder sindicalista de la TWWA, Reuben Warshosky. Es un hombre cultivado y vitalista que busca concienciar a los trabajadores acerca de sus derechos. Su actitud contrasta con las gentes de Hanleyville, sumidas en la apatía. Trata de hablar con los obreros, pero le rechazan, como si fuera sujeto extraño a la vida de la pequeña ciudad porque lo ignoran todo sobre sindicalismo y desconfían de sus intenciones: además es judío en el Sur profundo… Norma Rae le da algunos consejos y de que le escuchen los miembros menos apáticos de la comunidad rural. Mientras tanto a Norma, que ha mostrado sus primeras actitudes contestarías en la empresa, le ofrecen un puesto como cronometradora del trabajo de los compañeros, lo que significa una promoción, pero también situarse del lado de los patronos. Sus compañeros se lo hacen ver y renuncia a ese puesto y a los privilegios anejos, lo que significa un cambio en su vida y el nacimiento de un ideal solidario. Empieza a Iuchar por los derechos laborales, lo que es no sólo justo, sino, además, posible y necesario. Con muchas dificultades y con la ayuda de Reuben logra fundar en la fábrica un sindicato y, con ello, encuentra un sentido a su vida, hasta entonces vulgar y hasta despreciable.
A partir de ese momento su vida da un giro. Incluso en el ámbito personal, pues se casa con Sonny. Pero no renuncia a la lucha sindical ya separarse de Reuben, que para ella es el símbolo de esperanza que ha transformado su vida. El proceso se precipita cuando su padre muere en la fábrica al negarle el capataz un descanso en el trabajo. Norma se crece ante las dificultades que le ponen los empresarios, ante las habladurías del pueblo y hasta ante las reticencias de su marido, pero ve la necesidad de reflexionar más sobre el compromiso que ha tomado, lo que hace Con lecturas que le proporciona Reuben. La empresa trata de dividir al sindicato recién creado alentando las diferencias existentes entre blancos y negros, pero Norma suscita la toma de conciencia de sus compañeros y llama a la huelga. Llega incluso a ir a la cárcel por atentar contra el orden público. De vuelta a casa confiesa a sus hijos los errores pasados y les explica que «Sí vais un día a la fábrica, quiero que tengáis una vida mejor que la mía. Por eso es por lo que soy sindicalista. Hay que luchar por lo que es justo». A los pocos días, los obreros deciden en referéndum crear una sección sindical en la fábrica con lo que algo ha cambiado en la apacible ciudad de Henleyville. Reuben ha cumplido su misión y abandona el lugar ya Su compañera de luchas.
Norma Rae se encuadra dentro del cine militante en cuanto muestra el proceso de transformación que se da en una mujer que de ser una persona corriente de la clase obrera poco preocupada por sus condiciones de trabajo y deseosa de evadirse del mismo en sus horas de ocio pasa a erigirse en portavoz de las reivindicaciones laborales y en dirigente de vanguardia que lucha por sus compañeros.
Esta transformación viene contrapuesta cinematográficamente con el personaje del sindicalista neoyorquino, un hombre culto que en sus amores juveniles leía el «New York Times» con una abogada de Harvard…; la interrelación entre esos dos mundos (el burgués que ha adoptado la causa de los trabajadores desde la reflexión y el obrero que lleva una vida de inconsciencia «burguesa»} está muy lograda. (Reuben enseña con paciencia a Norma y hasta le corrige las faltas de ortografía de un panfleto y, sobre todo, la defiende cuando dos miembros del aparato del sindicato plantean la moralidad personal e la trabajadora. El retrato de Norma como una mujer inmadura, que aprende en carne propia y que comete errores ante la empresa s certero. Hay que subrayar el carácter feminista que tiene la película: la toma de conciencia que experimenta Norma como trabajadora supone también la adopción de un nuevo rol como mujer, porque su papel como sindicalista es posible gracias a la autonomía que adquiere con ese nuevo rol.
Aunque haya una simplificación inevitable, la película resulta convincente, tanto por la interpretación de enorme eficacia de Sally Field –fue premiada en Cannes- como por la descripción de la vida cotidiana y de la vida de trabajo en la ciudad de provincias; el director sabe ir a la esencial sin cargar las tintas, convertir la historia en un panfleto o presentar los conflictos en clave maniquea. Ha elegido la sencillez, sin complejos movimientos de cámara, con encuadres sobrios claridad expositiva en el relato. Ritt hace una película militante a través de la plasmación de un testimonio y no de un discurso teórico; muestra las condiciones laborales de los trabajadores de la fábrica en lugar de filmar a los obreros discutiendo sobre ellas o, lo que daría aún menos fuerza, a los cargos sindicales. No obstante, en esta historia el personaje de Norma Rae parece el de una mujer necesitada del varón que le conciencie y le haga salir de su alienación, decir, dependiente de un líder.
Por desgracia, Norma Rae no puede ser incluida entre estas últimas. Su mayor interés radica en su tema -la llegada de un líder sindicalista, de la Unión de Trabajadores Textiles, a un pueblo norteamericano en el que todos sus habitantes viven de la fábrica local textil, cosa que aprovechan sus propietarios, sus dirigentes y sus mandos intermedios para cometer todos los abusos del mundo-, pero el tema se queda sólo en eso, en un buen tema para una película malograda, que se pierde entre las brumas de lo fácil y lo previsible.
Cuando Reuben llega a la fábrica, sabe que necesita de alguien del pueblo que le ayude, si no quiere engrosar la nómina de sindicalistas que llegan cada cuatro años, y que se vuelven con las manos vacías. Sus sucesivos encuentros con Norma son al principio casuales, pero finalmente logra que Norma se inscriba en la TWWA. Cuando esto ocurre sabe que tiene posibilidades de vender, y no estaba dispuesto a parar hasta conseguirlo. Ritt se ha planteado el film -por algo se llama Norma Rae- desde el punto de vista de su heroína, viuda de 31 anos, con dos hijos de padres diferentes, y un poco ligera de cascos…
Siguiendo la vieja tradición del cine americano, Ritt pretende que el público siga la misma evolución que sigue su protagonista, y lo cierto que la mayor parte de las ocasiones lo consigue.
Es evidente el peligro de panfleto en una película de estas características. La precisión de Ritt, su rigor y su falta de grandilocuencia son los pilares básicos que permiten evitar este escollo. Lo cual no quiere decir que sea un film perfecto.
Se habla solamente de llevar el sindicalismo a la fábrica de un pequeño pueblecito del Sur, sin analizar para nada lo que podría significar. El sindicato entonces es presentado como un bien absoluto, como la única manera de poder luchar contra la explotación. Pero hay una escena donde Ritt hace trampa. Me estoy refiriendo a la llegada de los dos ejecutivos del sindicato que tratan de inspeccionar el trabajo de Reuben. Sus referencias a que han engordado, su actuación, lo farisaica de su puritana postura, hacen suponer que enfrentamientos como esos se producen con frecuencia a la vez que sirven a Rítt para aclarar que su postura está al lado de Reuben, y en contra de las burócratas aburguesadas. Pero la trampa de Ritt consiste en la resolución de la escena. En buena lógica, tras su enfrentamiento los dos ejecutivos habrían enviado una nota a Reuben, ordenándole que se Incorporara a su puesto en Nueva York mientras que en el film se dejan echar por Reuben. Ritt tiene la honestidad de presentar el conflicto, pero esa misma honestidad desaparece a la hora de resolverlo.
Por el contrario, Ritt acierta plenamente en ‘a descripción del carácter de Norma Rae. Impulsiva, inmadura, va a ir sufriendo en su propia carne, la dureza de una lucha desigual que pasará por la muerte de su padre -literalmente asesinado por los directivos de la fábrica, y resuelta la escena de su muerte al igual que la de su entierro, de forma modélica por Ritt- la despedida de su trabajo y la cárcel. Ritt no exagera ni la bondad de los representantes de un bando, ni la maldad de los explotadores. Si Norma demuestra su inmadurez al aceptar el puesto de vigilancia, los dueños de la fábrica se creen legitimados para ver en los sindicatos a su enemigo natural, y continuarán con las pautas de conducta que siempre han seguido.
La capacidad de síntesis de Ritt, el ir a lo esencial, su negativa a cargar las tintas, ya caer en el maniqueísmo, proporcionarán al film escenas tan extraordinariamente precisas como la conversación de Norma con el pastor, o la propuesta de matrimonio de Vea Bridges a Norma, sólo por mencionar dos momentos absolutamente diferentes.
Resulta bastante claro que Ritt, para Norma Rae -con respecto a Odio en las entrañas, por ejemplo, sacrifica cierta complejidad -ojo, nunca el rigor- en aras de una sencillez que haga la película fácilmente accesible. Vista en Cannes, resultaba muy difícil opinar dado el tipo de público que asistía a las sesiones de la prensa- si había conseguido su objetivo. Vista en Madrid en un cine de estreno, quedan pocas dudas sobre la eficacia de la película y sobre lo molestas que determinadas escenas resultan para los habituales espectadores de la Gran Vía. Me estoy refiriendo muy especialmente a la vuelta de Norma de la cárcel, cuando llega a casa, levanta a los críos y les cuenta todo, y en menor medida, a la escena del baño entre Norma y Reuben, o a la conversación de Norma con su marido, cuando éste le pregunta si se ha acostado con Reuben y ella dice que no.
En la medida en que se vayan creando entidades sociales y culturales activas, películas como Norma Rae pueden ser de gran utilidad para aprender deleitando. Para llegar todo ese enorme masa de trabajadores obligadas a iniciarse en la lucha por sus derechos.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

No hay comentarios.: