Indiscutiblemente, la media sanción del aborto legal conquistada por la marea verde fue el dato distintivo de la semana. Sin embargo, como este régimen fondomonetarista no otorga concesiones sin dar un golpe, el gobierno aprovechó este triunfo popular para hacer pasar en el Senado el robo de la movilidad jubilatoria. Este cinismo no deja de expresar, en buena medida, el temor a la reacción que pueda desatar el ajuste que se viene.
La potencia de la ola verde volvió a demostrarse en las calles, alrededor del Congreso y en todo el país. La juventud nuevamente se movilizó en masa, y se destacaron también miles y miles de piqueteras que afluyeron desde las barriadas -mal que les pese a los curas «villeros». La vitalidad de este pujante movimiento deja planteada la tarea de ir con todas las fuerzas a imponer la sanción definitiva en Senado, y por supuesto luego su implementación en todo el país -tomando nota de las concesiones que se hicieron a la Iglesia con la introducción de la objeción de conciencia individual e institucional y la reducción de la autonomía de las niñas gestantes.
También fue ilustrativo el debate en la Cámara de Diputados, porque evidenció la demagogia de los sectores antiderechos que denunciaban un supuesto operativo de distracción acerca del crecimiento de la pobreza… pero sin pretender el tratamiento de iniciativa alguna que atienda la pauperización social. Mientras tanto se aprobaba en el Senado condenar a la enorme mayoría de los jubilados a cobrar el año entrante un haber equivalente al 40% de la canasta de la tercera edad.
En realidad, si se quisiera atacar el problema de la pobreza, habría que sentar en el banquillo a todos los que gobernaron el país las últimas décadas, y siguen gobernando hoy, sosteniendo el saqueo del país. Alberto Fernández justificó ante la UIA que ajustaría en los planes sociales alegando que de la pobreza solo se sale con creación de trabajo, pero omitió explicitar por qué sucede lo contrario. Como explicó Gabriel Solano en su columna publicada en Infobae, la cuestión radica en el derrumbe de la inversión, ya que los capitalistas, nacionales y extranjeros, optan por fugar sus capitales y hasta convertirse en acreedores del Estado argentino. Una de las consecuencia de esto son las sucesivas devaluaciones de la moneda. Es este régimen parasitario el que sume en la pobreza a casi la mitad de la población.
Alberto Fernández pretende excusarse, al trazar el balance del primer año de su presidencia, en que la pandemia habría alterado todos los planes. Para demostrar que eso no es cierto basta recordar que ni bien asumió, en diciembre de 2019, incumplió su promesa de campaña de poner plata en el bolsillo de los jubilados, reemplazando la movilidad por aumentos por decreto. Luego impondría un 7% en las paritarias estatales, tensando hacia abajo todos los salarios, y ahora refuerza la confiscación cobrando Ganancias a los que por poco margen superan la línea de pobreza -actualizando un 35% el mínimo no imponible para 2021 contra una inflación proyectada del 52%.
A la par, Martín Guzmán participaba como invitado estrella de Paolo Rocca en el cierre del seminario anual que organiza el grupo Techint, como agradecimiento por el Plan Gas que le garantiza al pulpo subsidios millonarios a costa de los fondos públicos y de tarifazos y naftazos a los consumidores. Todo, como escenario para reclamar al ministro mayores rebajas impositivas para los capitalistas.
Lo que le contestó Guzmán, si desestimamos los eufemismos, es que la frazada es muy corta para satisfacer a todos. También definió al «plan plurianual» que negocia con el FMI nada menos que como la base de un acuerdo entre toda la política y la sociedad argentina. Con semejante rumbo de gobierno, emergió el curioso reclamo de Cristina Kirchner a la Corte Suprema, por carta pública, que podría traducirse como: ¿a qué se debe el apriete en su situación judicial, cuando el kirchnerismo ha respaldado toda la política de concesiones a los bonistas, el Fondo y el gran capital? Se trata de una posición defensiva, que reafirma una orientación reaccionaria.
Sin embargo, como mostró la marea verde, las agrupaciones de jubilados que protestaron frente al Congreso, y como plantea la convocatoria del Sutna al movimiento obrero combativo, ese rumbo deberá toparse con un pueblo que presentará batalla.
Buen domingo.
Iván Hirsch
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