La escalada en el este de Ucrania
Con 19 soldados ucranianos caídos en lo que va del año, como consecuencia de enfrentamientos con tropas de las regiones de Donetsk y Lugansk (las cuales buscan su autonomía respecto de Kiev), el conflicto de la región del Donbás se encuentra en su peor momento desde los llamados acuerdos de Minsk firmados en 2015 que, sin mitigar el conflicto armado completamente, supusieron una suavización del mismo. En los 7 años que transcurrieron desde el inicio de la confrontación, perdieron la vida más de 14 mil personas. La causa última del conflicto, la profundización de la orientación pro Otan de Ucrania, es decir de una avanzada por parte del imperialismo contra el área de influencia rusa histórica en la perspectiva de un copamiento completo del espacio que otrora ocuparan los ex estados obreros, sigue en pie, alimentando la continuidad de crisis políticas en la región. La respuesta de Rusia a esa orientación ha sido la anexión de Crimea, y el apoyo a los autonomistas de Donetsk y Lugansk.
De acuerdo a los funcionarios de Moscú, la movilización de las tropas que tuvo en vilo a buena parte del establishment internacional, fue una respuesta a acciones amenazantes de las FFAA ucranianas que anticiparían un “genocidio” de la población del Donbás. El gobierno ucraniano, por su parte, aprovechó la oportunidad de la escalada para reforzar el reclamo de que su país sea incluido en la Otan, así como para avanzar en una integración en la Unión Europea. La relación entre la UE y Rusia tiene en estos momentos múltiples contradicciones; en lo fundamental, Alemania busca no dinamitar los lazos con Putin habida cuenta de los negocios ligados a los hidrocarburos que los unen, mientras recibe la presión de Estados Unidos y los gobiernos del este europeo para no finalizar obras como la del gasoducto Nord Stream 2, que uniría a Rusia directamente con el territorio germano a través del Mar Báltico. Un aumento de la tensión podría haber sido provocada por el mismo gobierno ucraniano de Volodímir Zelenski con el objetivo de dar por finalizada cualquier sociedad entre Berlín y Moscú, ya que su eventual solidificación impediría el giro pro occidente de Kiev, el cual es completamente vetado por Putin. Al mismo tiempo, una mayor confrontación con un enemigo externo desviaría parte de la presión interna que sufre Zelenski en un contexto de descalabro económico y sanitario local. Ucrania lleva más de dos millones de contagiados de Covid y sólo han sido vacunadas, con una dosis, 500 mil personas en un país de 41 millones de habitantes.
La ofensiva imperialista del demócrata Biden
Del mismo modo, los episodios del este europeo no pueden ser separados del reforzamiento de la ofensiva que el imperialismo yanqui busca desplegar en todos los terrenos desde la asunción de Joe Biden. La Casa Blanca declaró que defendería a Ucrania en un eventual conflicto e incluso amenazó con desplegar parte de su flota en el Mar Negro. Una mayor presencia militar de EEUU en Ucrania completaría un cerco en la periferia rusa, habida cuenta el despliegue de tropas ya existente en otros países como Polonia. Biden, quien no tuvo pruritos en llamar asesino a su par ruso recientemente, dispuso sanciones económicas a funcionarios y empresas rusas, así como le ha impedido al capital norteamericano operar en el mercado de deuda del país eslavo; la excusa sería la intromisión de Putin en la elección presidencial norteamericana. El cuadro de presiones contra Rusia se completa con la expulsión de diplomáticos acusados de espionaje por parte de Bulgaria o la República Checa, así como de amenazas de mayores sanciones en el caso de que se profundice la persecución contra la oposición local, encabezada por el derechista Aleksei Navalni. Putin ha respondido a estas iniciativas haciendo alardes militaristas y con el mencionado despliegue de tropas.
La crisis capitalista como telón de fondo
El renovado militarismo yanqui y sus amenazas alrededor del globo no son sino una de las expresiones de la tentativa de superar la crisis capitalista. El objetivo, en marcha desde hace décadas, es la colonización completa, por parte del capital imperialista, de Rusia, China y el conjunto de los ex estados obreros.
La casta del Kremlin, sucedánea de la burocracia stalinista, encabezada por Putin, pretende oficiar de intermediaria de este proceso de restauración capitalista en provecho de su propia oligarquía, lo cual entra en colisión en muchos casos con los apetitos y ambiciones de las metrópolis imperialistas. Asimismo, busca ejercer ella misma una tutela sobre el territorio ucraniano.
Una oposición de fondo a la avanzada imperialista y los gobiernos ajustadores es una tarea que solo puede asumir la clase obrera, que debe estructurar, para este objetivo, una alternativa política propia. Planteamos la lucha por una Ucrania independiente y sobre bases socialistas, liderada por las masas del este y el oeste.
Leandro Morgan
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