Los daños ambientales e históricos producidos se han tornado incalculables. Expertos en ambiente han asegurado que sólo el incendio de 700 hectáreas en Sicilia costaría más de 200 millones de euros y 15 años para lograr recuperar la zona. En Argelia, la destrucción de poblados así como los más de 100 incendios simultáneos han provocado ya más de 30 decesos y un daño incalculable. Grecia ha tenido que realizar la acción de rescate más importante de su historia, tras trasladar 19 mil personas de las islas Rodas y Eubea -de las más importantes del país- a zonas seguras. Se calcula que solo en Rodas se han perdido 14 mil hectáreas de bosque.
A razón de estos sucesos, la World Weather Attribution (WWA, por sus siglas en inglés) ha publicado un estudio que asegura que esta ola de calor sería muy poco probable sin la intromisión de la humanidad sobre la naturaleza. El estudio centra los motivos en la utilización de combustibles fósiles y asegura que “el calor de China habría sido un evento de uno en 250 años, mientras que las olas de calor en Estados Unidos, México y el sur de Europa habrían sido estadísticamente casi imposibles” (Infobae, 25/07).
Al abordar una comparativa con la era pre-industrial, la WWA asegura que la tendencia actual va a provocar que las olas de calor sean eventos recurrentes cada 2 a 5 años, es decir, fenómenos permanentes. Los investigadores de la WWA, procedentes de Gran Bretaña y Países Bajos, aseguran que el continente europeo presenta un aumento más acelerado de la temperatura puesto que se encuentra entre el Ártico y el desierto del Sahara, que son las dos zonas del planeta que más han aumentado su temperatura media. Otro experto consultado, Friederike Otto, del Instituto Grantham para el Cambio Climático y el Medio Ambiente asegura que “el mundo no ha dejado de quemar combustibles fósiles, el clima continúa calentándose y las olas de calor continúan volviéndose más extremas. Es así de simple” (idem).
Gran parte de la comunidad científica indica que el daño, a pesar de su gravedad, no es completamente irreversible. Pero necesita repensarse drásticamente la manera en la que la humanidad se relaciona con la naturaleza. Este es un elemento central, que debe ser puesto a debate entre los trabajadores de todo el planeta. El capitalismo empuja a una destrucción de sus dos principales fuentes de su riqueza, que no son otros que los propios trabajadores y la naturaleza.La reforma laboral y la explotación sin miramientos de los hidrocarburos, el litio y otros minerales que llevan en sus programas los candidatos de la burguesía son ejemplos de esta depredación rampante. Su expresión más atroz es la guerra imperialista que encabeza la OTAN contra Rusia, que amenaza con una catástrofe nuclear. La propia humanidad se encuentra amenazada, sólo un régimen social basado en el interés social, es decir el socialismo internacional, podrá torcer esta debacle.
Joaquín Antúnez
28/07/2023
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