El planteo del FMI sería la condición para adelantar a Argentina los 8 mil millones de dólares que vencen hasta fin de año con el mismo Fondo. Habría que pagar además los intereses por este préstamo y por los bonos de la deuda externa. La tasa de interés que el FMI cobra a Argentina es francamente usuraria; en primer lugar, porque no es un crédito comercial que serviría para desarrollar negocios y ganancias; es un préstamo para cubrir diferencias monetarias en divisas. Entre el básico y las sobrecargas redondea un 8,5% anual, casi el doble de lo que cobra China por el intercambio de monedas con Argentina entre yuanes y pesos. En la “historia” que relata Juan Grabois en su ‘spot’ televisivo no figura, al lado de San Martín y Perón, este vasallaje colonial del actual gobierno peronista.
El FMI se ha parado en ese planteo ‘maximalista’ con pleno conocimiento de que no existen los recursos políticos para su aplicación, no ya por parte del Gobierno sino tampoco de la oposición. Ni siquiera los ultras de la ‘opo’ están dispuestos a atravesar un proceso electoral con un gobierno provisional electo por la Asamblea Legislativa. De ahí que se haya parido una salida falsamente intermedia para que el FMI adelante solamente los 3.500 millones de dólares que vencen antes del 1 de agosto, incluidos intereses de bonos internacionales, a cambio de medidas fuertemente devaluatorias pero que no constituyen una devaluación integral. Serían el establecimiento de un dólar de 350 pesos para diversas exportaciones, en especial agrarias, y un impuesto elevado a las importaciones llamadas “suntuarias” y otras. El objetivo de este esperpento es que el Banco Central recupere reservas internacionales que hoy son negativas en 7 mil millones de dólares. La cifra podría ser mayor si se verifica que los adelantos en yuanes de China tienen como contrapartida una garantía del oro del Banco Central. Miguel Pesce, el presidente del BCRA, no desmintió la existencia de esa garantía, sino que el acuerdo con China es “confidencial”. Las reservas líquidas, en referencia a las divisas depositadas por clientes o por préstamos, se habrían agotado. Una cuestión adicional es que el Central adeuda 12 mil millones de dólares a importadores que se financiaron en el exterior por 90 o 180 días, y a quienes hicieron lo mismo para financiar el pago de intereses y dividendos con el uso de dólares a préstamo. En el acuerdo que se estaría por firmar con el FMI, los giros al exterior por medio del mercado oficial no sufren ningún impuesto. Las deudas contraídas por el sector privado con garantía de las reservas (inexistentes) del Banco Central no harán más que subir.
El saldo de este acuerdo que los diarios dan por hecho es que no alcanza para detener la corrida cambiaria de los últimos días, que llevó el dólar a casi 530 pesos. El Gobierno nacional y popular seguirá bajo arresto domiciliario con tobillera electrónica. El FMI y la masa de acreedores nacionales e internacionales han impuesto el control del proceso eleccionario. Para, si no zafar, al menos aflojar esta asfixia política, el ‘tigre’ Massa tiene listo el zarpazo que preparó hace un par de meses: usar los títulos en dólares, principalmente de Anses, para intentar controlar las corridas cambiarias. Anses vendería sus dólares a cambio de pesos, que luego utilizaría para comprar deuda local en moneda nacional. Otra para el ‘spot’ de Grabois. El último paso, que Massa daría sólo en el caso de ser electo, sería deshacerse de las acciones de empresas en poder de Anses, como es el caso de Techint.
La devaluación fragmentada que Massa acordaría con el FMI llevará la inflación para arriba, sin la ventaja de haber resuelto nada, ni siquiera una corrida. Al patear, multiplicadas, las deudas e hipotecas para los próximos meses, el próximo gobierno llegará a la Rosada sin los recursos políticos necesarios para aplicar el “todo o nada”. La deuda pública de la Administración Nacional ha superado los 400 mil millones de dólares, pero es mucho mayor, alrededor de 550 mil millones, cuando se le suman la deuda de las provincias, las Lelics, los organismos descentralizados, los juicios en el exterior y los derechos de los deudores privados sobre las reservas internacionales.
Para justificar una desvalorización enorme del peso y por lo tanto de salarios y jubilaciones, las patronales y sus voceros -entre ellos el kirchnerismo- aluden al brioso porvenir que ofrece a Argentina el petróleo, el gas, el litio y los cereales. Todas ‘commodities’, o sea materias primas, que se negocian en mercados volátiles, donde la capacidad de producción es excedente. Estados Unidos había abandonado prácticamente la exportación de gas licuado, debido a la baja de precios, hasta que estalló la guerra OTAN-Rusia y el bloqueo a la exportación de Rusia. La economía mundial del presente no es aquella que catapultó a Argentina al mercado internacional de cereales y carne, cuyo objetivo era abaratar el costo de los alimentos y el costo laboral en Europa y aumentar los salarios reales. Una manifestación de este enorme impasse es el reiterado fracaso del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. China, por su lado, no producirá soja, pero sí lo hace ya con el aceite y harina de soja. El desbalance comercial Argentina-China se acerca a los 10 mil millones de dólares.
En definitiva, el proceso electoral ha entrado en una fase más crítica. Los trabajadores debemos discutir todo esto, y desechar las fantasías parlamentarias de una ‘izquierda’ sin principios ni estrategia.
Jorge Altamira
23/07/2023
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