La nieta del poeta Juan Gelman y la búsqueda de los restos de su madre, María Claudia García Iruretagoyena
El 6 de junio pasado encontraron restos de una mujer enterrada en un batallón militar de la zona de Canelones. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) -en colaboración con sus pares uruguayos- los analiza en el laboratorio genético de Córdoba. Macarena Gelman, referente de la lucha por la verdad y la justicia, sostiene que se debe continuar con las excavaciones para conocer el destino de los detenidos-desaparecidos en la República Oriental.
El 6 de junio pasado, los antropólogos forenses de Uruguay encontraron un cuerpo enterrado en el Batallón de Infantería 14 –ubicado en la zona de Canelones–. Con los días pudieron llegar a la conclusión de que los restos que estaban ocultos bajo la cal y la loza correspondían a una mujer. Hasta ahora, todos los hallazgos que se habían hecho habían sido de varones víctimas de la dictadura uruguaya. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) trabaja, desde su laboratorio genético en Córdoba, en la identificación. Los familiares de víctimas esperan noticias para los próximos días. Entre ellos, está Macarena Gelman, que busca la verdad sobre lo sucedido con su mamá, María Claudia García Iruretagoyena de Gelman. “Más allá de que hay otros casos probables, siempre se tiene la expectativa de que sea el familiar de uno, sin dejar de lado que, sea quien sea, es una buena noticia para todos nosotros”, le dice a Página/12 la nieta que el poeta Juan Gelman encontró en 2000.
El Batallón 14 es un predio enorme. El Grupo de Investigación en Antropología Forense (GIAF) llegó al lugar por primera vez en 2005 después de que las fuerzas armadas le entregaran al entonces presidente Tabaré Vázquez un informe que él les había ordenado para identificar a los desaparecidos de la dictadura uruguaya.
El informe –suministrado por el entonces jefe del ejército uruguayo, Ángel Bertolotti– señalaba que en ese lugar habían enterrado a María Claudia. La muchacha, de 19 años, había sido secuestrada junto con su marido, Marcelo Ariel Gelman, en la madrugada del 24 de agosto de 1976. Los dos habían sido llevados a Automotores Orletti, el centro clandestino de detención que regenteaba la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) en el barrio porteño de Floresta y que funcionaba como una base del Plan Cóndor. A Marcelo lo asesinaron y tiraron su cuerpo en un barril en el canal de San Fernando. A María Claudia la llevaron a Uruguay: no tenía ninguna relación con el país vecino, la única hipótesis es que lo hicieron para robarle al bebé que estaba gestando. Estuvo alojada en el Servicio de Información de la Defensa (SID), dio a luz a su beba a la que planeaba llamar Ana y después fue trasladada a la Base Valparaíso. Tras robarle a su hija para entregarla a un comisario, María Claudia fue asesinada.
Los trabajos no permitieron entonces identificar el cuerpo de María Claudia, pero sí se encontraron los restos en el Batallón 14 de otros dos detenidos-desaparecidos: Ricardo Blanco Valiente y Julio Castro. “Ningún sobreviviente cuenta que haya estado detenido allí o reconoce similitudes de su lugar de detención con alguna zona del Batallón 14. Por lo tanto, es un espacio que hasta ahora lo entendemos como un lugar de enterramiento, de ocultamiento de los cuerpos”, le explica a este diario Alicia Lusiardo, referente del GIAF.
Una larga búsqueda
Las excavaciones en predios militares en Uruguay se iniciaron en 2005. Desde entonces, el GIAF logró encontrar dos desaparecidos que habían sido enterrados en el exBatallón 13 –el actual Servicio de Transporte del Ejército– en Montevideo: Fernando Miranda y Eduardo Bleier Horovitz. En la chacra de Pando, hallaron los restos de Ubagésner Chaves Sosa. Hasta el momento, son seis los detenidos-desaparecidos identificados propiamente en Uruguay, si se suma también el caso de Roberto Gomensoro Josman, cuyo cuerpo apareció en el Lago de Rincón de Bonete en 1973 y pudo identificarse recién en 2002.
Las tareas en el Batallón 14 se suspendieron en 2013. Después de hacer nuevos análisis, el GIAF pidió volver. Y en 2020 –pandemia mediante– los autorizaron. El 6 de junio pasado se halló el cuerpo y, al día siguiente, se lo retiró siguiendo todos los protocolos. No se encontraron restos de prendas de vestir. La cal que se usó tiene un doble efecto: destruye los tejidos blandos, pudo haber sido usada para desfigurar a la víctima e impedir su identificación, pero preserva el material genético.
Actualmente, toda la atención está centrada en el trabajo que se está llevando adelante en Córdoba. El EAAF –que es una referencia mundial en la materia y colabora con Uruguay desde 2001– cuenta con unas 350 muestras de familiares de desaparecidos uruguayos. “Nosotros trabajamos con la perspectiva de que pueda ser cualquiera de las 39 mujeres que permanecen en calidad de desaparecidas, tanto en Argentina como en Uruguay. Cualquiera de ellas puede haber sido objeto de un traslado”, resalta Lusiardo.
El GIAF volverá a trabajar en los próximos meses en predios militares y en la chacra de Pando. “La información es nuestro talón de Aquiles –dice la antropóloga–. Vamos a agotar todas las posibilidades con la información que tenemos pero sería muy bueno que llegaran nuevos datos que acoten los tiempos de búsqueda y la espera interminable para las familias”.
“Hay que seguir investigando”
Días atrás, Macarena Gelman escribió en una de sus redes sociales: “Si tenemos que seguir esperando, seguiremos… siempre”. Hace 23 años que su abuelo Juan Gelman la encontró del otro lado del Río de la Plata. Los dos le reclamaron al Estado uruguayo que investigara el destino de María Claudia Iruretagoyena y consiguieron una condena ejemplar por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte-IDH) en 2011. Pero todavía no se sabe qué pasó con María Claudia después de que le arrebataran a su hijita.
– ¿Cómo llevás la espera? –le pregunta Página/12 a Macarena.
– Hay que ser prudentes. Para todos, la espera es difícil. Las conclusiones anticipadas siempre hacen un poquito de daño.
– ¿Qué expectativas tenés?
– Es la primera vez que se encuentra el cuerpo de una mujer en las excavaciones en predios militares. Más allá de que hay otros casos probables, siempre se tiene la expectativa de que sea el familiar de uno, sin dejar de lado que, sea quien sea, es una buena noticia para todos nosotros. En este caso particular porque es el tercer cuerpo que se encuentra en este predio con una distancia de 100 metros de promedio entre uno y otro cuerpo. Más allá de este hallazgo particular, esto abre una nueva esperanza de que se puedan seguir encontrando.
– Este lugar ya había sido señalado por los propios militares en 2005…
– Está claro que se señaló un lugar donde sí había enterramientos. En ese momento significó una desilusión muy grande el hecho de que se hubiera señalado con tanta precisión y después resultara no ser. Este nuevo hallazgo se da por la decisión de excavar sistemáticamente ese predio, no porque haya aparecido una nueva información, no porque se hayan dado nuevos datos. Me parece que la decisión fue la correcta de seguir excavando en ese lugar. Ante este hallazgo, hay que plantearse un escenario de acá para adelante. Me parece fundamental el hecho de poder seguir interviniendo ese predio.
– Vos marcabas que hace muchos años que no tenés nueva información. ¿Qué debería hacer el Estado uruguayo para contribuir con el conocimiento de la verdad?
– Efectivamente no he tenido información nueva desde que mi abuelo y su esposa me proporcionaron la que ellos habían obtenido a través del trabajo de investigación que habían realizado. Si dos personas –con la ayuda de muchísimas otras, pero sin el apoyo concreto del Estado– pudieron conseguir la información que pudieron conseguir, el Estado debería ser capaz de obtener mayores datos. Me cuesta creer que no sea posible. No solo no he tenido más información, sino que no he tenido un compromiso de investigarlo. Las investigaciones siguen siendo a los efectos de una condena judicial, pero no de la verdad que uno necesita.
– ¿Cómo caracterizás el estado de cumplimiento de la sentencia de la Corte-IDH?
– El no avanzar en la investigación es un incumplimiento. Valoro las excavaciones y evidentemente, ante esta situación, es lo que ha dado resultado. Pero me parece que debería ser posible conseguir mayor información.
Luciana Bertoia
16 de julio de 2023 - 19:24
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