Milei declaró que mantendrá intactos los subsidios estatales que reciben las iglesias.
Si bien Milei se considera heredero del pensamiento político liberal de fines del siglo XIX en Argentina, lo cierto es que su programa está por detrás de aquel ideario. Por ejemplo, el legado laicista de dicha generación no es retomado por el candidato de La Libertad Avanza, partidario de sostener el financiamiento estatal del culto religioso.
Los planteos oscurantistas de Milei contrastan con la impronta secularizadora que caracterizó a los liberales de aquellos años, constitutiva de su idea de progreso y modernización. Cabe destacar que ese aspecto progresivo no quita que se haya tratado de un régimen oligárquico, de beneficios a los terratenientes, que subordinó al país a un lugar de semicolonia.
Dicho esto, ya tempranamente, bajo el gobierno bonaerense de Martín Rodríguez (1821-1824), tuvieron lugar las reformas rivadavianas, las cuales confrontaban directamente con el clero al incluir la supresión de algunas órdenes religiosas (cuyos bienes eran expropiados por el Estado), la eliminación del diezmo y la sujeción de todo el personal de la iglesia a las leyes civiles. También se fomentó la educación bajo principios laicos a partir de la creación de la Universidad de Buenos Aires, escuelas de enseñanza primaria y media y academias especializadas.
Durante la presidencia de Bartolomé Mitre (1862-1868), el Seminario eclesiástico fue convertido en el Colegio Nacional de Buenos Aries, el cual sirvió como modelo de los distintos colegios nacionales que abrieron en las capitales de las provincias con el objetivo de formar a las elites dirigentes sin la presencia decisiva del clero. A su vez, se le quitó al Obispado la administración de los cementerios. En el gobierno de Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874), la tarea de formar maestros dejó de estar en manos de la iglesia y pasó a encargarse exclusivamente el Estado, mediante la creación de escuelas normales donde se dictaba el magisterio diplomado.
Luego vinieron las denominadas “leyes laicas” de la década del ´80. Podemos mencionar a la 1420, que establecía la educación común, laica, gratuita y obligatoria. También encontramos a la 1565, que creó el Registro Civil, y a la ley de Matrimonio Civil. Las dos primeras fueron sancionadas bajo la presidencia de Julio Argentino Roca, mientras que la última se dictó durante el mandato de Miguel Juárez Celman.
Milei, lejos de retomar esa tradición, busca estrechar alianzas con las iglesias, sobre todo la evangélica, y reforzar el ascendiente reaccionario de estas instituciones sobre la sociedad. Declaró que no las privaría de los cuantiosos subsidios estatales que reciben, demostrando que el “plan motosierra” solo tiene como destinatario el gasto social, pero no escatimará recursos a la hora de financiar a la curia. Sucede que, en caso de llegar al gobierno, se servirá de la “casta religiosa” para arremeter contra la ESI y el aborto legal y para avanzar en sus planes antiobreros. Así las cosas, hace campaña evocando un pasado que le es ajeno, en un acto de tergiversación historiográfica de enorme magnitud, con el objetivo de engañar a la población.
Esa reivindicación sesgada del liberalismo del siglo XIX es propia de una corriente tributaria al capitalismo en su etapa de decadencia histórica, en la cual recicla instrumentos de dominación propios de regímenes sociales precedentes -como el dogma religioso- para acentuar la explotación de la clase trabajadora. Por este motivo, solo los socialistas podemos desenvolver una lucha consecuente por la separación de las iglesias del Estado y para terminar con esa influencia retrógrada. Milei, en cambio, representa el atraso en todo sentido.
Sofía Hart
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