sábado, septiembre 30, 2023

El “pasado glorioso liberal” del que habla Milei y la formación de la clase obrera argentina


Huelga general de la Semana Roja, 1909

 Las luchas sindicales y políticas de los trabajadores bajo el régimen liberal oligarca y conservador.

 Cuando los liberfachos exaltan el supuesto “pasado glorioso liberal de la Argentina” omiten una de las características más importantes de ese proceso histórico: la formación de la combativa clase obrera. Esta logró mediante varias huelgas generales insurreccionales poner en jaque al régimen liberal conservador y obtener una gran cantidad de reivindicaciones. Todas las conquistas de la clase obrera argentina en esos tiempos de brutal explotación fueron obtenidas con la lucha política y reivindicativa; con acción directa, asambleas, piquetes, huelgas y actos.

 Orígenes de la clase obrera argentina

 Desde 1860, y en el curso de unas pocas décadas, el país se transformó completamente, consolidándose el sistema capitalista agroexportador. Argentina se dedicaba a la exportación a Inglaterra de materias primas con poca elaboración. Para ello se instalaron en nuestro país modernos frigoríficos, ferrocarriles, se construyó el puerto y operaron buques fluviales y de altamar. Pero la mayoría de estos medios de producción y de riqueza estaban en manos del capital inglés. Los capitales británicos también tenían el control de los bancos, la deuda externa y de ramas fundamentales de la economía. Así se estableció una dependencia económica muy fuerte que colocó a la Argentina en calidad de “colonia comercial”. Esta relación permitía a los capitales ingleses anexarse económicamente nuestro país sin violar su soberanía política, apropiándose de esta forma de la mayor cantidad de beneficios en esos años. 
 Los liberales porteños, para consolidar la hegemonía la élite de Buenos Aires sobre el interior, masacraron a los caudillos disidentes y ahogaron en sangre a la próspera nación paraguaya. Para la guerra de la “triple infamia” contaron con la sociedad del imperio esclavista del Brasil. Al mismo tiempo, el desarrollo de las vías ferroviarias permitió a los caudillos provinciales que quedaban en pie participar de las exportaciones, disolviendo el espíritu popular de las montoneras. 
 El boom de la lana empujó a la burguesía terrateniente hacia la Patagonia para apoderarse de nuevos pastos para sus rebaños de ovinos. Mas de 20.000 originarios que habitaban las pampas del sur fueron masacrados, expulsados y hasta esclavizados. En todos estos procesos se conformó la burguesía nacional argentina, a imagen y semejanza de la porteña, dependiente del capital extranjero y necesitada de nueva mano de obra. 
 La Argentina, que tenía aproximadamente un millón de habitantes en 1850, recibió algo más de seis millones de trabajadores inmigrantes entre 1857 y 1930. Junto a los mulatos sobrevivientes de las interminables guerras civiles, los gauchos proletarizados y los originarios esclavizados, constituyeron la naciente clase obrera argentina. 

 Los primeros socialistas y anarquistas

 En la década de 1870 algunos franceses que se exiliaron tras la derrota de la Comuna de París (1871) desembarcaron en Argentina y realizaron actividades en el marco de la Primera Internacional. En 1880 en Alemania el canciller Bismarck promulgó leyes antisocialistas, lo que provocó la llegada a la Argentina de un centenar de alemanes exiliados, que fueron los responsables de conformar las primeras organizaciones obreras. La más importante, “Unidos Adelante”, era un club Vorwarts, realizó una activa propaganda y tuvo un peso significativo en el movimiento obrero. De igual forma, para aquella década, la propaganda anarquista jugó un papel significativo al calor de la inmigración italiana. Así lo demuestra el arribo al país de Errico Malatesta, uno de sus más grandes dirigentes a nivel internacional, en 1885.
 En 1890 la clase obrera argentina fue parte de la primera celebración del acto del Primero de Mayo en diferentes países con planteos internacionalista y reivindicaciones propias. Esta jornada había sido resuelta en homenaje a los mártires de Chicago por el congreso fundacional de la II Internacional, en 1889. En 1896 se fundó el Partido Socialista Obrero en Argentina, que fue el primer país de América Latina en tener un partido socialista como sección de la II Internacional. Más allá de todas sus desviaciones posteriores (electoralistas y reformistas), la fundación del Partido Socialista Obrero fue un avance en la organización política de los trabajadores, aunque siempre con una gran tendencia de adaptación al régimen y por eso con límites para expresar los intereses de conjunto de la clase obrera. 

 Las huelgas generales insurreccionales 

Mientras el problema de la huelga general estaba siendo debatido en el movimiento socialista a nivel internacional, la clase obrera del Plata irrumpió con un gran huelga general a fines de 1902, la primera de la historia del país. Fue contra la ley 4.144, llamada Ley de Residencia y exigiendo mejoras laborales; impulsada por los anarquistas y acompañada de forma obligada por los socialistas del PS.
 A pesar de la derrota de esta primera huelga general, el Estado burgués se vio forzado a implementar 18 veces el estado de sitio hasta 1910. Pero todas las legislaciones represivas no pudieron evitar que siguieran proliferando los conflictos obreros. Tampoco que los anarquistas y socialistas siguieran conquistando posiciones en la combativa y naciente clase obrera argentina. 
 Los socialistas lograron la obtención del primer diputado en 1904, a pesar del fraude reinante antes de la reforma electoral de la Ley Sáenz Peña de 1912. Los anarquistas lograron impulsar la huelga general triunfante de la Semana Roja en 1909, y fueron derrotados en la huelga general del Centenario en un cuadro de brutal represión y estado de sitio. Así festejó la Argentina oligárquica y conservadora el Centenario en 1910, con una enorme represión para evitar las huelgas insurreccionales de los nuevos oprimidos del Plata. 
 El pánico a la revolución obrera llevó a los conservadores a la reforma electoral; aunque muy limitada, ya que dejaba afuera a la mitad de la clase obrera que era migrante y a todas las mujeres. En el primer gobierno de Yrigoyen (1916-1922) los obreros protagonizaron nuevamente enormes huelgas de masas y generales. El “democrático” gobierno de la Unión Cívica Radical respondió en un primer momento con intentos de cooptación y luego con una asesina represión en la Semana Trágica, la Patagonia Rebelde y la Forestal en el norte. 
 Sin embargo, así como las reformas parlamentarias no aseguran el progreso indefinido del movimiento obrero, sino que es necesario la organización y la lucha, la lucha sindical por sí sola no conduce a la revolución: es necesaria la construcción de un partido obrero. Estos límites no opacan el acierto de los anarquistas de implementar el método de la acción directa, las huelgas y los piquetes como formas de luchar por las reivindicaciones y al mismo tiempo abrir un camino hacia la revolución obrera; ni de los socialistas en su intento de construcción de un partido político de los explotados con banderas socialistas. 

 Hoy como ayer 

La clase obrera argentina se robusteció con el desarrollo del proceso de sustitución de importaciones de la Primera Guerra Mundial. Sucedieron a los anarquistas en la dirección del movimiento obrera primero los socialistas revolucionarios y luego los comunistas. Estas dos organizaciones del movimiento obrero tuvieron procesos de burocratización, pero llevaron adelante enormes luchas, se obtuvieron las jubilaciones, jornadas más reducidas de trabajo y mejores salarios. Después de este importante recorrido histórico en la lucha de clases hace su aparición el peronismo, que políticamente era una forma de cooptación al Estado y de contención de una clase obrera combativa. 
 La etapa agroexportadora se fue a pique con la decadencia del imperialismo inglés y la crisis del ’30; no como dice Milei, por culpa de gobiernos populistas y estatistas. Yrigoyen defendió a capa y espada los lineamientos fundamentales del régimen agroexportador, fusilando a miles de obreros si era necesario para defender la dominación de los estancieros.
 Esa naciente clase obrera combativa e independiente, con métodos de acción directa, la lucha revolucionaria y las huelgas generales, y la construcción de un partido obrero para defender los intereses de nuestra clase, son el pasado que reivindicamos los socialistas de hoy. Son ejemplos valiosos en el actual cuadro de ajuste y ataque a los derechos conquistados, cuando luchamos para que la clase obrera retome sus viejas prácticas y supere a la burocracia entregadora. Después de todo, es como decía Gardel: “siempre se vuelve al primer amor”.

 Leo Furman

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