Cada contrincante se sirvió del minuto concedido en el arranque para definir sus posiciones. Villarruel pegó primero señalando que “los otros cuatro candidatos [suman] 76 años viviendo de la política”. Luis Petri, vice de Patricia Bullrich, prometió “orden y terminar con el kirchnerismo”, mientras que Agustin Rossi exaltó un crecimiento “inédito” del empleo. Florencio Randazzo, vice de Schiaretti, llamó a “terminar con la grieta” y Nicolás del Caño del FIT-U denunció “el ajuste y el FMI”. Fue una repetición de fórmulas conocidas.
Ninguno de los candidatos centró su intervención en el inminente desenlace de la monumental crisis política y económica, a pesar de que la elección del próximo gobierno ha sido reiteradamente señalada como el tiro de partida para una gran operación de rescate financiero, con consecuencias terribles para la población trabajadora. Nadie se metió con las perspectivas de una catástrofe –tipo 1989 o 2001, aunque su estallido será el desafío de las nuevas autoridades. Esta ‘omisión’ -si cabe el término- permitió a unos y otros llenar la pantalla con acusaciones recíprocas sobre delitos pasados. Quien podía haber centrado el debate en esta línea era Villarruel, cuya corriente es un emergente de esta crisis terminal. Pero a lo largo de dos horas, la dolarización fue mencionada sólo por Petri, para denunciar que Milei había “reculado en chancletas” en cuanto a ese propósito. Del Caño apuntó en forma consistente a una salida electoral que refuerce a la izquierda en el Congreso, pero se abstuvo consecuentemente de dar una orientación política para una acción de masas derivada de la crisis.
Los “bloques”
En la discusión económica cada candidato decidió destacar un aspecto aislado de la situación general, no una caracterización de conjunto. El oficialista Rossi fue más lejos, pues reivindicó una acción de gobierno que se llevó puestos al presidente y a la vice y que marcha sin pausa a la hiper. Es que el descenso módico del desempleo o la eliminación del impuesto al salario o la devolución parcial del IVA, no corrige siquiera la tendencia general; Massa, si gana, ya tiene comprometida otra devaluación. Todos los rubros de ingresos de los trabajadores están en caída libre. En uno de sus intercambios Rossi aseguró que “vamos a echar al FMI”, lo que para un kirchnerista sólo significa que va a pagar toda la cuenta del préstamos y sus intereses usurarios, algo por otra parte absolutamente imposible. Al día siguiente, el INDEC informó de “una dramática suba de la pobreza”, con datos anteriores a la última devaluación. El horno no está para bollos.
La “libertaria” Villarruel reclamó achicar el gasto y frenar la emisión –de dolarización nada. No dijo qué gasto ni qué emisión, en momentos en que el mundo capitalista entero gasta de lo lindo, en guerra por supuesto, y emite a cuatro manos, frente a los aumentos de intereses de la deuda pública. La omisión de la dolarización no es, sin embargo, un recule; Milei la ratificará en el debate presidencial. Pero era inoportuno traerla a la mesa en la semana en que Rosatti, el presidente de la Corte, dictó una sentencia unilateral de inconstitucionalidad fuera del ámbito judicial. Muy hábil la ‘periodista’ que ‘entrevistó’ a Videla, pateó la pelota afuera. La candidata sí insistió, sin sombra de duda, con el planteo de una contrarrevolución en las relaciones laborales, algo que unifica a todos los partidos patronales. En lo que parece un furcio, Villarroel señaló que “a los argentinos no les interesan mis ideas políticas”, algo que confirman todas las encuestas. LLA se vende al mejor postor, ese es su único programa. Eurnekian le sacó tarjeta roja por el ataque de Milei a los BRICS, con los que cuenta la Corporación América para hacer grandes negocios, en especial de infraestructura.
Petri como Randazzo repitieron la monserga de un Banco Central “independiente”. Sobre el impuesto al salario, Petri denunció que “beneficia a los jerarcas sindicales” –una ‘gaffe’, porque la burocracia gana mil salarios mínimos, no quince. Por su parte, Del Caño, denunció que “mientras te ajustan, los empresarios ganan” y reclamó un aumento salarial para trabajadores y jubilados, a sabiendas que eso no es competencia del Congreso sino de una lucha decidida y de conjunto de los trabajadores. Ni rozó el planteo de una huelga general. Para la izquierda, toda tribuna es una tribuna de lucha de clases, no de recolección de votos al márgen de esa lucha. Del Caño no denunció el descalabro económico y la disolución de su moneda, ni planteó una estrategia para esta circunstancia extraordinaria. El debate sirvió para exponer el agotamiento del izquierdismo electorero. La denuncia de “la politiquería”, con la esperanza de encajar en el “clima de época”, es un supremo embuste, porque los políticos y sus partidos son herramientas fundamentales de la clase capitalista para cooptar a los trabajadores y dividir sus filas.
En el bloque sobre “rol del Estado y conflictividad social” cada uno eligió frases de ocasión. Rossi advirtió que “las mujeres van a ser las primeras perjudicadas”, no por la crisis sino por el desalojo de las feministas K, corresponsables de la miseria general. Destacó, sin sonrojarse, las“medidas que achican la brecha entre los géneros”, como la moratoria a los jubilados – sin señalar la estafa en las liquidaciones jubilatorias, ni las apelaciones judiciales de la Anses contra los jubilados.
Villarruel prometió “ni sacar ni aumentar planes” sino reemplazarlos por empleo “ordenadamente”. Lo mismo que ya había propuesto Rossi, con salarios similares a los planes. Sobre las mujeres denunció que los cuatro ‘machirulos’ que la rodeaban le habían faltado el respeto toda la noche. Petri advirtió contra “pasar de un populismo de izquierda a uno de derecha", y que “los que organicen piquetes irán presos”. Logró ponerse a la derecha de Milei. En la pelea de planteos irrelevantes Randazzo compitió con Del Caño cabeza a cabeza. Para el primero, es necesario “todo el mercado que sea posible y todo el Estado que sea necesario”, mientras que el representante del FIT-U sentenció que “con más Estado o más mercado, ganan los empresarios”. Esto último es una recaída en el ‘trotskismo liberal’ o ‘liberal trotskismo’ que inauguró Solano, que no distingue las medidas capitalistas del Estado de aquellas que está forzado a implementar, como la eliminación del impuesto al salario, que el mismo Del Caño tuvo que votar. Al interpelar a Villarroel eligió reivindicar la ley de Educación Sexual Integral, cuya currícula la confecciona el Estado “de los empresarios”. Bajo el capitalismo, el Estado no es patrimonio de ninguna clase de empresarios, sino su instrumento, en última instancia, debido a la dominación de las relaciones de explotación capitalista. En otro cruce con Petri sobre la minería, Del Caño se quejó de que “los recursos no queden en las provincias”, y condenó el extractivismo, en defensa del agua, sin decir que está monopolizado por bodegueros y grandes viñateros. Descolgado de toda su intervención anterior, Del Caño recitó su “pertenencia al socialismo y al gobierno de trabajadores”. El socialismo no es, sin embargo, una identidad, porque se convierte en utopía, sin un método histórico de lucha para emancipar a las fuerzas productivas de la explotación del hombre por el hombre.
En el bloque de “seguridad y defensa” nadie habló de la guerra de la OTAN. En un ‘intercambio’ previo, Rossi había criticado la posición de los pseudolibertarios sobre Malvinas. Del Caño le escapó al asunto, porque defiende, con el MST e IS, la autonomía nacional de Ucrania, en condiciones de protectorado de la OTAN. Del Caño dejó pasar A2V para convocar a los trabajadores a una lucha internacional contra la guerra, demostrando un crudo provincialismo político.
Episodio I
El “minuto final” de cada candidato fue ‘aprovechado’, por Rossi, para proponer “futuro o pasado”, desde el pasado; Villarroel invitó a ser “protagonistas de la epopeya del Siglo XXI” y Del Caño, a “no aceptar la resignación, ni cómplices ni sometidos”. Es una agenda derrotista. Es el “temor” que Myriam Bregman había expresado antes, en el mismo programa.
Veremos qué nos ofrecerán los pretendientes a la presidencia, la semana próxima.
Federico Fernández
21/09/2023
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