Todavía no transcurrió siquiera un mes de aquel día en que Luis Caputo ejecutó la megadevaluación, que ya la brecha cambiaria volvió a posarse alrededor del 30%, presionando por otro salto del dólar, de potencial hiperinflacionario.
Sucede que, por un lado, la suba de 118% del tipo de cambio oficial y el crawling peg mensual del 2% lleva a que, en el corto plazo, la inflación evolucione más rápido que el dólar, alimentando nuevas presiones devaluatorias por parte de los sectores exportadores que se benefician de ella.
A su vez, la devaluación hizo que las empresas exportadoras -como las cerealeras- recibieran más pesos al momento de liquidar sus ventas al exterior, y, buena parte de ellos fueron volcados a la compra de dólares financieros, elevando su cotización.
Por otro lado, la decisión del gobierno de bajar la tasa de interés de los plazos fijos tradicionales y extender a 180 días el tiempo para mantener inmovilizados los depósitos en los plazos fijos UVA condujo a que los ahorristas decidieran refugiarse en el dólar MEP, generando una presión alcista sobre su cotización. Cabe destacar que Milei acaba de quitar restricciones para acceder al MEP, favoreciendo esas operaciones que agrandan la brecha.
A esto se suma que el bono del Banco Central recientemente creado para cancelar deuda comercial (Bopreal) hasta el momento no suscitó interés entre los importadores -en la última licitación se demandó apenas el 7,6% de lo ofertado y en la primera el 9%-, muchos de los cuales prefirieron recurrir al dólar Contado con Liquidación para pagarle a los proveedores, aprovechando que su precio era similar al dólar importador de $950. Eso también contribuyó en hacer saltar las cotizaciones paralelas.
Ahora bien, a medida que el precio del CCL y el MEP aumenten, probablemente crezca la demanda de los bonos Bopreal, dado que las patronales importadoras pueden comprarlos al dólar oficial y venderlos al financiero. A todas luces, el gobierno creó un instrumento que no solo estatiza deuda privada (constituida en gran parte por autopréstamos), sino que además habilita nuevos negocios especulativos con la brecha cambiaria.
Por otra parte, los U$S 2.986 millones que logró comprar el Banco Central luego de la devaluación del 13 de diciembre se esfumarán rápidamente, teniendo en cuenta que, como establece el decretazo, a partir de mediados de enero, los importadores comenzarán a acceder sin restricciones al Mercado Único de Cambios. Aquí se suma el aliciente de que el oficialismo resolvió quitar el Impuesto País para la importación de aquellos insumos que sean utilizados para la elaboración de productos finales con destino de exportación.
En ese sentido, Milei acaba de enchufarle letras al Banco Central, a cambio de tomar de sus reservas U$S 3.200 millones para afrontar vencimientos de deuda con los acreedores privados que ingresaron al canje del 2020, agravando el drenaje de divisas.
A su turno, la perspectiva de recomponer las reservas por medio de destrabar el crédito internacional se ve cada vez más lejana, dado que acaba de dispararse el riesgo país, franqueando la barrera de los 2.000 puntos. A esto hay que sumarle la negativa de China de liberar el último tramo del Swap, poniendo contra las cuerdas al gobierno de Milei, considerando que “el intercambio de monedas vence en agosto de 2026 y que, si para ese entonces no se alcanza un nuevo acuerdo, Argentina debería desembolsar más de u$s5.000 millones para reponer los yuanes que se utilizaron” (Ámbito, 4/1).
Finalmente, el ensanchamiento de la brecha y las tensiones cambiarias hunden su raíces en la bancarrota estatal, que es producto del incesante saqueo capitalista que los gobiernos propician. En este cuadro, el oficialismo puede optar por aplicar otra devaluación -que terminará de hundir nuestros ingresos-, o bien, en pos de evitar que se desate una hiperinflación, probablemente intente contener los tipos de cambios financieros vendiendo dólares del BCRA, desplumando aún más las raídas reservas.
Como vemos, el “sinceramiento cambiario” de Caputo se demostró infructuoso a la hora de eliminar la brecha y nutrir las reservas. Sí le sirvió a los capitalistas para licuar los salarios y aumentar sus ganancias. Se avecina un nuevo golpe devaluatorio contra bolsillo popular y los trabajadores no tenemos tiempo que perder. Garanticemos la masividad del paro activo del 24 de enero y un plan de lucha posterior por la apertura de paritarias para recomponer nuestro salario y conquistar la sepultura definitiva del DNU y la Ley Ómnibus.
Sofía Hart
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