El gobierno busca reducir el pasivo remunerado del Banco Central apelando a medidas que agravan los desequilibrios económicos. Por un lado, vuelven todavía más impagable la deuda del Tesoro, y, por otro, incentivan la migración de los plazos fijos al dólar MEP, ensanchando la brecha cambiaria.
En función de achicar el stock de deuda del BCRA, el oficialismo dejó de licitar Leliqs (a una tasa anual del 133%), dejando como opción para los bancos la compra de Pases, cuya retorno es del 100%. A su vez, el rendimiento de los plazos fijos pasó de 133% a 110%, abaratándoles a los bancos el pago de intereses a los depositantes.
Esta política monetaria tiene por objetivo persuadir a la banca para que abandone sus tenencias en letras del BCRA y compre bonos del Tesoro, los cuales le aseguran una cobertura frente a la inflación al estar en su mayoría indexados al índice de precios o a la evolución del dólar.
Ahora bien, esta “ingeniería financiera” agrava el peso de la hipoteca del Tesoro, que ya es lo suficientemente explosiva. Sin ir más lejos, trascendió la propuesta del gobierno a los bancos de realizar un megacanje para postergar un año los vencimientos previstos para el 2024, ante dificultad de hacer frente a dichos compromisos dado que ascienden a $57 billones. En el camino, crecerá el gasto público destinado al pago de intereses de esa deuda, demostrando que la motosierra de Milei está orientada únicamente a las partidas a las que están vinculadas con los intereses populares.
En caso de que los acreedores rechacen ingresar al canje, el riesgo de default se acrecienta. Incluso, frente a una crisis de pago, el gobierno no dudará en profundizar el ajuste sobre áreas que afecten al pueblo para priorizar esos compromisos. Así las cosas, Milei está sujeto de pies y manos a la voluntad de los bonistas, quienes exigirán condiciones leoninas para aceptar su oferta.
A su vez, “se aclaró que el Banco Central le dará a las entidades un seguro si deciden prestarle al Tesoro” (Página 12, 19/12). Es decir, los bancos pueden desprenderse de los títulos cuando quieran, bajo la garantía de liquidez que ofrece el Banco Central. De este modo, la autoridad monetaria financia con emisión la huida al dólar de los especuladores. Así las cosas, se revela inconducente todo el esquema montado a los fines de, precisamente, eliminar la emisión monetaria que conlleva el pago de intereses de las Leliqs.
Por otro lado, la caída de los rendimientos de los plazos fijos -que el gobierno propició para que a los bancos les fuera rentable abandonar las Leliqs y pasarse a bonos del Tesoro- hizo que los mismos cayeran en diciembre un 45% interanual en términos reales, según la consultora LCG. Como contrapartida, muchos ahorristas se refugiaron en el dólar MEP como reserva de valor, lo cual contribuyó a recalentar las cotizaciones paralelas, dejando atrás el breve “veranito cambiario” de Caputo.
Solo nacionalizando el sistema financiero bajo control obrero vamos a poder revertir este desmadre que ha generado la preeminencia del capital financiero gobierno tras gobierno.
Sofía Hart
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